2. Gangs of New York es probablemente, uno de los más profundos análisis del avance
del comportamiento social hasta nuestros tiempos. La maestría del director guía al
espectador a través del fluido e intenso sentimiento de identificación con el mensaje
de una película que cautiva, ante todo, por la increíble caracterización de Bill “El
Carnicero”, interpretado por Daniel Day-Lewis de una manera asombrosa, reflejando
la creación de un ser, constituido por los pilares de la violencia, que no llega a perder
la noción de los valores y principios que buscaban sus antepasados.
Así, Martin Scorsese logra formar una línea artística que no se desaprovecha en
ninguna ocasión, empleando un reparto estelar, capitaneado, por Leonardo DiCaprio,
quien logra adaptar un papel complejo, abundante de dilemas morales, a la formación
de un personaje que encaja a la perfección en la estela de la estructura artística.
La clara noción del olvido del pasado queda reflejada de manera astuta en esta cinta,
y logra emocionar por el claro enfoque a su contra, pues muestra al pasado como el
pilar más fundamentalista de una sociedad, aquel sobre el que se cierne todo aquello
que se ha creado posteriormente, pues toda historia tiene un principio, pero este no ha
de ser grandioso.
La primera escena de la película resulta impactante por la crudeza visual de la misma,
pero logra plasmar a la perfección un sentimiento de aprecio moral hacia los valores
ajenos. La emoción llega cuando todo se desvanece en la violencia y la oscura sangre
reflejada en la noche, y suena la “Las manos que crearon Nueva York”.
Además de la realidad, Martin Scorsese logra plasmar una historia, surrealista por
momentos, que es llevada a límites técnicamente similares a los de una tétrica obra de
Broadway, caracterizados por unos interiores poco trabajados, pero que ayudan a
resaltar aún más a la exuberante fotografía que seguramente llegaría a influir en la
película de Guy Ritchie, Sherlock Holmes.
La ambientación de la sociedad, aquella que se basaba en el comportamiento caótico
y anarquista, y representaba actos de brutalidad y crueldad asfixiantes, es el
complemento mejor retratado para salvaguardar la estructura de un guión que en
ningún momento llega a perderla.
Así, tras la deplorable Casino, Martin Scorsese se reinventa, y comienza su nueva
etapa con un nuevo actor fetiche, Leonardo DiCaprio, quien le acompaña en el
ascenso de mayor estabilidad de su carrera, pasando por el magnífico biopic de
Howard Hughes en El Aviador , el inevitable retorno del director al mundo de la
mafia con Infiltrados , y por último, a la incursión del thriller psicológico más
profundo, aquel donde ambos despliegan su potencial artístico, Shutter Island.