2. Un varón justo y temeroso de Dios, está
acosado por tribulaciones de la tal manera
que, humanamente, ya no puede
soportarlas. Sin embargo, no pierde la
paciencia, sino que resiste a todas las
tentaciones de desesperación guardando
la fe en la divina justicia y providencia,
aunque no siempre la noticia del amor
que Dios tiene, y de la bondad que viene
de ese amor según la cual no puede
sucedernos nada que no sea para nuestro
bien. Tal es lo que distingue a este varón
del A.T., de lo que ha de ser el cristiano.
3. Son como un resumen de toda la Biblia.:
historia y profecía, doctrina y oración. En
ellos habla el espíritu Santo por boca de
los hombres. Principalmente de David y
nos enseña que hemos de pensar, sentir y
querer con respecto a Dios a los hombres
y la naturaleza y también nos enseña la
conducta que más nos conviene observar
en las circunstancias de la vid. La mayoría
de los salmos llevan un Epígrafe, que se
refiere al autor, o a las circunstancias de
su composición o a la manera de
cantarlos. En total son 150 bellos himnos.
4. No es un código de obligaciones, sino un
tratado de felicidad. Dios no habla para ser
desobedecido como déspota, sino para que le
creamos cunado nos entrega, por boca del más
sabio de los hombres, los más altos secretos de
la sabiduría. Se trata de una sabiduría
eminentemente práctica, que desciende a
veces a los detalles, enseñándonos aun, por
ejemplo, a evitar las fianzas imprudentes; a
desconfiar de las fortunas improvisadas
(13,11:20,21) del crédito (22,7) y de los
hombres que adulan o prometen grandes
cosas (20,19) a no frecuentar demasiado la
casa del amigo, porque es propio de la
naturaleza humana que él se harte de nosotros
y nos cobre aversión (25,17)
5. En hebrero KOHELET, significa predicador, o sea
el que habla en la iglesia o asamblea. Nombre
que corresponde por todos conceptos a su
contenido, porque predica en forma de
sentencias y consejos, en prosa y verso, la
vanidad de las cosas creadas. Los bienes de
este mundo son vanos; vanas por tanto las
ambiciones, vana la ilusión de felicidad terrena
fuera del sencillo bienestar; la verdadera
felicidad consiste en temer o sea reverenciar a
Dios nuestro Padre y observar sus
mandamientos para que en ellos hallemos vida
(prov 4,13) El autor del libro habla , desde el
título, como hijo de David, por lo cual las
tradiciones judía cristiana, que siempre
reconocieron su canonicidad, lo atribuyeron a
Salomón los escritores del Nuevo Testamento,
aun aquellos que no lo habían escuchado
directamente.
6. El título “Cantar de los Cantares” (en Hebreo Schir
Haschirim) equivale, en el lenguaje bíblico a un
superlativo como “Vanidad de Vanidades” (ecle 1,2)
y quiere decir que esta canción e superior a todas. El
misterio que Dios esconde en los amores entre
esposa y esposa y que presenta como figura en este
poema, no ha sido penetrado todavía en forma que
permita explicar satisfactoriamente el sentido
propio de todos sus detalles. Este breve libro trata
de una gran parábola o alegoría en la cual, excluida
como se debe la interpretación mal llamada
histórica, que quisiera ver en ella un epitalamio
vulgar y sensual, aplicándolo a Salomón y la princesa
de Egipto, no tenemos casi referencias concretas,
salvo alguna (6,4) que permite con bastante firmeza
ver en la amada Israel, esposa de Yahveh. El
Cantares, es en tal sentido, una celestial maravilla
para hacernos descubrir y llevarnos lo que más nos
interesa, es decir, a creer en el amor con que somos
amados.
7. Este libro forma juego con los libros de los
proverbios y Eclesiastés. Trata de la sabiduría,
pero presentándola como una sabiduría
espiritual y sobrenatural, verdadero secreto
revelado amorosamente por Dios. Más que
otros libros del AT tiene este por objeto
inculcar a los reyes y dirigentes la noción de su
cometido, su alto destino y tremenda
responsabilidad ante Dios y a todos la
admiración y el amor de la sabiduría, la cual
aparece dotada de personalidad y atributos
divinos, como que no es sino verbo eterno del
Padre que había de encarnarse por obra del
Espíritu Santo para revelarse a los hombres.
8. El nombre de este libro: “El Eclesiástico”, es
debido al constante uso que de él se hacía en
la Iglesia, especialmente en la instrucción del
pueblo y de los catecúmenos que iban a ser
bautizados. El nombre de “Libro de Jesus, hijo
de Sirac” o “Sabiduria de Sirac”, le viene de su
autor Jesús (Josué), descendiente de un cierto
Sirac (50,29) que vivía en Palestina a comienzo
del siglo II A.C. El objeto del Eclesiástico es
enseñar la sabiduría, es decir, las reglas para
hallar la felicidad en la vida de amistad con
Dios. De ahí que se le ha llamado “Tratado de
Ética a lo Divino”, es decir, expuesto no en
forma sistemática sino con esa pedagogía
sobrenatural que San Pablo llama “mostrar el
espíritu y la virtud “de Dios.