2. El 1 de diciembre dijo:
“sin una fe viva en Cristo resucitado las hermosas iglesias y
monasterios terminan convirtiéndose poco a poco en
museos;
todas las obras dignas de alabanza y las instituciones pierden
su alma dejando solamente entornos vacíos y personas
abandonadas”.
3. …“El pueblo de Dios no puede
subsistir sin sus pastores,
obispos
y sacerdotes; el Señor ha dado
a la Iglesia el don de la sucesión
apostólica al servicio de la
unidad de la fe y de su
transmisión completa”.
4. “la Iglesia procede de Pentecostés... Cuando los apóstoles
salieron y empezaron a hablar en todas las lenguas, pudieron
manifestar a todos los hombres, por la fuerza del Espíritu
Santo, su fe viva en Cristo resucitado.
El Redentor nos invita siempre de nuevo a anunciar el
Evangelio a todos”.
5. “Se debe anunciar la Buena Nueva y no plegarse a las fantasías de los
hombres. No debemos cansarnos de responder al darnos cuenta de
que nuestros interlocutores no buscan respuestas. Se debe anunciar,
salir,
hacer las preguntas con la visión apostólica que no pasa:
‘Es Jesús, Dios lo ha resucitado, todos nosotros, nosotros somos
testigos de eso’”.
6. El 2 de diciembre dijo en parte
de su homilía dijo:
“Practiquemos en este tiempo
de Adviento una “teología de
rodillas”, para con corazón
sencillo poder conocer a Jesús,
quien no vino como un general
del ejército o un gobernante
potente, sino “como un brote”,
un vástago humilde y manso
que
“ha venido para los humildes,
para los mansos, a traer la
salvación a los enfermos, a los
pobres,
a los oprimidos”.
7. Los ojos de un pobre son más aptos
para ver a Cristo y, a través de Él,
vislumbrar el perfil de Dios,
quienes pretendan sondear este
misterio con los recursos de su propia
inteligencia primero deben ponerse
“de rodillas”,
en actitud de humildad, de lo
contrario
“no entenderán nada”.
8. “El Reino de su Padre pertenece a los “pobres de espíritu”.
“Él nos hace conocer al Padre, nos hace conocer esta vida interior que
Él tiene.
Y ¿a quién revela esto el Padre? ¿A quién da esta gracia?
‘Te alabo, oh Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has
escondido estas cosas a los sabios y a los doctos y las has revelado a
los pequeños’.
9. Sólo aquellos que tienen el
corazón como los pequeños,
que son capaces de recibir esta
revelación, el corazón humilde,
manso,
que siente la necesidad de rezar,
de abrirse a Dios, se siente pobre;
solamente aquel que va adelante
con la primera Bienaventuranza:
los pobres de espíritu”.
10. Por tanto, la pobreza es la dote privilegiada para abrir la puerta del
misterio de Dios, una dote que a veces puede faltar precisamente en
quien a este misterio dedica una vida de estudios.
11. “Tantos pueden conocer la ciencia, la teología también, ¡tantos!
Pero si no hacen esta teología de rodillas, o sea humildemente,
como pequeños, no entenderán nada. Nos dirán tantas cosas,
pero no comprenderán nada. Sólo esta pobreza es capaz de recibir
la Revelación que el Padre da a través de Jesús, a través de Jesús.
Y Jesús viene, no como un capitán, un general de ejército,
un gobernante potente, no, no. Viene como un brote”.
12. “Así lo hemos escuchado en la Primera Lectura:
‘En aquel día, un retoño brotará del tronco de Jesé.
Él es un vástago: es humilde, es manso,
y ha venido para los humildes, para los mansos, a traer la
salvación a los enfermos, a los pobres, a los oprimidos”.
13. Jesús es el primero de los
marginados llegando incluso a
considerar
“un valor no negociable ser igual a
Dios”.
“La grandeza del misterio de
Dios”,
se conoce solamente
“en el misterio de Jesús
y el misterio de Jesús es
precisamente el misterio del
abajarse, del aniquilarse,
del humillarse” que
“trae la salvación a los pobres,
a aquellos que son aniquilados por
tantas enfermedades, pecados y
situaciones difíciles”.
“Fuera de este marco no se puede
entender el misterio de Jesús”.
14. “Pidamos al Señor, en este tiempo de Adviento, que nos
acerquemos más, más, más a su misterio y que lo hagamos por el
camino que Él quiere que hagamos: el camino de la humildad, el
camino de la mansedumbre,
el camino de la pobreza, el camino de sentirnos pecadores. Así
Él viene a salvarnos, a liberarnos. Que el Señor nos dé esta
gracia”.
15. El 4 de diciembre dijo en
parte de su homilía:
“No seamos cristianos de
apariencia”,
“Seamos santos de la vida
cotidiana”.
“Pensemos en los enfermos,
que ofrecen su sufrimiento
por la Iglesia y los demás.
Pensamos en tantos
ancianos solos, que oran y
ofrecen”.
16. “Pensemos en tantas madres y padres de familia que llevan
adelante con trabajo a su familia, la educación de los hijos, el
trabajo cotidiano,
los problemas, pero siempre con la esperanza en Jesús,
que no se pavonean, sino que hacen lo que pueden”.
17. También existen muchos sacerdotes
“que no se hacen ver pero que trabajan en sus parroquias con
mucho amor” y “no se aburren porque su fundamento es la
roca” que es Cristo.
18. “Debemos pensar muchos en la santidad escondida que hay
en la Iglesia, cristianos que permanecen en Jesús”, aunque
“pecadores”,
porque “lo somos todos”. En el lado contrario estarían “los
soberbios,
los vanidosos y los cristianos de apariencia serán sacrificados,
humillados”, mientras que “los pobres serán los que
triunfarán, los pobres de espíritu, aquellos que delante de
Dios se sienten ‘nada’, los humildes y que llevan adelante la
salvación poniendo en práctica la Palabra del Señor”.
19. “…Los cristianos maquillados “apenas llega un poco de lluvia el
maquillaje se va”. Por tanto, “no basta con pertenecer a una
familia muy católica o a una asociación o ser benefactor si no se
sigue después de la voluntad de Dios”.
20. “Existen muchos “cristianos de apariencia” que se “colapsan”
ante la primera tentación porque “no hay ninguna sustancia” ya
que han construido sobre arena. Pero hay muchos santos “en el
pueblo de Dios”
que “no necesariamente están canonizados, pero que son santos”
porque “ponen en práctica el amor de Jesús”.
Es decir, “han construido sobre la roca, que es Cristo”.
21. Piensen “qué será de ti” “comida para los gusanos”.
“Si no tenemos esta roca, vamos a terminar pisoteados”.
Pero la alegría del cristiano consiste en “saber que Él es la
esperanza,
es el perdón, es la paz, es la alegría”
y en “no poner nuestra esperanza en cosas que hoy son y mañana
no serán”.
22. “También algunas veces alguno de
estos cristianos comete cualquier
pecado grave, pero se arrepienten,
piden perdón y esto es grande:
la capacidad de pedir perdón,
de no confundir pecado con virtud,
de saber bien donde está la virtud
y donde el pecado”.
23. El 4 de diciembre dijo:
“Hoy la pobreza ha cambiado de rostro y también entre los
pobres hay gente con expectativas diferentes: aspiran a ser
protagonistas,
se organizan, y sobre todo practican esa solidaridad que existe
entre los que sufren, entre los últimos”.
24. … “Solidaridad con los pobres es pensar y actuar en términos
de comunidad, de prioridad de la vida de todos en vez de
apropiación de bienes por parte de algunos. También es
luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la
desigualdad, la falta de un trabajo
y una casa, la negación de los derechos sociales y laborales”.
25. Pero, sobre todo, “la solidaridad es una forma de hacer historia con los
pobres, evitando presuntas obras altruistas que reducen el otro a la
pasividad'”.
26. “hay que reafirmar que la creación no es una propiedad de la
que podemos disponer como nos plazca
y mucho menos es propiedad sólo de unos pocos.
La creación es un don maravilloso que Dios nos ha dado,
para que la cuidemos y usemos para el beneficio de todos,
con respeto”.
27. “hace mucha falta testimoniar el valor de la gratuidad:
¡los pobres no pueden convertirse en una ocasión de sacar
beneficio!”.
28. … “¡Cuántas personas son perseguidas a causa de su fe,
obligadas a abandonar sus casas, sus lugares de culto, sus tierras,
sus afectos!
¡Cuántas vidas rotas! ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción!”
29. No obstante, frente a todo esto, “el discípulo de Cristo no retrocede,
no vuelve la cara para mirar de otra parte: se hace cargo de esta
humanidad doliente, con cercanía y acogida evangélica”.
30. El 7 de diciembre dijo en sus palabras previas al rezo del ángelus:
“Sean testimonio de la misericordia y ternura del Señor”.
31. …Nos encontramos ya en la
segunda etapa del Tiempo de
Adviento,
“un tiempo estupendo que
despierta en nosotros la espera del
retorno de Cristo y la venida de su
memoria histórica”.
32. La liturgia del día da “un mensaje lleno de esperanza”,
es “el envío del Señor expresado por boca del profeta Isaías:
'Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios'”.
33. “El mensaje de Isaías es un
bálsamo sobre nuestras
heridas
y un estímulo para preparar
con entusiasmo la venida del
Señor”,
y “habla hoy a nuestro
corazón para decirnos que
Dios olvida nuestros pecados
y nos consuela”.
34. Estas palabras,
anuncian “el anuncio jubiloso
de la liberación”,
porque “el tiempo de la
tribulación ha terminado;
el pueblo de Israel puede mirar
con fidelidad hacia el futuro”.
35. “la tristeza y el miedo pueden dar paso a la alegría,
porque el Señor mismo guiará a su pueblo en el camino de la
liberación y de la salvación”. Pero, ¿Cómo lo hará?, “con la
solicitud
y la ternura de un pastor que se hace cargo de su rebaño”.
36. “Él dará seguridad y unidad a su rebaño, lo hará pastar,
reunirá en el redil seguro a las ovejas perdidas
y pondrá especial atención en aquellas más frágiles y débiles”.
37. “El profeta envía a quien lo
escucha -nosotros hoy-a
difundir entre el pueblo
este mensaje de esperanza”.
38. “no podemos ser mensajes de la consolación de Dios si no
experimentamos nosotros primero la alegría de ser consolados y
amados por Él”,
algo que sucede “cuando escuchamos su Palabra y permanecemos
en oración silenciosa en su esperanza, cuando lo encontramos en
la eucaristía o en el sacramento del Perdón”.
39. “hoy hay necesidad de personas que sean testimonio de la
misericordia y ternura del Señor”. Entre estas se encuentran
“los que están oprimidos por el sufrimiento, las injusticias y los
abusos; a quienes son esclavos del dinero, del poder, del éxito, de
la mundanidad”.
40. En twitter dijo:
La Iglesia está llamada a hacerse cercana a todas las
personas, comenzando por los más pobres y los que
sufren.
42. El tiempo de Adviento nos infunde esperanza,
una esperanza que no defrauda. El Señor nunca falla.
43. El Adviento nos invita a iniciar un nuevo camino.
Dejémonos guiar por María, nuestra Madre.
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