1. A LA COLA DE LA COMPETITIVIDAD.
Manfred Nolte
El ‘Instituto Internacional para el desarrollo de la gestión’ (IMD) es una acreditada
institución docente de raíces suizas y alcance global fundada hace 75 años 'por lideres
empresariales para lideres empresariales’, como señala su web. Sus sedes son Lausana
y Singapur. La calidad de su educación en grado y postgrado queda acreditada por su
consistente presencia a la cabeza de las principales acreditaciones de los medios
económicos especializados del planeta.
IMD destaca igualmente por la elaboración del llamado ‘Índice de competitividad
mundial’, un referente anual para los gobiernos, las Universidades y para las
Organizaciones empresariales y otros centros intelectuales de referencia. A dicho índice
dedicaremos las líneas que siguen.
El seguimiento de la competitividad despierta un enorme interés en las instancias
sensibles al progreso económico de una sociedad. En un entorno globalizado y
altamente competitivo, entender los conceptos y variables básicas que influyen en la
competitividad – para actuar consiguientemente sobre ellos- se vuelve fundamental
para alcanzar el éxito. La competitividad se refiere a la capacidad de un individuo,
empresa o país para mantener y mejorar su posición relativa en el mercado. Implica la
capacidad de generar valor de manera eficiente y sostenible, y de adaptarse a los
cambios en el entorno. La competitividad se basa -según los textos docentes habituales-
en la productividad, la calidad, la innovación, el tipo de cambio, la solidez institucional y
otros factores externos que determinan la capacidad productiva relativa de personas o
países. Con frecuencia la competitividad suele reducirse a la capacidad de las economías
para competir en el comercio exterior, la llamada ‘competitividad-precio’ pero su
problemática es de mucho mayor alcance. El informe de IMD adopta una metodología
significativamente más envolvente. El común denominador de todos ellos es y conduce
a nuestra secular baja productividad.
Pues bien, ¿cómo se sitúa la economía española en la carrera por la competitividad de
los 64 países analizados en el Informe? Medianamente. Entremos en detalle.
España se mantiene en la posición 36 del ranking global entre las 64 economías
estudiadas y en el lugar 18 entre los 30 países europeos contenidos en el informe, con
2. una puntuación de 67,2. En el segmento superior de la tabla -entre paréntesis las
puntuaciones de 0 a 100- figuran Dinamarca (100), Irlanda (99,7), Suiza (99,1), y hasta
10 países, con EE. UU. (91,1) y EAU (90,5) cerrando la clasificación. La media mundial se
instala en 70,2. A destacar que los lugares de cabeza están ocupados por tres economías
pequeñas en las que sobresalen la fortaleza y la eficiencia de sus instituciones.
Por países o áreas geográficas se señalan cuatro factores básicos de competitividad: el
desempeño económico, la eficiencia del gobierno, la eficiencia empresarial y las
infraestructuras. El primer lugar en cada uno de ellos está ocupado por Irlanda, Suiza,
Dinamarca y Suiza, respectivamente. Suiza repite liderazgo. Por continentes, América
del norte gana en resultados económicos mientras que Asia Oriental y Europa occidental
obtienen los mejores resultados en eficiencia del Gobierno y en infraestructuras.
La situación de España se pondera en función de distintos factores que inciden en la
competitividad. Así, las posiciones desagregadas, siempre sobre el total de 64, son las
siguientes: solidez de las economías domésticas(31), comercio internacional(13),
inversión internacional(11), empleo(55), finanzas públicas(58), deuda pública(55),
financiación de las pensiones(58), nivel de gasto público(54), fiscalidad(57), marco
institucional(43), legislación sobre empresas(51), cotizaciones sociales(55), economía
sumergida(50), regulación laboral(57), empleo(52), precios(30), resiliencia de la
economía(53), desempleo juvenil(59), legislación de desempleo(60), mercado laboral
(43), productividad y eficiencia(30), valores(48), infraestructuras básicas(25),
infraestructura científica(25), salud y medio ambiente(21) y educación(23).
Los peores resultados se obtienen en finanzas públicas, fiscalidad, empleo y legislación
empresarial. A subrayar la negativa percepción del informe sobre la eficiencia
gubernamental situándola en el lugar 51 de las 64 economías estudiadas, con retroceso
de 11 puestos sobre 2018, así como la capacidad de atracción de talento (52), la
formación a los empleados (50), el gasto público en educación (41), o la motivación
laboral (48).
Por el contrario de destaca positivamente la buena posición de nuestra inversión y
comercio internacional (11 y 13), infraestructuras (23), la infraestructura sanitaria (10)
y la polución atmosférica (13). Para comparar estos datos con nuestra capacidad
productiva, debemos recordar que España es la 15ª economía más grande del mundo.
En un reciente documento, la CEOE reclama la creación de un entorno que promueva la
competitividad económica. Apela a reformas estructurales, que establezcan un marco
favorable para la inversión. Por ejemplo, reinventando el modelo turístico, con medidas
que garanticen su sostenibilidad social, económica y medioambiental.
Pero el ejemplo propuesto constituye solamente una gota de agua en un ánfora de
notables dimensiones. Como ha quedado visualizado por los datos, nuestra moto
económica no está gripada, pero tampoco gana campeonatos.