Jesús se compadeció de una viuda que llevaba a enterrar a su único hijo. Al llegar al entierro, Jesús tocó el féretro y le dijo al joven difunto "levántate". El joven resucitó y Jesús se lo devolvió a su madre, revirtiendo su gran pérdida. Este acto muestra la compasión de Jesús por los que sufren y su poder sobre la muerte.