Rousseau creía que la educación ideal comenzaba con la madre como la principal formadora del niño. Luego, el padre debía continuar la educación con celo y juicio, enseñando al niño sobre la condición humana y cómo sobrellevar los bienes y males de la vida. Rousseau rechazaba las instituciones educativas formales de su época, creyendo en cambio que la educación debía basarse más en el ejercicio que en los preceptos y preparar a cada persona para su papel en la sociedad.