La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Salmonella typhi que infecta únicamente a los humanos. Los síntomas incluyen fiebre alta, dolor de cabeza, erupción cutánea y, en casos graves, bradicardia, hepatoesplenomegalia y neumonía. Si no se trata, puede causar complicaciones gastrointestinales graves e incluso la muerte. El diagnóstico se confirma identificando la bacteria en cultivos y el tratamiento es con antibióticos como cloranfenicol o cef
2. La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa
rara también llamada Fiebre Entérica. El
organismo causante es la bacteria Salmonella
typhi, también conocida como bacilo de Eberth.
3. la Salmonella typhi infecta únicamente a los
humanos. Es capaz de vivir en el interior de los
cálculos biliares, llegando a través de la bilis al
intestino, donde provoca lesiones específicas en
los folículos y en las Placas de Peyer.
4. Posteriormente es expulsada del organismo
con las heces y la orina, pudiendo así
contaminar el agua y los alimentos, esta
contaminación de los alimentos puede
favorecerse por el transporte por medio de
moscas y otros animales
5. Esta infección da lugar a una enfermedad
sistémica con diversos grados de severidad. El
cuadro clínico consiste en ciclos de fiebre muy
alta junto con manifestaciones neurológicas y
digestivas que se acompaña de una erupción
cutánea característica.
6. Los casos graves producen un aumento de
fiebre gradual acompañado de malestar
general, dolor de cabeza, anorexia e insomnio.
En adultos y niños mayores el estreñimiento es
más frecuente que la diarrea.
7. Si no se aplica tratamiento la infección progresa
a bradicardia, hepatoesplenomegalia, síntomas
abdominales y, en algunos casos, neumonía.
En la mitad de los casos en el tronco aparece
una erupción con pápulas rosadas que
palidecen a la presión.
8. En la tercera semana se desarrollan
complicaciones gastrointestinales pudiéndose
llegar a la muerte. Entre un 2 y un 5% de las
personas que padecen la infección se
convierten en portadores crónicos
permaneciendo la bacteria en el tracto digestivo
y biliar de estos individuos.
9. El cuadro clínico es fundamental para el
diagnóstico de sospecha pero el diagnóstico
debe confirmarse identificando el crecimiento
de las bacterias en cultivos de sangre, orina,
heces u otros tejidos corporales.
10. El tratamiento se realiza con antibióticos del
tipo de cloranfenicol, aunque cada vez se
desarrollan más resistencias, y cefalosporinas.