La regulación emocional es una habilidad importante para el desarrollo de los niños que se aprende y no con la que nacemos. Ayuda a los niños a controlar sus emociones intensas y reacciones. Los niños que desarrollan esta habilidad tienen mejores relaciones sociales y rendimiento académico, así como mayor resiliencia ante el estrés. Los padres y maestros pueden enseñar regulación emocional creando un ambiente de aceptación emocional, enseñando técnicas como la respiración profunda
2. La regulación emocional, específicamente, la autorregulación
o habilidad personal para ajustar y normalizar nuestras
emociones, no es algo con lo que nacemos. Podemos ver cómo
las emociones en los niños pequeños oscilan como un
péndulo, y cómo el niño puede pasar del llanto a la risa en un
instante. Característicamente, las emociones pobremente auto
reguladas son intensas (ejemplos: ira, rabia), y pueden no
estar en correspondencia con el evento o con lo que sucedió.
Aprender a autoregular sus emociones se considera un paso
importante en el desarrollo emocional del niño pequeño. La
autorregulación o la regulación emocional es, primero que
todo, aprender a vigilar y a modular (variar de manera
armoniosa) las emociones que el niño siente, conociendo
cuándo las tiene, y cómo el niño está experimentando y
expresando esas emociones.
3. ¿Cuán importante es que los niños desarrollen esta
habilidad, a más temprano en sus vidas, mejor? Podemos
resumirlo de la siguiente manera: La capacidad
emocional del niño para autoregularse afecta de manera
similar todas las dimensiones importantes en su vida: su
familia, sus relaciones sociales (amigos), su ejecución
académica, y ultimadamente, su salud mental. Un niño
que no sabe autoregularse, y a todo responde con un
berrinche, termina estresando la relación padre-hijo.
Después de todo, existe un límite en las cosas que los
adultos podemos aguantar. Las relaciones entre pares
(amigos) también deterioran.
4. Los niños que no tienen la habilidad para controlar sus
emociones (o su conducta) tienen mayor dificultad haciendo y
manteniendo amigos. La reacción en cadena de un niño con
pobres relaciones interpersonales sigue creciendo y creciendo,
arrastrando consigo a la ejecución escolar del niño. Un niño
con buena autorregulación emocional, por ejemplo, logra
enfocarse en mantenerse tranquilo ante el examen que tiene
frente a sí, en lugar de sentirse tan ansioso que termina
paralizándose emocionalmente y sin poder concentrarse.
Entre otras cosas, los niños con buena regulación emocional
son mejores en tareas y actividades que requieren atrasar su
gratificación o su recompensa personal, en inhibir sus
impulsos agresivos y en mantenerse en curso para lograr sus
metas a largo plazo.
5. En cuanto a la salud emocional se refiere,
los niños que han aprendido a regular sus
emociones son más resistentes al estrés y
«rebotan» o se recuperan mejor del trauma
y de la adversidad, una importante destreza
emocional conocida como resiliencia.
6. Para poder autoregularnos emocionalmente necesitamos
monitorizar (supervisar) y reconocer nuestros
sentimientos, adaptándolos de manera apropiada (en
similar calidad e intensidad) a cada situación. Esto no
significa exclusivamente que, cuando los notamos,
tenemos que aumentar nuestros sentimientos positivos y
tenemos que reducir nuestros sentimientos negativos.
Inhibir nuestros sentimientos negativos, al extremo de
suprimirlos (no expresándolos), NO es un proceso
saludable de regulación emocional. Una buena
regulación emocional implica controlar nuestra reacción
a emociones negativas como la frustración, la vergüenza
y el miedo, entre otras. Particularmente, una buena
regulación emocional requiere la habilidad para:
7. Regular nuestras reacciones a emociones de mayor
intensidad como la frustración y la excitación.
Calmarnos cuando algo excitante o decepcionante
(frustrante) nos ocurre.
Pensar antes de actuar, o lo que es lo mismo,
controlar nuestro primer impulso (por ejemplo,
patear la puerta), y el segundo… y el tercero…
Enfocarnos en la tarea presente.
Reenfocarnos en una nueva tarea si fuese necesario.
8. ¿Qué podemos hacer los adultos para ayudar a los niños a
desarrollar su regulación emocional?
Para enseñarles «buena» regulación emocional a
nuestros niños, la clave está en encontrar el balance
entre reconocer sus sentimientos, expresándolos «cómo
los sienten», al mismo tiempo que aprenden cómo NO
abrumarse por los mismos. Por ejemplo, está bien que se
sientan decepcionados con un resultado en particular,
pero no al extremo de descorazonarse ni de abandonar
sus metas personales. Es importante que nuestros niños
aprendan a perdonarse a sí mismos por sentirse
ansiosos, temerosos o inseguros, siempre y cuando
mantengan su motivación alta; en conquistar nuestros
miedos e inseguridades está el premio.
9. Los tres factores principales para enseñar a los niños a
regular y controlar sus emociones son:
Estimular una «atmósfera emocional» positiva en el
hogar donde TODOS los sentimientos son aceptados,
respetados y etiquetados (identificados)
correctamente. La llave para abrir la mente del niño
a que se regule emocionalmente la encontramos en
las relaciones familiares sensibles y receptivas,
capaces de responder a las necesidades emocionales
de los niños. Nuestro apoyo emocional al niño es
siempre nuestra herramienta más poderosa.
10. Enseñarles técnicas en negociación y en manejo de las
emociones. Algunos ejemplos son:
Ejercicios de respiración profunda (adentro – afuera) en
conteos del 1 al 3 (adentro) y del 3 al 1 (afuera). Con su boca
cerrada, enseñamos al niño a respirar exclusivamente por la
nariz.
Contar del 10 al 1 para calmarse. (Puede combinarse con la
siguiente alternativa).
Enseñarles a usar un habla personal positiva y optimista. Por
ejemplo, mientras cuenta, el niño se repite mentalmente o por
lo bajo, frases reconfortantes como: «Enfríate, amigo…
Golpear a Rubén solo me meterá en problemas. Mejor me
alejo en lo que me calmo…». Otro ejemplo: «Lo estoy
haciendo bien… (respiración profunda). Eso es… calmadito
me veo más bonito».
11. Nuestro modelaje. Los niños nos observan;
los niños aprenden de lo que observan; los
niños repiten (imitan) lo que aprendieron
cuando nos estaban observando. Con este
conocimiento en mente, debemos
asegurarnos en modelar para los niños
conductas que vale la pena que ellos
aprendan y repitan.
12. Otras estrategias en apoyo emocional que podemos usar para
enseñar la regulación emocional a los niños son:
Hablarles sobre sus emociones. Por ejemplo,
preguntarle a la niña: « ¿Cuando arrojaste tu
juguete, podría ser que te sentías frustrada porque
parecía que no estaba funcionando? ¿Qué otra cosa
tú crees que pudiste haber hecho aquí?».
Cuando el niño tiene dificultad manejando una
emoción intensa, lo alentamos a que nombre el
sentimiento y a que identifique lo que lo causó. En
ocasiones, es mejor esperar a que el niño se sienta
más calmado antes de pedirle que nos hable sobre lo
que siente.
13. Validar la emoción del niño antes de pedirle que nos
hable sobre la misma. Las emociones de los niños
tienen que ser validadas, esto es, escuchadas y
respetadas, antes de que los niños puedan empezar a
manejarlas y a controlarlas. Si el niño siente que el
adulto no lo está escuchando, su necesidad de actuar
(gritar y patalear) en orden de dar a conocer sus
sentimientos se hará más fuerte. Solo un niño que
confía en el adulto, —sintiendo que ese adulto
entiende, considera y respeta sus sentimientos—
puede aprender a relajarse, con menor rigidez y
urgencia (demandas) a «que lo escuchen».
14. Discutir con los niños mejores maneras de
reaccionar a sus emociones más intensas. Por
ejemplo, la niña puede alejarse del área «caliente»,
cogerse un receso o buscar la ayuda de un adulto,
entre otras.
Cuando el niño nos pide ayuda, le podemos decir:
«Vamos a soltar un poquito de ese calentón».
Entonces, le preguntamos: « ¿Cómo te puedo
ayudar?».
15. Elogiemos al niño cuando demuestra buena
habilidad para autoregularse, logrando manejar
adecuadamente una situación que le pudo resultar
difícil. Por ejemplo, le podemos decir al niño: «Me
gustó ver cómo esperaste por tu turno» o « ¡Me
encanta cuando compartes tus juguetes con tu
hermanita!».
16. Paciencia, paciencia, y más paciencia. Aprender a
regular nuestras emociones es un proceso (toma
tiempo), no un jarabe para la tos. Lo mejor de todo
es que es algo que les podemos enseñar a nuestros
niños (de dos años en adelante), no importa la etapa
madurativa en la que se encuentren. Así que, vamos
a intentarlo. Vale la pena.
18. Una guía psicoeducativa para padres y maestros
Un informativo viaje dentro del fascinante mundo
emocional del niño para entender los
pensamientos y sentimientos que, de manera
negativa o positiva, influencian su
comportamiento. Aplicando los principios RET
(pienso — siento — actúo), nuestros niños
aprenden a superar los retos de sus situaciones
personales difíciles, manejando mejor su mundo
emocional.
19. Tópicos desarrollados en esta
guía:
Autocontrol
Autodisciplina
Autoeficacia
Autoestima del niño
Autoimagen del niño
Autonomía y responsabilidad
Pesimismo/Optimismo
Dando apoyo emocional al niño
Niños estresados
Manejo del coraje
Modificación de conducta
Educación emocional
Pensamiento y razonamiento
crítico
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