Santa Maria Eufrásia, queria ser um instrumento de Deus porque encontrou na proposta de João Eudes uma opção para os pobres e marginalizados, e se comprometeu com essa inclinação, para seguir não só o legado do Padre Eudes, mas o de Cristo
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¡VAYAN CON EL SEÑOR A EMAÚS!
Como él irán a Emaús a buscar ovejas fugitivas, y,
cumpliendo con ellas las funciones de buen pas-
tor, volverlas al redil. Su tarea es difícil pero es
grande, noble y divina, a los ojos de la fe. No de-
ben acobardarse por los obstáculos
(De las conferencias de santa María Eufrasia Pelletier
Angers, 1907, 39-41)
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ROSAVIRGINIA PELLETIER
“SANTA MARÍA EUFRASIA”
Rosa Virginia nació en el norte de Francia el 31 de julio de
1796. Ingresó en la Orden de Nuestra Señora de la Caridad,
convento fundado por san Juan Eudes en 1641, donde toma el
nombre de Eufrasia. Apasionada por la vida que llevaban estas
hermanas religiosas, quiso multiplicar su estilo de vida y lograr
expandir esta misión a todas las naciones. San Juan Pablo II re-
cuerda este acontecimiento como “la disposición en su corazón de
abrirse al mundo para despertar poco a poco el deseo de salvar almas y
llevar una acción misionera” (Juan Pablo II, Mensaje a la Reverenda Ma-
dre Liliana Tauvette con ocasión del segundo centenario del nacimiento
de Rosa Virgina, 31 de julio de 1996).
De esta manera comenzó la organización en un Generalato
para las fundaciones que se le pedía realizar. Este se convirtió
en el origen de la Congregación de Nuestra Señora de la Cari-
dad del Buen Pastor, que se diferenció de la fundación origina-
ria de san Juan Eudes, cuyo espíritu conservó siempre con gran
cariño.
María Eufrasia fundó en el transcurso de su vida 110 casas en
todos los continentes. Murió en Angers, el 24 abril de
1868. Fue beatificada en 1933 por Pío XI y canonizada en
1940 por Pío XII. Hoy las Hermanas Activas del Buen Pastor y
las Hermanas Contemplativas del Buen Pastor sirven en 71 paí-
ses, abrazando el mundo con su celo por la salvación de todas
las personas.
¡Santa María Eufrasia, ruega por nosotros!
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MEDITACIÓN
SER IMÁGENESVIVIENTES DEL BUEN PASTOR
Jesucristo, el Buen Pastor, es el modelo que debemos tratar de
imitar para adquirir la perfección de nuestro estado. Puesto
que él se dignó asociarnos a su obra y nos ha colocado, para
hacer sus veces, en el redil en donde ha reunido tantas ovejas
infortunadas, es deber nuestro formarnos según su espíritu y
vivir su misma vida.
No pueden hacer el bien, queridas hijas, ni tienen el espíritu de
su vocación sino cuando tengan los pensamientos, sentimien-
tos, afectos del Buen Pastor. De él deben ser imágenes vivien-
tes.
Ahora bien, ¿qué ha dicho Cristo de sí mismo? He venido a sal-
var lo que estaba perdido (Lc. 19,
1 0)?Y ¿qué ha hecho? Ha seguido
en pos de los pecadores con soli-
citud de padre, ha soportado toda
clase de fatigas para hacerlos re-
gresar a él.
¡Recuerden la bondad inefable
con que acogió a la Magdalena!
Véanlo sentado sobre el borde del
pozo de Jacob; está fatigado y
descansa un poco; es que está es-
perando un alma; quiere conver-
tir a la samaritana.
Considérenlo después de su resu-
rrección: sigue ejerciendo su ofi-
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cio de Buen Pastor; va en busca de dos ovejas que, desconsola-
das y tristes, abandonan Jerusalén, la ciudad de la paz, para irse
a Emaús, castillo de confusión. Se junta con los dos discípulos
cuya alma estaba consternada y su fe vacilante, y marcha con
ellos, sin ir más aprisa ni más lento.Toma parte en su conversa-
ción, se adapta a su debilidad, para instruirlos e iluminar las
tinieblas de su espíritu.
Este es el ejemplo, amadas hijas, que debemos imitar, porque
están destinadas a llegar a ser otros tantos buenos
pastores. Es necesario que imiten la abnegación, el espíritu de
caridad y de celo del mismo Jesucristo. Como él irán a Emaús
a buscar ovejas fugitivas y, cumpliendo con ellas las funciones
de buen pastor, volverlas al redil.
Su tarea es difícil, pero es grande,
noble y divina, a los ojos de la fe.
No deben acobardarse por los obs-
táculos. A veces Dios mismo los
pone ante nosotros para reavivar
nuestro celo cuando nos tienta la
tibieza. El objeto de nuestros
pensamientos, deseos, pala-
bras y acciones debe ser la
salvación de nuestras queri-
das ovejas, a ejemplo de nues-
tro Salvador, cuyos pensa-
mientos, deseos, palabras y
obras no tenían otra meta.
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Por lo demás, las maravillas que obra a menudo en ellas nos
muestran claramente cuánto desea su salvación. Estén, pues,
llenas de un celo santo para salvar estas almas confiadas a sus
cuidados. Que ésta sea la ocupación de su vida. Que este pen-
samiento las acompañe en sus oraciones y las haga más fer-
vientes, en sus comuniones para animarlas de los más santos
afectos, en el cumplimiento de sus deberes para que ardan
siempre más con el fuego de la caridad y del celo.
No olviden que para trabajar útilmente en la santifi-
cación de las almas es preciso ser santo, ser todo de
Dios, no pensar en sí mismo ni en las criaturas. Jesucristo las
ha escogido, las ha asociado a su misión en medio de los pue-
blos para que produzcan frutos: frutos de conversión y de sal-
vación.
Así atraerán sobre ustedes bendiciones y gracias abundantes.
Háganse, pues, dignas de su sublime vocación mediante un ce-
lo ardiente, activo, vigilante, y por una caridad sin límites, to-
mando siempre como modelo al Pastor de los pastores.
(De las conferencias de santa María Eufrasia Pelletier 6: Angers, 1907, 39-31.)
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No olviden que para trabajar
útilmente en la santificación de
las almas es preciso ser santo,
ser todo de Dios.
(Conferencias 39-41, Santa María Eufrasia)
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“Jesús, quiero amar a esta persona por amor a
ti. En honor y unión de tu caridad hacia ella,
quiero amarla con todo mi corazón”
San Juan Eudes
(OC I, 263)
Director:
P. Álvaro Duarte Torres CJM
Diseño y compilación:
P. Hermes Flórez CJM y Andrés Felipe Torres
Revisión:
Yolanda Sánchez Contreras