Este documento propone un modelo de escuela reflexivo basado en el aprendizaje cooperativo, la reflexión, las habilidades de comunicación y la resolución de problemas. Argumenta que los cambios socioeconómicos, políticos, tecnológicos y culturales requieren repensar el papel del alumno, el profesor y la evaluación, adoptando enfoques como el aprendizaje basado en problemas y el constructivismo para integrar el aprendizaje escolar con la vida real.