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Hermosillo, Sonora
Martes 28
DE JULIO DE 20158 PARAÍSOS DE SONORA
POR DIANA ACUÑA, ENVIADA.
dacuna@elimparcial.com
EL DESEMBOQUE, SONORA.-
E
l fruto del desierto, la pitahaya, es re-
colectada principalmente por las mu-
jeres de la comunidad de El Desembo-
que, Sonora, en cada recorrido entre
los cactus refuerzan la tradición de es-
ta actividad.
Lo ideal es ir antes de que los rayos del Sol tomen
fuerza, sin embargo al ser en el verano la temporada
fuerte, el calor y la distancia pesan para quienes ca-
minan largos tramos en busca de la colorida fruta.
El desierto sonorense se viste de colores brillantes,
los sahuaros, cinas y pitahayos cargados de años y es-
pinas dan paso a las hermosas flores que más tarde
brindan a los seris el sa-
bor dulce de su ofrenda.
Con sus faldas largas,
sandalias y pareos que
usan para cubrirse del
Sol, las mujeres se aden-
tran en el desierto con
su “pitahayero” (palo
de alrededor de tres me-
tros con un gancho en
una punta) y una canas-
ta o balde a cuestas para
recolectar las pitahayas.
María Luisa Astor-
ga Flores, una de las muje-
res de más edad en el pueblo, platicó que las muje-
res se organizan en grupos de entre tres y seis y van
al monte juntas, lo que logran recolectar lo traen al
pueblo y lo regalan a una familia.
• Es tradición que las mujeres seris o comcáacs salgan al monte a recolectar pitahayas que son parte de la alimentación de esta etnia.
• Las mujeres seris o comcáacs son diestras para bajar las pitahayas que se encuentran
en la punta de los sahuaros.
ELIMPARCIAL.COM FOTOGALERÍA
VIDEO
Desde temprana hora integrantes de la etnia caminan
por el monte cerca de El Desemboque para pizcar
pitahayas, fruto muy apreciado entre los comcáacs
Recolectan
mujeres seris
el regalo del
desierto
COMPARTEN ENTRE FAMILIAS
“Esas pitahayas, cuando traen, las llevan a otra fa-
milia y luego esa familia, si tiene una cosa más o
menos valiosa lo regala a esa mujer para que se que-
de más a gusto. Y luego al otro día va otra vez y las
regala a otra gente”, comentó.
El consumo de la fruta va más allá de comerla,
también lo usan para preparar el tradicional vino
de pitahaya, que los miembros de la tribu disfrutan,
para esto se ponen de acuerdo varias familias con
el fin de juntar la cosecha de varios días para luego
fermentarla.
La pulpa que puede ser color rojo, rosa, blanco,
amarillo o naranja se pone con agua en un recipien-
te tapado por una o dos semanas, hasta que suelta el
color, el resultado es un licor de color intenso y un
sabor agridulce.
“Lotomabanyseponenbienalegres,seatarantan,
cantan y toda la familia se junta”, dijo entre risas, “se
juntan ellos y: ‘Ya está el tepache, vamos a estar jun-
tos y vamos a cantar juntos’, es una alegría para ellos,
es una fiesta para ellos, cuando hay pitahayas toda la
familia,todalagentequesemiraaquísejuntaenuna
sola fiesta”.
FRUTO PARA CELEBRAR
La fruta, su cosecha y su proceso se convierte en un
pretexto perfecto para celebrar, se emocionan cuan-
do hay en abundancia, conservan la tradición y con-
viven, ahí radica la importancia de esta actividad.
“La gente que no conoce, no le gusta comer, pe-
ro los seris no, todo el tiempo comemos, cuando hay
pitahayas siempre comemos, aunque esté lejos va-
mos”, expresó, “antes no había nada en qué mover-
se, no hay carro, no hay moto, pura pata”.
El “pitahayero” es un palo de un cactus seco, al
cual le amarran en la punta un pico en el cual en-
sartan la fruta para bajarla, ya que la fruta se da en
la corona de la planta.
“Antes no hay nada de fierro o alambre y ellos
lo hacían con pedazo de palo, sacan la punta y lue-
go le ponen con un mecate o antes hacían piolas del
mezquite, la corteza del mezquite se hace piola para
amarrar las cosas, con eso lo hacían antes”, contó
María Luisa.
Hombres y mujeres de todas las edades realizan
esta actividad, encuentran en ella la recompensa de
mantener vivas sus tradiciones y respirar el aire ti-
bio y a veces terroso de su territorio.
MAÑANA... SUSTENTO QUE VIENE DEL DESIERTO Y EL MAR.
FOTOS:LUISGUTIÉRREZ
• Rojo y sabroso es el fruto de la pitahaya la cual se utiliza-
rá para comer o preparar vino.
• Doña María Luisa Astorga Flores observa a sus com-
pañeras bajar la fruta de las cactáceas.
• La recolección del fruto es un motivo para estrechar los la-
zos de unión que hay entre las mujeres seris.
• Cuando la pulpa de la pi-
tahaya se fermenta el vino
está listo para tomarse.