Keynes criticó a los economistas neoclásicos por suponer que los factores de producción siempre estaban totalmente ocupados y que el desempleo era algo "anormal". La Gran Depresión de 1929 exacerbó la crisis en la teoría económica tradicional. Keynes propuso que el Estado debe intervenir en la economía a través de políticas monetarias y fiscales para moderar el desempleo y la deflación, especialmente en el corto plazo, ya que "en el largo plazo estamos todos muertos".