La presente asignación corresponde a los temas que se relación con el objetivo principal de la asignación del tema central que es CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN LOS PAISES EN DESARROLLO
1. Links relacionados al tema de Ciencia y Tecnología en los Países en Desarrollo
http://biblioteca.clacso.edu.ar/Mexico/uacp-uaz/20100322012242/CYTED.pdf
http://servicio.bc.uc.edu.ve/faces/revista/a3n9/3-9-6.pdf
https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Ciencia-
tecnolog%C3%ADa-e-innovaci%C3%B3n-en-Am%C3%A9rica-Latina-y-el-
Caribe-Un-compendio-estad%C3%ADstico-de-indicadores.pdf
https://idl-bnc-idrc.dspacedirect.org/bitstream/handle/10625/6616/IDL
6616.pdf?sequence=1
Mapas conceptuales relacionados al tema de Ciencia y Tecnología en los Países en
Desarrollo:
Mapa No. 1
3. OBJETIVOS BÁSICOS DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA EN LOS
PAÍSES EN DESARROLLO.
Desde la primera revolución industrial se ha puesto en evidencia la importancia
de la tecnología en el desarrollo nacional. La aplicación de la tecnología ha
propiciado una tremenda elevación del nivel de vida en los últimos doscientos
años. De otra parte, la ausencia de esta aplicación ha contribuido a mantener a
los países en desarrollo en niveles precarios. Los indicadores de población,
ingresos y empleo, así lo atestiguan. Es de dudar que los países en desarrollo
puedan permitirse un cambio tan gradual como el de sus predecesores
industrializados. Necesitan lograr en décadas lo que se logró en siglos. La
tecnología ha sido reconocida como un poderoso motor de crecimiento de la
economía. Se ha comprendido que un país subdesarrollado es el que tiene una
débil base tecnológica. Si quieren valerse de dicho motor, los países en
desarrollo no pueden hacer aproximaciones esporádicas al tema. Se requiere un
gran esfuerzo sistemático y sostenido, para impulsar el desarrollo tecnológico y
científico.
Hasta hace pocos años, nadie habría dudado que el desarrollo enorme del
poderío tecnológico del mundo, tanto de la ciencia (conocimiento del por qué)
como de la tecnología (conocimiento del cómo), ofrece grandes ventajas para
los países pobres de hoy que llegan a un proceso de desarrollo ya avanzado.
Entre mayor sea la acumulación de los conocimientos, más fácil deberá volverse
el desarrollo.
En efecto, los acontecimientos parecían prestar un apoyo firme a esta
concepción aceptada prácticamente por todos los economistas. Alemania y los
Estados Unidos se desarrollaron con mayor rapidez que el Reino Unido, el país
pionero de la revolución industrial. A su vez, Rusia, Argentina y el sur de Brasil,
parecían ponerse al corriente rápidamente, como ocurrió también un poco más
tarde con Australia y Canadá. Inclusive el crecimiento de los países pobres de
hoy resulta, en general, muy rápido de acuerdo con las normas históricas, con
tasas de crecimiento del PNB que fluctúan entre 5 y 6 por ciento. Si esto no se
traduce en aumentos correspondientes del ingreso per cápita, ello se debe a las
tasas de crecimiento demográfico más rápidas que las afrontadas por los países
ricos de hoy en cualquier momento de su historia, cuando además tuvieron
4. canales de emigración que no están abiertos a los países en desarrollo de hoy.
El rápido crecimiento demográfico es un problema diferente, si bien para lo que
ahora nos interesa podríamos meditar en que la reducción de las tasas de
mortalidad forma parte de ella misma del efecto de la tecnología de los países
ricos: en este caso la tecnología de la salud.
En Estados Unidos el proceso de construcción de capacidades científicas y
tecnológicas en el periodo posterior a la Guerra de Independencia se desarrolló
en gran medida en ausencia de una política científica y tecnológica formal y
estructurada. Gran parte de la adquisición de capacidades durante ese período
derivó básicamente de la adaptación de tecnologías de los países más
desarrollados, sobretodo Gran Bretaña. En este sentido, Smith (1990) señala:
“puede decirse que la revolución industrial llegó a Estados Unidos en 1790 con
la experiencia de Samuel Slater. Mecánico experimentado, Slater había
memorizado hasta el último detalle del proceso de producción empleado en las
plantas textiles de Manchester, para luego abandonar clandestinamente
Inglaterra, burlando las leyes de control de exportaciones. Después de vincularse
a la acaudalada familia Browne de Providence, Rhode Island, se abocó a lanzar
la industria textil en América del Norte”.
APROBACIÓN SOCIAL DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA.
La posesión del conocimiento genera por sí misma riqueza intelectual y permite
al individuo alcanzar una mayor armonía con su entorno. Por ello debe
fomentarse el estudio de la ciencia en todos los niveles del aprendizaje: básico,
medio y universitario. El estudio de los fenómenos naturales y la búsqueda de
su razón de ser constituyen el mejor de los estímulos para el desarrollo de la
inteligencia. La inteligencia es el factor más importante para el cambio y el
desarrollo, y por ello debe favorecerse para así formar y consolidar el más valioso
patrimonio del país.
GENERACIÓN DE CONOCIMIENTO Y EDUCACIÓN.
La relación cercana entre ciencia y desarrollo depende de la interacción entre
educación e investigación. Si se quiere que la educación forme ciudadanos con
capacidad de comprender, la única vía posible es la de asegurar una estrecha
relación entre la educación como proceso de aprendizaje y la investigación como
5. proceso de generación y adaptación de conocimiento. Sin la investigación, la
educación se convierte rápidamente en la transmisión mecánica y estática de
información, negando así la posibilidad de desarrollar una capacidad de análisis
y comprensión, y una actitud innovadora que busque entender las relaciones
existentes entre los fenómenos biológicos, físicos y sociales.
CIENCIA, TECNOLOGÍA Y PRODUCCIÓN.
A lo largo del presente documento se ha puesto el mayor énfasis en la capacidad
transformadora tanto de la ciencia como de la tecnología en el modelo productivo
y se ha descrito brevemente el significado de su evolución. La Misión de Ciencia
y Tecnología reconoce plenamente que en el mundo industrializado de hoy la
ciencia y la tecnología se han convertido en factores de competitividad y de
acceso a mercados. Como ya sabemos, el conocimiento en sus múltiples formas
es el componente más importante de lo que los economistas han llamado el
factor residual para explicar el crecimiento económico, más allá del papel que
desempeñan los factores clásicos de producción como el capital, la tierra y el
trabajo. Advierte la Misión, de modo similar al presente documento, que los
avances en biología molecular, en biotecnología, nuevos materiales, en
informática y en microelectrónica, están forjando un nuevo paradigma técnico y
económico, caracterizado por sistemas de producción intensivos en ciencia y,
por lo tanto, más dependientes de la calidad de los recursos humanos y de la
aplicación directa del conocimiento científico.
¿CÓMO HA SIDO LA RELACIÓN ENTRE CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN LOS
PAÍSES DESARROLLADOS?
Los estudios citados anteriormente han sido llevados a cabo a partir de la
experiencia de los países desarrollados. Lamentablemente, en los países
subdesarrollados no abundan los trabajos empíricos dirigidos a estudiar las
interrelaciones entre ciencia y tecnología. Entre los pocos disponibles cabe citar
aquellos que se agrupan dentro de la llamada tesis de la “marginalidad de la
ciencia”, los cuales plantean, en cierta manera, la idea de internalización
anteriormente aludida. Vale la pena ahondar un poco al respecto.
6. El concepto de marginalidad fue tomado de cierta corriente de la sociología
latinoamericana que trataba de explicar la posición de ciertos grupos sociales
dentro de la sociedad capitalista. Este concepto fue empleado para señalar que
la actividad científica y tecnológica en América Latina no desempeña ningún
papel importante para el desarrollo de los países de la región, hasta el punto que
se trata de una actividad de las que perfectamente pudiera prescindirse sin que
el funcionamiento de las economías se vea mayormente afectado.
Los teóricos de la dependencia han argumentado que la ciencia fue una actividad
completamente marginal y que los países subdesarrollados fueron receptores
pasivos de una tecnología costosa e inapropiada, lo que condujo a que, a lo largo
del tiempo, se observaran muy pocos cambios en su situación de dependencia
estructural (Furtado, 1964).
Esta posición marginal de la ciencia fue básicamente interpretada como un
hecho de carácter histórico. Desde esta perspectiva, el atraso científico y
tecnológico de América Latina se explicaba, en buena medida, por haber sido
descubierta por España y Portugal, los países que quedaron fuera de la
revolución industrial y los cuales presentaban un marcado retraso en relación
con el desarrollo científico alcanzado en Inglaterra y Francia. De esta manera se
trasplantó hasta le región un modelo social reñido con la concepción moderna
de la ciencia, la que había hecho factible el avance de las potencias europeas
de la época. Dentro de esta óptica, las naciones latinoamericanas fueron, desde
sus inicios, dependientes y, en tanto tales, vieron determinadas sus economías
por su ubicación dentro de la división internacional del trabajo, división que les
asignó el rol de exportadoras de materias primas o de bienes de consumo poco
sofisticados y de importadores de productos y servicios con un relativamente alto
contenido tecnológico.
7. En este contexto, de acuerdo con este planteamiento, las relaciones entre
ciencia, tecnología y producción no se dieron de la manera como,
supuestamente, se dan en los países desarrollados y es precisamente allí, en
esa falta de vínculos, donde se apoya la explicación estructural de la
marginalidad de la ciencia en las sociedades latinoamericanas. Se decía, en
efecto, que la ciencia latinoamericana guardaba más nexos con la ciencia de los
países avanzados que con el sistema tecnológico o el sistema económico de la
propia Latinoamérica, y lo mismo sucedía, mutatis mutandi, con la actividad
tecnológica y la actividad económica (Jaguaribe, 1974; Furtado, 1970; Sunkel,
1977, Sagat, 1979).
En un intento por abordar el tema de una manera más particular, esa falta de
vínculos se pretendió aclarar por la vía de algunas explicaciones que, en buena
medida, se hicieron complementarias de la interpretación más global. En una de
ellas se sostenía que los países latinoamericanos habían adoptado un modelo
de desarrollo que los predisponía obligatoriamente a la adquisición de
tecnologías extranjeras, y minimizaba, por tanto, la necesidad de tener que
contar con una actividad científica y tecnológica propia. En otra se argumentaba
que el aparato científico-tecnológico local generaba una oferta inadecuada en
términos de las necesidades del país, bien porque en los países
latinoamericanos la comunidad científica se orientaba por los patrones
establecidos por “la ciencia universal” y no por los intereses locales, bien porque
se trataba de ciencia básica (lo cual en cierta forma era una manera de decir casi
lo mismo); para una tercera explicación, la oferta era adecuada o pudiera
fácilmente serlo, pero los empresarios no le tenían confianza a los resultados
obtenidos por el sistema científico y tecnológico local, pero se carecía de los
mecanismos necesarios para la vinculación de esa oferta con su demanda
natural.
Dichos mecanismos debían permitir, por un lado, que se explicitaran las
demandas de la sociedad y, por otro, que se pudieran aplicar los resultados que
genera el sistema científico y tecnológico local.
Entonces, el problema de desarrollo tecnológico en la empresa, pasaba a ser un
problema de “creación de vínculos”. La siguiente frase de Sábato y Botana
(1968:143) expresa claramente ese planteamiento:
8. “NO BASTA, SIN EMBARGO, CON CONSTRUIR UN VIGOROSA
INFRAESTRUCTURA CIENTÍFICO-TECNOLÓGICA PARA ASEGURAR QUE
UN PAÍS SEA CAPAZ DE INCORPORAR LA CIENCIA Y LA TÉCNICA A SU
PROCESO DE DESARROLLO: ES MENESTER, ADEMÁS, TRANSFERIR A LA
REALIDAD LOS RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN; ACOPLAR LA
INFRAESTRUCTURA CIENTÍFICO-TECNOLÓGICA A LA ESTRUCTURA
PRODUCTIVA DE LA SOCIEDAD”.
En el marco de las diversas percepciones de la marginalidad de la ciencia, casi
todas las políticas que presumiblemente habrían de corregirla, se apoyaron
básicamente en el difundido “triángulo de Sábato”, según el cual, para que la
ciencia sirviera efectivamente al desarrollo económico, había que lograr una
triple vinculación que conectara al gobierno (ente regulador), a la empresa (ente
receptor de tecnologías) y al sistema científico (ente productor de
conocimientos).