SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 41
Descargar para leer sin conexión
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
1
La Armada Cartaginesa
Rafael Rebolo Gómez
Ingeniero Aeronáutico. SENER. División Aeroespacial.
Profesor Asociado Departamento de Motopropulsión y Termofluidodinámica. Escuela Técnica
Superior de Ingenieros Aeronáuticos. Universidad Politécnica de Madrid.
Introducción
En octubre de 1944 en el golfo de Leyte se enfrentaron las flotas estadounidense y
japonesa, con 209 buques la primera y 67 la segunda, considerando en estas cantidades
desde destructores a portaviones; el número de combatientes en la batalla llegaba a
100.000. Tras el enfrentamiento se habían perdido 34 naves, la mayoría japonesas,
produciéndose unas 13.000 bajas. Esta batalla se considera como la mayor
confrontación naval de la historia.
En el año 256 a. C., en el sur de Sicilia, junto a cabo Écnomo, se enfrentaron las
armadas cartaginesa y romana. Entre las dos potencias sumaban 680 navíos del tipo
quinquerreme (330 romanos y 350 púnicos), el personal embarcado ascendía a unos
290.000. Tras la batalla, 24 buques romanos y más de 30 cartagineses habían resultado
hundidos, otros 64 fueron capturados por Roma. Es difícil precisar el número, pero con
casi toda seguridad alcanzó las 25.000 bajas.
Si hemos de creer a Polibio, fuente de los datos anteriores, Leyte queda empequeñecida
frente a la magnitud de Écnomo; sobre todo si se considera que las poblaciones que
respaldaban esas flotas eran al menos un orden de magnitud inferiores en la Primera
Guerra Púnica que en la Segunda Guerra Mundial. Posiblemente las cifras estén
hinchadas, pero estimaciones más realistas no afectan a la magnitud del enfrentamiento.
Las naves que tomaron parte en Écnomo eran galeras, la mayoría de cinco órdenes de
remos. Durante 30 siglos fueron las reinas del Mediterráneo. Las galeras de combate, en
especial las correspondientes a la antigüedad clásica, han atraído la atención de los
estudiosos a lo largo de los últimos siglos y en particular desde finales del siglo XIX.
Las opiniones sobre su morfología, prestaciones, operación, etc., han sido muchas veces
contradictorias, levantando encendidas polémicas que aparecen reflejadas, dentro de la
literatura técnica, en artículos, réplicas y contrarréplicas. Sin embargo, a partir de
mediados del siglo XX, parece que se perfila un cierto acuerdo tanto en la evolución de
las galeras como en sus actuaciones y operación, terminando este proceso de consenso
en los años ochenta con la reconstrucción, no exenta de críticas, de lo que se piensa
pudo ser una trirreme griega.
Este trabajo esboza lo que pudo ser la evolución de los buques de combate de remos,
intentando centrarse en las naves fenicias y en particular en las púnicas, aunque
inevitablemente las referencias a naves griegas sean continuas. Como referencia del
estudio se han usado los siguientes trabajos: “Greek and Roman Oared Warships” de J.
S. Morrison y J. F. Coates, “Ships and Seamanship in the Ancient World” de L. Casson,
“The Age of the Galley” (es una recopilación de diversos trabajos); por lo que no se
citarán en el texto, sobreentendiendo que la mayor parte de lo aquí mencionado está
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
2
tratado en ellas. Se citarán otros trabajos de menor entidad, aunque no menor
importancia, cuando así se requiera.
El primer uso de un buque como barco de guerra fue, probablemente, la utilización de
un mercante como transporte de tropas o para la práctica de la piratería y de incursiones
costeras. Con el paso del tiempo, estos barcos se equiparon para la defensa y el ataque,
poniendo en manos de los tripulantes armas y equipo de abordaje. Pronto quedó patente
la ventaja de poseer una velocidad y capacidad de maniobra superior a la de sus
oponentes, sobre todo en actividades relacionadas con la piratería, donde eran requisitos
imprescindibles tanto para dar caza a una presa, como para la huida.
Hace unos 5000 años ya existían barcos diseñados específicamente para la guerra. Sobre
el 2000 a. de C., en Creta, empezó a usarse un tipo de barco esbelto, con proa
puntiaguda, muy distinto del panzudo mercante. La propulsión era por remos y la
capacidad de navegación a vela limitada. A partir de esta galera ancestral, y durante dos
milenios, se produjo un desarrollo continuo de este tipo de nave, proporcionando a las
diversas potencias que florecieron durante ese periodo el dominio del Mediterráneo y el
control de las rutas comerciales.
Por su propia naturaleza y misión, apenas existen restos arqueológicos de barcos de
guerra de esta época. Su estructura de madera y el poco lastre usado (consecuencia de
los requisitos de maniobrabilidad y velocidad) dificultaban, tras una tormenta o
combate, el hundimiento de la galera. Incluso si ésta se hundía, la carencia de lastre y
carga impediría que se preservara el forro del casco y la estructura de la quilla, como ha
ocurrido en otros pecios de naves mercantes. Si valía la pena, los restos solían ser
recuperados y canibalizados por la flota vencedora; si no, se acababan dispersando y
degradando.
El conocimiento que se tiene de estas galeras proviene de dos tipos de fuentes: las
escritas tanto en relatos históricos como ficticios, y representaciones escultóricas e
iconográficas. Los registros escritos no suelen ser, por desgracia, manuales de diseño,
sino meras referencias a los barcos en las que no aparecen demasiados detalles ya que
éstos se dan por conocidos al ir dirigidas a un público familiarizado con los mismos. Por
otro lado, con el paso de los siglos y las sucesivas copias de las obras se han introducido
errores y variaciones que pueden velar el significado original, siendo difícil saber que
pretendía decir el autor. Las representaciones artísticas tampoco son demasiado
detalladas. Existen graffitis de la época, realizados posiblemente por marinos y
trabajadores portuarios, que si bien muestran una calidad artística baja, reflejan detalles
de los barcos. Otra fuente de información importante es el análisis de las
representaciones en monedas, que presentan el inconveniente del tamaño, y por tanto no
son capaces de proporcionar demasiados detalles, recurriendo a convencionalismos
artísticos en las representaciones.
Del estudio de los restos de astilleros y fondeaderos de galeras se obtienen datos
adicionales como las dimensiones de los barcos que en ellos se construían o protegían.
Como consecuencia de la escasez de restos y de la inevitable subjetividad que existe en
la lectura de las fuentes, muchos de los temas tratados están basados en conjeturas e
interpretaciones que son discutibles y que, ante cualquier nuevo descubrimiento, pueden
demostrarse erróneas. En cualquier caso, se intentará a continuación presentar los
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
3
puntos de vista más aceptados en la actualidad, teniendo en cuenta que no existe total
unanimidad entre los estudiosos, no dejando de ser muchas de las interpretaciones,
aunque ingeniosas y coherentes, meras especulaciones.
Generalidades de las naves propulsadas a remos
Condicionantes físicos y operacionales
En forma parecida a la evolución biológica, el medio físico (superficie del mar) y el
cumplimiento de unos requisitos (velocidad, maniobrabilidad, etc.) condiciona el
número de soluciones tecnológicas que pueden adoptarse en un cierto problema. No es
de extrañar por ello que exista una convergencia evolutiva en estas naves entre diversas
civilizaciones. Por otro lado, teniendo en cuenta que el barco, por definición, es móvil y
su fin es el viajar, se entiende que además de vehículo de personas sirva de vehículo de
ideas, y en particular que favorezca la difusión de mejoras técnicas entre diversas
culturas.
Incrementar la velocidad de la nave implica o bien aumentar la propulsión o bien
reducir la resistencia de avance del barco. En forma sencilla, la resistencia de un objeto
moviéndose en la superficie de un líquido (sea un pato o un portaaviones) es debida a
tres efectos: fricción del agua con el casco, distribución de presiones sobre el casco
debida al movimiento del fluido y resistencia debida a la formación de olas. Las dos
primeras componentes de la resistencia son proporcionales al cuadrado de la velocidad
de avance, y al área mojada la primera y a la sección frontal máxima sumergida la
segunda. El tercer efecto corresponde a la energía usada en la formación de olas, y
varía, por un lado, como la velocidad de avance elevada a un exponente superior a dos y
por otro como la raíz de la inversa de la longitud del vehículo. Por tanto, la forma de
disminuir la resistencia pasa por definir el casco como un cuerpo esbelto (relación
eslora/manga alta) y de poco calado; el ejemplo más típico es la piragua de competición.
La posibilidad de moverse libremente, sin depender del viento, obliga a que la nave sea
autopropulsada. Los únicos motores y sistemas de propulsión disponibles en la época
eran hombres y remos respectivamente. Pero el uso de remos limita la velocidad
máxima de la nave. Para que la pala ejerza una fuerza propulsora ha de tener una
velocidad mayor que la de avance del barco; en caso contrario frenaría la galera. La
velocidad de la pala es proporcional a la longitud y a la frecuencia de boga, viniendo
ambos factores limitados por la capacidad del remero. Se calcula que este límite se
encuentra en torno a 11 nudos.
La capacidad de maniobra se mejora con una masa y eslora lo más pequeñas posibles,
compatibles con un cierto nivel de potencia embarcado (léase número de remeros). De
esta manera se consiguen mayores aceleraciones y menores radios de giro.
La estabilidad del barco precisa que el centro de gravedad del mismo se encuentre lo
más bajo posible. Una forma de bajarlo es lastrando la nave, a costa de aumentar el
desplazamiento y por tanto, perjudicando las prestaciones. Teniendo en cuenta que la
tripulación representa al menos el 30% del peso de la nave puesta en servicio, una
opción es acomodarla lo más bajo posible, en especial a los remeros. Esta posición
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
4
presenta la ventaja adicional de disminuir el ángulo entre la pala y la superficie del
agua, permitiendo una boga cómoda y eficiente con mar en calma.
Si bien la galera se encuentra optimizada para su misión (velocidad y capacidad de
maniobra), esta especialización supone desventajas en otros aspectos. Una manga
estrecha reduce la capacidad de carga del navío, así como el acomodo de la tripulación,
limitando por tanto su autonomía (incomodidad y falta de vituallas) y condicionando su
operación (frecuente reaprovisionamiento). También dificulta la instalación de aparejos
y por tanto el uso de velas; a la vez que compromete la estabilidad. El bajo nivel de la
cubierta respecto al mar y la presencia de las portas de los remos dificulta tanto la
navegación a vela como la capacidad de hacer frente a una tormenta sin embarcar agua.
Y la anterior ventaja de boga eficiente y cómoda con mar en calma se convierte en un
inconveniente con oleaje, llegando a impedir el uso de los mismos.
Arquitectura del barco
El barco tenía que ser ligero. Originariamente, el casco de las naves más antiguas se
encontraba compuesto por tablazón unida por medio de cuerdas. Este tipo de estructura
evolucionó hasta el que fue el estándar durante el resto de la época. A diferencia de los
métodos actuales, donde se coloca primero el esqueleto del buque (quilla y cuadernas) y
posteriormente se forra para formar el casco, antiguamente se construía primero el forro,
apoyándose sobre un andamiaje externo que daba la forma. Una vez realizado el casco,
se reforzaba por medio de costillas internas unidas al forro con clavos metálicos; éstos
se introducían desde el exterior del caso y se fijaban doblando a 90 grados la parte que
sobresalía de las costillas. Los tablones del casco se unían canto con canto por medio de
espigas o mechas de madera perfectamente ajustadas a ranuras talladas en los mismos
cada pocos centímetros. La sujeción de estas espigas se conseguía por medio de resinas
resistentes al agua y unas chavetas que atravesaban tablero y mecha. Posiblemente
usaban algún tipo de tapajuntas y calafateado para impermeabilizar el barco (Figura 1).
Figura 1.- Método de construcción. A diferencia del actual, el casco era lo primero
en fabricarse, reforzándose posteriormente con costillas internas. (ilustración de
La Aventura de la Historia, nº 27-29)
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
5
Los únicos restos existentes de un barco militar de esta época corresponden al pecio
hallado en Marsala en la década de los 70 del siglo pasado. Aunque equipado con
espolón, por su tamaño, número de remeros y disposición debió ser más un buque
auxiliar para acompañar la armada. A partir de los restos, se ha visto que las piezas de
madera se encuentran identificadas para permitir su ensamblaje en lo que sería algo
parecido a un proceso de construcción en serie. Este hecho se considera como
justificación de la creación de la primera flota romana de 100 quinquerremes en tan sólo
dos meses, utilizando como modelo un buque cartaginés capturado.
La estructura resultante era tan ligera, que podía ser puesta en tierra a diario por su
propia tripulación, incluso en los barcos más grandes. Tampoco fue inusual el transporte
de los mismos por tierra sobre rodillos, e incluso a grandes distancias partidos en
secciones.
Sin embargo, en particular en los barcos más ligeros, bajo el punto de vista de
resistencia estructural existía el riesgo de partirse por el centro de la eslora. Uno de los
casos críticos de carga de un barco, antes y ahora, aparece cuando es atravesado por una
ola de longitud de onda igual a la eslora. En esta situación se definen dos casos:
quebranto y arrufo. En el primero, la cresta de la ola se encuentra en el centro del barco
y tanto la proa como la popa quedan en un cierto voladizo que somete a la estructura del
barco a esfuerzos máximos en el centro (tensión en la zona superior y compresión en la
quilla). En el segundo caso, el seno de la ola coincide con el centro del barco y los
extremos, proa y popa, se encuentran sobre las crestas (Figura 2a y b). Un símil del
estado de carga y deformaciones del barco sería, para el quebranto, la barra de un
funambulista sujeta por el centro y libre en los extremos; y la barra de unas paralelas
con el atleta colgado para el arrufo. Estas condiciones limitan la eslora máxima
admisible para el barco para una manga determinada, un cierto material y una cierta
tecnología; a no ser que se aumenten los espesores de la cubierta y del forro del barco,
con el consiguiente aumento del desplazamiento.
Figura 2a- Resistencia longitudinal del buque. (ilustración de La Aventura de la
Historia, nº 27-29)
Para solventar en parte este efecto se usó, al menos en las galeras griegas, el dispositivo
denominado hypozomata (Brewster, 1923; Gordon,1978; Landels, 1997). Existen dos
interpretaciones de este artilugio, aunque la idea en ambos es la misma: un cabo que
recorre el buque de proa a popa y con capacidad de ser tensado. En la primera
interpretación, el cabo se encontraba firmemente fijado a proa y popa y recorría el barco
internamente. En la segunda, era una soga que abrazaba el casco, por el exterior a la
altura de la regala, de proa a popa. Su misión era crear una compresión previa sobre la
estructura del casco, con objeto de compensar en parte las tracciones que aparecían
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
6
durante la navegación (algo parecido al uso de redondos metálicos traccionados en el
hormigón pretensado). La segunda interpretación, para un barco de combate no parece
demasiado factible, pues sería vulnerable durante un ataque al poder ser cortado por el
enemigo.
Figura 2b- Resistencia longitudinal del buque. (ilustración de La Aventura de la
Historia, nº 27-29)
Según parece los trirremes griegas no se hacían a la mar si no llevaban colocado este
dispositivo, labor para la que eran necesarios unos 50 hombres. Semejante a cegar o
inutilizar las recámaras de los cañones cuando se desea inutilizar un arma actual, en las
galeras se procedía a retirar el hypozomata.
Un dispositivo que cumplía una función semejante ya se usaba en los barcos egipcios en
el 2500 a.C., con la diferencia de que el tirante unía proa con popa pasando por una
serie de apoyos intermedios, tal como se observa en diversos bajorrelieves, en particular
en los de la expedición al país de Punt en el templo de Hatshepsut (figura 3).
Figura 3.- Buque egipcio mostrando el dispositivo para evitar el quebranto: un
grueso cabo uniendo popa con proa y soportado por puntales.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
7
Evolución de la galera en los tiempos antiguos
La Pentecóntera
En el siglo XII a. C. ya se encontraban claramente diferenciados los buques mercantes
de los militares; manteniéndose la diferencia básica entre ellos hasta finales de la Edad
Media. El mercante estaba optimizado para transportar la mayor carga posible al menor
costo y con la mayor seguridad. Por tanto debía tener un volumen grande de bodega, ser
marinero y poseer una tripulación pequeña para recortar costes de personal. La
velocidad y maniobrabilidad eran secundarias, y la propulsión era con velas, usando
solo el remo en circunstancias especiales. Este tipo de barco es el que se suele
denominar nave redonda frente al barco de línea, ya comentado anteriormente, que se
denomina nave larga. Una definición más técnica aunque equivalente al simple aspecto,
es considerar la esbeltez del buque, entendiendo por tal el cociente entre la eslora y la
manga. Valores inferiores a 5 identifican a los barcos redondos, mientras que los largos
presentan cocientes superiores a 7. Como excepción, en el caso de cargamentos muy
valiosos, y generalmente de poco volumen (metales preciosos, artículos de lujo, etc.) o
cuando se transitaban aguas potencialmente peligrosas si podía estar justificado el uso
de galeras.
Al principio, en la guerra, el principal uso de las galeras era el transporte de tropas, que
a su vez eran los remeros, tal como describe Homero al relatar la llegada de las tropas
aqueas a las playas de Troya (los escritos homéricos, unos cuatro siglos posteriores a los
hechos narrados, sí parecen describir naves y técnicas arcaicas):
“... los acaudilló y condujo en siete naves el excelentísimo arquero Filoctetes. Y en
cada nave iban cincuenta remeros que a la vez eran tiradores diestros y valerosos.”
Los navíos se reconocían por el número de remos, coincidente con el de remeros: 20, 30
o 50 eran los tipos más habituales. En particular, la de 50 remeros (25 por costado) fue
una nave de gran éxito; denominada pentecóntera, puede considerarse como antecesora
del resto de galeras clásicas. Se cree que existió tanto en configuración mono- como
dikrotos (uno o dos órdenes de remos respectivamente). La versión monokrotos,
suponiendo un espaciado de interscalmium (distancia entre remeros de una misma fila)
de unos 0,9 metros, debía medir unos 31 metros de eslora y 3 de manga. Era de casco
abierto, con una cubierta elevada a lo largo de su zona central. Poseía un mástil abatible
que se usaba, aparejado con una vela cuadrada, para la navegación de crucero. En caso
de combate, el mástil se desmontaba y se dejaba en la orilla.
La popa era alta y curvada hacia delante. De esta forma se facilitaba la maniobra de
varar el barco, con la proa hacia el mar, durante la noche; a la vez que proporcionaba
mayor protección al recibir las olas por popa durante la navegación. En muchas
representaciones se observa una escalera o rampa usada para el desembarco, atada en la
zona de popa. Los timones se encontraban sobre los laterales hacia popa. Consistían en
una pala de mayor tamaño que los remos, colocada a unos 45º respecto a la superficie
del mar y con capacidad de rotar en torno a su eje. El sistema de sujeción debía permitir
izar hasta la horizontal o desmontar fácilmente el timón durante el atraque.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
8
En algún momento entre el 1200 a. de C. y el siglo IX/VIII se produce la invención del
espolón, convirtiendo a la galera en una arma en sí. En buques anteriores a este periodo,
se observa en ocasiones la presencia de una proyección en la proa (figura 4).
¿Corresponde a un espolón?. Seguramente, no. Para que una nave con espolón resulte
efectiva, ésta ha de tener un tamaño mínimo y un cierto número de remeros; por otro
lado, el espolón ha de presentar las siguientes características (Cohen, 1938):
1. El espolón ha de estar situado en la línea de flotación.
2. Se ha de proyectar hacia delante una distancia considerable con objeto de
proteger al barco durante el impacto.
3. La proa del barco ha de ser de construcción maciza con objeto de absorber la
energía del impacto.
4. El espolón ha de ser o presentar un recubrimiento metálico que le proteja.
5. El espolón debe ser una pieza separada de la estructura de la nave, de forma que
en caso de daño se separe del barco, rompiendo por la unión con el mismo (un
fusible mecánico) y protegiendo la integridad del casco.
Figura 4.- Embarcación minóica. La protuberancia recuadrada a proa, ¿espolón o
elemento estructural?
La primera característica, ha sido puesta en duda (Raban, 1984; MacIntosh, 2001) pues
aunque las evidencias muestran que esa colocación sí era la norma en el mundo clásico,
originariamente, con buques de poco calado, un espolón a la altura de la línea de
flotación podría deslizar por debajo de la quilla del barco atacado sin dañarle. En el caso
de piratería, podría ser más importante inutilizar al barco contrario sin hundirlo, para lo
que sería más ventajoso un espolón por encima del nivel del mar (Figura 5).
Figura 5.- Vaso etrusco. Nave griega a la izquierda y etrusca a la derecha. La proa
del buque etrusco, ¿es algún tipo de espolón?
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
9
En cualquier caso, como ya se ha dicho, la aparición del espolón convirtió al barco en
un arma, cambiando las tácticas de combate utilizadas hasta ese momento (abordaje y
cuerpo a cuerpo). Se desconoce como surgió el espolón, pudiéndose aventurar algunas
hipótesis:
1. Un puesto de pesca (figura 6)
2. Un excusado (figura 6)
3. Una tabla de piratas (figura 7)
4. Un detalle constructivo/estructural
5. Un tajamar
6. Un bulbo para disminuir la resistencia de avance del barco
7. Un adorno
Algunas de las interpretaciones se pueden descartar sin mucho riesgo de equivocarse: 1
a 3 son realmente explícitas en la iconografía, pero jocosas; y la 6, aunque teóricamente
puede tener un efecto beneficioso, el autor no cree que éste pueda cuantificarse ni que a
las velocidades de crucero normales tuviera efecto alguno.
Figura 6.- Placa de marfil procedente de Esparta.
Figura 7.- Jarra ática. 510 a. de C.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
10
Una posible explicación podría ser la 4, una solución estructural para formar la unión
entre quilla y proa (5 y 7 podrían ser consecuencia de 4), que en algún momento como
consecuencia de un accidente fortuito como el embestir una nave menor, proporcionara
la idea de convertirlo en un espolón.
Una vez ideado el espolón, era deseable una nave más robusta, manejable y de menor
eslora. Este último requisito disminuía el tamaño del blanco a costa de perder algo en
prestaciones. Esto se consigue mediante la colocación de los remeros en dos niveles en
algún momento del VIII a. de C.
Esta configuración dikrotos, que usando terminología latina sería una birreme (diere en
la griega), pudo ser un desarrollo fenicio. Originariamente se mantuvo un nivel de
remeros sobre la regala, situando a los nuevos por encima, sobre la cubierta. A finales
del siglo, los ingenieros navales habían mejorado considerablemente el diseño:
manteniendo los dos órdenes, el original continuó en la regala (zygitai), situando el
segundo por debajo (thalamitai), en portas abiertas en el casco (así se bajaba el centro
de gravedad y la posición del remo, próxima a la horizontal, era más efectiva). (Figura
8). La eslora de la nave se redujo en un 25 %, disminuyéndose la superficie mojada casi
en la misma proporción, mientras que la potencia embarcada se mantuvo constante. El
resultado fue un aumento de la maniobrabilidad y de la capacidad de aceleración. En
velocidad la mejora no fue significativa, pues la reducción del término de fricción,
debido al acortamiento de la eslora, se vio contrarrestada por el aumento de la
resistencia de ola al disminuir la esbeltez del buque y aumentar su calado. En el lado
negativo, las portas de los remos inferiores se encontraron muy próximas al agua, entre
40 y 50 cm, por lo que fue necesario sellarlas con un recubrimiento flexible de cuero
(askoma), que se unía al remo por un lado y tapaba la porta por el otro.
Figura 8.- Distribución de los remeros en un birreme
(ilustración de La Aventura de la Historia, nº 27-29
Un ejemplo de este navío (Basch, 1969) es el que aparece reflejado en los bajorrelieves
de Sennaquerib (704-681 A. de C.). En dichos relieves se observan galeras de dos
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
11
órdenes de remos, con y sin espolón (figuras 9 y 10). El episodio reflejado en el relieve
corresponde a la huída del rey Luli de Tiro. Dichas galeras presentan una serie de
elementos que se van a repetir en las naves fenicias:
• La fila de escudos
• La cubierta superior, montada sobre puntales
• Casco más ancho (comparado con las griegas) curvado en los extremos
• Ausencia de cintas (refuerzos longitudinales) en el casco
• Espolón largo y puntiagudo, recubierto de metal (ver en las figuras
mencionadas)
• Laterales abiertos
...y que permiten distinguirlas de las griegas que presentan las siguientes características:
• En el periodo geométrico, el espolón es puntiagudo, convirtiéndose en el siglo
VI en un recubrimiento metálico con forma de cabeza de jabalí. El primer tipo
de espolón, no muy distinto del fenicio, podía fácilmente penetrar el casco
enemigo y quedar encajado, situación nada deseable para el buque atacante, al
ser vulnerable a cualquier ataque enemigo. Sin embargo un espolón romo,
disminuía el riesgo de empotrarse, causando a cambio el efecto de aflojar las
juntas en una zona más amplia.
• El casco, más estrecho que en las fenicias, se encuentra reforzado con cintas
longitudinales que mueren en proa en el espolón y en popa se curvan hacia
arriba formando el aphlaston.
• Raramente presentan filas de escudos.
Este navío, y sus hermanos menores como la triacóntera de 30 remos, permaneció en
servicio durante todo el periodo sin muchas variaciones como navío auxiliar.
En relación con las figuras 9 y 10, existe otra interpretación del barco con espolón. En
ella se puede identificar como un trirreme. El bajorrelieve muestra claramente dos
niveles de remeros, pero queda un espacio enrejado, muy similar al mostrado en la
figura 11. Teniendo en cuenta que las naves estaban realizando una evacuación, en una
distancia de unas pocas decenas de kilómetros y sin ser acosados por la flota enemiga,
¿no podría ser un trirreme con el nivel superior de remeros sin ocupar?
a b
Figura 10.- Embarcación fenicia alrededor del 700 a. de C. Detalle del
recubrimiento del espolón.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
12
Figura 9.- Embarcaciones fenicias alrededor del 700 a. de C.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
13
El Trirreme
El siguiente paso, a finales del VIII o principios del siglo VII a. de C., fue la
incorporación de un nuevo orden de remos, apareciendo así el trirreme (o triere en
griego). Tanto fenicios como griegos podrían tener sus razones para desear incrementar
la potencia de sus barcos. Parece que fueron los primeros los que incorporaron un nivel
adicional de remeros (thranitai) en sus barcos, creando el trirreme. Las naves de guerra
griegas, desarrolladas desde su origen para uso militar, a diferencia de las fenicias que
seguían poseyendo una cierta capacidad de carga, tenían mayor dificultad en instalar un
nuevo orden de remos como consecuencia de su menor manga. Si esta nueva hilera de
remos se colocaba directamente por encima de las dos anteriores, era necesario usar
palas de mayor longitud y con un ángulo elevado respecto a la superficie, obligando a
un mayor esfuerzo y una remada forzada por parte del remero, con problemas de
sincronización causados por los diferentes periodos naturales de los remos.
Figura 11.- Nave birreme a dos niveles.
Periodo geométrico (730-700 a. de C.)
En los buques griegos se resolvió este problema mediante la construcción de un postizo
externo al casco (parexeiresia), que situaba al nuevo remero ligeramente por encima y
hacia fuera de los originales, sin necesidad de aumentar la manga real. De esta manera
se pudieron usar remos de igual longitud, independientemente de la altura; además de
no elevar demasiado el centro de gravedad (figura 12).
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
14
Figura 12.- Posible distribución de los tres órdenes de remeros en un trirreme
fenicio y otro griego (basado en J. Coates, ilustración de La Aventura de la
Historia Nº.-27 a 29)
Trirremes griegas
Un trirreme iba propulsado por 170 remeros. Además, el personal embarcado se
complementaba con timoneles, marinos y oficiales bajo las órdenes del trierarco o
capitán. En total la tripulación estaba formada por unos 200 hombres. La eslora y manga
del barco en la línea de flotación aumentó hasta unos 35 y 3,6 metros (debido al uso de
la parexeiresia, la manga no era muy distinta de la pentecóntera). El desplazamiento se
elevó hasta unas 45 toneladas en servicio.
El espolón se transformó en un ariete, con tres dientes, de madera recubierta de bronce,
cuya finalidad era el embestir al navío enemigo para abrirle una vía de agua o romper
los remos de uno de los laterales dejando el barco ingobernable. Con objeto de proteger
la integridad de la postiza durante un ataque, ésta se reforzó en su parte frontal (epotis).
El casco se encontraba recorrido por un cierto número de cintas longitudinales que
terminando en el espolón permitían aguantar los esfuerzos originados durante la
embestida. Respecto a la cubierta, en un principio se mantuvo el estilo de las birremes:
una cubierta central elevada. Al cobrar importancia el abordaje, se fue aumentando su
superficie con objeto de acomodar mayor número de soldados, llegándose a la
configuración de dos cubiertas elevadas, por encima de las posiciones de los thranitai,
con un pasillo central más bajo. En las últimas versiones se convirtió en una
construcción catafracta, con una cubierta que abarcaba todo el ancho del casco. Los
laterales de las postizas se cubrían con piezas de cuero para proteger a los remeros de
los proyectiles enemigos. Posteriormente se usaron rejillas que, además de protección,
permitían una cierta ventilación, necesaria para el trabajo de los remeros.
Trirremes fenicias
Los fenicios, de gran tradición marinera y con galeras de manga superior a las griegas,
en vez de instalar una parexeiresia, incrementaron la altura del barco. Los thalamitai y
zygitai seguían pivotando sus remos a través de portas en el casco y sobre la regala; los
thranitai los articulaban sobre una baranda directamente situada sobre la regala. Por
encima de ellos se encontraba la cubierta, que se extendía a todo lo ancho de la nave. El
número de remeros y su distribución era similar al de las naves griegas, no existiendo
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
15
diferencias entre sus esloras. La forma de la proa difería, manteniendo las naves fenicias
el espolón largo y afilado típico de las naves de Luli. El mayor tamaño del espolón
permitía absorber parte de la energía del impacto, no requiriendo de las gruesas cintas
características de las naves helénicas.
Los laterales del casco en la zona de remado parecen estar abiertos, en forma semejante
la las naves del rey Luli (Figura 13). Este espacio abierto podría tener como objeto la
ventilación/refrigeración de la planta propulsora, recubriéndose con cueros durante el
combate para ofrecer cierta protección a los remeros ante armas arrojadizas, en forma
semejante a como los griegos cubrían su postiza. Bajo el punto de vista de la integridad
estructural del barco, la existencia de aperturas debió ser contrarrestada con refuerzos en
baos y posiblemente el uso de una cubierta, convirtiendo la nave en catafracta. La
existencia de cubierta permitía la presencia de mayor número de marines que en sus
homónimas griegas, tal como atestiguan los textos.
Figura 13.-Reaparición del modelo fenicio. A) Arados (350 – 323). B) Biblos (sº IV).
C) Amato (340-330).
(Morrison, 1996)
La iconografía muestra unos cuernos a proa (figura 14) de difícil interpretación. Es
sugestiva la posible utilización de dichos cuernos (figura 15) como un bauprés para
permitir el uso de aparejos no cuadrados, mejorando las cualidades de navegación a vela
(Basch, 1969).
a b
Figura 14.- Sidón, finales del V a. de C. (Basch, 1969)
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
16
a b
Figura 15.- Sellos de arcilla encontrados en Persépolis. El cuerno de la proa parece
cumplir alguna función en el aparejo.
La configuración de galera descrita se mantuvo hasta mediados del siglo IV, donde el
buque fenicio se heleniza y toma un aspecto más parecido al de los buques corintios. El
espolón se acorta, adoptándose el tridentado, y aparecen cintas de refuerzo. Para evitar
daños propios en la proa, en la colisión durante un ataque, se incorpora el proembolon,
un pequeño espolón a media altura en la proa. Los cuernos desaparecen y el estolos se
curva hacia detrás, a diferencia de los griegos con forma de S y más esbeltos.
Desaparecen los laterales abiertos, no se observa la existencia de postiza y se mantienen
los escudos sobre las amuras (Figura 16). Durante la helenización de la galera fenicia se
adopta la vela cuadrada (si es que no se usaba ya), y si es cierto que se llegaron a usar
protovelas latinas, estas quedarían relegadas a navíos de menor entidad (por ejemplo
pesqueros), no siendo por tanto representadas en la iconografía.
1 2 3
Figura 16.-a, b y c: Monedas corintias, segunda mitad del siglo IV a. de C.
1 y 2. Arados alrededor del 330 a. de C.:
3: Arados alrededor del 240 a. de C.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
17
El Cuatrirreme, el Quinquerreme y otros ‘remes’.
En el año 401 a.C., Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa, con objeto de reforzar su
posición frente a los cartagineses, inició una carrera armamentística con la creación de
un centro de I+D en tecnología militar. Para ello, atrajo a gran número de ingenieros y
trabajadores especializados de los territorios bajo su influencia, e incluso de zonas
enemigas, ofreciendo muy buenas condiciones económicas. Los resultados no se
hicieron esperar: la catapulta y el quinquerreme (pentere).
Partiendo del trirreme, las posibles formas de incrementar su potencia eran:
• aumentar el número de órdenes de remos
• aumentar el número de remos por hilera
• aumentar el número de remeros por remo
La primera solución era inviable, ya que se requerirían remos muy largos y que
formarían un ángulo grande con la superficie del agua, haciendo difícil su manejo (no
hay constancia registrada de ningún buque de más de tres niveles de remos).
El aumento del número de remos por orden, implicaba un aumento de la eslora del
barco. Disminuyendo la capacidad de maniobra y el margen de resistencia estructural.
La solución adoptada fue el colocar dos remeros por pala. Una ventaja de esta
configuración es que parte de la tripulación no necesitaba ser experta, bastando un
remero experimentado por remo, y aportando el otro sólo fuerza bruta. En el lado
negativo, la potencia en el remo no se llega a duplicar (figura 17).
Figura 17.- Quinquerreme fenicia (basada en una reconstrucción de J. Coates;
ilustración de La Aventura de la Historia)
Este nuevo navío fue adoptado por los cartagineses. Posteriormente, durante la Primera
Guerra Púnica, un quinquerreme o ‘cinco’ cartaginés varó en costas romanas, siendo
capturado y copiado por éstos. Roma, con su capacidad de organización, fue capaz de
crear, mediante el uso de piezas prefabricadas, una flota de un centenar de
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
18
quinquerremes en dos meses. Las naves romanas diferían ligeramente de las
cartaginesas. A causa de la inexperiencia de los romanos en la construcción de barcos
(aunque usaron expertos de las ciudades griegas bajo su influencia) y por la premura
con que armó la flota (que no permitió utilizar las maderas en las condiciones
adecuadas), los ‘cincos’ romanos resultaron más pesados y con menor capacidad de
maniobra.
Las representaciones de barcos fenicios correspondientes a este periodo muestran naves
de tres órdenes de remos. Podrían ser trirremes, pero teniendo en cuenta que de acuerdo
con los textos el barco por excelencia era el quinquerreme, lo más probable es que las
representaciones correspondan a éste.
En su morfología, se mantiene el modelo helénico (espolón dentado corto y estolos),
pero se vuelve a la configuración original fenicia de laterales abiertos, posiblemente
para garantizar la mayor necesidad de ventilación de estos barcos por el elevado número
de remeros utilizados.
El barco de construcción catafracta, poseía 90 remos por amura. La tripulación constaba
de 300 remeros y entre 70 y 120 soldados. La eslora del barco aumentó hasta los 40
metros, su manga a unos 5 y el desplazamiento superó las 100 toneladas.
Por la misma época de los enfrentamientos con Siracusa para el control de Sicilia,
Cartago llegó a idéntica solución para aumentar la potencia de sus barcos y la aplicó al
birreme, dando lugar al cuatrirreme o tetrere (figura 18).
Figura 18.- Cuatrirreme fenicia (basada en una reconstrucción de J. Coates,
ilustración de La Aventura de la Historia)
En los siglos posteriores, debido al cambio de las tácticas de combate, tanto éste como
el quinquerreme fueron cobrando importancia frente al trirreme. Comparando con esta
última, el mayor tamaño de los nuevos tipos de galeras supuso una mayor resistencia al
estado del mar, el acomodo de mayor número de soldados, un aumento de la artillería y
una mejor protección ‘antimisil’ para los remeros. En el lado negativo, disminuyó su
velocidad y capacidad de maniobra.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
19
Posiblemente, al final de su gobierno, Dionisio introdujo otra nueva innovación, el uso
de dos remeros en el orden inferior de un quinquerreme, dando origen al hexarreme o
‘seis’. Los diversos estados aparecidos a la muerte de Alejandro Magno, tras la
desintegración de su imperio, se contagiaron de una fiebre constructiva de galeras cada
vez mayores. Manteniendo una configuración di- o trikrotos, aparecieron los
denominados ‘sietes’, ‘ochos’, ‘nueves’ y así hasta los ‘cuarentas’. El número de
remeros por interscalmium llegó a ser 20 en los grandes polirremes.
Estos colosos no tuvieron especial relevancia histórica y no pasan de ser una mera
anécdota. Tan solo los de categorías entre ‘seis’ y ‘diez’ fueron usados con cierta
eficacia Estas supergaleras no fueron adoptadas ni por los Cartagineses ni romanos,
siendo su caballo de batalla el quinquerreme, y solo como buques insignias se usaron
naves mayores (generalmente hexarremes en el caso romano y un heptarreme, capturado
a Pirro, en el cartaginés). El peso de la flota siguió recayendo en los barcos de menor
tonelaje.
Con el tiempo, el tipo de construcción de barcos, hasta ahora de tradición helénica, fue
variando. Se abandonó la postiza (epotis y parexeiresia) como punto de apoyo de los
remos. Las configuraciones se limitaron al tipo mono y dikrotos, independientemente
del número de remeros (que ya no se encontraban siempre en posición sentada) por
interscalmium, situándose los toletes en portas en los costados del casco. La
simplificación del sistema de remado supuso una reducción en la complejidad de la
superestructura necesaria para el acomodo de los remeros, permitiendo la instalación de
castillos sobre la cubierta y favoreciendo de nuevo las tácticas de abordaje frente a las
de ataque con espolón.
Las figuras 19 y 20 muestran correlaciones para la estimación del desplazamiento en
vacío y en operación de las galeras.
Eslora en la
línea de
flotación, L
(m)
Manga, b
(m)
Peso
(toneladas)
Tripulación Remeros
Pentecóntera
monocrota
32 3,2 22 60 50
Pentecóntera
dicrota
22 3,2 16 60 50
Trirreme 36 3,6 46 200 170
Cuadrirreme 35 5 77 260 180
Quinquerreme 42 5 110 400 300
Seis 42 5,6 130 460 360
Hemiolia 21 2,7 15 65 50
Trihemiolia 31 4 43 150 120
Liburnia 17 3 15 60 50
Dimensiones principales, pesos estimados en servicio y tripulación (diversas
fuentes)
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
20
Figura 19.- Estimación del desplazamiento en vacío de diversas galeras clásicas. L
y b son la eslora y manga en la línea de flotación respectivamente.
Figura 20.- Estimación del desplazamiento en operación de diversas galeras
clásicas
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
21
Operación de la Flota
Tamaño y composición
El tamaño de la Armada Púnica sólo puede ser inferido a partir de datos aislados. Los
tipos de navíos que formaron el núcleo de la flota a lo largo de la historia de Cartago
estarían de acuerdo con la evolución de las galeras:
− Pentecóntera (monorreme/birreme) desde su fundación al VI a. de .C.
− Trirreme desde el VII al IV a. de C.
− Quinquerreme del IV al II a. de C.
Por supuesto que en cualquier momento posterior seguían en activo navíos anteriores en
misiones de exploración, transporte rápidos, mensajeros y en general labores auxiliares.
Al igual que la incorporación de los nuevos tipos se produciría paulatinamente, hasta
llegar a ser el buque predominante.
A modo de ejemplo se puede citar la composición de una de las flotas armadas durante
la Segunda Guerra Púnica. El buque por excelencia era el quinquerreme, y este nombre
se usaba como sinónimo de barco de guerra cuando se habla en las fuentes del tamaño
de las escuadras. En 219 a. de C. un escuadrón, formado por 57 barcos estaba
compuesto de 50 quinquerremes, 2 cuatrirremes y 5 trirremes. Es decir, el 88 % de la
flota eran buques de línea, siendo el resto navíos auxiliares.
La gráfica presentada en la figura 21 muestra el posible tamaño de la marina
cartaginesa, en número de barcos de combate, desde la fundación de Cartago hasta su
desaparición como potencia marítima (Huss,1993; Tarn,1907;Fournie, 2000). Los
puntos corresponden a las diversas fuentes, mientras que las líneas representan una
estimación del mínimo y máximo número de buques operativos en cada año. Durante el
periodo inicial, el tamaño de la flota no debió diferir demasiado del típico de cualquier
ciudad fenicia, unos 40 a 60 pentecónteras (Walliga, 1995); número suficiente para
mantener el control en su zona de influencia. Esta cantidad coincide con los 60 navío
armados para su enfrentamiento con los focenses de Alalia en el mar de Cerdeña en 540
a. de C. Al ir perdiéndose la dependencia de Tiro y consolidando Cartago su
talasocracia en el Mediterráneo occidental, el número de navíos necesarios para efectuar
el control debió de ir incrementándose. Este aumento del número de unidades llegó a su
máximo cuando aparecieron nuevas potencias navales en el escenario occidental,
primero las colonias griegas y luego Roma. Los datos parecen indicar que el tamaño
medio de la flota era de unas 150 unidades, llegándose a equipar en casos de extrema
necesidad hasta 200 barcos de combate (el puerto de Cartago, llegó a tener capacidad
para algo más de 200 barcos).
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
22
Figura 21.- Estimación del tamaño de la armada cartaginesa
La figura 22 muestra en detalle el periodo correspondiente a las guerras púnicas.
Simultáneamente se han representado las estimaciones correspondientes a Roma, desde
que se aventuraron en el mar hasta que derrotaron a Cartago. Dentro de la estrategia de
Roma de poseer el dominio del mar, los gráficos parecen demostrar que en todo
momento intentó mantener una supremacía numérica sobre Cartago, haciendo que su
flota superase el máximo de navíos que el poder económico cartaginés y su población
(más que por el coste de los barcos, por su mantenimiento y equipamiento con personal
propio o mercenario) podía mantener en píe de guerra (dato que sin duda los estrategas
romanos dispondrían). La supremacía de 20 a 40 barcos de la armada romana dio sus
frutos.
Los valores anteriores se refieren a los navíos de guerra; pero sin una infraestructura y
apoyo estos no pueden funcionar de continuo. Podríamos por tanto diferenciar entre dos
tipos de flotas:
• Las de combate, que son las que hasta ahora se han comentado, compuestas por
buques de guerra y cuya misión era el enfrentamiento con una flota enemiga
análoga, o el bloqueo de lugares estratégicos.
• La de invasión, correspondiente a acciones mixtas, donde además de la supremacía
marítima se pretende obtener el dominio en tierra mediante el desembarco de
infantería y caballería.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
23
Figura 22.- Estimación de las armadas cartaginesa (símbolos huecos) y romana
(símbolos llenos) en el periodo de las Guerras Púnicas
La flota de invasión, además de incorporar a los escuadrones de combate que
garantizarían durante la travesía la defensa de la misma, debía estar formada por
transportes capaces de trasladar a las decenas de miles de infantes y miles de caballos
necesarios para obtener la supremacía en tierra. Los barcos usados probablemente serían
diversos, y si bien algunos estarían al servicio del estado, otros se requisarían según las
necesidades. Los barcos utilizados se pueden clasificar en tres tipos:
• Galeras de transporte, con mayor capacidad de carga que las de combate, tendrían
suficiente potencia (remeros) como para seguirlas (los restos de Marsala pueden ser
un ejemplo de este tipo). Este tipo de barco, debido a su movilidad, podría tener su
importancia en la creación de cabezas de puente.
• Barcos redondos, transportes convencionales adaptados para el transporte de
personal, caballos, equipos y abastecimientos.
• Remolques, barcazas para transporte de personal y/o caballos, remolcadas por las
propias galeras de combate.
Se han extraído algunos datos, tanto de Cartago como de sus enemigos, sobre la
composición de barcos utilizada en flotas de invasión (Huss, 1993):
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
24
Año
Naves de
guerra
Naves de
transporte
Barcazas Infantería Caballería
480 200 3.000 300.000
409 60 1.500 100.000 4.000
406 120 1.000
397 200 500
396 ¿400? 600
¿300.000?
100.000
4.000
396 250 1.000 500
342 200 1.000 70.000 10.000
Nota: los valores entre interrogantes son dudosos
Es decir, una media de 7 transportes por buque de línea (variando entre 5 y 20).
Simplificando mucho, el número de infantes por barco de transporte sería de 100 a 150,
y de 10 a 18 caballos por buque dedicado a este uso.
La Tripulación
Para que un barco de combate como el trirreme fuera un arma efectiva, todo debía
funcionar perfectamente coordinado. Era por tanto necesario el uso de una tripulación
bien entrenada y motivada, que estaba formada por una mayoría de remeros, un número
más o menos elevado de tropa, unos marinos y especialistas y un reducido número de
oficiales.
Los remeros
Normalmente las tripulaciones de las galeras estaban constituidas por hombres libres,
habitualmente procedentes de las clases sociales más bajas. La motivación de estos
individuos era económica y recibían una paga por la labor desarrollada. En muy
contadas ocasiones se usaban esclavos y sólo como último recurso. El uso de
prisioneros o esclavos ponía en peligro la nave, ya que podían boicotear el
funcionamiento de la misma en un momento crítico simplemente rompiendo el ritmo de
la palada, y en el mejor de los casos podrían no estar lo suficientemente motivados. En
el caso de los esclavos, hay además un motivo económico: son caros. Las bajas, siendo
asalariados no suponen un coste adicional (incluso si no han recibido toda la paga
supone un ahorro), el esclavo supone una pérdida. Sí es cierto que en algún momento se
usaron esclavos, pero éstos solían ser liberados antes del combate. Cuando se comenzó
a emplear dos remeros por pala, fue posible utilizar prisioneros en una de las posiciones,
pero no parece que fuera una práctica demasiado extendida, pues seguía estando
presente el riesgo de rebelión. Tras la toma de Cartago Nova, se complementó la flota
romana con prisioneros, pero teniendo cuidando que la tripulación fuera
mayoritariamente leal, distribuyendo remero experto con prisionero, y prometiendo la
libertad a estos últimos a cambio de su colaboración. (Casson, 1966; Libourel, 1973;
Morrison, 1988)
Durante el periodo considerado existía un amplio mercado de marinos profesionales, en
todas las ciudades costeras, dispuestos a ofrecer sus servicios al mejor postor. Pero
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
25
durante las Guerras Púnicas, tanto para Roma como para Cartago, llegó a ser difícil el
conseguir tripulaciones en número bastante debido a la continua sangría a que se vieron
sometidas como consecuencia de los combates y adversidades climatológicas, no
pudiéndose en ocasiones tripular todos los buques disponibles.
No hay duda que la labor de los remeros era dura. Éstos trabajaban apiñados, separados
apenas un metro del inmediatamente anterior en su mismo nivel, unos pocos
centímetros del anterior superior y, en el caso de más de un remero por pala, la distancia
mínima para evitar la interferencia con los codos de su compañero de boga. Incluso en
los periodos de reposo, el barco no ofrecía ninguna posibilidad de un acomodo
medianamente confortable de la tripulación.
En el interior de un barco catafracto, a la escasez de sitio habría que sumarle un
ambiente agobiante. Por un lado, pese a cubrir las portas de los remos con los askomata,
debía ser difícil evitar las salpicaduras, sobre todo en el puesto del remero inferior (el
thalamites), cuya porta distaba unos 40 o 50 cm de la superficie del mar en calma. Por
otro lado, como consecuencia del bajo rendimiento termodinámico del ser humano, la
cantidad de energía liberada en la bodega del buque en forma de calor era unas cuatro
veces la proporcionada a los remos. Si no se garantizaba la ventilación, además del
calor, el ambiente debía encontrarse viciado debido a la reducción de oxígeno y el
aumento de dióxido de carbono como consecuencia de la respiración, así como al
aumento de vapor de agua proveniente de la transpiración. Para empeorar las cosas, la
época de navegación se desarrollaba en los meses más calurosos.
En los primitivos barcos de casco abierto el problema de la ventilación no debía ser
demasiado grave. Conforme fue aumentando la protección pasiva de los mismos, hasta
llegar al catafracto, se hizo necesario la instalación de enrejados sobre cubierta y
laterales para facilitar la ventilación y renovación de aire en la bodega. La importancia
de ventilar; no era tanto por el confort de los hombres, si no por la pérdida de potencia
que suponía. En la actualidad, se ha comprobado sobre ergómetro, que pedaleando se
puede suministrar 150 W durante media hora y 400 W unos minutos con el aire en
reposo; mientras que si existe una corriente de 12 m/s, se consiguen los 400 W durante
una hora.
Probablemente, lo que se dice sobre las galeras medievales “de ser posible olerlas antes
que verlas”, sea aplicable al caso de las ‘remes’.
Las Tropas
El número y tipo de tropas embarcadas varió a lo largo del tiempo y según las potencias.
Mientras que en los primeros navíos, no existían diferencias entre remeros y tropa; ya
en las naves fenicias del siglo V a. de C., el número de soldados embarcados llegaban a
30 (frente a 14 en las naves atenienses). Durante los siglos IV y III, con el aumento del
tonelaje de los barcos y el uso de cubiertas, el número de soldados embarcados se
incrementó llegando a 100 o 120 durante los enfrentamientos con Roma.
Los oficiales y marinos
El número de oficiales podía variar según el tipo de barco, pero se identifican unas
ciertas categorías a lo largo del periodo.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
26
En una nave, en orden de importancia, tras el capitán seguían los siguientes cargos:
• El timonel (cibernetes), de él dependía gran parte de la capacidad de maniobra del
buque. Era un puesto de gran responsabilidad y prestigio. Los salarios eran buenos.
• El oficial de la cubierta de proa o vigía (prorreo)
• El más conocido a través de la literatura, cine o cómic: el celeuste (pausarii,
salomador, hortator), encargado de marcar el ritmo de la boga. El tiempo se
marcaba bien con tambor, flauta o cantos. Habitualmente se le suele denominar
cómitre, aunque esta denominación es más propia de las galeras renacentistas y
posteriores, donde corresponde al oficial encargado de aplicar los castigos a los
remeros y forzados.
• El oficial pagador e intendente.
El resto del complemento estaba formado por marineros y especialistas, encargados de
las maniobras y mantenimiento del barco (carpinteros, calafates, etc.).
Coste económico
Mantener una flota capaz de garantizar la autonomía político-económica de una nación
resultaba una carga inmensa, aunque necesaria. Los casos más destacados por el nivel
de recursos exigidos fueron Atenas, Cartago y Roma.
A continuación se realiza una evaluación grosera del coste de los diversos buques, para
ello se toma como referencia el coste de un trirreme ateniense en el siglo V a. de C. que
era de unos dos talentos.
Más importante que el precio del barco nuevo, era el coste de operación (repuestos,
mantenimiento, salarios, etc.). En el mismo periodo, el solo hecho de sufragar la
tripulación de un barco suponía un desembolso de 40 o 50000 dracmas en los ocho
meses en que era posible la navegación (para una tripulación de 200 hombres: 170
remeros y 30 marinos).
Tomando como unidad el costo de construcción de la trirreme, la figura 23 presenta la
estimación del coste de cada tipo de barco. En ella también aparece representado, el
coste anual de mantenerlos operativos (considerando un periodo de navegación de 8
meses, después de los cuales la tripulación se disuelve). Como puede observarse, con
mucho, la operación supera el coste de los barcos, suponiendo al año de dos a tres veces
su valor.
Debido al alto costo de las naves, era habitual el reciclaje de los mismos o de algunas de
sus partes (en especial el espolón). Después de una batalla, la recuperación de los restos
por parte del vencedor era una labor prioritaria. Las tormentas y continuos combates
hacían que la flota se renovase con cierta frecuencia, aunque se sabe de barcos que
llegaron a permanecer en activo más de 20 años.
Al final de su vida útil algunos buques se modificaban, en particular los atenienses
dejaban sólo a los thranitai tras eliminar los dos órdenes inferiores. El espacio ganado
en la bodega se usaba para el transporte, en especial de caballos. Muy posiblemente esta
práctica se usara también en la armada cartaginesa.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
27
Figura 23.- Coste de construcción y operación de las galeras clásicas. Todo referido
al coste de construcción de un trirreme, tomado éste como la unidad.
En ocasiones de hace referencia al efecto de la construcción masiva de buques en la
deforestación de extensas regiones del Mediterráneo. El autor no ha encontrado
información sobre el coste ecológico de crear y mantener una flota en cuanto a
superficie deforestada. Aunque se pueden realizar algunas estimaciones teniendo en
cuenta que:
a) el volumen de madera, en tableros de calidad, necesario para el casco de un trirreme
rondaría los 35 m3
(más para otros barcos de mayor tonelaje); y
b) con el sistema de obtención de tablones a partir de árboles usado a lo largo de la
Edad Media, el aprovechamiento estaba en torno al 25 o 30 % (ramaje aparte) del
volumen talado, y no hay motivo para pensar que en la antigüedad fuese mejor.
c) con relación a los remos, se piensa que estaban realizados de una sola pieza, y cada
trirreme poseía unos doscientos (incluyendo repuestos).
Unos números provisionales indican que la cantidad de madera necesaria era muy
inferior a la requerida para otros menesteres, en particular por las llamadas
pirotecnologías:
Fundición de metales, tanto en la mina para su obtención como para la
fabricación de armas, espolones, etc.
Fabricación de cerámicas (ánforas)
Fabricación de ladrillos
Etc.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
28
Puertos.
El periodo anual de utilización de las galeras, a causa de su poca capacidad marinera,
era algo inferior al de los buques mercantes y abarcaba desde principios de la primavera
hasta finales del otoño (siendo el periodo menos peligroso el comprendido entre finales
de Mayo y mediados de Septiembre). Por eso San Pablo, camino de Roma dice:
”Transcurrido bastante tiempo y siendo peligrosa la navegación por ser pasado el
ayuno (nota:
hacia el equinoccio de otoño), les advirtió Pablo, diciendo: Veo, amigos,
que la navegación va a ser con peligro y mucho daño...” (Hechos de los Apóstoles, 27,
9-10). Durante los meses en que la flota invernaba los buques se guardaban, fuera del
agua, en ‘silos’ protegidos.
No era habitual que las galeras permanecieran más de un día sin tocar tierra, siendo la
norma el pernoctar en la costa, ya sea en una escala intermedia o volviendo al puerto
madre. La poca autonomía venía dada por las propias características de la nave, por un
lado la escasez de espacio limitaba la capacidad de combustible (agua y comida) que
podía transportar; por otro, la ausencia de ayudas a la navegación y el no ser barcos muy
marineros hacía arriesgada la navegación nocturna.
La comida quizás no fuese un problema demasiado importante, ya que el volumen
consumido por un adulto no es elevado. Se sabe de los textos que los marinos se
abastecían en los mercados locales cuando se encontraban en zona amiga y rapiñaban en
zona enemiga. Parte de la dieta de la tripulación estaba formada por pan de cebada,
higos, vino y aceite.
No ocurre lo mismo con el agua, donde el consumo estaría entre los 4 y 6 litros por
persona y día. Esto supone alrededor de una tonelada diaria para un trirreme (aunque
posiblemente transportaran tres o cuatro veces esa cantidad por si no era posible
encontrar un lugar seguro donde abastecerse).
Para el funcionamiento de una potencia naval era necesaria la presencia de fondeaderos
seguros, regularmente espaciados, dentro de su órbita de influencia. Existían dos
categorías de puertos: las bases de las flotas y los fondeaderos secundarios, donde sólo
estarían destinados algunos pocos barcos. El puerto se intentaba adaptar a la geografía
del lugar, y para nuestros estándares podían ser poco profundos, debido al escaso calado
de los barcos. Solían disponer de una bocana estrecha, ya fuera de origen natural o
artificial, defendida por un par de torres artilladas donde “por medios de máquinas, se
facilitará el que se crucen unas cadenas” (Vitrubio, Los Diez Libros de Arquitectura
Libro V, capítulo 12).
Los principales puertos poseían sectores separados para las actividades militares y
civiles, caracterizándose los primeros por las rampas para la puesta en seco de las
galeras. La zona militar se encontraba dotada de elevadas medidas de seguridad y estaba
apartada de las miradas de cualquier extraño. Destacaron tres puertos militares por su
capacidad: el del Pireo, el de Siracusa y el de Cartago. Éstos se componían de un cierto
número de rampas, cubiertas con tinglados, de tamaño ligeramente mayor que el barco
para el que estaban destinadas. En ellas se introducía el navío de popa sin remos ni
aparejos. Estos últimos se solían guardar en almacenes instalados por encima del barco
bajo el mismo techado. Esta disposición permitía, en caso de necesidad, el lanzamiento
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
29
de los barcos en poco tiempo. El puerto del Pireo poseía 372 de estos refugios, y el de
Cartago, de forma circular, tenía capacidad para 220 buques (Romero, 1996). Estos
varaderos eran lo bastante estrechos como para impedir la construcción de los barcos,
siendo posible sólo la realización de reparaciones menores. Dionisio de Siracusa,
durante su escalada armamentística, no olvidó las mejoras de las instalaciones portuarias
(Diodoro, Libro 14, XLII). Modernizó los 150 refugios existentes en el Gran Puerto y
construyó 160 nuevos, algunos con capacidad para dos buques.
Operación de las galeras en la antigüedad clásica
Actuaciones
La planta motriz de una galera eran los remeros, siendo la potencia embarcada
proporcional al número de los mismos. En el ser humano el nivel de potencia
desarrollado es función del tiempo durante el cual se está aplicando. Un individuo en
buenas condiciones físicas, pero sin ser un atleta de elite, es capaz de suministrar unos
500 W durante unos segundos, 330 W durante unos minutos y 150 W en forma casi
continua. De la potencia aplicada en el remo, parte se pierde en ineficiencias
(movimiento en vacío del remo, rozamiento con los escálamos, resistencia
hidrodinámica, etc.) por lo que queda una potencia útil de unos 200 W durante unos
minutos y 80 W de continuo. La variación de la potencia efectiva desarrollada puede
aproximarse en función del tiempo a partir de datos obtenidos en barcos de remos con
bancos fijos, como 15,0
35,0 −
= tP , donde la potencia viene en kW y el tiempo en
segundos. En el caso de remos movidos por dos o más hombres, la potencia no aumenta
en la misma proporción que el número de remeros. Una pala accionada por dos personas
sentadas, se estima que equivaldría a solo un 40% más de potencia que si estuviera
movida por una sola.
Un hecho que podía tener cierta influencia en las prestaciones del navío era el grado de
empapamiento de su maderamen. El material usado era principalmente madera de pino
y abeto, y ambos absorben cantidades apreciables de agua cuando están de continuo
sumergidos. El incremento de peso tenía dos consecuencias: un aumento de la obra viva
(es decir, de la superficie mojada y sección frontal sumergida, y por tanto de la
resistencia al avance) y del desplazamiento del barco. Ambos efectos se traducen en una
disminución de la velocidad punta y de la capacidad de aceleración. Por tanto, siempre
que era posible, se varaban los barcos para disminuir el empapamiento.
Otro factor tan importante como el anterior y también relacionado con el tiempo de
permanencia en el agua, era el aumento de resistencia provocado por la acumulación de
materia orgánica en los fondos del casco. La práctica de varar el barco y mantenerlo
seco, además de evitar el aumento de peso, podía resultar beneficiosa a la hora de
ralentizar el proceso de ensuciamiento, retardando en cierta medida el ataque del casco
por animales xilófagos, en particular la broma o teredo navalis. (Harrison, 2003;
Coates, 1997; Steinmayer, 1997)
Aunque, quizás el factor principal en el comportamiento de la nave fuera el grado de
entrenamiento y descanso de la tripulación.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
30
Los valores dados por diversos autores para las prestaciones de los ‘remes’ difieren
considerablemente. Los presentados en este artículo, que corresponden a los calculados
por el autor usando métodos tradicionales para la estimación de la resistencia de barcos,
intentan ser objetivos, no atribuyendo cualidades excepcionales a las actuaciones de los
barcos (ver tabla adjunta) Las figuras 24 a 27 muestran en forma gráfica el
comportamiento de las galeras en diferentes modos de navegación.
Figura 24.- Actuaciones de un trirreme. La velocidad de avance corresponde a la
intersección de la curva de resistencia con la de fuerza propulsora. Se considera: 1)
máximo esfuerzo mantenido por los remeros durante 10 minutos. 2) esfuerzo
continuo durante un día (crucero alta velocidad) y 3) esfuerzo continuo una sola
hilera de remos (crucero)
Velocidad
Máxima
(nudos)
Velocidad
Crucero
(nudos)
Velocidad
Crucero (un
solo orden)
(nudos)
Tiempo
hasta 50 %
Vmax
(seg)
Tiempo
hasta 90 %
Vmax
(seg)
Pentecóntera monocrota 6,3 – 7,3 5,0 – 5,8 -------- 4 - 5 22 – 24
Pentecóntera dicrota 6,5 – 7,3 5,3 – 6,3 4,0 – 4,8 3 - 4 18 – 20
Trirreme 8,8 - 9,5 7,0 - 7,5 4,8 - 5,4 5 - 6 23 - 25
Cuatrirreme 7,2 – 7,8 5,7 – 6,3 4,5 – 5,0 7 - 8 41 ,43
Quinquerreme 8,2 - 8,7 6,5 - 7,0 4,0 - 5,0 7 - 8 34 - 37
Seis 8,5 – 9,0 6,7 – 7,2 4,7 – 5,0 8 - 9 48 – 50
Hemiolia 6,5 – 7,7 5,2 - 6,2 3,7 – 4,7 3 - 4 15 – 16
Trihemiolia 7,7 – 8,2 6,2 – 7,0 5,5 – 6,0 6 - 7 21 – 22
Liburnia 6,5 – 7,5 5,2 – 6,2 4,2 – 5,0 3 - 4 18 - 19
Tabla de prestaciones de las galeras más comunes (la velocidad más elevada
corresponde a navegación con los timones fuera del agua)
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
31
Figura 26.- Actuaciones de un quinquerreme. 1) Máxima velocidad durante 5 min.
2) crucero alta velocidad. 3) y 4) crucero
Figura 27.- Capacidad de aceleración y distancia recorrida en función del tiempo.
Valores comparativos de un trirreme y un quinquerreme
Estos valores, se pueden contrastar con dos fuentes de la época: una cita de Jenofonte y
un hecho recogido por Tucidides. Además de los datos recogidos en las pruebas del
Olympias.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
32
Jenofonte (Anábasis, 6.4) menciona que entre Bizancio y Heraclea “hay un día largo de
navegación para un trirreme navegando a remos”. La distancia entre ambas ciudades
está clara: 129 millas náuticas. La interpretación de la duración del viaje, ‘un día largo’,
es más subjetiva. En la latitud del Mar Negro, el tiempo entre la puesta del sol y el
ocaso puede llegar a ser de unas 15 horas, si se añade al periodo de navegación la
duración del crepúsculo (unas dos horas y media) la duración del viaje pudo ser de unas
17,5 a 18 horas. Suponiendo que la comida se realizó a bordo, la velocidad media
resulta de unos 7,2 nudos. Es de suponer que las condiciones de navegación fueron
favorables (mar en calma y sin viento).
Tucidides (III.49) narra que tras la toma de Mitilene (en Lesbos), el Consejo de Atenas
ordenó la ejecución de todos sus ciudadanos varones y la venta como esclavos de
mujeres y niños. La orden fue enviada por medio de un trirreme. Al día siguiente se
cambió de opinión, enviándose un nuevo navío con la contraorden. A la tripulación del
segundo barco se le prometió una sustanciosa recompensa si lograban llegar a tiempo de
evitar la masacre, proporcionándoles una nave rápida (posiblemente desprovista de todo
elemento no necesario) y alimentos energéticos. La navegación se realizó incluso por la
noche, y los remeros fueron turnándose (¿iría más tripulación de la habitual para
refresco?) ...Y llegaron antes de que se cumpliese la orden. Las diversas interpretaciones
que se pueden hacer de este texto, en relación con la estrategia de boga, dan unas
velocidades medias entre 5 y 6 nudos en crucero sobre una distancia de 185 millas
náuticas.
Las pruebas en el mar del Olympias dieron unos 9 nudos de velocidad máxima y 7
nudos durante unos 25 minutos.
Otro de los puntos importantes es la capacidad de aceleración. Un trirreme podía
alcanzar, desde parado, la mitad de la velocidad máxima en 5 o 6 segundos y el 90% de
la misma en 23 o 25.
Respecto al uso de la vela, las galeras solían llevar al menos una vela cuadrada sobre un
mástil central. Con el paso del tiempo y el aumento del desplazamiento de los barcos, se
hizo habitual instalar otro mástil adicional a proa, el artemón, que servía como ayuda en
la realización de maniobras. Al ser las velas cuadradas, su uso para la navegación estaba
limitado a vientos por popa con escasa capacidad de avance contra el viento. Además,
debido a la poca estabilidad de las galeras, tampoco debieron utilizarse con vientos
moderadamente fuertes.
Los valores arriba presentados corresponden a barcos individuales en condiciones
óptimas. En el caso de travesías, las velocidades medias dependerían de las condiciones
climatológicas y serían inferiores a las expuestas. También en el caso de escuadras y
dependiendo que sean de combate (sólo buques de línea) o de invasión (incluyendo
transportes) las velocidades serían iguales a la del buque más lento. Una estimación de
la velocidad media con viento favorable es de 2 a 3 nudos, mientras que con viento
desfavorable difícilmente se superaría 1 o 1.5 nudos. (Grundy, 1909; Tarn, 1909;
Casson, 1951)
En relación con las velas, y enlazando con el siguiente apartado, un buque nunca
entraba en combate con los mástiles izados (y en los casos que no dio tiempo a
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
33
desmontarlos fue una catástrofe). Las razones son varias, pero todas relacionadas con la
operatividad del navío:
La presencia de las velas disminuye la estabilidad del barco al elevar el centro de
gravedad del barco. Esto se complica ante el momento inducido por el viento
cuando este sopla lateral, pudiendo hacer volcar la nave.
El control de la nave a vela no es comparable con la maniobrabilidad a remos.
En el impacto, el riesgo de caída de los mástiles sobre la tripulación es elevado.
En lucha cuerpo a cuerpo, los mástiles pueden ser derribados al cortar sus
sujeciones, cayendo sobre la propia tripulación.
En caso de uso de proyectiles incendiarios, la vela presenta un blanco grande e
inflamable.
Estrategia naval
Como curiosidad cabe destacar el hecho de que popularmente se supone que las
acciones navales durante Primera Guerra Púnica fueron de mayor importancia que en la
Segunda. (Salmon, 1960; Fournie, 2000)
Hay tres razones para esta anomalía:
El tamaño de las escuadras enfrentadas se encuentra exagerado en la primera
guerra (viendo el número de barcos disponibles, figura 22, no hay diferencias
notables)
Las flotas durante la segunda guerra se encontraban dispersas en diversos
escenarios.
Cartago había perdido en parte la iniciativa y espíritu combativo en el mar.
La realidad es que la Segunda Guerra Púnica eclipsó a la Primera tanto en el tamaño de
las fuerzas como en el ámbito geográfico donde se desarrolló. La Primera se concentró
en las proximidades de Sicilia, con breves escaramuzas en África y Cerdeña. Sin
embargo, la Segunda fue un enfrentamiento continuo para obtener el dominio del
Mediterráneo occidental desde los Pilares de Hércules hasta el Bósforo.
Cartago comenzó la Primera Guerra Púnica con una reconocida superioridad total en el
mar, lo que permitía acometer campañas a gran escala invadiendo territorios bajo
control enemigo. Tras las sucesivas derrotas a lo largo de la guerra, cuando se inicia la
Segunda Guerra, Cartago sabía que podía aspirar a tener superioridad naval local en
áreas del Mediterráneo occidental, pero no general. Esta superioridad local le permitía
mantener líneas de comunicación abiertas entre áreas bajo su control, pudiendo por
ejemplo mantener la comunicación entre España y la Italia sometida, pero en cambio no
le permitió un intento de desembarco en Italia.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
34
Tácticas de combate
En el periodo que nos ocupa, los combates navales estaban basados en el uso del
espolón, que en el caso cartaginés siguió la evolución ya indicada de forma cónica larga
al tridente romo. La maniobra de ataque era arriesgada para el buque que la realizaba,
debiéndose efectuar a la velocidad adecuada si se quería conseguir el efecto deseado,
una velocidad superior podría implicar el empotramiento del buque, y una inferior el
producir daños menores. Se ha modelado el impacto de este tipo de naves en términos
de energía absorbida en la colisión, esta energía se convierte en energía de deformación
y posteriormente de rotura en los barcos. Efectuando el impacto adecuadamente, debido
a la rigidez de la proa del atacante, en primera aproximación se traduce en daño al
contrario. Las figuras 28 a 30 muestran lo sensible que es la energía absorbida como
función de la velocidad, así como el efecto del ángulo y zona de impacto.
Figura 28.- Energía absorbida durante la embestida de un trirreme a una nave
semejante parada. Impacto perpendicular en el centro. Efecto de la velocidad de
impacto
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
35
Figura 29.- Energía absorbida en el impacto entre dos trirremes como función del
punto y ángulo de impacto. Trirreme atacada parada. Trirreme atacante avanza a
2 m/s. 0 corresponde al centro de la eslora adimensional (eslora total igual a 1).
Figura 30.- Energía absorbida en el impacto entre dos trirremes. Atacada avanza a
2m/s. Atacante a 4 m/s.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
36
Existían dos tipos de embestidas: una dirigida contra el casco con objeto de perforarlo y
provocar la inundación (que no el hundimiento) del barco enemigo; y otra contra los
remos, con la idea de dejarlo ingobernable.
En el primer caso se intentaba impactar en los costados y aletas, donde el barco era más
susceptible de resultar dañado. El buque atacante debía poseer una velocidad relativa al
atacado lo suficientemente elevada (o lo que es igual, un mínimo de energía cinética)
como para perforarlo. La velocidad mínima de impacto dependía del ángulo formado
entre los rumbos de los barcos. La maniobra requería una perfecta coordinación entre
remeros, timoneles y capitán. A las velocidades de ataque, un barco recorría una
distancia igual a su eslora en cuestión de 8-10 segundos. Por tanto llegar unos segundos
antes podría cambiar los papeles atacante/atacado. Unos segundos después se erraría el
blanco, o lo que es peor, el atacante podría perder sus remos contra la popa del atacado.
El impacto no dejaba de ser una colisión donde las estructuras de ambos barcos sufrían
cargas elevadas. Para minimizar el efecto del espolón, como defensa pasiva, los barcos
iban reforzados a la altura de la línea de flotación. La estructura que sujetaba el espolón
al casco debía ser resistente y no tan solo capaz de aguantar las cargas de compresión
que aparecían en la embestida, sino también cargas laterales y verticales. Las laterales
eran consecuencia de embestir con un cierto ángulo al enemigo. Las cargas verticales
aparecían aún cuando la embestida fuera perpendicular: al penetrar el espolón,
dependiendo de la posición del centro de gravedad del enemigo y de las velocidades de
los buques, el casco enemigo podía girar, a lo largo de su eje longitudinal, bien hacia el
atacante tendiendo a hundir su proa o en sentido opuesto, al ser arrastrado, levantando la
proa atacante. Las cargas transmitidas por el espolón eran lo bastante grandes como para
que existiera el riesgo de dañar el casco atacante y originar una vía de agua. Para evitar
esto, el espolón no era prolongación de la quilla, sino un añadido al margen de la
estructura del casco. Podía perderse o dañarse, sin poner en peligro el buque: “Ellos
perdieron cuarenta buques en la batalla, y los veinte restantes salieron del encuentro
con los espolones tan doblados y romos que no eran útiles para el servicio” (Herodoto,
La Historia I.166).
La segunda táctica consistía en arremeter contra los remos de un lado, partiéndolos y
dejando el barco sin control. En este caso, el buque atacante recogía los remos del
lateral con el que iba a atacar, impulsándose durante la colisión con los del otro costado.
En esta maniobra tenían ventaja los barcos equipados con epotides, ya que éstos
garantizaban una distancia mínima al barco enemigo, colisionando con las palas en una
posición alejada de las portas. De esta forma los remos se sometían a flexión, siendo
una forma más eficiente de romperlos que a cortadura, tal como habría ocurrido si los
cascos hubieran estado en contacto lado con lado. Hay dudas de que fuera una maniobra
habitual por el riesgo que conlleva para los propios remos.
Durante la maniobra de aproximación, se realizaba un intercambio de misiles entre
navíos. Originariamente eran armas arrojadizas manuales (piedras lanzadas con hondas,
venablos, jabalinas, etc.), pero con el aumento del tonelaje de los barcos (cuatrirremes,
quiquerremes y superiores) se incrementó el calibre de los proyectiles mediante el uso
de catapultas y balistas. La primera instalación de estos ingenios sobre una ‘reme’ se
atribuye a Demetrio Poliocertes. No es de esperar que se pudiera hundir o dañar
severamente un barco usando la artillería; pero sí el que se rompiera el ritmo de boga,
haciéndole perder impulso y control si alguno de los misiles alcanzaba a los remeros.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
37
Tras el impacto existían dos formas de actuar: bien se ciaba dejando al enemigo con una
vía de agua, o se abordaba (en alguna ocasión la tripulación del barco embestido, abordó
al atacante, antes de separarse, tomándolo). En el segundo caso, los navíos con
plataformas elevadas tendrían ventaja al atacar la cubierta contraria desde una posición
más favorable.
En general, un combate naval se asemejaba a una batalla terrestre con cohortes. Los
barcos se situaban en dos líneas enfrentadas y solía tener ventaja el que poseía mayor
numero de naves, ya que podía envolver la línea enemiga y atacar los flancos del
contrario.
Las flotas con naves de calidad y tripulaciones bien preparadas, basaban sus tácticas de
ataque en la maniobrabilidad y velocidad. Existían dos movimientos de ataque tipo: el
diecplo (diekoplus) y el periplo (periplus). No existe unanimidad en cuanto a la
descripción de la maniobra y ni siquiera si eran maniobras colectivas efectuadas por
escuadras o naves individuales. La siguiente descripción proporciona una idea del tipo
de maniobra. En el primer tipo de ataque, el atacante intentaba atravesar la línea
defensiva pasando entre dos naves, para luego, virando, atacar por la popa. El segundo
solía utilizarse cuando la escuadra atacante era más numerosa que la enemiga; en los
extremos de la formación, en línea, se situaban los buques más rápidos, que intentaban
rebasar el frente contrario para atacar por detrás. Una forma de defenderse de la primera
maniobra era disponer los barcos formando una doble línea, con la segunda fila
cubriendo los huecos de la primera; el problema es que se acortaba la longitud del frente
de combate, pudiendo el enemigo utilizar el periplo. (Lazenby, 1987; Morrison, 1991;
Holladay, 1988; Whitehead, 1987)
Cuando una de las flotas era inferior, en términos marineros, a la otra; daba mejor
resultado la elección de la zona de combate. En estos casos, se intentaba situar la línea
de defensa de tal forma que:
1. los flancos estuvieran protegidos por la costa, desde donde se podía contar en
ocasiones con apoyo de tropas terrestres y artillería;
2. se dificultara la navegación en las zonas someras, por ejemplo mediante el
hundimiento de barcas cargadas de piedras;
3. y en aguas profundas, con la creación de barreras formadas por la unión de barcos
mercantes artillados, anclados y unidos mediante cadenas;
Así la movilidad del contrario se veía muy reducida al encontrarse el escenario del
combate limitado. Las ventajas de velocidad y capacidad de maniobra pasaban a un
segundo plano.
Dentro de esta misma línea de impedir la movilidad, se puede considerar el
hostigamiento de las grandes galeras, realizado desde barcas y embarcaciones menores
equipadas con arqueros y honderos.
Otra estratagema usada tanto por los corintos como por los siracusanos, contra la
superioridad ateniense, fue la modificación y refuerzo de las proas de sus barcos para
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
38
obligar a un impacto frontal con los trirremes enemigos de construcción más ligera y
posteriormente abordarlas (Tuc. VII.36). En otra ocasión, las modificaciones afectaron a
la posición del espolón, que fue situado por debajo de la línea de flotación para abrir
vías de agua en las zonas menos protegidas de los buques enemigos (Diodoro Sículo,
Biblioteca Histórica, Libro 13, X). Algo parecido fue lo que hicieron los romanos en la
batalla de Écnomo para contrarrestar la superioridad cartaginesa, donde esperaron al
enemigo para tras el encontronazo engancharles con los corvus y abordarles.
Además de las tácticas académicas, en multitud de ocasiones la iniciativa y arrojo de los
capitanes y tripulaciones era la clave para la victoria.
Es interesante el análisis de 17 combates navales, ocurridos entre el 429 y el 405 a. de
C., en el marco de la Guerra del Peloponeso. El número medio de trirremes involucrado
en cada enfrentamiento fue de 64 para las fuerzas áticas y 77 para las espartanas; siendo
en ambos bandos la flota más pequeña de 20 ó 25 naves y la mayor de 180 a 185. La
media de naves perdidas en cada batalla fue de 34. Definiendo el coeficiente de daños
infligidos como el cociente entre las bajas contrarias y las fuerzas propias, en el bando
vencedor este valor es 0,33 −por cada 100 trirremes de la flota ganadora, la escuadra
contraria perdía 33−, mientras que para el vencido es 0,04. La gran diferencia existente
entre los coeficientes de daños para vencedores y vencidos, se explica por la
recuperación de los barcos dañados por parte de la escuadra victoriosa.
Aunque el autor no ha realizado de momento un análisis similar para los
enfrentamientos donde participaron los cartagineses, es probable que las tendencias se
mantengan.
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
39
REFERENCIAS
BASCH, L. (1969)
Phoenician Oared Ships.
Mariner Mirror 55 139-62, 227-45
BREWSTER, Frank (1923)
The Upozomata of Ancient Ships
Harvard Studies in Classical Philology, Vol. 34, 63-77
CASSON, L (1951)
Speed under Sail of Ancient Ships
Transactions and Proceedings of the American Philoogical Association, Vol. 82,
136-148
CASSON, L (1966)
Galley Slaves
Transactions and Proceedings of the American Philological Association. Vol. 97
CASSON, L (1971)
Ships and Seamanship inthe Ancient World
Princenton 1971
COATES, J. (1997)
Some comments on the article on shipworm in (and beaching of) ancient
Mediterranean warships in IJNA, 25.2 :104-121
The International Journal of Nautical Archaeology. No 26.1, 82-83
COHEN, L. (1938)
Evidence for the Ram in the Minoan period
American Journal of Archeology, Vol. 42, Nº 4, 48-494
FOURNIE, D. (2000)
Quinquereme. Naval Combat in the Second Punic War
Ci3. No 12.
GARDINER, R. (Editor, 1995)
The Age of Galley
Conway´s History of the Ship. 1995
GORDON, J.E. (1987)
Structures or Why Things don´t Fall down.
Penguin Books
GRUNDY, G.B. (1909)
The Rate of Sailing of War-Ships in the Fith Century B.C.
The Classical Review, Vol. 23, Nº 4, 107-108
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
40
HARRISON,C.M. (2003)
A note on the care and handling of triremes
The International Journal of Nautical Archaeology. No 32.1, 73-79
HOLLADAY, A.J. (1988)
Further Thoughts on Trireme Tactics
Greece & Rome. Vol 35 Nº2 149-151
HUSS, W. (1993)
Los cartagineses
Editorial Gredos
LANDELS, J.G. (1997)
Engineering in the Ancient World.
Constable. London
LAZENBY, J.F. (1987)
The Diekplous
Greece & Rome. Vol 34 Nº2 169-185
LIBOUREL, J.M. (1973)
Galley Slaves in the Second Punic War
Classical Philology, Vol 68, Nº 2, 116-119
MACINTOSH, J.; STEINMAYER, A.G. (2001)
Sewn hulls and self defense
The International Journal of Nautical Archeology. 30.1 122-127
MORRISON, J.S. (1988)
Dilution of Oarcrews with Prisioners of War
The Classical Quaterly, New Series, Vol. 38, Nº 1, 251-253
MORRISON, J.S. (1991)
The Greek Ships at Salamis and the Diekplous
The Journal of Hellenic Studies, Vol. 111, 196-200
MORRISON, J.S:; COATES, J.F.
Greek and Roman Oared Warships
Osbow Books 1996
RABAN, Avner (1984)
The Thera Ships: Another Interpretation
American Journal of Archeology. Vol 88, Nº 1, 111-19
ROMERO, M. (1996)
Los Puertos Fenicios y Púnicos
Rutas, navíos y puertos fenicio-púnicos. XI Jornadas de Arqueología Fenicio-
Púnica. 1996
XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004)
41
SALMON, E.T. (1960)
The Strategy of the Second Punic War
Greece & Rome. Vol 7 Nº2 131-142
STEINMAYER, A.G.; MACINTOSH (1997)
Shipworms and ancient Mediterranean warships – a response.
The International Journal of Nautical Archaeology. No 26.4, 345-346
TARN, W.W. (1907)
The Fleets of the First Punic War
The Journal of Hellenic Studies, Vol 27, 48-60
TARN, W.W. (1909)
Fleet speed; A Reply to Dr. Grundy
The Classical Review, Vol. 23, Nº 6, 184-186
WALLINGA, H.T. (1995)
The Ancestry of the Triere. 1200-525
Perteneciente a The Age of theGalley.
WHITEHEAD, I. (1987)
The Periplous
Greece & Rome. Vol 34 Nº2 178-185

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

cultura micénica
cultura micénicacultura micénica
cultura micénica
mfierro1
 
Comentario fuente histórica mapa de la reconquista
Comentario fuente histórica  mapa de la reconquistaComentario fuente histórica  mapa de la reconquista
Comentario fuente histórica mapa de la reconquista
jesus ortiz
 
Contexto histórico arte griego
Contexto histórico arte griegoContexto histórico arte griego
Contexto histórico arte griego
Muchoarte
 
Origen y expansión del islam
Origen y expansión del islamOrigen y expansión del islam
Origen y expansión del islam
asmerro
 
Evolución del arte griego
Evolución del arte griegoEvolución del arte griego
Evolución del arte griego
Willy Kanisius
 
5. Ficha las universidades Edad Media
5. Ficha las universidades Edad Media5. Ficha las universidades Edad Media
5. Ficha las universidades Edad Media
Antonio Jimenez
 

La actualidad más candente (20)

Tema 9 (2) etapas civilización griega
Tema 9 (2) etapas civilización griegaTema 9 (2) etapas civilización griega
Tema 9 (2) etapas civilización griega
 
El Imperio Bizantino
El Imperio BizantinoEl Imperio Bizantino
El Imperio Bizantino
 
Escultura Griega: Estilo Severo
Escultura Griega: Estilo SeveroEscultura Griega: Estilo Severo
Escultura Griega: Estilo Severo
 
Presentación de roma
Presentación de romaPresentación de roma
Presentación de roma
 
Escultura Griega
Escultura GriegaEscultura Griega
Escultura Griega
 
Arte romano
Arte romano Arte romano
Arte romano
 
cultura micénica
cultura micénicacultura micénica
cultura micénica
 
El Reino Nazarí de Granada
El Reino Nazarí de Granada El Reino Nazarí de Granada
El Reino Nazarí de Granada
 
Comentario fuente histórica mapa de la reconquista
Comentario fuente histórica  mapa de la reconquistaComentario fuente histórica  mapa de la reconquista
Comentario fuente histórica mapa de la reconquista
 
La Antigua Grecia Ppt
La Antigua Grecia PptLa Antigua Grecia Ppt
La Antigua Grecia Ppt
 
Contexto histórico arte griego
Contexto histórico arte griegoContexto histórico arte griego
Contexto histórico arte griego
 
Tema 1: El inicio de la Edad Media. Germanos, bizantinos y musulmanes.
Tema 1: El inicio de la Edad Media. Germanos, bizantinos y musulmanes.Tema 1: El inicio de la Edad Media. Germanos, bizantinos y musulmanes.
Tema 1: El inicio de la Edad Media. Germanos, bizantinos y musulmanes.
 
Origen y expansión del islam
Origen y expansión del islamOrigen y expansión del islam
Origen y expansión del islam
 
1º de ESO - Tema 11 - Grecia
1º de ESO - Tema 11 - Grecia1º de ESO - Tema 11 - Grecia
1º de ESO - Tema 11 - Grecia
 
Obras de arte griego
Obras de arte griegoObras de arte griego
Obras de arte griego
 
Evolución del arte griego
Evolución del arte griegoEvolución del arte griego
Evolución del arte griego
 
Arte Griego
Arte GriegoArte Griego
Arte Griego
 
Prueba inicial de historia del arte 2015 16
Prueba inicial de historia del arte 2015 16Prueba inicial de historia del arte 2015 16
Prueba inicial de historia del arte 2015 16
 
Bizancio
BizancioBizancio
Bizancio
 
5. Ficha las universidades Edad Media
5. Ficha las universidades Edad Media5. Ficha las universidades Edad Media
5. Ficha las universidades Edad Media
 

Destacado

Ibiza en imágenes
Ibiza en imágenesIbiza en imágenes
Ibiza en imágenes
Solo Ibiza
 
Medio urbano tradicional
Medio urbano tradicionalMedio urbano tradicional
Medio urbano tradicional
talleruah
 
Medio urbano
Medio urbanoMedio urbano
Medio urbano
talleruah
 
Ibiza exposicion
Ibiza exposicionIbiza exposicion
Ibiza exposicion
lenguacova
 
Vinos De Ibiza
Vinos De IbizaVinos De Ibiza
Vinos De Ibiza
sumi18
 
Pablo Aguirre
Pablo AguirrePablo Aguirre
Pablo Aguirre
daniinver
 
Abc 16.03.2004-pagina 056
Abc 16.03.2004-pagina 056Abc 16.03.2004-pagina 056
Abc 16.03.2004-pagina 056
julianlogitrans
 
Pergamino hermanas molina de v icente
Pergamino hermanas molina de v icentePergamino hermanas molina de v icente
Pergamino hermanas molina de v icente
Maktub
 
POLYSTEEL PRODUCTS
POLYSTEEL PRODUCTSPOLYSTEEL PRODUCTS
POLYSTEEL PRODUCTS
Pinkal Shah
 
La basura electronica
La basura electronicaLa basura electronica
La basura electronica
angimarttinez
 

Destacado (20)

Viaje cultural la Rioja
Viaje cultural la RiojaViaje cultural la Rioja
Viaje cultural la Rioja
 
Presentación del GOB balear
Presentación del GOB balearPresentación del GOB balear
Presentación del GOB balear
 
Ibiza en imágenes
Ibiza en imágenesIbiza en imágenes
Ibiza en imágenes
 
Enric Fajarnés Tur (2001)
Enric Fajarnés Tur (2001)Enric Fajarnés Tur (2001)
Enric Fajarnés Tur (2001)
 
Medio urbano tradicional
Medio urbano tradicionalMedio urbano tradicional
Medio urbano tradicional
 
Medio urbano
Medio urbanoMedio urbano
Medio urbano
 
Ibiza exposicion
Ibiza exposicionIbiza exposicion
Ibiza exposicion
 
Vinos De Ibiza
Vinos De IbizaVinos De Ibiza
Vinos De Ibiza
 
#talleribiza trivago
#talleribiza trivago#talleribiza trivago
#talleribiza trivago
 
Treball 1 ibiza
Treball 1 ibizaTreball 1 ibiza
Treball 1 ibiza
 
Agropaisales Ibiza y Formentera. Raquel González
Agropaisales Ibiza y Formentera. Raquel GonzálezAgropaisales Ibiza y Formentera. Raquel González
Agropaisales Ibiza y Formentera. Raquel González
 
Eurojust
EurojustEurojust
Eurojust
 
Koranens mirakler. danish dansk docx
Koranens mirakler. danish dansk docxKoranens mirakler. danish dansk docx
Koranens mirakler. danish dansk docx
 
Pablo Aguirre
Pablo AguirrePablo Aguirre
Pablo Aguirre
 
Abc 16.03.2004-pagina 056
Abc 16.03.2004-pagina 056Abc 16.03.2004-pagina 056
Abc 16.03.2004-pagina 056
 
Sistema endocrino
Sistema endocrinoSistema endocrino
Sistema endocrino
 
Pergamino hermanas molina de v icente
Pergamino hermanas molina de v icentePergamino hermanas molina de v icente
Pergamino hermanas molina de v icente
 
Die wunder des propheten muhammad (friede sei mit ihm). german deutsche
Die wunder des propheten muhammad (friede sei mit ihm). german deutscheDie wunder des propheten muhammad (friede sei mit ihm). german deutsche
Die wunder des propheten muhammad (friede sei mit ihm). german deutsche
 
POLYSTEEL PRODUCTS
POLYSTEEL PRODUCTSPOLYSTEEL PRODUCTS
POLYSTEEL PRODUCTS
 
La basura electronica
La basura electronicaLa basura electronica
La basura electronica
 

Similar a La armada cartaginesa. XIX jornada de arqueología fenicio-púnica, Ibiza 2004

Trabajo del barco powerpoint
Trabajo del barco powerpointTrabajo del barco powerpoint
Trabajo del barco powerpoint
cachetonice1996
 
Unidad I - Curso de Navegacion a Vela
Unidad I - Curso de Navegacion a VelaUnidad I - Curso de Navegacion a Vela
Unidad I - Curso de Navegacion a Vela
Educagratis
 
Las líneas maestras de Jorge Juan para la construcción naval. El sistema in...
Las líneas maestras de Jorge Juan para la construcción naval. El sistema in...Las líneas maestras de Jorge Juan para la construcción naval. El sistema in...
Las líneas maestras de Jorge Juan para la construcción naval. El sistema in...
Enrique Gª-Torralba Pérez
 
Apuntes para una Historia de la Navegación. Parte I, Desde la antigüedad hast...
Apuntes para una Historia de la Navegación. Parte I, Desde la antigüedad hast...Apuntes para una Historia de la Navegación. Parte I, Desde la antigüedad hast...
Apuntes para una Historia de la Navegación. Parte I, Desde la antigüedad hast...
Universidad Popular Carmen de Michelena
 

Similar a La armada cartaginesa. XIX jornada de arqueología fenicio-púnica, Ibiza 2004 (20)

Tecnologia del barco
Tecnologia  del  barcoTecnologia  del  barco
Tecnologia del barco
 
Artes
ArtesArtes
Artes
 
El barco
El barcoEl barco
El barco
 
Anabarcos
AnabarcosAnabarcos
Anabarcos
 
Presentacion Barcos
Presentacion BarcosPresentacion Barcos
Presentacion Barcos
 
Trabajo del barco powerpoint
Trabajo del barco powerpointTrabajo del barco powerpoint
Trabajo del barco powerpoint
 
El barco
El barcoEl barco
El barco
 
Unidad I - Curso de Navegacion a Vela
Unidad I - Curso de Navegacion a VelaUnidad I - Curso de Navegacion a Vela
Unidad I - Curso de Navegacion a Vela
 
Desarrollo de la ingeniería naval
Desarrollo de la ingeniería navalDesarrollo de la ingeniería naval
Desarrollo de la ingeniería naval
 
Sistemas de transporte marítimo
Sistemas de transporte marítimoSistemas de transporte marítimo
Sistemas de transporte marítimo
 
Las líneas maestras de Jorge Juan para la construcción naval. El sistema in...
Las líneas maestras de Jorge Juan para la construcción naval. El sistema in...Las líneas maestras de Jorge Juan para la construcción naval. El sistema in...
Las líneas maestras de Jorge Juan para la construcción naval. El sistema in...
 
Naval
NavalNaval
Naval
 
Buques pasajeros 1
Buques pasajeros 1Buques pasajeros 1
Buques pasajeros 1
 
Apuntes para una Historia de la Navegación. Parte I, Desde la antigüedad hast...
Apuntes para una Historia de la Navegación. Parte I, Desde la antigüedad hast...Apuntes para una Historia de la Navegación. Parte I, Desde la antigüedad hast...
Apuntes para una Historia de la Navegación. Parte I, Desde la antigüedad hast...
 
Barcos
BarcosBarcos
Barcos
 
Barcos
BarcosBarcos
Barcos
 
Cienciasii
CienciasiiCienciasii
Cienciasii
 
Faros, boyas y fanales del ecuador
Faros, boyas y fanales del ecuadorFaros, boyas y fanales del ecuador
Faros, boyas y fanales del ecuador
 
Helices
HelicesHelices
Helices
 
Informe del barco mecanica de fluidos
Informe del barco mecanica de fluidosInforme del barco mecanica de fluidos
Informe del barco mecanica de fluidos
 

Más de Universidad Popular Carmen de Michelena

Introducción sintética a las Enfermedades de las Plantas
Introducción sintética a las Enfermedades de las PlantasIntroducción sintética a las Enfermedades de las Plantas
Introducción sintética a las Enfermedades de las Plantas
Universidad Popular Carmen de Michelena
 
El suelo en los ecosistemas naturales y agrícolas.
El suelo en los ecosistemas naturales y agrícolas.El suelo en los ecosistemas naturales y agrícolas.
El suelo en los ecosistemas naturales y agrícolas.
Universidad Popular Carmen de Michelena
 
Programa del Concierto en el Auditorio Nacional de Madrid 2024-02-02
Programa del Concierto en el Auditorio Nacional de Madrid 2024-02-02Programa del Concierto en el Auditorio Nacional de Madrid 2024-02-02
Programa del Concierto en el Auditorio Nacional de Madrid 2024-02-02
Universidad Popular Carmen de Michelena
 
Programa del Concierto en el Auditorio de Madrid 2024-02-02
Programa del Concierto en el Auditorio de Madrid 2024-02-02Programa del Concierto en el Auditorio de Madrid 2024-02-02
Programa del Concierto en el Auditorio de Madrid 2024-02-02
Universidad Popular Carmen de Michelena
 
Tertulia Antropológica. El rito de paso, 2024-01-26
Tertulia Antropológica. El rito de paso, 2024-01-26Tertulia Antropológica. El rito de paso, 2024-01-26
Tertulia Antropológica. El rito de paso, 2024-01-26
Universidad Popular Carmen de Michelena
 
Preguntas sobre Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero
Preguntas sobre Reducción de Emisiones de Gases de Efecto InvernaderoPreguntas sobre Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero
Preguntas sobre Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero
Universidad Popular Carmen de Michelena
 
Preguntas sobre el Calentamiento Global. Seminario Cambio Climático
Preguntas sobre el Calentamiento Global. Seminario Cambio ClimáticoPreguntas sobre el Calentamiento Global. Seminario Cambio Climático
Preguntas sobre el Calentamiento Global. Seminario Cambio Climático
Universidad Popular Carmen de Michelena
 
Preguntas sobre el Efecto Invernadero. Seminario Cambio Climático
Preguntas sobre el Efecto Invernadero. Seminario Cambio ClimáticoPreguntas sobre el Efecto Invernadero. Seminario Cambio Climático
Preguntas sobre el Efecto Invernadero. Seminario Cambio Climático
Universidad Popular Carmen de Michelena
 
El Efecto de Invernadero - U.P. Carmen de Michelena - Curso 2022-2023
El Efecto de Invernadero - U.P. Carmen de Michelena - Curso 2022-2023El Efecto de Invernadero - U.P. Carmen de Michelena - Curso 2022-2023
El Efecto de Invernadero - U.P. Carmen de Michelena - Curso 2022-2023
Universidad Popular Carmen de Michelena
 
Memoria del Curso 2021 - 2022. Universidad Popular Carmen de Michelena
Memoria del Curso 2021 - 2022. Universidad Popular Carmen de MichelenaMemoria del Curso 2021 - 2022. Universidad Popular Carmen de Michelena
Memoria del Curso 2021 - 2022. Universidad Popular Carmen de Michelena
Universidad Popular Carmen de Michelena
 

Más de Universidad Popular Carmen de Michelena (20)

Enfermedad de Parkinson. Enfermedades Neurológicas y Conducta
Enfermedad de Parkinson. Enfermedades Neurológicas y ConductaEnfermedad de Parkinson. Enfermedades Neurológicas y Conducta
Enfermedad de Parkinson. Enfermedades Neurológicas y Conducta
 
Introducción sintética a las Enfermedades de las Plantas
Introducción sintética a las Enfermedades de las PlantasIntroducción sintética a las Enfermedades de las Plantas
Introducción sintética a las Enfermedades de las Plantas
 
Situaciones difíciles. La familia reconstituida
Situaciones difíciles. La familia reconstituidaSituaciones difíciles. La familia reconstituida
Situaciones difíciles. La familia reconstituida
 
El suelo en los ecosistemas naturales y agrícolas.
El suelo en los ecosistemas naturales y agrícolas.El suelo en los ecosistemas naturales y agrícolas.
El suelo en los ecosistemas naturales y agrícolas.
 
Enfermedad de Alzheimer. Seminario Enfermedades neurológicas y Conducta - Lec...
Enfermedad de Alzheimer. Seminario Enfermedades neurológicas y Conducta - Lec...Enfermedad de Alzheimer. Seminario Enfermedades neurológicas y Conducta - Lec...
Enfermedad de Alzheimer. Seminario Enfermedades neurológicas y Conducta - Lec...
 
Enfermedades Neurodegenerativas - Seminario enfermedades neurológicas
Enfermedades Neurodegenerativas - Seminario enfermedades neurológicasEnfermedades Neurodegenerativas - Seminario enfermedades neurológicas
Enfermedades Neurodegenerativas - Seminario enfermedades neurológicas
 
Introducción a la macro y micro-anatomía del encéfalo. Enfermedades neurológi...
Introducción a la macro y micro-anatomía del encéfalo. Enfermedades neurológi...Introducción a la macro y micro-anatomía del encéfalo. Enfermedades neurológi...
Introducción a la macro y micro-anatomía del encéfalo. Enfermedades neurológi...
 
Daños innatos en el cerebro. Seminario Enfermedades Neurológicas y Conducta - 2
Daños innatos en el cerebro. Seminario Enfermedades Neurológicas y Conducta - 2Daños innatos en el cerebro. Seminario Enfermedades Neurológicas y Conducta - 2
Daños innatos en el cerebro. Seminario Enfermedades Neurológicas y Conducta - 2
 
Lesiones adquiridas en el cerebro. Seminario Enfermedades neurológicas y Cond...
Lesiones adquiridas en el cerebro. Seminario Enfermedades neurológicas y Cond...Lesiones adquiridas en el cerebro. Seminario Enfermedades neurológicas y Cond...
Lesiones adquiridas en el cerebro. Seminario Enfermedades neurológicas y Cond...
 
Programa del Concierto en el Auditorio Nacional de Madrid 2024-02-02
Programa del Concierto en el Auditorio Nacional de Madrid 2024-02-02Programa del Concierto en el Auditorio Nacional de Madrid 2024-02-02
Programa del Concierto en el Auditorio Nacional de Madrid 2024-02-02
 
Programa del Concierto en el Auditorio de Madrid 2024-02-02
Programa del Concierto en el Auditorio de Madrid 2024-02-02Programa del Concierto en el Auditorio de Madrid 2024-02-02
Programa del Concierto en el Auditorio de Madrid 2024-02-02
 
Tertulia Antropológica. El rito de paso, 2024-01-26
Tertulia Antropológica. El rito de paso, 2024-01-26Tertulia Antropológica. El rito de paso, 2024-01-26
Tertulia Antropológica. El rito de paso, 2024-01-26
 
Preguntas sobre Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero
Preguntas sobre Reducción de Emisiones de Gases de Efecto InvernaderoPreguntas sobre Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero
Preguntas sobre Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero
 
Preguntas sobre el Calentamiento Global. Seminario Cambio Climático
Preguntas sobre el Calentamiento Global. Seminario Cambio ClimáticoPreguntas sobre el Calentamiento Global. Seminario Cambio Climático
Preguntas sobre el Calentamiento Global. Seminario Cambio Climático
 
Preguntas sobre el Efecto Invernadero. Seminario Cambio Climático
Preguntas sobre el Efecto Invernadero. Seminario Cambio ClimáticoPreguntas sobre el Efecto Invernadero. Seminario Cambio Climático
Preguntas sobre el Efecto Invernadero. Seminario Cambio Climático
 
notascambioclimatico-Enlaces-1.pdf
notascambioclimatico-Enlaces-1.pdfnotascambioclimatico-Enlaces-1.pdf
notascambioclimatico-Enlaces-1.pdf
 
El Efecto de Invernadero - U.P. Carmen de Michelena - Curso 2022-2023
El Efecto de Invernadero - U.P. Carmen de Michelena - Curso 2022-2023El Efecto de Invernadero - U.P. Carmen de Michelena - Curso 2022-2023
El Efecto de Invernadero - U.P. Carmen de Michelena - Curso 2022-2023
 
La Perspectiva Decolonial
La Perspectiva DecolonialLa Perspectiva Decolonial
La Perspectiva Decolonial
 
Memoria del Curso 2021 - 2022. Universidad Popular Carmen de Michelena
Memoria del Curso 2021 - 2022. Universidad Popular Carmen de MichelenaMemoria del Curso 2021 - 2022. Universidad Popular Carmen de Michelena
Memoria del Curso 2021 - 2022. Universidad Popular Carmen de Michelena
 
Ágora Tricantina número 10 - Junio 2022
Ágora Tricantina número 10 - Junio 2022Ágora Tricantina número 10 - Junio 2022
Ágora Tricantina número 10 - Junio 2022
 

Último

Derivadas- sus aplicaciones en la vida cotidiana
Derivadas- sus aplicaciones en la vida cotidianaDerivadas- sus aplicaciones en la vida cotidiana
Derivadas- sus aplicaciones en la vida cotidiana
pabv24
 
Soporte vital basico maniobras de soporte vital basico
Soporte vital basico maniobras de soporte vital basicoSoporte vital basico maniobras de soporte vital basico
Soporte vital basico maniobras de soporte vital basico
NAYDA JIMENEZ
 
Flores Galindo, A. - La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760-...
Flores Galindo, A. - La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760-...Flores Galindo, A. - La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760-...
Flores Galindo, A. - La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760-...
frank0071
 
Althusser, Louis. - Ideología y aparatos ideológicos de Estado [ocr] [2003].pdf
Althusser, Louis. - Ideología y aparatos ideológicos de Estado [ocr] [2003].pdfAlthusser, Louis. - Ideología y aparatos ideológicos de Estado [ocr] [2003].pdf
Althusser, Louis. - Ideología y aparatos ideológicos de Estado [ocr] [2003].pdf
frank0071
 
Hobson, John A. - Estudio del imperialismo [ocr] [1902] [1981].pdf
Hobson, John A. - Estudio del imperialismo [ocr] [1902] [1981].pdfHobson, John A. - Estudio del imperialismo [ocr] [1902] [1981].pdf
Hobson, John A. - Estudio del imperialismo [ocr] [1902] [1981].pdf
frank0071
 

Último (20)

Schuster, Nicole. - La metrópolis y la arquitectura del poder ayer hoy y mana...
Schuster, Nicole. - La metrópolis y la arquitectura del poder ayer hoy y mana...Schuster, Nicole. - La metrópolis y la arquitectura del poder ayer hoy y mana...
Schuster, Nicole. - La metrópolis y la arquitectura del poder ayer hoy y mana...
 
PRUEBA CALIFICADA 4º sec biomoleculas y bioelementos .docx
PRUEBA CALIFICADA 4º sec biomoleculas y bioelementos .docxPRUEBA CALIFICADA 4º sec biomoleculas y bioelementos .docx
PRUEBA CALIFICADA 4º sec biomoleculas y bioelementos .docx
 
La Célula, unidad fundamental de la vida
La Célula, unidad fundamental de la vidaLa Célula, unidad fundamental de la vida
La Célula, unidad fundamental de la vida
 
Derivadas- sus aplicaciones en la vida cotidiana
Derivadas- sus aplicaciones en la vida cotidianaDerivadas- sus aplicaciones en la vida cotidiana
Derivadas- sus aplicaciones en la vida cotidiana
 
PRESENTACION PRE-DEFENSA PROYECTO I.pptx
PRESENTACION PRE-DEFENSA PROYECTO I.pptxPRESENTACION PRE-DEFENSA PROYECTO I.pptx
PRESENTACION PRE-DEFENSA PROYECTO I.pptx
 
La señal de los higos buenos y los higos malos
La señal de los higos buenos y los higos malosLa señal de los higos buenos y los higos malos
La señal de los higos buenos y los higos malos
 
El Gran Atractor, la misteriosa fuerza que está halando a la Vía Láctea.pptx
El Gran Atractor, la misteriosa fuerza que está halando a la Vía Láctea.pptxEl Gran Atractor, la misteriosa fuerza que está halando a la Vía Láctea.pptx
El Gran Atractor, la misteriosa fuerza que está halando a la Vía Láctea.pptx
 
Soporte vital basico maniobras de soporte vital basico
Soporte vital basico maniobras de soporte vital basicoSoporte vital basico maniobras de soporte vital basico
Soporte vital basico maniobras de soporte vital basico
 
hipotalamo hipofisis clase de endocrinología
hipotalamo hipofisis clase de endocrinologíahipotalamo hipofisis clase de endocrinología
hipotalamo hipofisis clase de endocrinología
 
LIPIDOS y ACIDOS NUCLEICOS Y TODOS SUS SILLARES ESTRUCTURALES
LIPIDOS y ACIDOS NUCLEICOS Y TODOS SUS SILLARES ESTRUCTURALESLIPIDOS y ACIDOS NUCLEICOS Y TODOS SUS SILLARES ESTRUCTURALES
LIPIDOS y ACIDOS NUCLEICOS Y TODOS SUS SILLARES ESTRUCTURALES
 
Matemáticas Aplicadas usando Python
Matemáticas Aplicadas   usando    PythonMatemáticas Aplicadas   usando    Python
Matemáticas Aplicadas usando Python
 
Flores Galindo, A. - La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760-...
Flores Galindo, A. - La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760-...Flores Galindo, A. - La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760-...
Flores Galindo, A. - La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe en Lima, 1760-...
 
Moda colonial de 1810 donde podemos ver las distintas prendas
Moda colonial de 1810 donde podemos ver las distintas prendasModa colonial de 1810 donde podemos ver las distintas prendas
Moda colonial de 1810 donde podemos ver las distintas prendas
 
Althusser, Louis. - Ideología y aparatos ideológicos de Estado [ocr] [2003].pdf
Althusser, Louis. - Ideología y aparatos ideológicos de Estado [ocr] [2003].pdfAlthusser, Louis. - Ideología y aparatos ideológicos de Estado [ocr] [2003].pdf
Althusser, Louis. - Ideología y aparatos ideológicos de Estado [ocr] [2003].pdf
 
Antequera, L. - Historia desconocida del descubrimiento de América [2021].pdf
Antequera, L. - Historia desconocida del descubrimiento de América [2021].pdfAntequera, L. - Historia desconocida del descubrimiento de América [2021].pdf
Antequera, L. - Historia desconocida del descubrimiento de América [2021].pdf
 
COMBATE 02 DE MAYO O COMBATE DE CALLAO.docx
COMBATE 02 DE MAYO O COMBATE DE CALLAO.docxCOMBATE 02 DE MAYO O COMBATE DE CALLAO.docx
COMBATE 02 DE MAYO O COMBATE DE CALLAO.docx
 
1890 –7 de junio - Henry Marmaduke Harris obtuvo una patente británica (Nº 88...
1890 –7 de junio - Henry Marmaduke Harris obtuvo una patente británica (Nº 88...1890 –7 de junio - Henry Marmaduke Harris obtuvo una patente británica (Nº 88...
1890 –7 de junio - Henry Marmaduke Harris obtuvo una patente británica (Nº 88...
 
Hobson, John A. - Estudio del imperialismo [ocr] [1902] [1981].pdf
Hobson, John A. - Estudio del imperialismo [ocr] [1902] [1981].pdfHobson, John A. - Estudio del imperialismo [ocr] [1902] [1981].pdf
Hobson, John A. - Estudio del imperialismo [ocr] [1902] [1981].pdf
 
REINO FUNGI: CONCEPTO, CARACTERISTICAS, ETC
REINO FUNGI: CONCEPTO, CARACTERISTICAS, ETCREINO FUNGI: CONCEPTO, CARACTERISTICAS, ETC
REINO FUNGI: CONCEPTO, CARACTERISTICAS, ETC
 
Mapa-conceptual-de-la-Seguridad-y-Salud-en-el-Trabajo-3.pptx
Mapa-conceptual-de-la-Seguridad-y-Salud-en-el-Trabajo-3.pptxMapa-conceptual-de-la-Seguridad-y-Salud-en-el-Trabajo-3.pptx
Mapa-conceptual-de-la-Seguridad-y-Salud-en-el-Trabajo-3.pptx
 

La armada cartaginesa. XIX jornada de arqueología fenicio-púnica, Ibiza 2004

  • 1. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 1 La Armada Cartaginesa Rafael Rebolo Gómez Ingeniero Aeronáutico. SENER. División Aeroespacial. Profesor Asociado Departamento de Motopropulsión y Termofluidodinámica. Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos. Universidad Politécnica de Madrid. Introducción En octubre de 1944 en el golfo de Leyte se enfrentaron las flotas estadounidense y japonesa, con 209 buques la primera y 67 la segunda, considerando en estas cantidades desde destructores a portaviones; el número de combatientes en la batalla llegaba a 100.000. Tras el enfrentamiento se habían perdido 34 naves, la mayoría japonesas, produciéndose unas 13.000 bajas. Esta batalla se considera como la mayor confrontación naval de la historia. En el año 256 a. C., en el sur de Sicilia, junto a cabo Écnomo, se enfrentaron las armadas cartaginesa y romana. Entre las dos potencias sumaban 680 navíos del tipo quinquerreme (330 romanos y 350 púnicos), el personal embarcado ascendía a unos 290.000. Tras la batalla, 24 buques romanos y más de 30 cartagineses habían resultado hundidos, otros 64 fueron capturados por Roma. Es difícil precisar el número, pero con casi toda seguridad alcanzó las 25.000 bajas. Si hemos de creer a Polibio, fuente de los datos anteriores, Leyte queda empequeñecida frente a la magnitud de Écnomo; sobre todo si se considera que las poblaciones que respaldaban esas flotas eran al menos un orden de magnitud inferiores en la Primera Guerra Púnica que en la Segunda Guerra Mundial. Posiblemente las cifras estén hinchadas, pero estimaciones más realistas no afectan a la magnitud del enfrentamiento. Las naves que tomaron parte en Écnomo eran galeras, la mayoría de cinco órdenes de remos. Durante 30 siglos fueron las reinas del Mediterráneo. Las galeras de combate, en especial las correspondientes a la antigüedad clásica, han atraído la atención de los estudiosos a lo largo de los últimos siglos y en particular desde finales del siglo XIX. Las opiniones sobre su morfología, prestaciones, operación, etc., han sido muchas veces contradictorias, levantando encendidas polémicas que aparecen reflejadas, dentro de la literatura técnica, en artículos, réplicas y contrarréplicas. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XX, parece que se perfila un cierto acuerdo tanto en la evolución de las galeras como en sus actuaciones y operación, terminando este proceso de consenso en los años ochenta con la reconstrucción, no exenta de críticas, de lo que se piensa pudo ser una trirreme griega. Este trabajo esboza lo que pudo ser la evolución de los buques de combate de remos, intentando centrarse en las naves fenicias y en particular en las púnicas, aunque inevitablemente las referencias a naves griegas sean continuas. Como referencia del estudio se han usado los siguientes trabajos: “Greek and Roman Oared Warships” de J. S. Morrison y J. F. Coates, “Ships and Seamanship in the Ancient World” de L. Casson, “The Age of the Galley” (es una recopilación de diversos trabajos); por lo que no se citarán en el texto, sobreentendiendo que la mayor parte de lo aquí mencionado está
  • 2. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 2 tratado en ellas. Se citarán otros trabajos de menor entidad, aunque no menor importancia, cuando así se requiera. El primer uso de un buque como barco de guerra fue, probablemente, la utilización de un mercante como transporte de tropas o para la práctica de la piratería y de incursiones costeras. Con el paso del tiempo, estos barcos se equiparon para la defensa y el ataque, poniendo en manos de los tripulantes armas y equipo de abordaje. Pronto quedó patente la ventaja de poseer una velocidad y capacidad de maniobra superior a la de sus oponentes, sobre todo en actividades relacionadas con la piratería, donde eran requisitos imprescindibles tanto para dar caza a una presa, como para la huida. Hace unos 5000 años ya existían barcos diseñados específicamente para la guerra. Sobre el 2000 a. de C., en Creta, empezó a usarse un tipo de barco esbelto, con proa puntiaguda, muy distinto del panzudo mercante. La propulsión era por remos y la capacidad de navegación a vela limitada. A partir de esta galera ancestral, y durante dos milenios, se produjo un desarrollo continuo de este tipo de nave, proporcionando a las diversas potencias que florecieron durante ese periodo el dominio del Mediterráneo y el control de las rutas comerciales. Por su propia naturaleza y misión, apenas existen restos arqueológicos de barcos de guerra de esta época. Su estructura de madera y el poco lastre usado (consecuencia de los requisitos de maniobrabilidad y velocidad) dificultaban, tras una tormenta o combate, el hundimiento de la galera. Incluso si ésta se hundía, la carencia de lastre y carga impediría que se preservara el forro del casco y la estructura de la quilla, como ha ocurrido en otros pecios de naves mercantes. Si valía la pena, los restos solían ser recuperados y canibalizados por la flota vencedora; si no, se acababan dispersando y degradando. El conocimiento que se tiene de estas galeras proviene de dos tipos de fuentes: las escritas tanto en relatos históricos como ficticios, y representaciones escultóricas e iconográficas. Los registros escritos no suelen ser, por desgracia, manuales de diseño, sino meras referencias a los barcos en las que no aparecen demasiados detalles ya que éstos se dan por conocidos al ir dirigidas a un público familiarizado con los mismos. Por otro lado, con el paso de los siglos y las sucesivas copias de las obras se han introducido errores y variaciones que pueden velar el significado original, siendo difícil saber que pretendía decir el autor. Las representaciones artísticas tampoco son demasiado detalladas. Existen graffitis de la época, realizados posiblemente por marinos y trabajadores portuarios, que si bien muestran una calidad artística baja, reflejan detalles de los barcos. Otra fuente de información importante es el análisis de las representaciones en monedas, que presentan el inconveniente del tamaño, y por tanto no son capaces de proporcionar demasiados detalles, recurriendo a convencionalismos artísticos en las representaciones. Del estudio de los restos de astilleros y fondeaderos de galeras se obtienen datos adicionales como las dimensiones de los barcos que en ellos se construían o protegían. Como consecuencia de la escasez de restos y de la inevitable subjetividad que existe en la lectura de las fuentes, muchos de los temas tratados están basados en conjeturas e interpretaciones que son discutibles y que, ante cualquier nuevo descubrimiento, pueden demostrarse erróneas. En cualquier caso, se intentará a continuación presentar los
  • 3. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 3 puntos de vista más aceptados en la actualidad, teniendo en cuenta que no existe total unanimidad entre los estudiosos, no dejando de ser muchas de las interpretaciones, aunque ingeniosas y coherentes, meras especulaciones. Generalidades de las naves propulsadas a remos Condicionantes físicos y operacionales En forma parecida a la evolución biológica, el medio físico (superficie del mar) y el cumplimiento de unos requisitos (velocidad, maniobrabilidad, etc.) condiciona el número de soluciones tecnológicas que pueden adoptarse en un cierto problema. No es de extrañar por ello que exista una convergencia evolutiva en estas naves entre diversas civilizaciones. Por otro lado, teniendo en cuenta que el barco, por definición, es móvil y su fin es el viajar, se entiende que además de vehículo de personas sirva de vehículo de ideas, y en particular que favorezca la difusión de mejoras técnicas entre diversas culturas. Incrementar la velocidad de la nave implica o bien aumentar la propulsión o bien reducir la resistencia de avance del barco. En forma sencilla, la resistencia de un objeto moviéndose en la superficie de un líquido (sea un pato o un portaaviones) es debida a tres efectos: fricción del agua con el casco, distribución de presiones sobre el casco debida al movimiento del fluido y resistencia debida a la formación de olas. Las dos primeras componentes de la resistencia son proporcionales al cuadrado de la velocidad de avance, y al área mojada la primera y a la sección frontal máxima sumergida la segunda. El tercer efecto corresponde a la energía usada en la formación de olas, y varía, por un lado, como la velocidad de avance elevada a un exponente superior a dos y por otro como la raíz de la inversa de la longitud del vehículo. Por tanto, la forma de disminuir la resistencia pasa por definir el casco como un cuerpo esbelto (relación eslora/manga alta) y de poco calado; el ejemplo más típico es la piragua de competición. La posibilidad de moverse libremente, sin depender del viento, obliga a que la nave sea autopropulsada. Los únicos motores y sistemas de propulsión disponibles en la época eran hombres y remos respectivamente. Pero el uso de remos limita la velocidad máxima de la nave. Para que la pala ejerza una fuerza propulsora ha de tener una velocidad mayor que la de avance del barco; en caso contrario frenaría la galera. La velocidad de la pala es proporcional a la longitud y a la frecuencia de boga, viniendo ambos factores limitados por la capacidad del remero. Se calcula que este límite se encuentra en torno a 11 nudos. La capacidad de maniobra se mejora con una masa y eslora lo más pequeñas posibles, compatibles con un cierto nivel de potencia embarcado (léase número de remeros). De esta manera se consiguen mayores aceleraciones y menores radios de giro. La estabilidad del barco precisa que el centro de gravedad del mismo se encuentre lo más bajo posible. Una forma de bajarlo es lastrando la nave, a costa de aumentar el desplazamiento y por tanto, perjudicando las prestaciones. Teniendo en cuenta que la tripulación representa al menos el 30% del peso de la nave puesta en servicio, una opción es acomodarla lo más bajo posible, en especial a los remeros. Esta posición
  • 4. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 4 presenta la ventaja adicional de disminuir el ángulo entre la pala y la superficie del agua, permitiendo una boga cómoda y eficiente con mar en calma. Si bien la galera se encuentra optimizada para su misión (velocidad y capacidad de maniobra), esta especialización supone desventajas en otros aspectos. Una manga estrecha reduce la capacidad de carga del navío, así como el acomodo de la tripulación, limitando por tanto su autonomía (incomodidad y falta de vituallas) y condicionando su operación (frecuente reaprovisionamiento). También dificulta la instalación de aparejos y por tanto el uso de velas; a la vez que compromete la estabilidad. El bajo nivel de la cubierta respecto al mar y la presencia de las portas de los remos dificulta tanto la navegación a vela como la capacidad de hacer frente a una tormenta sin embarcar agua. Y la anterior ventaja de boga eficiente y cómoda con mar en calma se convierte en un inconveniente con oleaje, llegando a impedir el uso de los mismos. Arquitectura del barco El barco tenía que ser ligero. Originariamente, el casco de las naves más antiguas se encontraba compuesto por tablazón unida por medio de cuerdas. Este tipo de estructura evolucionó hasta el que fue el estándar durante el resto de la época. A diferencia de los métodos actuales, donde se coloca primero el esqueleto del buque (quilla y cuadernas) y posteriormente se forra para formar el casco, antiguamente se construía primero el forro, apoyándose sobre un andamiaje externo que daba la forma. Una vez realizado el casco, se reforzaba por medio de costillas internas unidas al forro con clavos metálicos; éstos se introducían desde el exterior del caso y se fijaban doblando a 90 grados la parte que sobresalía de las costillas. Los tablones del casco se unían canto con canto por medio de espigas o mechas de madera perfectamente ajustadas a ranuras talladas en los mismos cada pocos centímetros. La sujeción de estas espigas se conseguía por medio de resinas resistentes al agua y unas chavetas que atravesaban tablero y mecha. Posiblemente usaban algún tipo de tapajuntas y calafateado para impermeabilizar el barco (Figura 1). Figura 1.- Método de construcción. A diferencia del actual, el casco era lo primero en fabricarse, reforzándose posteriormente con costillas internas. (ilustración de La Aventura de la Historia, nº 27-29)
  • 5. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 5 Los únicos restos existentes de un barco militar de esta época corresponden al pecio hallado en Marsala en la década de los 70 del siglo pasado. Aunque equipado con espolón, por su tamaño, número de remeros y disposición debió ser más un buque auxiliar para acompañar la armada. A partir de los restos, se ha visto que las piezas de madera se encuentran identificadas para permitir su ensamblaje en lo que sería algo parecido a un proceso de construcción en serie. Este hecho se considera como justificación de la creación de la primera flota romana de 100 quinquerremes en tan sólo dos meses, utilizando como modelo un buque cartaginés capturado. La estructura resultante era tan ligera, que podía ser puesta en tierra a diario por su propia tripulación, incluso en los barcos más grandes. Tampoco fue inusual el transporte de los mismos por tierra sobre rodillos, e incluso a grandes distancias partidos en secciones. Sin embargo, en particular en los barcos más ligeros, bajo el punto de vista de resistencia estructural existía el riesgo de partirse por el centro de la eslora. Uno de los casos críticos de carga de un barco, antes y ahora, aparece cuando es atravesado por una ola de longitud de onda igual a la eslora. En esta situación se definen dos casos: quebranto y arrufo. En el primero, la cresta de la ola se encuentra en el centro del barco y tanto la proa como la popa quedan en un cierto voladizo que somete a la estructura del barco a esfuerzos máximos en el centro (tensión en la zona superior y compresión en la quilla). En el segundo caso, el seno de la ola coincide con el centro del barco y los extremos, proa y popa, se encuentran sobre las crestas (Figura 2a y b). Un símil del estado de carga y deformaciones del barco sería, para el quebranto, la barra de un funambulista sujeta por el centro y libre en los extremos; y la barra de unas paralelas con el atleta colgado para el arrufo. Estas condiciones limitan la eslora máxima admisible para el barco para una manga determinada, un cierto material y una cierta tecnología; a no ser que se aumenten los espesores de la cubierta y del forro del barco, con el consiguiente aumento del desplazamiento. Figura 2a- Resistencia longitudinal del buque. (ilustración de La Aventura de la Historia, nº 27-29) Para solventar en parte este efecto se usó, al menos en las galeras griegas, el dispositivo denominado hypozomata (Brewster, 1923; Gordon,1978; Landels, 1997). Existen dos interpretaciones de este artilugio, aunque la idea en ambos es la misma: un cabo que recorre el buque de proa a popa y con capacidad de ser tensado. En la primera interpretación, el cabo se encontraba firmemente fijado a proa y popa y recorría el barco internamente. En la segunda, era una soga que abrazaba el casco, por el exterior a la altura de la regala, de proa a popa. Su misión era crear una compresión previa sobre la estructura del casco, con objeto de compensar en parte las tracciones que aparecían
  • 6. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 6 durante la navegación (algo parecido al uso de redondos metálicos traccionados en el hormigón pretensado). La segunda interpretación, para un barco de combate no parece demasiado factible, pues sería vulnerable durante un ataque al poder ser cortado por el enemigo. Figura 2b- Resistencia longitudinal del buque. (ilustración de La Aventura de la Historia, nº 27-29) Según parece los trirremes griegas no se hacían a la mar si no llevaban colocado este dispositivo, labor para la que eran necesarios unos 50 hombres. Semejante a cegar o inutilizar las recámaras de los cañones cuando se desea inutilizar un arma actual, en las galeras se procedía a retirar el hypozomata. Un dispositivo que cumplía una función semejante ya se usaba en los barcos egipcios en el 2500 a.C., con la diferencia de que el tirante unía proa con popa pasando por una serie de apoyos intermedios, tal como se observa en diversos bajorrelieves, en particular en los de la expedición al país de Punt en el templo de Hatshepsut (figura 3). Figura 3.- Buque egipcio mostrando el dispositivo para evitar el quebranto: un grueso cabo uniendo popa con proa y soportado por puntales.
  • 7. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 7 Evolución de la galera en los tiempos antiguos La Pentecóntera En el siglo XII a. C. ya se encontraban claramente diferenciados los buques mercantes de los militares; manteniéndose la diferencia básica entre ellos hasta finales de la Edad Media. El mercante estaba optimizado para transportar la mayor carga posible al menor costo y con la mayor seguridad. Por tanto debía tener un volumen grande de bodega, ser marinero y poseer una tripulación pequeña para recortar costes de personal. La velocidad y maniobrabilidad eran secundarias, y la propulsión era con velas, usando solo el remo en circunstancias especiales. Este tipo de barco es el que se suele denominar nave redonda frente al barco de línea, ya comentado anteriormente, que se denomina nave larga. Una definición más técnica aunque equivalente al simple aspecto, es considerar la esbeltez del buque, entendiendo por tal el cociente entre la eslora y la manga. Valores inferiores a 5 identifican a los barcos redondos, mientras que los largos presentan cocientes superiores a 7. Como excepción, en el caso de cargamentos muy valiosos, y generalmente de poco volumen (metales preciosos, artículos de lujo, etc.) o cuando se transitaban aguas potencialmente peligrosas si podía estar justificado el uso de galeras. Al principio, en la guerra, el principal uso de las galeras era el transporte de tropas, que a su vez eran los remeros, tal como describe Homero al relatar la llegada de las tropas aqueas a las playas de Troya (los escritos homéricos, unos cuatro siglos posteriores a los hechos narrados, sí parecen describir naves y técnicas arcaicas): “... los acaudilló y condujo en siete naves el excelentísimo arquero Filoctetes. Y en cada nave iban cincuenta remeros que a la vez eran tiradores diestros y valerosos.” Los navíos se reconocían por el número de remos, coincidente con el de remeros: 20, 30 o 50 eran los tipos más habituales. En particular, la de 50 remeros (25 por costado) fue una nave de gran éxito; denominada pentecóntera, puede considerarse como antecesora del resto de galeras clásicas. Se cree que existió tanto en configuración mono- como dikrotos (uno o dos órdenes de remos respectivamente). La versión monokrotos, suponiendo un espaciado de interscalmium (distancia entre remeros de una misma fila) de unos 0,9 metros, debía medir unos 31 metros de eslora y 3 de manga. Era de casco abierto, con una cubierta elevada a lo largo de su zona central. Poseía un mástil abatible que se usaba, aparejado con una vela cuadrada, para la navegación de crucero. En caso de combate, el mástil se desmontaba y se dejaba en la orilla. La popa era alta y curvada hacia delante. De esta forma se facilitaba la maniobra de varar el barco, con la proa hacia el mar, durante la noche; a la vez que proporcionaba mayor protección al recibir las olas por popa durante la navegación. En muchas representaciones se observa una escalera o rampa usada para el desembarco, atada en la zona de popa. Los timones se encontraban sobre los laterales hacia popa. Consistían en una pala de mayor tamaño que los remos, colocada a unos 45º respecto a la superficie del mar y con capacidad de rotar en torno a su eje. El sistema de sujeción debía permitir izar hasta la horizontal o desmontar fácilmente el timón durante el atraque.
  • 8. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 8 En algún momento entre el 1200 a. de C. y el siglo IX/VIII se produce la invención del espolón, convirtiendo a la galera en una arma en sí. En buques anteriores a este periodo, se observa en ocasiones la presencia de una proyección en la proa (figura 4). ¿Corresponde a un espolón?. Seguramente, no. Para que una nave con espolón resulte efectiva, ésta ha de tener un tamaño mínimo y un cierto número de remeros; por otro lado, el espolón ha de presentar las siguientes características (Cohen, 1938): 1. El espolón ha de estar situado en la línea de flotación. 2. Se ha de proyectar hacia delante una distancia considerable con objeto de proteger al barco durante el impacto. 3. La proa del barco ha de ser de construcción maciza con objeto de absorber la energía del impacto. 4. El espolón ha de ser o presentar un recubrimiento metálico que le proteja. 5. El espolón debe ser una pieza separada de la estructura de la nave, de forma que en caso de daño se separe del barco, rompiendo por la unión con el mismo (un fusible mecánico) y protegiendo la integridad del casco. Figura 4.- Embarcación minóica. La protuberancia recuadrada a proa, ¿espolón o elemento estructural? La primera característica, ha sido puesta en duda (Raban, 1984; MacIntosh, 2001) pues aunque las evidencias muestran que esa colocación sí era la norma en el mundo clásico, originariamente, con buques de poco calado, un espolón a la altura de la línea de flotación podría deslizar por debajo de la quilla del barco atacado sin dañarle. En el caso de piratería, podría ser más importante inutilizar al barco contrario sin hundirlo, para lo que sería más ventajoso un espolón por encima del nivel del mar (Figura 5). Figura 5.- Vaso etrusco. Nave griega a la izquierda y etrusca a la derecha. La proa del buque etrusco, ¿es algún tipo de espolón?
  • 9. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 9 En cualquier caso, como ya se ha dicho, la aparición del espolón convirtió al barco en un arma, cambiando las tácticas de combate utilizadas hasta ese momento (abordaje y cuerpo a cuerpo). Se desconoce como surgió el espolón, pudiéndose aventurar algunas hipótesis: 1. Un puesto de pesca (figura 6) 2. Un excusado (figura 6) 3. Una tabla de piratas (figura 7) 4. Un detalle constructivo/estructural 5. Un tajamar 6. Un bulbo para disminuir la resistencia de avance del barco 7. Un adorno Algunas de las interpretaciones se pueden descartar sin mucho riesgo de equivocarse: 1 a 3 son realmente explícitas en la iconografía, pero jocosas; y la 6, aunque teóricamente puede tener un efecto beneficioso, el autor no cree que éste pueda cuantificarse ni que a las velocidades de crucero normales tuviera efecto alguno. Figura 6.- Placa de marfil procedente de Esparta. Figura 7.- Jarra ática. 510 a. de C.
  • 10. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 10 Una posible explicación podría ser la 4, una solución estructural para formar la unión entre quilla y proa (5 y 7 podrían ser consecuencia de 4), que en algún momento como consecuencia de un accidente fortuito como el embestir una nave menor, proporcionara la idea de convertirlo en un espolón. Una vez ideado el espolón, era deseable una nave más robusta, manejable y de menor eslora. Este último requisito disminuía el tamaño del blanco a costa de perder algo en prestaciones. Esto se consigue mediante la colocación de los remeros en dos niveles en algún momento del VIII a. de C. Esta configuración dikrotos, que usando terminología latina sería una birreme (diere en la griega), pudo ser un desarrollo fenicio. Originariamente se mantuvo un nivel de remeros sobre la regala, situando a los nuevos por encima, sobre la cubierta. A finales del siglo, los ingenieros navales habían mejorado considerablemente el diseño: manteniendo los dos órdenes, el original continuó en la regala (zygitai), situando el segundo por debajo (thalamitai), en portas abiertas en el casco (así se bajaba el centro de gravedad y la posición del remo, próxima a la horizontal, era más efectiva). (Figura 8). La eslora de la nave se redujo en un 25 %, disminuyéndose la superficie mojada casi en la misma proporción, mientras que la potencia embarcada se mantuvo constante. El resultado fue un aumento de la maniobrabilidad y de la capacidad de aceleración. En velocidad la mejora no fue significativa, pues la reducción del término de fricción, debido al acortamiento de la eslora, se vio contrarrestada por el aumento de la resistencia de ola al disminuir la esbeltez del buque y aumentar su calado. En el lado negativo, las portas de los remos inferiores se encontraron muy próximas al agua, entre 40 y 50 cm, por lo que fue necesario sellarlas con un recubrimiento flexible de cuero (askoma), que se unía al remo por un lado y tapaba la porta por el otro. Figura 8.- Distribución de los remeros en un birreme (ilustración de La Aventura de la Historia, nº 27-29 Un ejemplo de este navío (Basch, 1969) es el que aparece reflejado en los bajorrelieves de Sennaquerib (704-681 A. de C.). En dichos relieves se observan galeras de dos
  • 11. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 11 órdenes de remos, con y sin espolón (figuras 9 y 10). El episodio reflejado en el relieve corresponde a la huída del rey Luli de Tiro. Dichas galeras presentan una serie de elementos que se van a repetir en las naves fenicias: • La fila de escudos • La cubierta superior, montada sobre puntales • Casco más ancho (comparado con las griegas) curvado en los extremos • Ausencia de cintas (refuerzos longitudinales) en el casco • Espolón largo y puntiagudo, recubierto de metal (ver en las figuras mencionadas) • Laterales abiertos ...y que permiten distinguirlas de las griegas que presentan las siguientes características: • En el periodo geométrico, el espolón es puntiagudo, convirtiéndose en el siglo VI en un recubrimiento metálico con forma de cabeza de jabalí. El primer tipo de espolón, no muy distinto del fenicio, podía fácilmente penetrar el casco enemigo y quedar encajado, situación nada deseable para el buque atacante, al ser vulnerable a cualquier ataque enemigo. Sin embargo un espolón romo, disminuía el riesgo de empotrarse, causando a cambio el efecto de aflojar las juntas en una zona más amplia. • El casco, más estrecho que en las fenicias, se encuentra reforzado con cintas longitudinales que mueren en proa en el espolón y en popa se curvan hacia arriba formando el aphlaston. • Raramente presentan filas de escudos. Este navío, y sus hermanos menores como la triacóntera de 30 remos, permaneció en servicio durante todo el periodo sin muchas variaciones como navío auxiliar. En relación con las figuras 9 y 10, existe otra interpretación del barco con espolón. En ella se puede identificar como un trirreme. El bajorrelieve muestra claramente dos niveles de remeros, pero queda un espacio enrejado, muy similar al mostrado en la figura 11. Teniendo en cuenta que las naves estaban realizando una evacuación, en una distancia de unas pocas decenas de kilómetros y sin ser acosados por la flota enemiga, ¿no podría ser un trirreme con el nivel superior de remeros sin ocupar? a b Figura 10.- Embarcación fenicia alrededor del 700 a. de C. Detalle del recubrimiento del espolón.
  • 12. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 12 Figura 9.- Embarcaciones fenicias alrededor del 700 a. de C.
  • 13. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 13 El Trirreme El siguiente paso, a finales del VIII o principios del siglo VII a. de C., fue la incorporación de un nuevo orden de remos, apareciendo así el trirreme (o triere en griego). Tanto fenicios como griegos podrían tener sus razones para desear incrementar la potencia de sus barcos. Parece que fueron los primeros los que incorporaron un nivel adicional de remeros (thranitai) en sus barcos, creando el trirreme. Las naves de guerra griegas, desarrolladas desde su origen para uso militar, a diferencia de las fenicias que seguían poseyendo una cierta capacidad de carga, tenían mayor dificultad en instalar un nuevo orden de remos como consecuencia de su menor manga. Si esta nueva hilera de remos se colocaba directamente por encima de las dos anteriores, era necesario usar palas de mayor longitud y con un ángulo elevado respecto a la superficie, obligando a un mayor esfuerzo y una remada forzada por parte del remero, con problemas de sincronización causados por los diferentes periodos naturales de los remos. Figura 11.- Nave birreme a dos niveles. Periodo geométrico (730-700 a. de C.) En los buques griegos se resolvió este problema mediante la construcción de un postizo externo al casco (parexeiresia), que situaba al nuevo remero ligeramente por encima y hacia fuera de los originales, sin necesidad de aumentar la manga real. De esta manera se pudieron usar remos de igual longitud, independientemente de la altura; además de no elevar demasiado el centro de gravedad (figura 12).
  • 14. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 14 Figura 12.- Posible distribución de los tres órdenes de remeros en un trirreme fenicio y otro griego (basado en J. Coates, ilustración de La Aventura de la Historia Nº.-27 a 29) Trirremes griegas Un trirreme iba propulsado por 170 remeros. Además, el personal embarcado se complementaba con timoneles, marinos y oficiales bajo las órdenes del trierarco o capitán. En total la tripulación estaba formada por unos 200 hombres. La eslora y manga del barco en la línea de flotación aumentó hasta unos 35 y 3,6 metros (debido al uso de la parexeiresia, la manga no era muy distinta de la pentecóntera). El desplazamiento se elevó hasta unas 45 toneladas en servicio. El espolón se transformó en un ariete, con tres dientes, de madera recubierta de bronce, cuya finalidad era el embestir al navío enemigo para abrirle una vía de agua o romper los remos de uno de los laterales dejando el barco ingobernable. Con objeto de proteger la integridad de la postiza durante un ataque, ésta se reforzó en su parte frontal (epotis). El casco se encontraba recorrido por un cierto número de cintas longitudinales que terminando en el espolón permitían aguantar los esfuerzos originados durante la embestida. Respecto a la cubierta, en un principio se mantuvo el estilo de las birremes: una cubierta central elevada. Al cobrar importancia el abordaje, se fue aumentando su superficie con objeto de acomodar mayor número de soldados, llegándose a la configuración de dos cubiertas elevadas, por encima de las posiciones de los thranitai, con un pasillo central más bajo. En las últimas versiones se convirtió en una construcción catafracta, con una cubierta que abarcaba todo el ancho del casco. Los laterales de las postizas se cubrían con piezas de cuero para proteger a los remeros de los proyectiles enemigos. Posteriormente se usaron rejillas que, además de protección, permitían una cierta ventilación, necesaria para el trabajo de los remeros. Trirremes fenicias Los fenicios, de gran tradición marinera y con galeras de manga superior a las griegas, en vez de instalar una parexeiresia, incrementaron la altura del barco. Los thalamitai y zygitai seguían pivotando sus remos a través de portas en el casco y sobre la regala; los thranitai los articulaban sobre una baranda directamente situada sobre la regala. Por encima de ellos se encontraba la cubierta, que se extendía a todo lo ancho de la nave. El número de remeros y su distribución era similar al de las naves griegas, no existiendo
  • 15. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 15 diferencias entre sus esloras. La forma de la proa difería, manteniendo las naves fenicias el espolón largo y afilado típico de las naves de Luli. El mayor tamaño del espolón permitía absorber parte de la energía del impacto, no requiriendo de las gruesas cintas características de las naves helénicas. Los laterales del casco en la zona de remado parecen estar abiertos, en forma semejante la las naves del rey Luli (Figura 13). Este espacio abierto podría tener como objeto la ventilación/refrigeración de la planta propulsora, recubriéndose con cueros durante el combate para ofrecer cierta protección a los remeros ante armas arrojadizas, en forma semejante a como los griegos cubrían su postiza. Bajo el punto de vista de la integridad estructural del barco, la existencia de aperturas debió ser contrarrestada con refuerzos en baos y posiblemente el uso de una cubierta, convirtiendo la nave en catafracta. La existencia de cubierta permitía la presencia de mayor número de marines que en sus homónimas griegas, tal como atestiguan los textos. Figura 13.-Reaparición del modelo fenicio. A) Arados (350 – 323). B) Biblos (sº IV). C) Amato (340-330). (Morrison, 1996) La iconografía muestra unos cuernos a proa (figura 14) de difícil interpretación. Es sugestiva la posible utilización de dichos cuernos (figura 15) como un bauprés para permitir el uso de aparejos no cuadrados, mejorando las cualidades de navegación a vela (Basch, 1969). a b Figura 14.- Sidón, finales del V a. de C. (Basch, 1969)
  • 16. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 16 a b Figura 15.- Sellos de arcilla encontrados en Persépolis. El cuerno de la proa parece cumplir alguna función en el aparejo. La configuración de galera descrita se mantuvo hasta mediados del siglo IV, donde el buque fenicio se heleniza y toma un aspecto más parecido al de los buques corintios. El espolón se acorta, adoptándose el tridentado, y aparecen cintas de refuerzo. Para evitar daños propios en la proa, en la colisión durante un ataque, se incorpora el proembolon, un pequeño espolón a media altura en la proa. Los cuernos desaparecen y el estolos se curva hacia detrás, a diferencia de los griegos con forma de S y más esbeltos. Desaparecen los laterales abiertos, no se observa la existencia de postiza y se mantienen los escudos sobre las amuras (Figura 16). Durante la helenización de la galera fenicia se adopta la vela cuadrada (si es que no se usaba ya), y si es cierto que se llegaron a usar protovelas latinas, estas quedarían relegadas a navíos de menor entidad (por ejemplo pesqueros), no siendo por tanto representadas en la iconografía. 1 2 3 Figura 16.-a, b y c: Monedas corintias, segunda mitad del siglo IV a. de C. 1 y 2. Arados alrededor del 330 a. de C.: 3: Arados alrededor del 240 a. de C.
  • 17. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 17 El Cuatrirreme, el Quinquerreme y otros ‘remes’. En el año 401 a.C., Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa, con objeto de reforzar su posición frente a los cartagineses, inició una carrera armamentística con la creación de un centro de I+D en tecnología militar. Para ello, atrajo a gran número de ingenieros y trabajadores especializados de los territorios bajo su influencia, e incluso de zonas enemigas, ofreciendo muy buenas condiciones económicas. Los resultados no se hicieron esperar: la catapulta y el quinquerreme (pentere). Partiendo del trirreme, las posibles formas de incrementar su potencia eran: • aumentar el número de órdenes de remos • aumentar el número de remos por hilera • aumentar el número de remeros por remo La primera solución era inviable, ya que se requerirían remos muy largos y que formarían un ángulo grande con la superficie del agua, haciendo difícil su manejo (no hay constancia registrada de ningún buque de más de tres niveles de remos). El aumento del número de remos por orden, implicaba un aumento de la eslora del barco. Disminuyendo la capacidad de maniobra y el margen de resistencia estructural. La solución adoptada fue el colocar dos remeros por pala. Una ventaja de esta configuración es que parte de la tripulación no necesitaba ser experta, bastando un remero experimentado por remo, y aportando el otro sólo fuerza bruta. En el lado negativo, la potencia en el remo no se llega a duplicar (figura 17). Figura 17.- Quinquerreme fenicia (basada en una reconstrucción de J. Coates; ilustración de La Aventura de la Historia) Este nuevo navío fue adoptado por los cartagineses. Posteriormente, durante la Primera Guerra Púnica, un quinquerreme o ‘cinco’ cartaginés varó en costas romanas, siendo capturado y copiado por éstos. Roma, con su capacidad de organización, fue capaz de crear, mediante el uso de piezas prefabricadas, una flota de un centenar de
  • 18. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 18 quinquerremes en dos meses. Las naves romanas diferían ligeramente de las cartaginesas. A causa de la inexperiencia de los romanos en la construcción de barcos (aunque usaron expertos de las ciudades griegas bajo su influencia) y por la premura con que armó la flota (que no permitió utilizar las maderas en las condiciones adecuadas), los ‘cincos’ romanos resultaron más pesados y con menor capacidad de maniobra. Las representaciones de barcos fenicios correspondientes a este periodo muestran naves de tres órdenes de remos. Podrían ser trirremes, pero teniendo en cuenta que de acuerdo con los textos el barco por excelencia era el quinquerreme, lo más probable es que las representaciones correspondan a éste. En su morfología, se mantiene el modelo helénico (espolón dentado corto y estolos), pero se vuelve a la configuración original fenicia de laterales abiertos, posiblemente para garantizar la mayor necesidad de ventilación de estos barcos por el elevado número de remeros utilizados. El barco de construcción catafracta, poseía 90 remos por amura. La tripulación constaba de 300 remeros y entre 70 y 120 soldados. La eslora del barco aumentó hasta los 40 metros, su manga a unos 5 y el desplazamiento superó las 100 toneladas. Por la misma época de los enfrentamientos con Siracusa para el control de Sicilia, Cartago llegó a idéntica solución para aumentar la potencia de sus barcos y la aplicó al birreme, dando lugar al cuatrirreme o tetrere (figura 18). Figura 18.- Cuatrirreme fenicia (basada en una reconstrucción de J. Coates, ilustración de La Aventura de la Historia) En los siglos posteriores, debido al cambio de las tácticas de combate, tanto éste como el quinquerreme fueron cobrando importancia frente al trirreme. Comparando con esta última, el mayor tamaño de los nuevos tipos de galeras supuso una mayor resistencia al estado del mar, el acomodo de mayor número de soldados, un aumento de la artillería y una mejor protección ‘antimisil’ para los remeros. En el lado negativo, disminuyó su velocidad y capacidad de maniobra.
  • 19. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 19 Posiblemente, al final de su gobierno, Dionisio introdujo otra nueva innovación, el uso de dos remeros en el orden inferior de un quinquerreme, dando origen al hexarreme o ‘seis’. Los diversos estados aparecidos a la muerte de Alejandro Magno, tras la desintegración de su imperio, se contagiaron de una fiebre constructiva de galeras cada vez mayores. Manteniendo una configuración di- o trikrotos, aparecieron los denominados ‘sietes’, ‘ochos’, ‘nueves’ y así hasta los ‘cuarentas’. El número de remeros por interscalmium llegó a ser 20 en los grandes polirremes. Estos colosos no tuvieron especial relevancia histórica y no pasan de ser una mera anécdota. Tan solo los de categorías entre ‘seis’ y ‘diez’ fueron usados con cierta eficacia Estas supergaleras no fueron adoptadas ni por los Cartagineses ni romanos, siendo su caballo de batalla el quinquerreme, y solo como buques insignias se usaron naves mayores (generalmente hexarremes en el caso romano y un heptarreme, capturado a Pirro, en el cartaginés). El peso de la flota siguió recayendo en los barcos de menor tonelaje. Con el tiempo, el tipo de construcción de barcos, hasta ahora de tradición helénica, fue variando. Se abandonó la postiza (epotis y parexeiresia) como punto de apoyo de los remos. Las configuraciones se limitaron al tipo mono y dikrotos, independientemente del número de remeros (que ya no se encontraban siempre en posición sentada) por interscalmium, situándose los toletes en portas en los costados del casco. La simplificación del sistema de remado supuso una reducción en la complejidad de la superestructura necesaria para el acomodo de los remeros, permitiendo la instalación de castillos sobre la cubierta y favoreciendo de nuevo las tácticas de abordaje frente a las de ataque con espolón. Las figuras 19 y 20 muestran correlaciones para la estimación del desplazamiento en vacío y en operación de las galeras. Eslora en la línea de flotación, L (m) Manga, b (m) Peso (toneladas) Tripulación Remeros Pentecóntera monocrota 32 3,2 22 60 50 Pentecóntera dicrota 22 3,2 16 60 50 Trirreme 36 3,6 46 200 170 Cuadrirreme 35 5 77 260 180 Quinquerreme 42 5 110 400 300 Seis 42 5,6 130 460 360 Hemiolia 21 2,7 15 65 50 Trihemiolia 31 4 43 150 120 Liburnia 17 3 15 60 50 Dimensiones principales, pesos estimados en servicio y tripulación (diversas fuentes)
  • 20. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 20 Figura 19.- Estimación del desplazamiento en vacío de diversas galeras clásicas. L y b son la eslora y manga en la línea de flotación respectivamente. Figura 20.- Estimación del desplazamiento en operación de diversas galeras clásicas
  • 21. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 21 Operación de la Flota Tamaño y composición El tamaño de la Armada Púnica sólo puede ser inferido a partir de datos aislados. Los tipos de navíos que formaron el núcleo de la flota a lo largo de la historia de Cartago estarían de acuerdo con la evolución de las galeras: − Pentecóntera (monorreme/birreme) desde su fundación al VI a. de .C. − Trirreme desde el VII al IV a. de C. − Quinquerreme del IV al II a. de C. Por supuesto que en cualquier momento posterior seguían en activo navíos anteriores en misiones de exploración, transporte rápidos, mensajeros y en general labores auxiliares. Al igual que la incorporación de los nuevos tipos se produciría paulatinamente, hasta llegar a ser el buque predominante. A modo de ejemplo se puede citar la composición de una de las flotas armadas durante la Segunda Guerra Púnica. El buque por excelencia era el quinquerreme, y este nombre se usaba como sinónimo de barco de guerra cuando se habla en las fuentes del tamaño de las escuadras. En 219 a. de C. un escuadrón, formado por 57 barcos estaba compuesto de 50 quinquerremes, 2 cuatrirremes y 5 trirremes. Es decir, el 88 % de la flota eran buques de línea, siendo el resto navíos auxiliares. La gráfica presentada en la figura 21 muestra el posible tamaño de la marina cartaginesa, en número de barcos de combate, desde la fundación de Cartago hasta su desaparición como potencia marítima (Huss,1993; Tarn,1907;Fournie, 2000). Los puntos corresponden a las diversas fuentes, mientras que las líneas representan una estimación del mínimo y máximo número de buques operativos en cada año. Durante el periodo inicial, el tamaño de la flota no debió diferir demasiado del típico de cualquier ciudad fenicia, unos 40 a 60 pentecónteras (Walliga, 1995); número suficiente para mantener el control en su zona de influencia. Esta cantidad coincide con los 60 navío armados para su enfrentamiento con los focenses de Alalia en el mar de Cerdeña en 540 a. de C. Al ir perdiéndose la dependencia de Tiro y consolidando Cartago su talasocracia en el Mediterráneo occidental, el número de navíos necesarios para efectuar el control debió de ir incrementándose. Este aumento del número de unidades llegó a su máximo cuando aparecieron nuevas potencias navales en el escenario occidental, primero las colonias griegas y luego Roma. Los datos parecen indicar que el tamaño medio de la flota era de unas 150 unidades, llegándose a equipar en casos de extrema necesidad hasta 200 barcos de combate (el puerto de Cartago, llegó a tener capacidad para algo más de 200 barcos).
  • 22. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 22 Figura 21.- Estimación del tamaño de la armada cartaginesa La figura 22 muestra en detalle el periodo correspondiente a las guerras púnicas. Simultáneamente se han representado las estimaciones correspondientes a Roma, desde que se aventuraron en el mar hasta que derrotaron a Cartago. Dentro de la estrategia de Roma de poseer el dominio del mar, los gráficos parecen demostrar que en todo momento intentó mantener una supremacía numérica sobre Cartago, haciendo que su flota superase el máximo de navíos que el poder económico cartaginés y su población (más que por el coste de los barcos, por su mantenimiento y equipamiento con personal propio o mercenario) podía mantener en píe de guerra (dato que sin duda los estrategas romanos dispondrían). La supremacía de 20 a 40 barcos de la armada romana dio sus frutos. Los valores anteriores se refieren a los navíos de guerra; pero sin una infraestructura y apoyo estos no pueden funcionar de continuo. Podríamos por tanto diferenciar entre dos tipos de flotas: • Las de combate, que son las que hasta ahora se han comentado, compuestas por buques de guerra y cuya misión era el enfrentamiento con una flota enemiga análoga, o el bloqueo de lugares estratégicos. • La de invasión, correspondiente a acciones mixtas, donde además de la supremacía marítima se pretende obtener el dominio en tierra mediante el desembarco de infantería y caballería.
  • 23. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 23 Figura 22.- Estimación de las armadas cartaginesa (símbolos huecos) y romana (símbolos llenos) en el periodo de las Guerras Púnicas La flota de invasión, además de incorporar a los escuadrones de combate que garantizarían durante la travesía la defensa de la misma, debía estar formada por transportes capaces de trasladar a las decenas de miles de infantes y miles de caballos necesarios para obtener la supremacía en tierra. Los barcos usados probablemente serían diversos, y si bien algunos estarían al servicio del estado, otros se requisarían según las necesidades. Los barcos utilizados se pueden clasificar en tres tipos: • Galeras de transporte, con mayor capacidad de carga que las de combate, tendrían suficiente potencia (remeros) como para seguirlas (los restos de Marsala pueden ser un ejemplo de este tipo). Este tipo de barco, debido a su movilidad, podría tener su importancia en la creación de cabezas de puente. • Barcos redondos, transportes convencionales adaptados para el transporte de personal, caballos, equipos y abastecimientos. • Remolques, barcazas para transporte de personal y/o caballos, remolcadas por las propias galeras de combate. Se han extraído algunos datos, tanto de Cartago como de sus enemigos, sobre la composición de barcos utilizada en flotas de invasión (Huss, 1993):
  • 24. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 24 Año Naves de guerra Naves de transporte Barcazas Infantería Caballería 480 200 3.000 300.000 409 60 1.500 100.000 4.000 406 120 1.000 397 200 500 396 ¿400? 600 ¿300.000? 100.000 4.000 396 250 1.000 500 342 200 1.000 70.000 10.000 Nota: los valores entre interrogantes son dudosos Es decir, una media de 7 transportes por buque de línea (variando entre 5 y 20). Simplificando mucho, el número de infantes por barco de transporte sería de 100 a 150, y de 10 a 18 caballos por buque dedicado a este uso. La Tripulación Para que un barco de combate como el trirreme fuera un arma efectiva, todo debía funcionar perfectamente coordinado. Era por tanto necesario el uso de una tripulación bien entrenada y motivada, que estaba formada por una mayoría de remeros, un número más o menos elevado de tropa, unos marinos y especialistas y un reducido número de oficiales. Los remeros Normalmente las tripulaciones de las galeras estaban constituidas por hombres libres, habitualmente procedentes de las clases sociales más bajas. La motivación de estos individuos era económica y recibían una paga por la labor desarrollada. En muy contadas ocasiones se usaban esclavos y sólo como último recurso. El uso de prisioneros o esclavos ponía en peligro la nave, ya que podían boicotear el funcionamiento de la misma en un momento crítico simplemente rompiendo el ritmo de la palada, y en el mejor de los casos podrían no estar lo suficientemente motivados. En el caso de los esclavos, hay además un motivo económico: son caros. Las bajas, siendo asalariados no suponen un coste adicional (incluso si no han recibido toda la paga supone un ahorro), el esclavo supone una pérdida. Sí es cierto que en algún momento se usaron esclavos, pero éstos solían ser liberados antes del combate. Cuando se comenzó a emplear dos remeros por pala, fue posible utilizar prisioneros en una de las posiciones, pero no parece que fuera una práctica demasiado extendida, pues seguía estando presente el riesgo de rebelión. Tras la toma de Cartago Nova, se complementó la flota romana con prisioneros, pero teniendo cuidando que la tripulación fuera mayoritariamente leal, distribuyendo remero experto con prisionero, y prometiendo la libertad a estos últimos a cambio de su colaboración. (Casson, 1966; Libourel, 1973; Morrison, 1988) Durante el periodo considerado existía un amplio mercado de marinos profesionales, en todas las ciudades costeras, dispuestos a ofrecer sus servicios al mejor postor. Pero
  • 25. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 25 durante las Guerras Púnicas, tanto para Roma como para Cartago, llegó a ser difícil el conseguir tripulaciones en número bastante debido a la continua sangría a que se vieron sometidas como consecuencia de los combates y adversidades climatológicas, no pudiéndose en ocasiones tripular todos los buques disponibles. No hay duda que la labor de los remeros era dura. Éstos trabajaban apiñados, separados apenas un metro del inmediatamente anterior en su mismo nivel, unos pocos centímetros del anterior superior y, en el caso de más de un remero por pala, la distancia mínima para evitar la interferencia con los codos de su compañero de boga. Incluso en los periodos de reposo, el barco no ofrecía ninguna posibilidad de un acomodo medianamente confortable de la tripulación. En el interior de un barco catafracto, a la escasez de sitio habría que sumarle un ambiente agobiante. Por un lado, pese a cubrir las portas de los remos con los askomata, debía ser difícil evitar las salpicaduras, sobre todo en el puesto del remero inferior (el thalamites), cuya porta distaba unos 40 o 50 cm de la superficie del mar en calma. Por otro lado, como consecuencia del bajo rendimiento termodinámico del ser humano, la cantidad de energía liberada en la bodega del buque en forma de calor era unas cuatro veces la proporcionada a los remos. Si no se garantizaba la ventilación, además del calor, el ambiente debía encontrarse viciado debido a la reducción de oxígeno y el aumento de dióxido de carbono como consecuencia de la respiración, así como al aumento de vapor de agua proveniente de la transpiración. Para empeorar las cosas, la época de navegación se desarrollaba en los meses más calurosos. En los primitivos barcos de casco abierto el problema de la ventilación no debía ser demasiado grave. Conforme fue aumentando la protección pasiva de los mismos, hasta llegar al catafracto, se hizo necesario la instalación de enrejados sobre cubierta y laterales para facilitar la ventilación y renovación de aire en la bodega. La importancia de ventilar; no era tanto por el confort de los hombres, si no por la pérdida de potencia que suponía. En la actualidad, se ha comprobado sobre ergómetro, que pedaleando se puede suministrar 150 W durante media hora y 400 W unos minutos con el aire en reposo; mientras que si existe una corriente de 12 m/s, se consiguen los 400 W durante una hora. Probablemente, lo que se dice sobre las galeras medievales “de ser posible olerlas antes que verlas”, sea aplicable al caso de las ‘remes’. Las Tropas El número y tipo de tropas embarcadas varió a lo largo del tiempo y según las potencias. Mientras que en los primeros navíos, no existían diferencias entre remeros y tropa; ya en las naves fenicias del siglo V a. de C., el número de soldados embarcados llegaban a 30 (frente a 14 en las naves atenienses). Durante los siglos IV y III, con el aumento del tonelaje de los barcos y el uso de cubiertas, el número de soldados embarcados se incrementó llegando a 100 o 120 durante los enfrentamientos con Roma. Los oficiales y marinos El número de oficiales podía variar según el tipo de barco, pero se identifican unas ciertas categorías a lo largo del periodo.
  • 26. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 26 En una nave, en orden de importancia, tras el capitán seguían los siguientes cargos: • El timonel (cibernetes), de él dependía gran parte de la capacidad de maniobra del buque. Era un puesto de gran responsabilidad y prestigio. Los salarios eran buenos. • El oficial de la cubierta de proa o vigía (prorreo) • El más conocido a través de la literatura, cine o cómic: el celeuste (pausarii, salomador, hortator), encargado de marcar el ritmo de la boga. El tiempo se marcaba bien con tambor, flauta o cantos. Habitualmente se le suele denominar cómitre, aunque esta denominación es más propia de las galeras renacentistas y posteriores, donde corresponde al oficial encargado de aplicar los castigos a los remeros y forzados. • El oficial pagador e intendente. El resto del complemento estaba formado por marineros y especialistas, encargados de las maniobras y mantenimiento del barco (carpinteros, calafates, etc.). Coste económico Mantener una flota capaz de garantizar la autonomía político-económica de una nación resultaba una carga inmensa, aunque necesaria. Los casos más destacados por el nivel de recursos exigidos fueron Atenas, Cartago y Roma. A continuación se realiza una evaluación grosera del coste de los diversos buques, para ello se toma como referencia el coste de un trirreme ateniense en el siglo V a. de C. que era de unos dos talentos. Más importante que el precio del barco nuevo, era el coste de operación (repuestos, mantenimiento, salarios, etc.). En el mismo periodo, el solo hecho de sufragar la tripulación de un barco suponía un desembolso de 40 o 50000 dracmas en los ocho meses en que era posible la navegación (para una tripulación de 200 hombres: 170 remeros y 30 marinos). Tomando como unidad el costo de construcción de la trirreme, la figura 23 presenta la estimación del coste de cada tipo de barco. En ella también aparece representado, el coste anual de mantenerlos operativos (considerando un periodo de navegación de 8 meses, después de los cuales la tripulación se disuelve). Como puede observarse, con mucho, la operación supera el coste de los barcos, suponiendo al año de dos a tres veces su valor. Debido al alto costo de las naves, era habitual el reciclaje de los mismos o de algunas de sus partes (en especial el espolón). Después de una batalla, la recuperación de los restos por parte del vencedor era una labor prioritaria. Las tormentas y continuos combates hacían que la flota se renovase con cierta frecuencia, aunque se sabe de barcos que llegaron a permanecer en activo más de 20 años. Al final de su vida útil algunos buques se modificaban, en particular los atenienses dejaban sólo a los thranitai tras eliminar los dos órdenes inferiores. El espacio ganado en la bodega se usaba para el transporte, en especial de caballos. Muy posiblemente esta práctica se usara también en la armada cartaginesa.
  • 27. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 27 Figura 23.- Coste de construcción y operación de las galeras clásicas. Todo referido al coste de construcción de un trirreme, tomado éste como la unidad. En ocasiones de hace referencia al efecto de la construcción masiva de buques en la deforestación de extensas regiones del Mediterráneo. El autor no ha encontrado información sobre el coste ecológico de crear y mantener una flota en cuanto a superficie deforestada. Aunque se pueden realizar algunas estimaciones teniendo en cuenta que: a) el volumen de madera, en tableros de calidad, necesario para el casco de un trirreme rondaría los 35 m3 (más para otros barcos de mayor tonelaje); y b) con el sistema de obtención de tablones a partir de árboles usado a lo largo de la Edad Media, el aprovechamiento estaba en torno al 25 o 30 % (ramaje aparte) del volumen talado, y no hay motivo para pensar que en la antigüedad fuese mejor. c) con relación a los remos, se piensa que estaban realizados de una sola pieza, y cada trirreme poseía unos doscientos (incluyendo repuestos). Unos números provisionales indican que la cantidad de madera necesaria era muy inferior a la requerida para otros menesteres, en particular por las llamadas pirotecnologías: Fundición de metales, tanto en la mina para su obtención como para la fabricación de armas, espolones, etc. Fabricación de cerámicas (ánforas) Fabricación de ladrillos Etc.
  • 28. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 28 Puertos. El periodo anual de utilización de las galeras, a causa de su poca capacidad marinera, era algo inferior al de los buques mercantes y abarcaba desde principios de la primavera hasta finales del otoño (siendo el periodo menos peligroso el comprendido entre finales de Mayo y mediados de Septiembre). Por eso San Pablo, camino de Roma dice: ”Transcurrido bastante tiempo y siendo peligrosa la navegación por ser pasado el ayuno (nota: hacia el equinoccio de otoño), les advirtió Pablo, diciendo: Veo, amigos, que la navegación va a ser con peligro y mucho daño...” (Hechos de los Apóstoles, 27, 9-10). Durante los meses en que la flota invernaba los buques se guardaban, fuera del agua, en ‘silos’ protegidos. No era habitual que las galeras permanecieran más de un día sin tocar tierra, siendo la norma el pernoctar en la costa, ya sea en una escala intermedia o volviendo al puerto madre. La poca autonomía venía dada por las propias características de la nave, por un lado la escasez de espacio limitaba la capacidad de combustible (agua y comida) que podía transportar; por otro, la ausencia de ayudas a la navegación y el no ser barcos muy marineros hacía arriesgada la navegación nocturna. La comida quizás no fuese un problema demasiado importante, ya que el volumen consumido por un adulto no es elevado. Se sabe de los textos que los marinos se abastecían en los mercados locales cuando se encontraban en zona amiga y rapiñaban en zona enemiga. Parte de la dieta de la tripulación estaba formada por pan de cebada, higos, vino y aceite. No ocurre lo mismo con el agua, donde el consumo estaría entre los 4 y 6 litros por persona y día. Esto supone alrededor de una tonelada diaria para un trirreme (aunque posiblemente transportaran tres o cuatro veces esa cantidad por si no era posible encontrar un lugar seguro donde abastecerse). Para el funcionamiento de una potencia naval era necesaria la presencia de fondeaderos seguros, regularmente espaciados, dentro de su órbita de influencia. Existían dos categorías de puertos: las bases de las flotas y los fondeaderos secundarios, donde sólo estarían destinados algunos pocos barcos. El puerto se intentaba adaptar a la geografía del lugar, y para nuestros estándares podían ser poco profundos, debido al escaso calado de los barcos. Solían disponer de una bocana estrecha, ya fuera de origen natural o artificial, defendida por un par de torres artilladas donde “por medios de máquinas, se facilitará el que se crucen unas cadenas” (Vitrubio, Los Diez Libros de Arquitectura Libro V, capítulo 12). Los principales puertos poseían sectores separados para las actividades militares y civiles, caracterizándose los primeros por las rampas para la puesta en seco de las galeras. La zona militar se encontraba dotada de elevadas medidas de seguridad y estaba apartada de las miradas de cualquier extraño. Destacaron tres puertos militares por su capacidad: el del Pireo, el de Siracusa y el de Cartago. Éstos se componían de un cierto número de rampas, cubiertas con tinglados, de tamaño ligeramente mayor que el barco para el que estaban destinadas. En ellas se introducía el navío de popa sin remos ni aparejos. Estos últimos se solían guardar en almacenes instalados por encima del barco bajo el mismo techado. Esta disposición permitía, en caso de necesidad, el lanzamiento
  • 29. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 29 de los barcos en poco tiempo. El puerto del Pireo poseía 372 de estos refugios, y el de Cartago, de forma circular, tenía capacidad para 220 buques (Romero, 1996). Estos varaderos eran lo bastante estrechos como para impedir la construcción de los barcos, siendo posible sólo la realización de reparaciones menores. Dionisio de Siracusa, durante su escalada armamentística, no olvidó las mejoras de las instalaciones portuarias (Diodoro, Libro 14, XLII). Modernizó los 150 refugios existentes en el Gran Puerto y construyó 160 nuevos, algunos con capacidad para dos buques. Operación de las galeras en la antigüedad clásica Actuaciones La planta motriz de una galera eran los remeros, siendo la potencia embarcada proporcional al número de los mismos. En el ser humano el nivel de potencia desarrollado es función del tiempo durante el cual se está aplicando. Un individuo en buenas condiciones físicas, pero sin ser un atleta de elite, es capaz de suministrar unos 500 W durante unos segundos, 330 W durante unos minutos y 150 W en forma casi continua. De la potencia aplicada en el remo, parte se pierde en ineficiencias (movimiento en vacío del remo, rozamiento con los escálamos, resistencia hidrodinámica, etc.) por lo que queda una potencia útil de unos 200 W durante unos minutos y 80 W de continuo. La variación de la potencia efectiva desarrollada puede aproximarse en función del tiempo a partir de datos obtenidos en barcos de remos con bancos fijos, como 15,0 35,0 − = tP , donde la potencia viene en kW y el tiempo en segundos. En el caso de remos movidos por dos o más hombres, la potencia no aumenta en la misma proporción que el número de remeros. Una pala accionada por dos personas sentadas, se estima que equivaldría a solo un 40% más de potencia que si estuviera movida por una sola. Un hecho que podía tener cierta influencia en las prestaciones del navío era el grado de empapamiento de su maderamen. El material usado era principalmente madera de pino y abeto, y ambos absorben cantidades apreciables de agua cuando están de continuo sumergidos. El incremento de peso tenía dos consecuencias: un aumento de la obra viva (es decir, de la superficie mojada y sección frontal sumergida, y por tanto de la resistencia al avance) y del desplazamiento del barco. Ambos efectos se traducen en una disminución de la velocidad punta y de la capacidad de aceleración. Por tanto, siempre que era posible, se varaban los barcos para disminuir el empapamiento. Otro factor tan importante como el anterior y también relacionado con el tiempo de permanencia en el agua, era el aumento de resistencia provocado por la acumulación de materia orgánica en los fondos del casco. La práctica de varar el barco y mantenerlo seco, además de evitar el aumento de peso, podía resultar beneficiosa a la hora de ralentizar el proceso de ensuciamiento, retardando en cierta medida el ataque del casco por animales xilófagos, en particular la broma o teredo navalis. (Harrison, 2003; Coates, 1997; Steinmayer, 1997) Aunque, quizás el factor principal en el comportamiento de la nave fuera el grado de entrenamiento y descanso de la tripulación.
  • 30. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 30 Los valores dados por diversos autores para las prestaciones de los ‘remes’ difieren considerablemente. Los presentados en este artículo, que corresponden a los calculados por el autor usando métodos tradicionales para la estimación de la resistencia de barcos, intentan ser objetivos, no atribuyendo cualidades excepcionales a las actuaciones de los barcos (ver tabla adjunta) Las figuras 24 a 27 muestran en forma gráfica el comportamiento de las galeras en diferentes modos de navegación. Figura 24.- Actuaciones de un trirreme. La velocidad de avance corresponde a la intersección de la curva de resistencia con la de fuerza propulsora. Se considera: 1) máximo esfuerzo mantenido por los remeros durante 10 minutos. 2) esfuerzo continuo durante un día (crucero alta velocidad) y 3) esfuerzo continuo una sola hilera de remos (crucero) Velocidad Máxima (nudos) Velocidad Crucero (nudos) Velocidad Crucero (un solo orden) (nudos) Tiempo hasta 50 % Vmax (seg) Tiempo hasta 90 % Vmax (seg) Pentecóntera monocrota 6,3 – 7,3 5,0 – 5,8 -------- 4 - 5 22 – 24 Pentecóntera dicrota 6,5 – 7,3 5,3 – 6,3 4,0 – 4,8 3 - 4 18 – 20 Trirreme 8,8 - 9,5 7,0 - 7,5 4,8 - 5,4 5 - 6 23 - 25 Cuatrirreme 7,2 – 7,8 5,7 – 6,3 4,5 – 5,0 7 - 8 41 ,43 Quinquerreme 8,2 - 8,7 6,5 - 7,0 4,0 - 5,0 7 - 8 34 - 37 Seis 8,5 – 9,0 6,7 – 7,2 4,7 – 5,0 8 - 9 48 – 50 Hemiolia 6,5 – 7,7 5,2 - 6,2 3,7 – 4,7 3 - 4 15 – 16 Trihemiolia 7,7 – 8,2 6,2 – 7,0 5,5 – 6,0 6 - 7 21 – 22 Liburnia 6,5 – 7,5 5,2 – 6,2 4,2 – 5,0 3 - 4 18 - 19 Tabla de prestaciones de las galeras más comunes (la velocidad más elevada corresponde a navegación con los timones fuera del agua)
  • 31. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 31 Figura 26.- Actuaciones de un quinquerreme. 1) Máxima velocidad durante 5 min. 2) crucero alta velocidad. 3) y 4) crucero Figura 27.- Capacidad de aceleración y distancia recorrida en función del tiempo. Valores comparativos de un trirreme y un quinquerreme Estos valores, se pueden contrastar con dos fuentes de la época: una cita de Jenofonte y un hecho recogido por Tucidides. Además de los datos recogidos en las pruebas del Olympias.
  • 32. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 32 Jenofonte (Anábasis, 6.4) menciona que entre Bizancio y Heraclea “hay un día largo de navegación para un trirreme navegando a remos”. La distancia entre ambas ciudades está clara: 129 millas náuticas. La interpretación de la duración del viaje, ‘un día largo’, es más subjetiva. En la latitud del Mar Negro, el tiempo entre la puesta del sol y el ocaso puede llegar a ser de unas 15 horas, si se añade al periodo de navegación la duración del crepúsculo (unas dos horas y media) la duración del viaje pudo ser de unas 17,5 a 18 horas. Suponiendo que la comida se realizó a bordo, la velocidad media resulta de unos 7,2 nudos. Es de suponer que las condiciones de navegación fueron favorables (mar en calma y sin viento). Tucidides (III.49) narra que tras la toma de Mitilene (en Lesbos), el Consejo de Atenas ordenó la ejecución de todos sus ciudadanos varones y la venta como esclavos de mujeres y niños. La orden fue enviada por medio de un trirreme. Al día siguiente se cambió de opinión, enviándose un nuevo navío con la contraorden. A la tripulación del segundo barco se le prometió una sustanciosa recompensa si lograban llegar a tiempo de evitar la masacre, proporcionándoles una nave rápida (posiblemente desprovista de todo elemento no necesario) y alimentos energéticos. La navegación se realizó incluso por la noche, y los remeros fueron turnándose (¿iría más tripulación de la habitual para refresco?) ...Y llegaron antes de que se cumpliese la orden. Las diversas interpretaciones que se pueden hacer de este texto, en relación con la estrategia de boga, dan unas velocidades medias entre 5 y 6 nudos en crucero sobre una distancia de 185 millas náuticas. Las pruebas en el mar del Olympias dieron unos 9 nudos de velocidad máxima y 7 nudos durante unos 25 minutos. Otro de los puntos importantes es la capacidad de aceleración. Un trirreme podía alcanzar, desde parado, la mitad de la velocidad máxima en 5 o 6 segundos y el 90% de la misma en 23 o 25. Respecto al uso de la vela, las galeras solían llevar al menos una vela cuadrada sobre un mástil central. Con el paso del tiempo y el aumento del desplazamiento de los barcos, se hizo habitual instalar otro mástil adicional a proa, el artemón, que servía como ayuda en la realización de maniobras. Al ser las velas cuadradas, su uso para la navegación estaba limitado a vientos por popa con escasa capacidad de avance contra el viento. Además, debido a la poca estabilidad de las galeras, tampoco debieron utilizarse con vientos moderadamente fuertes. Los valores arriba presentados corresponden a barcos individuales en condiciones óptimas. En el caso de travesías, las velocidades medias dependerían de las condiciones climatológicas y serían inferiores a las expuestas. También en el caso de escuadras y dependiendo que sean de combate (sólo buques de línea) o de invasión (incluyendo transportes) las velocidades serían iguales a la del buque más lento. Una estimación de la velocidad media con viento favorable es de 2 a 3 nudos, mientras que con viento desfavorable difícilmente se superaría 1 o 1.5 nudos. (Grundy, 1909; Tarn, 1909; Casson, 1951) En relación con las velas, y enlazando con el siguiente apartado, un buque nunca entraba en combate con los mástiles izados (y en los casos que no dio tiempo a
  • 33. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 33 desmontarlos fue una catástrofe). Las razones son varias, pero todas relacionadas con la operatividad del navío: La presencia de las velas disminuye la estabilidad del barco al elevar el centro de gravedad del barco. Esto se complica ante el momento inducido por el viento cuando este sopla lateral, pudiendo hacer volcar la nave. El control de la nave a vela no es comparable con la maniobrabilidad a remos. En el impacto, el riesgo de caída de los mástiles sobre la tripulación es elevado. En lucha cuerpo a cuerpo, los mástiles pueden ser derribados al cortar sus sujeciones, cayendo sobre la propia tripulación. En caso de uso de proyectiles incendiarios, la vela presenta un blanco grande e inflamable. Estrategia naval Como curiosidad cabe destacar el hecho de que popularmente se supone que las acciones navales durante Primera Guerra Púnica fueron de mayor importancia que en la Segunda. (Salmon, 1960; Fournie, 2000) Hay tres razones para esta anomalía: El tamaño de las escuadras enfrentadas se encuentra exagerado en la primera guerra (viendo el número de barcos disponibles, figura 22, no hay diferencias notables) Las flotas durante la segunda guerra se encontraban dispersas en diversos escenarios. Cartago había perdido en parte la iniciativa y espíritu combativo en el mar. La realidad es que la Segunda Guerra Púnica eclipsó a la Primera tanto en el tamaño de las fuerzas como en el ámbito geográfico donde se desarrolló. La Primera se concentró en las proximidades de Sicilia, con breves escaramuzas en África y Cerdeña. Sin embargo, la Segunda fue un enfrentamiento continuo para obtener el dominio del Mediterráneo occidental desde los Pilares de Hércules hasta el Bósforo. Cartago comenzó la Primera Guerra Púnica con una reconocida superioridad total en el mar, lo que permitía acometer campañas a gran escala invadiendo territorios bajo control enemigo. Tras las sucesivas derrotas a lo largo de la guerra, cuando se inicia la Segunda Guerra, Cartago sabía que podía aspirar a tener superioridad naval local en áreas del Mediterráneo occidental, pero no general. Esta superioridad local le permitía mantener líneas de comunicación abiertas entre áreas bajo su control, pudiendo por ejemplo mantener la comunicación entre España y la Italia sometida, pero en cambio no le permitió un intento de desembarco en Italia.
  • 34. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 34 Tácticas de combate En el periodo que nos ocupa, los combates navales estaban basados en el uso del espolón, que en el caso cartaginés siguió la evolución ya indicada de forma cónica larga al tridente romo. La maniobra de ataque era arriesgada para el buque que la realizaba, debiéndose efectuar a la velocidad adecuada si se quería conseguir el efecto deseado, una velocidad superior podría implicar el empotramiento del buque, y una inferior el producir daños menores. Se ha modelado el impacto de este tipo de naves en términos de energía absorbida en la colisión, esta energía se convierte en energía de deformación y posteriormente de rotura en los barcos. Efectuando el impacto adecuadamente, debido a la rigidez de la proa del atacante, en primera aproximación se traduce en daño al contrario. Las figuras 28 a 30 muestran lo sensible que es la energía absorbida como función de la velocidad, así como el efecto del ángulo y zona de impacto. Figura 28.- Energía absorbida durante la embestida de un trirreme a una nave semejante parada. Impacto perpendicular en el centro. Efecto de la velocidad de impacto
  • 35. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 35 Figura 29.- Energía absorbida en el impacto entre dos trirremes como función del punto y ángulo de impacto. Trirreme atacada parada. Trirreme atacante avanza a 2 m/s. 0 corresponde al centro de la eslora adimensional (eslora total igual a 1). Figura 30.- Energía absorbida en el impacto entre dos trirremes. Atacada avanza a 2m/s. Atacante a 4 m/s.
  • 36. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 36 Existían dos tipos de embestidas: una dirigida contra el casco con objeto de perforarlo y provocar la inundación (que no el hundimiento) del barco enemigo; y otra contra los remos, con la idea de dejarlo ingobernable. En el primer caso se intentaba impactar en los costados y aletas, donde el barco era más susceptible de resultar dañado. El buque atacante debía poseer una velocidad relativa al atacado lo suficientemente elevada (o lo que es igual, un mínimo de energía cinética) como para perforarlo. La velocidad mínima de impacto dependía del ángulo formado entre los rumbos de los barcos. La maniobra requería una perfecta coordinación entre remeros, timoneles y capitán. A las velocidades de ataque, un barco recorría una distancia igual a su eslora en cuestión de 8-10 segundos. Por tanto llegar unos segundos antes podría cambiar los papeles atacante/atacado. Unos segundos después se erraría el blanco, o lo que es peor, el atacante podría perder sus remos contra la popa del atacado. El impacto no dejaba de ser una colisión donde las estructuras de ambos barcos sufrían cargas elevadas. Para minimizar el efecto del espolón, como defensa pasiva, los barcos iban reforzados a la altura de la línea de flotación. La estructura que sujetaba el espolón al casco debía ser resistente y no tan solo capaz de aguantar las cargas de compresión que aparecían en la embestida, sino también cargas laterales y verticales. Las laterales eran consecuencia de embestir con un cierto ángulo al enemigo. Las cargas verticales aparecían aún cuando la embestida fuera perpendicular: al penetrar el espolón, dependiendo de la posición del centro de gravedad del enemigo y de las velocidades de los buques, el casco enemigo podía girar, a lo largo de su eje longitudinal, bien hacia el atacante tendiendo a hundir su proa o en sentido opuesto, al ser arrastrado, levantando la proa atacante. Las cargas transmitidas por el espolón eran lo bastante grandes como para que existiera el riesgo de dañar el casco atacante y originar una vía de agua. Para evitar esto, el espolón no era prolongación de la quilla, sino un añadido al margen de la estructura del casco. Podía perderse o dañarse, sin poner en peligro el buque: “Ellos perdieron cuarenta buques en la batalla, y los veinte restantes salieron del encuentro con los espolones tan doblados y romos que no eran útiles para el servicio” (Herodoto, La Historia I.166). La segunda táctica consistía en arremeter contra los remos de un lado, partiéndolos y dejando el barco sin control. En este caso, el buque atacante recogía los remos del lateral con el que iba a atacar, impulsándose durante la colisión con los del otro costado. En esta maniobra tenían ventaja los barcos equipados con epotides, ya que éstos garantizaban una distancia mínima al barco enemigo, colisionando con las palas en una posición alejada de las portas. De esta forma los remos se sometían a flexión, siendo una forma más eficiente de romperlos que a cortadura, tal como habría ocurrido si los cascos hubieran estado en contacto lado con lado. Hay dudas de que fuera una maniobra habitual por el riesgo que conlleva para los propios remos. Durante la maniobra de aproximación, se realizaba un intercambio de misiles entre navíos. Originariamente eran armas arrojadizas manuales (piedras lanzadas con hondas, venablos, jabalinas, etc.), pero con el aumento del tonelaje de los barcos (cuatrirremes, quiquerremes y superiores) se incrementó el calibre de los proyectiles mediante el uso de catapultas y balistas. La primera instalación de estos ingenios sobre una ‘reme’ se atribuye a Demetrio Poliocertes. No es de esperar que se pudiera hundir o dañar severamente un barco usando la artillería; pero sí el que se rompiera el ritmo de boga, haciéndole perder impulso y control si alguno de los misiles alcanzaba a los remeros.
  • 37. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 37 Tras el impacto existían dos formas de actuar: bien se ciaba dejando al enemigo con una vía de agua, o se abordaba (en alguna ocasión la tripulación del barco embestido, abordó al atacante, antes de separarse, tomándolo). En el segundo caso, los navíos con plataformas elevadas tendrían ventaja al atacar la cubierta contraria desde una posición más favorable. En general, un combate naval se asemejaba a una batalla terrestre con cohortes. Los barcos se situaban en dos líneas enfrentadas y solía tener ventaja el que poseía mayor numero de naves, ya que podía envolver la línea enemiga y atacar los flancos del contrario. Las flotas con naves de calidad y tripulaciones bien preparadas, basaban sus tácticas de ataque en la maniobrabilidad y velocidad. Existían dos movimientos de ataque tipo: el diecplo (diekoplus) y el periplo (periplus). No existe unanimidad en cuanto a la descripción de la maniobra y ni siquiera si eran maniobras colectivas efectuadas por escuadras o naves individuales. La siguiente descripción proporciona una idea del tipo de maniobra. En el primer tipo de ataque, el atacante intentaba atravesar la línea defensiva pasando entre dos naves, para luego, virando, atacar por la popa. El segundo solía utilizarse cuando la escuadra atacante era más numerosa que la enemiga; en los extremos de la formación, en línea, se situaban los buques más rápidos, que intentaban rebasar el frente contrario para atacar por detrás. Una forma de defenderse de la primera maniobra era disponer los barcos formando una doble línea, con la segunda fila cubriendo los huecos de la primera; el problema es que se acortaba la longitud del frente de combate, pudiendo el enemigo utilizar el periplo. (Lazenby, 1987; Morrison, 1991; Holladay, 1988; Whitehead, 1987) Cuando una de las flotas era inferior, en términos marineros, a la otra; daba mejor resultado la elección de la zona de combate. En estos casos, se intentaba situar la línea de defensa de tal forma que: 1. los flancos estuvieran protegidos por la costa, desde donde se podía contar en ocasiones con apoyo de tropas terrestres y artillería; 2. se dificultara la navegación en las zonas someras, por ejemplo mediante el hundimiento de barcas cargadas de piedras; 3. y en aguas profundas, con la creación de barreras formadas por la unión de barcos mercantes artillados, anclados y unidos mediante cadenas; Así la movilidad del contrario se veía muy reducida al encontrarse el escenario del combate limitado. Las ventajas de velocidad y capacidad de maniobra pasaban a un segundo plano. Dentro de esta misma línea de impedir la movilidad, se puede considerar el hostigamiento de las grandes galeras, realizado desde barcas y embarcaciones menores equipadas con arqueros y honderos. Otra estratagema usada tanto por los corintos como por los siracusanos, contra la superioridad ateniense, fue la modificación y refuerzo de las proas de sus barcos para
  • 38. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 38 obligar a un impacto frontal con los trirremes enemigos de construcción más ligera y posteriormente abordarlas (Tuc. VII.36). En otra ocasión, las modificaciones afectaron a la posición del espolón, que fue situado por debajo de la línea de flotación para abrir vías de agua en las zonas menos protegidas de los buques enemigos (Diodoro Sículo, Biblioteca Histórica, Libro 13, X). Algo parecido fue lo que hicieron los romanos en la batalla de Écnomo para contrarrestar la superioridad cartaginesa, donde esperaron al enemigo para tras el encontronazo engancharles con los corvus y abordarles. Además de las tácticas académicas, en multitud de ocasiones la iniciativa y arrojo de los capitanes y tripulaciones era la clave para la victoria. Es interesante el análisis de 17 combates navales, ocurridos entre el 429 y el 405 a. de C., en el marco de la Guerra del Peloponeso. El número medio de trirremes involucrado en cada enfrentamiento fue de 64 para las fuerzas áticas y 77 para las espartanas; siendo en ambos bandos la flota más pequeña de 20 ó 25 naves y la mayor de 180 a 185. La media de naves perdidas en cada batalla fue de 34. Definiendo el coeficiente de daños infligidos como el cociente entre las bajas contrarias y las fuerzas propias, en el bando vencedor este valor es 0,33 −por cada 100 trirremes de la flota ganadora, la escuadra contraria perdía 33−, mientras que para el vencido es 0,04. La gran diferencia existente entre los coeficientes de daños para vencedores y vencidos, se explica por la recuperación de los barcos dañados por parte de la escuadra victoriosa. Aunque el autor no ha realizado de momento un análisis similar para los enfrentamientos donde participaron los cartagineses, es probable que las tendencias se mantengan.
  • 39. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 39 REFERENCIAS BASCH, L. (1969) Phoenician Oared Ships. Mariner Mirror 55 139-62, 227-45 BREWSTER, Frank (1923) The Upozomata of Ancient Ships Harvard Studies in Classical Philology, Vol. 34, 63-77 CASSON, L (1951) Speed under Sail of Ancient Ships Transactions and Proceedings of the American Philoogical Association, Vol. 82, 136-148 CASSON, L (1966) Galley Slaves Transactions and Proceedings of the American Philological Association. Vol. 97 CASSON, L (1971) Ships and Seamanship inthe Ancient World Princenton 1971 COATES, J. (1997) Some comments on the article on shipworm in (and beaching of) ancient Mediterranean warships in IJNA, 25.2 :104-121 The International Journal of Nautical Archaeology. No 26.1, 82-83 COHEN, L. (1938) Evidence for the Ram in the Minoan period American Journal of Archeology, Vol. 42, Nº 4, 48-494 FOURNIE, D. (2000) Quinquereme. Naval Combat in the Second Punic War Ci3. No 12. GARDINER, R. (Editor, 1995) The Age of Galley Conway´s History of the Ship. 1995 GORDON, J.E. (1987) Structures or Why Things don´t Fall down. Penguin Books GRUNDY, G.B. (1909) The Rate of Sailing of War-Ships in the Fith Century B.C. The Classical Review, Vol. 23, Nº 4, 107-108
  • 40. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 40 HARRISON,C.M. (2003) A note on the care and handling of triremes The International Journal of Nautical Archaeology. No 32.1, 73-79 HOLLADAY, A.J. (1988) Further Thoughts on Trireme Tactics Greece & Rome. Vol 35 Nº2 149-151 HUSS, W. (1993) Los cartagineses Editorial Gredos LANDELS, J.G. (1997) Engineering in the Ancient World. Constable. London LAZENBY, J.F. (1987) The Diekplous Greece & Rome. Vol 34 Nº2 169-185 LIBOUREL, J.M. (1973) Galley Slaves in the Second Punic War Classical Philology, Vol 68, Nº 2, 116-119 MACINTOSH, J.; STEINMAYER, A.G. (2001) Sewn hulls and self defense The International Journal of Nautical Archeology. 30.1 122-127 MORRISON, J.S. (1988) Dilution of Oarcrews with Prisioners of War The Classical Quaterly, New Series, Vol. 38, Nº 1, 251-253 MORRISON, J.S. (1991) The Greek Ships at Salamis and the Diekplous The Journal of Hellenic Studies, Vol. 111, 196-200 MORRISON, J.S:; COATES, J.F. Greek and Roman Oared Warships Osbow Books 1996 RABAN, Avner (1984) The Thera Ships: Another Interpretation American Journal of Archeology. Vol 88, Nº 1, 111-19 ROMERO, M. (1996) Los Puertos Fenicios y Púnicos Rutas, navíos y puertos fenicio-púnicos. XI Jornadas de Arqueología Fenicio- Púnica. 1996
  • 41. XIX Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica (Ibiza 2004) 41 SALMON, E.T. (1960) The Strategy of the Second Punic War Greece & Rome. Vol 7 Nº2 131-142 STEINMAYER, A.G.; MACINTOSH (1997) Shipworms and ancient Mediterranean warships – a response. The International Journal of Nautical Archaeology. No 26.4, 345-346 TARN, W.W. (1907) The Fleets of the First Punic War The Journal of Hellenic Studies, Vol 27, 48-60 TARN, W.W. (1909) Fleet speed; A Reply to Dr. Grundy The Classical Review, Vol. 23, Nº 6, 184-186 WALLINGA, H.T. (1995) The Ancestry of the Triere. 1200-525 Perteneciente a The Age of theGalley. WHITEHEAD, I. (1987) The Periplous Greece & Rome. Vol 34 Nº2 178-185