Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
La profesion docente y la comunidad escolar
1.
2.
3. El discurso supone que siendo los padres los más
interesados en la educación de sus hijos, nada
les permitirá realizar mejor su derecho a
controlar ésta e influir sobre ella que la
oportunidad de intervenir en la gestión de los
centros docentes.
Numerosos padres ni siquiera acuden al centro
ante un problema individual de sus hijos. Los
profesores, sobre todo los tutores, se lamentan
constantemente de la escasa colaboración de los
padres o, más llanamente, de haber llamado a los
padre de tal o cual alumno problemático sin
ningún resultado.
4. Probablemente la frecuencia de estos casos se
exagera, ya que permite alimentar el mito de la
familia culpable, frente al esforzado centro de
enseñanza.
La participación vendría a marcar la diferencia
entre la instrucción y la formación, o entre la
enseñanza y la educación. No se duda de que los
profesores sepan biología, lengua, matemáticas,
historia, etc., pero hay que asegurarse de que las
formas de comportamiento a las que se induce a
los alumnos, el ejemplo que se les da, el carácter
que se propicia en ellos, etc., sean también los
adecuados.
5. Los padres que participan, por su parte,
tienen que hacer frente, con frecuencia, a la
acusación de que sólo se preocupan de los
problemas particulares de sus hijos, no de los
problemas de todos.
Los profesores critican algo mas: la tendencia
a generalizar sobre la base de lo particular,
aunque ellos mismos nunca demuestran,
tampoco, que lo particular sea excepcional, y
no la manifestación de lo general.
6. Como consecuencia, los representantes de
los padres se autocensuran y se autolimitan,
pues de nada serviría plantear problemas o
adelantar propuestas que, además de resultar
mal recibidos o inviables porque el
profesorado tiene la mayoría, pudieran crear
fricciones.
7. Bajo el epígrafe genérico de ¨actividades
extracurriculares¨ suelen incluirse una serie de
actividades y servicios de distintas naturaleza.
Las actividades extracurriculares; cualesquiera
que sean su origen, su finalidad y su relación con
el curriculum y en tanto que deban realizarse
bajo la dirección y el control de los profesores,
sea total o parcialmente, plantean el problema de
la responsabilidad civil y criminal de estos por la
suerte de los alumnos bajo su custodia.
8. Las actividades extraescolares desempeñan,
cuando menos, una triple función. Por un lado,
pueden considerarse como una manera de cubrir
la distancia que separa la enseñanza de la
educación, la instrucción de la formación, la
capacitación académica del desarrollo integral, o
como queramos definir esa dicotomía ya vieja en
el pensamiento educativo.
Las actividades extraescolares son también una
forma de cultivar la diferencia. Puesto que lo
escolar propiamente dicho esta al alcance de
todos y es forzosamente uniforme, lo
extraescolar se dibuja como el terreno en el que
buscar una enseñanza de mayor valor económico
y simbólico.
9. Los centros de enseñanza se han convertido en
¨aparcamientos¨ o ¨guarderías¨ donde
depositar a niños y jóvenes en las joras en que
sus familiares no pueden atenderlos.
Surge el conflicto entre las necesidades de la
custodia y la logica de la enseñanza;
personificadas ambas en los dos colectivos que
protagonizan el problema de la gestion
democratica de la enseñanza: padres y
profesores, respectivamente. Aunque tiene otras
muchas manifestaciones, este conflicto aflora a
menudo, como choque de intereses, en torno a
cuestiones como las actividades extraescolares,
el comedor y el horario escolar.
10. Aunque tiene otras muchas manifestaciones,
este conflicto aflora a menudo, como choque
de intereses, en torno a cuestiones como las
actividades extraescolares, el comedor y el
horario escolar.
Las actividades extraescolares, los servicios
complementarios son mucho mas conflictivos
en los centros públicos que en los privados,
por motivos obvios.
Los profesores ven, a menudo, en las
actividades de custodia, un atentado a su
profesionalidad y un factor de
endurecimiento de sus condiciones laborales.
11. Junto a profesores y padres encontramos en
los órganos de participación, como tercer
elemento de importancia, a los alumnos. No
solo son un colectivo presente al que, como a
otros, se le han otorgado derechos, sino que
se supone son el centro de la institución y
que, para ellos, la participación ha de tener
también una dimensión formativa.
Si los padres están presentes, es porque se
parte de que los alumnos carecen de la
madurez suficiente para defender por si
mismo sus propios intereses.
12. A medida que se les reconoce un atisbo de
madurez, los alumnos entran en escena
desplazando de manera progresiva, aunque
parcial, a los padres.
13. Dos o cuatro representantes en el consejo
escolar son, no hace falta explicarlo, en
relación con el conjunto del alumnado de
cualquier centro. Muchos mas relevantes para
su experiencia de la participación, y
probablemente para su imagen del
funcionamiento de la instituciones, es la
figura del delegado de grupo, visible para
todos y única posibilidad de organización
articulada del conjunto de los estudiantes.
14. Si hacemos caso a los profesores, en quienes
habla la voz de la madurez, los delegados no
sirven de mucho ni funcionan demasiado bien
porque los estudiantes no saben o no quieren
elegirlos de la manera adecuada.
Los alumnos presentan una visión mas prosaica
de la realidad del delegado. Para ellos es, de
hecho una mezcla de asistente y esbirro del
profesorado, antes que un representante eficaz
de los intereses de sus electores.
15. El delegado que no quiera romper con el grupo
tendrá que convertirse, de un modo u otro, en su
cómplice. La mayoría de ellos, ciertamente, se
resisten en alguna medida a la función que les ha
sido asignada: no quieren controlar a los
alumnos fuera de clase, no anotan a todos los
que se supone se comportan mal en ausencia del
profesor, actúan mas bien como vigías de la
llegada de este, hacen la vista gorda si se pierde
o es falsificado el parte, etc.
Pero solo en alguna medida porque, en todo
caso, han de cumplir con su función o, cuando
menos, aparentar que la cumplen; de manera que
en ultima instancia, no dejan de ser un
instrumento del profesor, salvo que dejen de ser
delegados.
16. Las posibilidades de participación de los
alumnos están fuertemente limitadas por el
hecho de que, al fin y al cabo, en ella y al
margen de ella están sometidos a la
autoridad y el poder del profesorado. De
entrada, resulta difícil reclamar los propios
derechos desde la condición de infans: el que
no habla.
17. Además, los alumnos no consideran que el
contexto escolar, y en particular la actitud de
los profesores, sean especialmente favorables
a la realización de sus derechos. Ven una
falta de sintonía entre la aceptación en un
plano general de los derechos individuales, la
democracia, etc, y lo que sucede en su
inmediato rededor todos los días, entre el
macrocontexto social y el microcontexto
escolar, entre el discurso y la practica.