1.
Educación Básica (8vo
a 10mo
) Documentos pedagógicos
Consejos para motivar a los alumnos
Autora: Marialuz Albuja
Fotografía: S.a. (s.f.). Realizando manualidades. ISFTIC – Banco de imágenes y sonidos. Recuperada el 17 de
marzo de 2010 en http://bancoimagenes.isftic.mepsyd.es
El tema de cómo lograr una mayor motivación
en los alumnos dentro del aula (y fuera de
ella) puede convertirse en el mayor reto que
enfrentan los maestros en su día a día. Sin
embargo, usted no se encuentra a la deriva.
Existen pautas que podrán guiar la
planificación, el desarrollo y la evaluación de
sus clases.
Mucho se habla sobre el tema en revistas educativas, en talleres de capacitación, en
páginas de Internet… pero poco le queda al maestro en términos de aplicación
práctica, es decir, en pautas concretas que puedan serle –efectivamente– útiles.
Xóchitl de la Peña, docente y capacitador, explica que “la motivación es un activo
volitivo”, pues se deriva de las necesidades y de los impulsos el individuo
(www.psicopedagogia.com). Esto es muy sencillo de explicar: si la persona tiene
deseos de aprender alguna cosa, entonces lo hará, movida por sus propias
expectativas al respecto.
Sin embargo, ¿qué puede hacer el docente cuando tales intereses o expectativas no
están presentes en sus alumnos? Tarea complicada la de volcar en otro ser humano
todo aquello que quisiéramos que pueda sentir o necesitar en determinado
momento. He ahí el reto.
Volviendo a la propuesta de Xóchitl de la Peña, veremos que existen dos clases de
motivación: intrínseca y extrínseca:
La primera se refiere a la satisfacción personal que representa enfrentar con éxito la
tarea misma. La segunda depende de lo que digan o hagan los demás acerca de la
actuación del alumno, o de lo que él obtenga tangiblemente de su aprendizaje.
Estas dos se mezclan continuamente y, a veces, resulta imposible separarlas, ya que
la autoestima juega un papel muy importante (www.psicopedagogia.com).
2.
Pero el hecho de comprender los tipos de motivación que existen, no soluciona su
ausencia.
¿Qué puede hacer un maestro, en su trabajo concreto dentro del aula, para que
sus alumnos y alumnas sientan verdaderos deseos de aprender?
El mencionado autor nos dice lo siguiente: “la motivación debe darse antes, durante
y al final de la construcción del aprendizaje” (www.psicopedagogia.com). Así,
primero sentirá que su desempeño en el aula no está supeditado a la simpatía que
despierta (o no) en la persona del docente; se enfocará en la materia por el hecho
de aprenderla, sin preocupaciones de tinte personal; tendrá la satisfacción de
haberlo hecho por sus propias habilidades, con la ayuda pertinente de su profesora
o profesor.
Pero la interrogante inicial se mantiene en pie: ¿cómo lograrlo?
Luis Not, en su libro Las pedagogías del conocimiento, afirma que el primer paso
consiste en mantener una actitud positiva frente a la clase, pues los alumnos son
capaces de captar los sentimientos del docente ante su grupo y, más aún, ante cada
alumno en particular (p. 35). Para esto, los consejos a seguir resultan de muy
posible aplicación:
• Jamás humillar al alumno. Mantener un ambiente de respeto dentro y fuera
del aula.
• Diagnosticar los conocimientos previos de cada estudiante, antes de
emprender el estudio de un tema. Esto evitará frustraciones posteriores.
• Evitar, a toda costa, la improvisación. El docente siempre debe planificar sus
clases, de modo que los contenidos sean interesantes, vengan acompañados
de actividades prácticas y los alumnos y alumnas sientan confianza en el
trabajo de su profesora o profesor.
En lo relativo a la motivación que debe generarse antes del aprendizaje de un tema,
los pedagogos Frida Díaz y Gerardo Hernández afirman que es preciso:
• Plantear “conflictos congnitivos” dentro del aula. En otras palabras, captar el
interés de los estudiantes mediante el planteamiento de situaciones
aplicables a su vida, pero relacionadas al conocimiento que se pretende
impartir, de modo que alumnos y alumnas sean capaces de relacionar los
contenidos de la materia con sus propias vivencias y/o posibilidades. Sólo
así, será posible motivar la investigación y la lectura de un determinado
tema.
3.
• Generar interés en la tarea misma, por encima del resultado final (sea éste
una calificación, un premio o una meta específica). Para ello, es preciso que
la sesión de clase tenga ciertas características imprescindibles: dinamismo,
actividades prácticas –en combinación con el conocimiento teórico–,
participación de los estudiantes.
• Evitar la presentación de contenidos demasiado difíciles para el nivel
cognitivo del grupo. Esto solamente acarreará desinterés por la materia (de
ahí la importancia de una evaluación inicial para determinar el nivel de
conocimiento de los estudiantes).
En cuanto al manejo de la motivación durante el proceso de enseñanza-
aprendizaje, Díaz y Hernández recomiendan lo siguiente:
• Emplear un lenguaje familiar al exponer un tema frente a los alumnos.
Asimismo, recurrir a ejemplos de la vida cotidiana, de modo que el
aprendizaje significativo pueda realizarse.
• Proponer actividades variadas, de modo que los estudiantes no se cansen
debido a la repetición de las mismas actividades, una y otra vez.
• De vez en cuando, organizar actividades que requieran del trabajo grupal:
debates, exposiciones, etc. Así, todos podrán exponer sus opiniones sobre un
tema, se sentirán escuchados por el resto de la clase y tendrán una
responsabilidad específica dentro del equipo. Sin embargo, esta clase de
actividad deberá estar sumamente bien planificada por el docente, pues de
lo contrario podría convertirse en un pretexto para la dispersión. Cada
persona tendrá clara su tarea en el contexto del trabajo y cada grupo
planteará sus objetivos.
Para terminar, la motivación que debe generarse al final de un proceso de
aprendizaje está íntimamente ligada, según lo explica De la Peña, con la
evaluación. Para ello, el autor sugiere:
• No reducir la evaluación a una nota, sino permitir que el estudiante sepa el
porqué de su éxito o de su fracaso en determinada actividad. Esto, por
supuesto, motivará la corrección de cualquier falla y promoverá la
continuidad de aquellas prácticas que hayan acarreado buenos resultados.
• Jamás exponer los resultados de las evaluaciones en público, pues podrían
surgir conflictos entre los estudiantes: baja autoestima de quienes no hayan
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tenido el resultado deseado, actitud arrogante de quienes hayan logrado una
buena calificación, etc.
• Animar al grupo (y a los individuos) para seguir adelante, de modo que su
deseo de aprender no se vea reducido por una situación específica. Para
ello, valga la repetición, el énfasis siempre debe ir enfocado al proceso del
aprendizaje.
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TEXTOS CONSULTADOS:
• De la Peña, Xóchitl. “Motivación en el aula”. Psicología de la educación para padres y
profesionales:www.psicopedagogia.com.
• Díaz, Frida y Hernández, Gerardo. Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. México, Mc.
Graw Hill, 1998.
• Not, Luis. Las pedagogías del conocimiento. México, Fondo de Cultura Económico, 1999.