ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
Apuntes aristoteles II
1. IES INVENTOR COSME GARCIA DEPTO.FILOSOFIA ARISTÓTELES II
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1. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Aristóteles, al igual que su maestro Platón, destaca la superioridad del conocimiento
intelectual sobre el sensible, pero no admite la existencia de ideas innatas ni la
preexistencia del alma, por eso establece que el punto de partida de todo conocimiento
ha de ser la experiencia: el conocimiento intelectual se obtiene por abstracción a partir
de los datos proporcionados por los sentidos.
3.1. LOS MÉTODOS DE CONOCIMIENTO: LA DEDUCCIÓN Y LA INDUCCIÓN
El conocimiento científico consiste en conectarlo particular con lo universal, que
es su causa. Según Aristóteles dos métodos de conocimiento permiten realizar esa
conexión: la deducción y la inducción.
LA DEDUCCIÓN
Explica lo particular desde lo universal, es decir, va de lo más general (los primeros
principios) a lo particular (la sustancia, el individuo concreto).
Aristóteles distingue tres métodos deductivos: la erística sofística (“parte de
opiniones que parecen generalmente aceptadas, pero no lo están en realidad”;
instrumento de persuasión, no tiene en cuenta la verdad), la dialéctica platónica (“parte
de opiniones generalmente aceptada”, no lleva a un conocimiento verdadero ni necesario)
y la demostración (“parte de premisas verdaderas” único método deductivo que
Aristóteles da por válido). La demostración se desarrolla en forma de silogismo
(razonamiento constituido por dos premisas y una conclusión derivada necesariamente de
las premisas por la propia estructura formal del razonamiento) y muestra que algo se
deriva necesariamente de determinados principios.
Según Aristóteles, las deducciones, de las que tanto se alimenta la ciencia, son más
concluyentes y más potentes en su prueba que la inducción.
LA INDUCCIÓN
Utilizada ya por Sócrates, es el procedimiento que va de lo particular (la sustancia,
el individuo concreto), mostrado por los sentidos, a lo general (los primeros principios).
La inducción, al partir de lo real y sensible, parece para nosotros más convincente,
pero no es un método tan seguro y necesario como el deductivo.
Deducción e inducción son dos métodos complementarios: el conocimiento
científico por excelencia consiste en deducir lo particular de lo general (la ciencia es
conocimiento por causas - por qué es- y conocimiento necesario sabemos que ese hecho
es así y no puede ser de otra manera-). Pero, en realidad nuestro conocimiento parte de
los sentidos (empirismo) que nos muestran lo particular y concreto, verdadera realidad, y
asciende después a través de la abstracción inductiva a lo general (conceptos universales)
[A diferencia de Platón, para quien lo universal, las Ideas, es la verdadera realidad,
anterior a lo particular, los objetos sensibles. Esto le permite a Platón el conocimiento
directo de lo universal a través del recuerdo y la deducción posterior de lo particular].
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3.2. EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO HUMANO
En los presocráticos en general encontramos una desvalorización de la sensibilidad: el
conocimiento sensible es engañoso, es doxa, opinión, sólo la razón es apta para conocer la
realidad.
En Platón el conocimiento es recuerdo y está posibilitado por la preexistencia del
alma. Los sentidos son sólo instrumentos que abren la puerta del recuerdo; el verdadero
conocimiento, el conocimiento científico, es intelectual, y versa exclusivamente sobre las
Ideas, verdadera realidad.
Aristóteles, al igual que Platón, distingue entre conocimiento sensible y conocimiento
intelectual y, recogiendo la herencia intelectualista de Sócrates y de Platón, destaca la
superioridad del conocimiento intelectual sobre el conocimiento sensible, pues sólo el
conocimiento intelectual nos pone en contacto con lo universal (Ideas –Platón-, formas y
causas –Aristóteles-), objeto del saber científico. Pero, Aristóteles descarta la Teoría de las
Ideas y la preexistencia del alma y afirma que el ser real es la sustancia individual, el
individuo concreto (no la Idea universal platónica), compuesto de materia y forma, siendo
la forma la esencia inmanente, el principio de inteligibilidad, de universalidad. Por eso,
Aristóteles indica que todo conocimiento debe partir de la sensación “nada hay en el
entendimiento que antes no haya estado en los sentidos”, que aporta el contacto con lo
particular; pero como todo conocimiento científico es conocimiento de lo universal, será
el entendimiento (agente y paciente) la facultad que partiendo de las sensación y con la
ayuda de la memoria y de la imaginación permita formar las nociones universales, objeto
de la ciencia, a través de un proceso de abstracción inductiva que nos permite captar lo
universal, la forma, realizada en el individuo concreto, en lo particular. La captación del
universal a partir de lo particular es posible gracias a que el universal es inmanente a los
objetos particulares.
Los sentidos externos recogen los datos de los objetos; la sensación capta las
formas individuales (formas sensibles) de los cuerpos, imágenes que llegan a la conciencia
en donde se conservan (gracias a la imaginación –reproductora-) y combinan entre sí
(gracias a la de la memoria, que permite comparar el grado de semejanza y diferencia de
las imágenes de la imaginación). En este nivel interviene el entendimiento que, tomando
estos datos, prescinde de los datos singulares y concretos y abstrae la forma universal
(forma sustancial, esencia) presente en un conjunto de imágenes semejantes. Este
proceso de abstracción requiere el concurso de dos entendimientos: el entendimiento
paciente y el entendimiento agente.
El entendimiento paciente es pura potencia de recibir las formas, no es nada en
acto, necesita ser actualizado por el entendimiento agente, pues sin él no piensa nada;
pero el entendimiento paciente es quien conoce los universales que hay en lo real. (sería
como el ojo, tiene la potencia de ver los colores, pero sin luz no los puede ver)
El entendimiento agente es puro pensar sin que sea pensamiento de nada
concreto que condicione al paciente. Es inteligencia siempre en acto que produce los
inteligibles (o más bien la inteligibilidad); lleva al acto la universalidad que se encuentra en
potencia en la imagen, ilumina las formas universales para que las pueda conocer el
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entendimiento paciente (el entendimiento agente es como una luz que hace aparecer los
colores, que en la oscuridad están sólo en potencia).
El entendimiento paciente recibe las formas individuales en forma de imágenes, el
entendimiento agente actúa sobre estas imágenes y actualiza (ilumina) las formas
universales que de este modo son conocidas por el entendimiento paciente.
Una vez alcanzado el concepto universal, es preciso, al igual que sucedía con
Platón, ponerlo en relación con el particular, esto se realiza a través de la deducción (ej.,
“Todos los hombres son mortales”. “Sócrates es hombre”. “Luego, Sócrates es mortal”).
De este modo se cierra el ciclo del conocimiento para Aristóteles, que, en resumen, tiene
dos momentos: el proceso que va del particular al universal (abstracción inductiva) y el
que se dirige del universal al particular (deducción). (1º, por experiencia conozco qué
existe, 2º, por abstracción inductiva conozco las formas de lo que existe, y, 3º, por
deducción conozco por qué lo que existe – particular- es lo que es –universal-)
Esta concepción del conocimiento tiene una serie de implicaciones que se van a
mantener en la filosofía posterior: En primer lugar, la ilimitada capacidad de conocimiento
del ser humano, el hombre puede conocerlo todo, pues el entendimiento paciente posee
todos los universales en potencia y el entendimiento agente es puro pensar (también el
alma racional platónica, por su pertenencia al Mundo de las Ideas, tenía esta ilimitada
capacidad de conocimiento). En segundo lugar, la concepción del conocimiento como la
adecuación del pensamiento con la realidad (postura vigente hasta la filosofía de la
modernidad, hasta Descartes). Por último, Aristóteles legó a la filosofía posterior la difícil y
controvertida interpretación el entendimiento agente, los autores cristianos intentan
identificarlo con algo propio del alma del individuo en apoyo de la pervivencia del
individuo después de la muerte; mientras que otros comentaristas ven en el
entendimiento agente algo que, aun estando en cada hombre, es de naturaleza no
personal, una realidad espiritual que trasciende al individuo concreto, y cuya inmortalidad
no garantiza, por tanto, su supervivencia.
3.3. GRADOS DEL CONOCIMIENTO
Aristóteles distingue, como Platón, entre conocimiento intelectual y conocimiento
sensible.
3.3.1. CONOCIMIENTOSENSIBLE (EXPERIENCIA) – CTO. DE LO PARTICULAR-
Es el primer nivel de conocimiento. Saber que el hombre comparte con algunos animales.
En él intervienen los sentidos, la memoria y la imaginación (ambas son la antesala del
entendimiento).
[Es un saber empírico, conocimiento de un nº concreto de casos –ej., Pedro está
enfermo y con tal fármaco se curará]
Es conocimiento de lo particular (no de lo universal, no es todavía conocimiento
científico).
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3.3.2. CONOCIMIENTOINTELECTUAL – CTO. DE LO UNIVERSAL-
El conocimiento sensible proporciona los materiales que sirven para elaborar, por
medio de la abstracción, el conocimiento intelectual.
Es un conocimiento propio del hombre (accesible sólo para el alma racional), y es
conocimiento de lo universal.
3.3.2.1. CONOCIMIENTODE LO UNIVERSALPOSIBLE
Conocimiento de lo contingente, de lo que debe ser de una manera, pero puede ser
de otra. Son saberes prácticos. Las ciencias correspondientes no lo son es sentido estricto,
pues no tratan de lo necesario.
TÉKNE (ARTE). La técnica sabe qué (esencia) son las cosa y también el por qué (causa
próxima). Este tipo de saber se adquiere (como la experiencia) y se enseña. [Cto. de
todos los casos de un mismo fenómeno, obrar con cto. de causa –ej., cto. del fármaco
para curar a todos los griposos-]
FRÓNESIS (PRUDENCIA). Saber sobre la conducta del hombre; es una disposición racional
sobre lo bueno y lo malo para el hombre, consiste en saber actuar (no es ciencia
porque no parte de principios).
A diferencia del arte, que tiene un fin distinto de la misma acción, en la prudencia la
misma acción es su fin.
3.3.2.2. CONOCIMIENTODE LO UNIVERSALNECESARIO
Conocimiento de lo necesario e inmutable (ej., leyes matemáticas). Son
saberes teóricos.
EPISTEME (CIENCIA). Es un hábito demostrativo.
Para Aristóteles sólo hay ciencia de lo universal y necesario, por eso, si queremos
tener conocimiento de las cosas singulares, hemos de conectarlas necesariamente
con lo universal; el conocimiento científico explica la realidad deduciendo lo
particular de lo universal, que es su causa (para Aristóteles la ciencia es un
conocimiento por causas y un conocimiento necesario).
Se realiza mediante demostraciones que se fundamentan en verdades primeras e
inmediatas (principios o axiomas) que son la causa de la conclusión. Utiliza el
silogismo, en el que partiendo de dos premisas obtenemos una conclusión que se
deriva de ellas; la conclusión será verdadera si lo son las premisas y si se respetan las
leyes de la lógica. Todas las premisas habrán tenido que ser deducidas con
anterioridad, luego tiene que haber unos enunciados primeros que estén ya dados sin
necesidad de demostración, son los primeros principios, indemostrables, conocidos
por intuición.
NOÛS (ENTENDIMIENTO). Es un saber de los principios (pueden ser “particulares”,
propios de una ciencia -“Todos los ángulos rectos son iguales ente sí”- o “generales”,
válidos para todas -”dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí”-).
Los principios son proposiciones evidentes e indemostrables, a ellos se accede por
intuición intelectual (noûs –facultad de conocimiento-), no acepta Aristóteles que
sean innatos como las ideas platónicas, sino que el entendimiento los intuye o capta.
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Ésta es una intuición inmediata en el caso de los primeros principios (p.e. principio de
no contradicción: A o no A), o, una intuición mediada por la experiencia previa en el
caso de la premisa mayor de un silogismo (p.e. Todos los hombres son mortales).
Dicha verdad universal es aprehendida tras haber experimentado cierto número de
casos particulares y de haber visto entonces que esa verdad o ese principio son
evidentes de por sí. (epagogé: inducción)
SOFÍA (SABIDURÍA). Es la forma plena de saber. Es a la par ciencia e intuición. Consiste en
enlazar la epistéme y el noûs (el conocimiento de las causas y el de los principios): una
vez que hemos conocido los primeros principios a través del noûs, se trata de
demostrar cómo se deducen a partir de ellos de modo necesario todas las verdades
propias de cada ciencia.
3.4. CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS
Aristóteles distingue cinco grados dentro del conocimiento intelectual, y estos
grados son el fundamento de los diferentes TIPOS DE CIENCIAS o saberes: CIENCIAS
PRODUCTIVAS, tratan sobre la producción, y es un conocimiento de lo universal posible,
tekne (medicina, arquitectura, artesanía, arte), CIENCIAS PRÁCTICAS, tratan sobre la
acción en sí misma, son también conocimiento de lo universal posible, frónesis (ética
y política). [Aristóteles abandona las ideas universales platónicas lo que le lleva a
separar los fines y métodos de la ética de los de la ciencia teórica y hacerlos objeto de
la ciencia práctica] y CIENCIAS TEORÉTICAS o contemplativas, son las ciencias en sentido
pleno, su finalidad es alcanzar el conocimiento en cuanto tal y no un objetivo práctico,
es saber de lo universal y necesario (Filosofía primera –Metafísica-, Filosofía Natural –
Física- y Matemáticas.
2. ÉTICA
En Platón, intelectualismo moral: el conocimiento del Bien es al mismo tiempo la
práctica del Bien, la orientación del conocimiento hacia el Bien guía también la conducta
(privada y pública); de ahí que quien conoce la Idea de Bien no sólo es sabio y virtuoso,
sino también el único capaz de gobernar el Estado.
Con Aristóteles, al ser la verdadera realidad la sustancia individual, la ética
desciende a los hechos de la vida cotidiana: separa los fines y métodos de la ética de los
de la ciencia teórica y los hace objeto de la ciencia práctica, que no tiene como propósito
alcanzar la verdad de lo que es universal y necesario, sino que trata de la acción, de lo que
puede y debe ser la vida humana.
La ética aristotélica tiene las siguientes características: es una ética teleológica (el
bien supremo coincide con el fin último), eudemonista (pues el fin último o bien supremo
es la felicidad) y ética de la virtud (medio por excelencia para lograr la felicidad).
4.1. ÉTICA TELEOLÓGICA
Aristóteles, en consonancia con su metafísica y con su concepción del ser vivo,
parte de que todas las realidades, seres, o acciones de los seres tienden a un fin
(concepción teleológica de la realidad). Cuando los seres realizan sus fines (actualizan sus
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potencialidades) consiguen su perfección, y esta perfección es el bien para el individuo.
Luego, para cada ser su bien consiste en el cumplimiento (actualización) de su esencia,
en la realización de la función que le es propia. El primer objetivo de la ética aristotélica
será determinar si hay una función propia del hombre y cuál es esa función.
[En Aristóteles, el concepto de Bien no es unívoco como en Platón, no es un término absoluto, no hay
un solo tipo de Bien que se identifica con la idea suprema, hay muchos bienes y fines, pues el bien es
relativo a la naturaleza de cada ser].
El hombre como ser natural que decide sobre sus actos ha de saber cuál es el
fin/bien al que tiende de modo natural. De entre los fines/bienes que puede perseguir el
hombre, Aristóteles diferencia:
- Los fines buscados como medios para otro fin, no válidos por sí mismos, sino para
lograr otro fin superior.
- Los fines buscados por sí mismos, no condicionados por otros. Éste es el bien
supremo, que coincide con el fin último de nuestros actos.
El bien supremo, el fin último del hombre es la felicidad, pues sólo ella se busca
por sí misma, mientras que las demás cosas se buscan por ella, para conseguirla.
[En la ética teleológica aristotélica, una acción es buena o mala según nos acerque o nos aleje del
bien del hombre. En la ética deontológica kantiana, las acciones son buenas o malas en sí mismas: si
son realizadas de acuerdo al deber y por deber].
4.2. ÉTICA EUDEMONISTA (DE LA FELICIDAD)
La felicidad es el bien al que aspira la vida humana y es un bien natural. Pero, qué sea
la felicidad no es un asunto subjetivo (llevar una vida agradable, concepto actual de
felicidad: buena vida), sino que tiene un aspecto objetivo (llevar una vida noble, digna:
vida buena) por lo que la pregunta por la felicidad ha de ser respondida analizando la
naturaleza humana.
Aristóteles rechaza las teorías que se discutían entre los platónicos y que
identificaban la felicidad con el placer, lo honores, la riqueza, la salud…, pues considera
que son bienes necesarios pero no suficientes para ser feliz, son medios para conseguir un
fin, mientras que la felicidad ha de ser un fin en sí misma, es autosuficiente, es el mayor
bien, y ha de hacer al hombre más perfecto. La felicidad es una actividad del alma
conforme a la virtud, un esfuerzo consciente del hombre por realizar su esencia; pero,
¿cuál es la actividad propia del hombre? Según Aristóteles, es “la actividad de la razón o
la actividad según la razón”
4.3. ÉTICA DE LA VIRTUD
La virtud no es sino el desarrollo pleno de la naturaleza humana. Al ser nuestra
naturaleza racional, la virtud ha de consistir en el pleno desarrollo de nuestra racionalidad, ahora bien,
hay dos modos de ejercitar la razón: ejercer la razón como facultad de conocer, la actividad
de la razón (lo que da lugar a las virtudes intelectuales, dianoéticas) y practicar la razón
como sometimiento a la razón de aquello que no es racional en mí, la actividad según la
razón (virtudes éticas).
La virtud no es innata, es un hábito o disposición permanente a actuar de un
modo determinado. Es un hábito adquirido voluntariamente a partir de una capacidad
inicial del alma, y desarrollado mediante la enseñanza y el aprendizaje (en el caso de las
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virtudes intelectuales) y el ejercicio y repetición de buenos actos (en las virtudes morales).
A diferencia del intelectualismo socrático, para quien la ciencia conducía
irremediablemente al buen obrar, para Aristóteles hace falta también el esfuerzo (la
voluntad) y la práctica, no sólo saber lo que está bien (aunque el entendimiento sea
necesario para determinar lo conveniente en cada caso).
Aristóteles distingue dos tipos de virtudes:
Virtudes intelectuales o dianoéticas: perfeccionan la parte racional del alma
(inteligencia). No son innatas, han de ser aprendidas a través de la educación. Permiten la
adquisición de hábitos a través de los cuales se alcanza la verdad. Se dividen en teóricas
(tratan de lo necesario; son la epistéme, el noûs y la sabiduría; ésta última es la virtud
intelectual por excelencia) y prácticas (tratan de lo contingente; son la tékne y LA
PRUDENCIA; ésta última es la guía de las virtudes morales, relaciona las virtudes éticas y las
dianoéticas). Las virtudes teóricas son las más elevadas, pues a ellas corresponde la
actividad más elevada del hombre, la que le distingue del resto de los seres, la captación
de la verdad, LA SABIDURÍA; ésta es un fin en sí misma, por eso es el fin más elevado y
proporciona la máxima felicidad. Aristóteles, siguiendo las huellas de Platón, postula el
ideal del sabio como forma suprema de felicidad, pero para quien no sea posible alcanzar
esta forma suprema de felicidad no son despreciables niveles intermedios de perfección o
de felicidad que exigen la realización de las virtudes morales (regulan las tendencias
propias y el trato con los demás) y la posesión de ciertos bienes exteriores (son necesarios
pero no suficientes).
Virtudes morales o éticas: perfeccionan nuestro carácter (la parte sensitiva del alma –
deseos y pasiones- y la voluntad –libre elección-); facilitan nuestra elección encauzando
las pasiones de acuerdo con la razón. Se adquieren a través de la costumbre o el hábito: la
virtud moral es un hábito selectivo que consiste en elegir el término medio entre dos
extremos viciosos, relativo a nosotros y nuestras circunstancias, determinado por la
razón y por aquella (razón) por la que decidiría el hombre prudente (canon del término
medio). Las principales virtudes éticas son el valor, la templanza y la justicia. La justicia
consiste en dar a cada cual lo que se merece según sus méritos y cualidades, y es la
principal virtud ética, pues su finalidad es la felicidad de la sociedad, es decir, beneficia a
todos, no a uno sólo. La felicidad sólo se logra en la polis, pues el hombre fuera de la
sociedad no puede ser virtuoso.
5. POLÍTICA
La ética aristotélica desemboca en la política y parece subordinarse a ella. El fin de
ambas es el bien del hombre, la felicidad, ahora bien, el hombre necesita de la polis para
realizarse plenamente, sólo la polis es autosuficiente, el hombre recibe la suficiencia de la
polis. Pero, al mismo tiempo, el Estado no es un fin en sí mismo (no defiende un
totalitarismo), sino que está subordinado a la felicidad y perfección moral de los
individuos.
Considera Aristóteles que el hombre en un ser social por naturaleza. El hombre
aislado no puede desarrollar su naturaleza, sólo en comunidad puede el hombre
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actualizar plenamente su forma. Además, el hombre es el más social de los animales,
pues los animales poseen voz (phoné), sólo emiten sonidos que indican un estado de
ánimo subjetivo (placer, dolor) y no exigen una referencia social que los apoye; por el
contrario el hombre posee logos, lenguaje, por naturaleza, y la naturaleza no hace nada
en vano. El lenguaje, frente a la voz, permite además hablar con los demás e intercambiar
opiniones sobre lo justo e injusto, sobre lo conveniente y lo perjudicial, es decir, la palabra
nos ofrece la posibilidad de un conocimiento racional fundamentado y la posibilidad de
una convivencia pacífica, pues nos permite llegar a acuerdos que se plasman en leyes y
que constituyen las polis.
Por eso, el hombre es también un animal político por naturaleza. Hay una serie de
asociaciones que se han dado en el tiempo: la primera forma de asociación fue la familia,
su fin era la continuidad de la especie, a continuación surgió la aldea o pueblo, cuyo fin
era la satisfacción de las necesidades, y por último apareció la polis, que tenía como fin
procurar al ciudadano un buena vida conforme a la virtud, es decir, conforme a la razón y
feliz; la polis protege al resto de las asociaciones y les ayuda en el cumplimiento de sus
fines, así el Estado, la polis, aunque es temporalmente posterior al resto de las
asociaciones, es lógicamente anterior a ellas, ya que sólo el Estado es autosuficiente,
posee los medios adecuados para conseguir sus fines (organicismo social: el todo es
anterior y más importante que las partes, cada individuo no se basta a sí mismo, ha de
referirse a la totalidad).
La virtud, “areté”, política fundamental es la justicia. Consiste en un saber dotarnos de
un orden político, de una constitución, justa, que permita entre los ciudadanos un trato de
igualdad y que esté plasmada en leyes que los ciudadanos han de obedecer.
5.1. FORMAS DE GOBIERNO
Aristóteles es testigo de las convulsiones de las polis de su época. En un momento
en que las polis van a desaparecer, trata de mantenerlas, pues cree que son las
instituciones que mejor pueden ofrecer a los ciudadanos seguridad (requisito básico para
vivir en sociedad).
A diferencia de Platón, que intentó diseñar un Estado ideal irrealizable, un
régimen perfecto de gobierno que superase las tendencias negativas de los seres
humanos y los condujera hacia su perfección, Aristóteles pretendió adaptar el Estado a
las circunstancias concretas, a las condiciones sociales e históricas particulares de la
sociedad en que se realiza, pues el objetivo es lograr las condiciones de seguridad y
estabilidad que permitan a los ciudadanos vivir bien y civilizadamente. Para ello, frente a
Platón que intentó formular sus concepciones políticas partiendo exclusivamente de
principios teóricos, Aristóteles procuró informarse de las realizaciones concretas (se le
atribuye el análisis empírico de más de 150 Constituciones y formas políticas de
diferentes países), así distingue entre “la mejor constitución en absoluto” y “la mejor
constitución dadas las circunstancias”; una constitución puede ser buena teóricamente y
no ser adecuada para un país por sus circunstancias históricas, las circunstancias
determinan en cada caso la constitución más adecuada.
En cuanto a la organización del gobierno, Aristóteles distinguió entre formas
justas, correctas de gobierno, en las que gobiernan los mejores y más virtuosos con vistas
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al bien común, y formas injustas, degeneradas, en las que se gobierna en provecho
propio.
Entre las formas correctas de gobierno señaló la monarquía o gobierno de una
persona (piensa que es el mejor sistema de gobierno), la aristocracia o gobierno de unos
pocos (teniendo en cuenta como son los hombres, es el mejor sistema de gobierno en la
práctica) y la democracia o gobierno del pueblo (Aristóteles llama “politeia” –república- a
este sistema de gobierno, y, en contra de Platón, sostiene que la democracia es un buen
sistema de gobierno, pero es un sistema que para funcionar adecuadamente exige un
nivel elevado de educación en los ciudadanos).
Como formas degeneradas de gobierno señala la tiranía (gobierno de uno en
beneficio propio), la oligarquía (gobierno de unos pocos) y la demagogia (a la que llama
sin más “democracia”).
Aristóteles no estableció preferencia por una determinada forma de gobierno,
pues ésta viene determinada en cada caso por las circunstancias de cada pueblo; no
obstante, parece que sugería para Atenas una aristocracia moderada, sometida a cierto
control del pueblo.
Por el contrario, a Platón, su Teoría de las Ideas le obliga a mantener que toda la
realidad sensible (entre ella la polis y la sociedad) es mutable y que es necesario atender
al modelo de esa realidad que se encuentra en el mundo de las ideas. Así, del mismo
modo que quien desea alcanzar el verdadero conocimiento científico debe ejercitar la
dialéctica, quien desee llevar una vida social deberá ordenar su acción en torno a la idea
de Bien y en torno al modelo ideal de ciudad, ciudad ordenada armónicamente según el
mundo de las ideas y gobernado por filósofos, ciudad que fue criticada por Aristóteles por
su carácter ideal.