Este documento resume el pensamiento estructuralista latinoamericano que surgió en la primera mitad del siglo XX. Proponía una industrialización más profunda en América Latina para reducir la dependencia externa de bienes manufacturados e insumos, generando más empleos y desarrollo económico. El Estado debía jugar un rol activo en este proceso de sustitución de importaciones para alcanzar la integración regional y el desarrollo.