1. Una cartera ideal: mi fondo de inversión perfilado
César Martínez - Experto del Observatorio Inverco
Calificamos de “buena” cartera de inversiones a aquella que, en el tiempo, va generando una
atractiva rentabilidad. Pero no existe una cartera “perfecta” como tal, dado que las
combinaciones de la rentabilidad esperada y el riesgo que se puede asumir son muy diversas y
sus esperados retornos muy diferentes.
Destacan dos aspectos a la hora de dar forma y gestionar una cartera de inversiones: la
diversificación de activos y la consistencia en su gestión. Una cartera debe estar diversificada
(geográficamente, por activos, sectores, etc.) para tratar de conseguir el objetivo de
rentabilidad con la menor volatilidad posible. Respecto a la consistencia en la gestión, es un
calificativo fácil de decir y muy difícil de conseguir; si una cartera puede considerarse “buena” a
lo largo del tiempo quiere decir que su gestión ha sido consistente.
Una cartera se construye y gestiona de acuerdo a unos conocimientos técnicos, una dilatada
experiencia financiera y un profundo análisis que dé lugar a unas expectativas razonables. La
estructura de la cartera cambia en el tiempo por la evolución de los activos y la propia gestión
de la misma; cambian también los tipos de activos, las estrategias y sus objetivos según los
plazos, la situación del mercado y las variables del entorno.
El mercado financiero y el mundo de la inversión avanzan a pasos agigantados y las nuevas
tecnologías aceleran los flujos de información y la toma de decisiones ante las oportunidades
que se abren en un mundo globalizado. De este modo, una buena gestión exige un elevado
grado de profesionalidad para obtener una atractiva rentabilidad (gestión de inversiones)
ajustada al perfil de riesgo del inversor (asesoramiento).
El ratio rentabilidad/riesgo es el pilar básico de una inversión. Conseguir emparejar el nivel de
riesgo que un inversor está dispuesto a asumir, con una inversión que cumpla con la adecuada
diversificación y aproveche las oportunidades del mercado, es el objetivo final de la actividad
de asesoramiento y gestión. Y los productos que mejor se adecúan a este emparejamiento son
los fondos de inversión y, más concretamente, las gamas de fondos perfilados.
Una gama de fondos perfilados está compuesta por una serie de fondos de inversión que
invierten en las mismas estrategias, pero con diferentes niveles de riesgo. Así, los inversores
podrán invertir en el fondo que mejor encaje en su perfil de riesgo.
La gestión profesional de la cartera de un fondo permite al partícipe acceder a unas clases de
activo, oportunidades de inversión y un conjunto de estrategias diversificadas casi imposibles
de materializar por sus propios medios. Cada producto tiene su específica política de
inversiones pero, en términos generales, los fondos perfilados basan su gestión en el análisis
de medio plazo tanto de las tendencias económicas como de la situación geopolítica global. El
objetivo principal de estos fondos es diversificar entre los diferentes tipos de activos financieros
para minimizar el riesgo y ampliar las fuentes de rentabilidad.
Para formar la cartera, la inversión en las diferentes clases de activos se puede realizar de
forma directa (comprando bonos, acciones, derivados, etc.) o bien realizando las inversiones a
través de otros fondos de inversión especializados en esos activos financieros. Esta última
variedad la llevan a cabo los fondos de fondos perfilados. Sus gestores seleccionan, para su
cartera, los mejores y más consistentes fondos a nivel mundial, basándose en una gran
diversidad de filtros (cuantitativos), criterios (ratios y rentabilidad) y análisis (cualitativos y Due
Diligence).
En definitiva, mi cartera de inversión “ideal” es el fondo de inversión perfilado que mejor se
adecúe a mi perfil de riesgo.