Ser un profesional de la ayuda a menudo supone escuchar historias dolorosas y estresantes. Los clientes te traen sus esperanzas, desencantos, ansiedades, historias de traición y de abuso. Puede que tengan expectativas mágicas o dudas acerca de tu capacidad para ayudarles. Es agotador entablar una relación empática con un cliente tras otro, particularmente con los que están deprimidos o que muestran resistencias.