3. Todos se desean la felicidad. Los
cristianos, hijos de Dios, con mayor razón
nos deseamos la verdadera felicidad que
es el estar en unión con Dios y en paz
entre nosotros.
4. La primera lectura
de la misa nos
habla de la
bendición de Dios,
que sinceramente
os deseo:
6. Si Dios nos bendice, será cierta la felicidad.
La palabra de
Dios es como un
beso, amor
creativo: Dice y
acontece. Dijo
“vive” y el
hombre
comenzó a ser.
Dice “Paz” y la
alegría nadie nos
la puede quitar.
7. El problema está en que Dios quiere nuestra
colaboración. Él bendice, pero quiere que nosotros nos
dediquemos a bendecir. Él nos da la paz, pero quiere en
nosotros personas pacíficas, constructores de paz.
Bendecir a
los demás
es biendecir:
hablar bien
de los otros
y hablar
cosas
buenas con
los otros.
8. Aprendamos a bendecir. Comencemos con
cosas pequeñas: Cuando felicitemos. que sea
de verdad, que lo hagamos de corazón. Que si
deseamos el bien a una persona, lo hagamos
real el recuerdo en la oración ante Quien puede
dar el gran Bien.
9. Y que nos convirtamos en una bendición viva, de
modo que nuestra presencia sea ya una bendición.
Así lo
pedimos
a Dios
con el
salmo
responsorial.
18. Desde hace 47 años, en este día primero del año,
se celebra en la Iglesia la Jornada Mundial de la
Paz.
Fue iniciada por el
Papa Pablo VI y cada
año el Papa manda
un mensaje a las
Iglesias particulares
y a las cancillerías
del todo el mundo
para destacar el
valor "esencial" de
la paz y la necesidad
de trabajar
incansablemente
para lograrla.
19. Cada año hay un tema especial. Para este año de 2014
el Papa Francisco ha elegido: “La fraternidad,
fundamento y camino para la paz”.
20. Comienza el papa: En este mi primer Mensaje para la
Jornada Mundial de la Paz, quisiera desear a todos, a las
personas y a los pueblos, una vida llena de alegría y de
El corazón de todo esperanza.
hombre y de toda
mujer alberga en su
interior el deseo de
una vida plena, de la
que forma parte un
anhelo indeleble de
fraternidad, que nos
invita a la comunión
con los otros, en los
que encontramos no
enemigos o
contrincantes, sino
hermanos a los que
acoger y querer.
21. Es importante el papel que da a la familia:
La familia es la
fuente de toda
fraternidad, y
por eso es
también el
fundamento y el
camino
primordial para
la paz, pues, por
vocación,
debería
contagiar al
mundo con su
amor.
22. Una verdadera fraternidad entre los hombres supone y
requiere una paternidad trascendente. A partir del
reconocimiento de esta paternidad, se consolida la
fraternidad entre los hombres, es decir, ese hacerse
"prójimo" que se preocupa por el otro.
23. Según el relato de los orígenes, todos los hombres
proceden de unos padres comunes, de Adán y Eva,
pareja creada por Dios a su imagen y semejanza (cf.
Gn 1,26), de los cuales nacen Caín y Abel.
En la
historia de
la primera
familia
leemos la
génesis de
la sociedad,
la evolución
de las
relaciones
entre las
personas y
los pueblos.
24. El relato de Caín y Abel nos enseña que la humanidad
lleva inscrita en sí una vocación a la fraternidad, pero
también la dramática posibilidad de su traición.
Da testimonio de ello el
egoísmo cotidiano, que
está en el fondo de
tantas guerras e
injusticias: muchos
hombres y mujeres
mueren a manos de
hermanos y hermanas
que no saben reconocerse como tales, es
decir, como seres
hechos para la reciprocidad, para la comunión y para el don.
25. Abel es pastor, Caín es labrador. Su identidad profunda y,
a la vez, su vocación, es ser hermanos, en la diversidad de
su actividad y cultura, de su modo de relacionarse con
Dios y con la creación. Pero el asesinato de Abel por parte
de Caín deja constancia trágicamente del rechazo radical
de la vocación a ser hermanos.
Su historia
pone en
evidencia la
dificultad de la
tarea a la que
están llamados
todos los
hombres, vivir
unidos,
preocupándose
los unos de los
otros.
26. Sobre todo, la fraternidad humana ha sido regenerada en
y por Jesucristo con su muerte y resurrección.
La cruz es el “lugar” definitivo
donde se funda la fraternidad,
que los hombres no son capaces
de generar por sí mismos.
Jesucristo, que ha asumido la
naturaleza humana para redimirla,
amando al Padre hasta la muerte,
y una muerte de cruz, mediante
su resurrección nos constituye en
humanidad
nueva,
en
total
comunión con la voluntad de
Dios, con su proyecto, que
comprende la plena realización de
la vocación a la fraternidad.
27. La fraternidad tiene necesidad de ser descubierta,
amada, experimentada, anunciada y testimoniada. Pero
sólo el amor dado por Dios nos permite acoger y vivir
plenamente la fraternidad. Con ella tendremos la paz.
Esta paz
la
deseamos
y
pedimos
hoy.
28. Jesús, como los buenos israelitas, saludaba
deseando la paz: “SHALOM”. Significaba unidad
total, la armonía querida por Dios. Este es el deseo
de Jesús al comenzar el año.
33. En este día,
primero del año, la
Iglesia se fija
especialmente en
la madre de ese
Dios que se hace
hombre. Dios podía
haber escogido un
modo grandioso y
espectacular, pero
escoge el modo
sencillo y normal de
nacer, de una mujer,
como nos dice hoy
san Pablo en la 2ª
lectura.
34.
35. Aquel niño es verdadero hombre, pero es también
verdadero Dios, dos naturalezas en una sola persona.
Por eso a la madre, que lo es de esa persona, en
verdad la llamamos “Madre de Dios”.
36. Ya sabemos que
Dios existe desde
siempre y nadie le
ha hecho. Pero por
amor nuestro ha
tomado nuestra
naturaleza de una
virgen, la llena de
gracia, que desde
ese momento es
“Madre de Dios”.
37. No es que Dios vino a habitar en una persona
humana nacida de María. En ese caso Dios no
hubiera muerto por nosotros ni nos hubiera
redimido.
La 2ª persona de la
Santísima Trinidad
se unió a la
naturaleza humana
formando una sola
persona. Y de esa
persona María es la
Madre.
38. Desde los padres de
la Iglesia más
antiguos se habla de
que Dios vino al
mundo por medio de
su madre María. Pero
había enemigos. Por
eso en el año 431 se
reunió un concilio de
obispos en Éfeso y
proclamó como
dogma de fe la
maternidad divina de
María.
40. Dios quiso ser verdadero hombre, nacido de mujer y
enraizado en un pueblo concreto, Israel. Un acto que
ellos consideraban como la entrada a pertenecer al
pueblo, era la circuncisión, a los ocho días de nacer.
Hoy nos lo
dice en el
evangelio.
Lucas 2, 16-21
41. En aquel tiempo los pastores fueron corriendo y
encontraron a María y a José y al niño acostado
en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les
habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían
se admiraban de lo que decían los pastores. Y
María conservaba todas estas cosas,
meditándolas en su corazón. Los pastores se
volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo
que habían visto y oído; todo como les habían
dicho.
Al cumplirse los ocho días tocaba circuncidar al
niño, y le pusieron por nombre Jesús,
como lo había llamado el ángel antes de su
concepción.
42. El evangelio de hoy nos narra el hecho de que,
al llegar los pastores a Belén, encontraron al
Niño que estaba con su madre.
Los pastores,
en cierto
sentido,
evangelizan a
María, contando
lo que les han
dicho los
ángeles sobre
el misterio de
ese Niño.
43. Dice el evangelio:
“María conservaba
todas estas cosas,
meditándolas en
su corazón”. Ella,
la verdadera
contemplativa,
meditaba y
guardaba en su
corazón las
vivencias de
Jesús.
44. Continúa el evangelio narrando lo que hizo la
Sagrada familia a los ocho días de Navidad:
45. Era en la
octava
como hoy.
Realizaron
una
ceremonia
que era
muy
importante
en aquella
cultura.
46. Era como la entrada oficial para pertenecer
al pueblo de Dios y a sus leyes.
47. Tenía mucha
importancia el
nombre entre los
israelitas. Por eso el
ángel lo anunció de
parte de Dios. Y no
sólo a María sino
también a José
50. En este día en que la
Iglesia celebra la
maternidad divina de
María, nos debe
llenar el alma de una
gran dulzura y
esperanza. Una mujer
de nuestra raza
humana ha sido
ensalzada, para que
por medio de ella, o
con ella, podamos
recibir los dones de
Dios.
51. De la Virgen
ha nacido el
Niño que es
Dios y Rey.
Automático