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Baudillard el cuerpo o el osario de signos
1. EL INTERAMBIO SIMBOLICO Y LA MUERTE: EL CUERPO O EL OSARIO DE SIGNOS
Baudrillard
El cuerpo marcado
Toda la historia actual del cuerpo es la de su demarcación, de la red de marcas y de signos q lo
cuadriculan, lo parcelan, lo niegan en su diferencia y ambivalencia radical para organizarlo en un material
estructural de intercambio/signo, y resolver su virtualidad de juego y de intercambio simbólico en una
sexualidad tomada como instancia determinante, instancia fálica.
En este sentido el cuerpo es, bajo es signo de su “liberación”, considerado dentro de un proceso cuyo
funcionamiento y estrategia son los mismos de la economía política.
Moda, publicidad, nude-look, teatro desnudo, strip-tease, es de una variedad y monotonía absolutas.
Las pulseras, collares, anillos, cinturones, joyas, cadenas; en todo lugar el escenario es el mismo: una
marca q toma fuerza de signo y función erótica perversa, una línea de demarcación q simboliza la
castración, q parodia la castración como articulación simbólica de la carencia, bajo la forma estructural de
una barra q articula dos términos plenos. La barra juega como termino respectivo, es una zona del cuerpo,
zona erótica, erotizada, erigida en significante fálico de una sexualidad convertida en puro y simple
concepto, puro y simple significado.
En ese esquema la castración esta significada (pasa al estado de signo). El desnudo y el no desnudo
juegan en oposición estructural y contribuyen a la designación del fetiche. Lo mismo con el borde de la
media sobre el muslo: el poder erótico de esa imagen proviene , no de proximidad del sexo real sino deq el
temor del sexo qeda allí detenido con una puesta en escena de la castración. El cuerpo desnudo y
metonímicamente convertido por esta censura en efigie fálica, objeto fetiche de contemplación y
manipulación.
La erotización consiste en la erectilidad de un fragmento del cuerpo sellado por la barra, en esa
fantasmatizacion fálica de todo lo q esta mas alla de la barra en posición de significante, y en reducción
simultanea de la sexualidad al rango de significado (valor representado).
Se lee hasta el menor detalle, la pulsera q ciñe el brazo o tobillo, el cinturón, collar, sortija, instauran al pie,
la cintura o al dedo como eréctiles. No hay ninguna necesidad de rasgo o singo visible: despojado de
signos es una castración representada y des-representada, como actua la eroticidad del cuerpo entero en
la desnudez.
Que el pie, el dedo, nariz o cualquier parte puedan jugar como metáfora del pene, no es en virtud de su
forma emergente, no tiene valor fálico mas q sobre la base de ese corte fantasmatico q los erige, todo se
vuelve en la equivalencia fálica.
La boca pintada es fálica (pintura y maquillaje forman parte importante del arsenal de valoración
estructural del cuerpo). Una boca maquillada ya no habla, no tiene como función hablar, ni comer, ni besar.
Mas alla de esas funciones de intercambio se instala la función erotica y cultural perversa, la boca
fascinante como signo artificial, trabajo cultural, juego y regla del juego. La boca maquillada, objetivada
como joya, cuyo valor erotico no proviene en absoluto de su subrayado como orificio erógeno, sino la
pintura constituye en cierto modo el rasgo fálico, la marca q la instaura en valor de intercambio fálico.
El deseo es cuando se funda en la perdida, en el abrirse del uno al otro, se vuelve negociable, en términos
de signos y valores fálicos son intercambiados, catalogados en una equivalencia fálica general.
2. Lo mismo sucede con la mirada. Lo q realiza el mecho sobre el ojo es la denegación de la mirada como
dimensión perpetua de la castración, al mismo tiempo q ofrenda amorosa. Ojos metamorfoseados por el
maquillaje, es la reducción estatica de esa amenaza, de la mirada del otro donde el sujeto puede verse en
su propia carencia. Esos ojos sometidos al trabajo del signo, tienen la redundancia del signo: se exaltan
con su propia fascinación y su seducción proviene de ese onanismo perverso.
El objeto mas vello es el cuerpo de la mujer. El cuerpo desvelado de la mujer, en las mil variantes del
erotismo es la emergencia del falo, del objeto fetiche, es un gigantesco trabajo de simulación fálica, a la
vez q el espectáculo de la castración.
El privilegio erotico del cuerpo femenino juega tanto para las mujeres como p hombres. Una misma
estructura perversa juega para todos: centrada en la denegación de la castración juega con el cuerpo
femenino como con la inminencia de la castración. La progresión lógica del sistema lleva a un
recrudecimiento erotico del cuerpo femenino, porq este, privado de pene, es el q mejor se prensa a la
equivalencia general fálica. Si el cuerpo masculino no permite el mismo rendimiento erotico es porq no
permite ni el llamando fascinante de la castración, ni de superación continua. No puede realmente volverse
jamás objeto liso, cerrado, perfecto. Es menos disponible para la demarcación,
La erectilidad puede ser transferida bajo control a todo el abanico de objetos y del cuerpo femenino.
Habria q ver como interviene, en este privilegio erotico de la mujer, la sujeción histórica y social, tratando
de ver si interviene respecto a toda discriminación política, el mismo proceso de desconocimiento q
respecto a la diferencia de los sexos en el fetichismo; lo cual resulta en una fetichizacion de la clase o del
grupo dominado. Todo el material significante del orden erotico no esta hecho mas q de la panoplia de los
esclavos (cadenas, collares, látigos), de los salvajes (negritud, desnudez, tatuajes). Lo mismos con el
cuerpo de la mujer, anexado a un orden fálico cuya expresión política la condena a la inexistencia.
La desnudez segunda
Cualquier cuerpo o parte del cuerpo puede intervenir funcionalmente de la misma forma, siempre q sea
sometido a la misma disciplina erotica: se necesita toda diferencia erógena habiendo sido conjurada por la
barra estructural q designa a ese cuerpo, barra visible en el vestido, la joya, el maquillaje, invisible en la
desnudez total, pero siempre presente, puesto q envuelve al cuerpo como una segunda piel.
Es característica la omnipresencia en el discurso publicitario del “casi desnuda”, del “desnuda sin estarlo,
como si usted lo estuviera”, los pantalones ceñidos en los que “usted esta mas desnuda que al natural”:
todo esto para reconciliar el ideal naturalista de vivir su cuerpo “en directo”, con el imperativo comercial de
la plus-valía.
La verdadera desnudez encuentra aquí su definición como desnudez segunda: es la del vestido ceñido X o
Y, del velo transparente, esta desnudez esta resaltada por el espejo; es en la repetición como la mujer fija
“el cuerpo con el q sueña: el suyo”. El mito publicitario tiene aquí razón: no hay otra desnudez q la q se
repite en los signos, la q se envuelve en su verdad significada y q restituye la regla fundamental del cuerpo
en materia erotica, la de volverse la sustancia diáfana, lisa, depilada, de un cuerpo glorioso y asexuado.
Ej perfecto el film de Golgfinger (James Bond): Todos los orificios tapados, es el maquillaje radical, q hace
de su cuerpo un falo impecable (q sea de oro subraya la homología con la economía política), y q desde
luego equivale a la muerte. La play girl desnuda, morirá de haber encarnado, hasta el extremo, el
fantasma de lo erotico. Pero lo mismo sucede con toda piel en la estética funcional, en la cultura de masas
3. del cuerpo. Prendas ceñidas, fajas, guantes, vestidos y ropa “cerca del cuerpo “, sin contar el bronceado:
es siempre el leitmovit de la “segunda piel”, es siempre la película transparente q vitrificara el cuerpo.
La piel misma no se define como “desnudez”, sino como zona erógena: medio sensual de contacto y de
intercambio. Esa piel porosa, agujereada, donde el cuerpo no se acaba y q solo la metafísica establece
como línea de demarcación del cuerpo, es negada en provecho de una segunda piel no porosa, sin
exudación ni excreción, ni caliente ni fria, sin granos ni asperezas, sin espesor, sin orificio. Todas esas
cualidades (frescura, suavidad, transparencia), son de clausura; grado cero resultante de la denegación de
los extremos ambivalentes.
Esta vitrificación de la desnudez esta emparentada con la función obsesiva del revestimiento protector de
os objetos: impermeabilizados, plastificados, etc, y con el trabajo de cepillado, de limpieza q tiende a
volverlo a poner permanentemente en estado de pulcritud, de abstracción impecable.
Desnudez “diseñada”, no subentiende nada detrás de la red de signos q teje, sobre todo, no u cuerpo: ni
un cuerpo de trabajo, ni de placer, ni erógeno, ni desgarrado; sobrepasa todo eso en un simulacro de
cuerpo pacificado.
Utopía de la desnudez, del cuerpo presente en su verdad: es todo lo mas la ideología del cuerpo la q
puede ser representada. El indio decía: “El cuerpo desnudo es una mascara inexpresiva que oculta la
verdadera naturaleza de cada uno”, quería decir q el cuerpo no tiene sentido sino marcado, revestido de
inscripciones.
Su desnudez misma se vuelve entonces contra el y lo aureola de una censura aérea e ineluctable: la
segunda piel. La piel, se repite en la significación: siempre es ya la segunda piel. no es la ultima, pero es
siempre la única.
En esta redundancia de la desnudez-signo, q trabaja para restituir el cuerpo como fantasma de
totalización, reencontramos la especulación infinita del sujeto de la conciencia a través de su imagen en el
espejo, captando y resolviendo formalmente en la duplicación la división irreductible del sujeto.
Clausura del espejo, duplicación fálica de la marca: en ambos casos el sujeto se seduce a si mismo.
Seduce a su propio deseo y lo conjura en su propio cuerpo duplicado por los signos. Detrás del
intercambio de signos, detrás del trabajo del código, el sujeto puede esquivarse y recuperarse: esquivar el
deseo del otro (su propia carencia) y verse sin ser visto.
Es importante distinguir entre el trabajo de inscripción y de marca a nivel del cuerpo en las sociedades
“primitivas” y en nuestro sistema contemporáneo. Fácilmente se lo confunde en la categoría general de
expresión simbólica del cuerpo, como si existiera un mismo modo de significación desde la noche de los
tiempos hasta la espera de la economía política.
A la inversa de los nuestros, en los q los signos se intercambian bajo el régimen de un equivalente
general, el marcado del cuerpo, tiene por función la actualización inmediata del intercambio simbólico, del
intercambio con los dioses o dentro del grupo; intercambio q no es negociación por parte del sujeto de su
identidad, tras la manipulación de los signos, sino en el q el consume su identidad, se pone en juego como
sujeto en la posecion/desposecion; el cuerpo entero se convierte en material de intercambio simbólico.
Cuando el indio dice: “en mi, todo rostro”, para responder a la interrogación del blanco sobre la desnudez
de su cuerpo, dice con eso q todo el cuerpo esta en el entregado al intercambio simbolico, mientras q en
nosotros tiende a reducirse únicamente al rostro y a la mirada. Para el indio, los cuerpos se miran y se
4. intercambian todos sus signos, q se consumen en una relación incesante. Para nosotros, el cuerpo se
encierra en sus signos, se valoriza mediante un calculo de signos q intercambia bajo la ley de la
equivalencia y de la reproducción del sujeto. Es el y no el salvaje, el q esta en pleno fetichismo: a través
del hacer valer su cuerpo, es el quien esta fetichizado por la ley del valor.
El strip-tease
No se strip ni se tease…, se hace parodia. Soy un mistificador: damos la impresión de mostrar la verdad
desnuda, la mistificación no podría llegar mas lejos, Es lo contrario de la vida. Porq cuando ella esta
desnuda, esta mucho mas ataviada q vestida.
Strip-tease de sueño: La mujer del espacio cuanto mas lentamente se mueve una mujer, mas erotica
resulta.
La desnudez de las playas no tiene nada q ver con la desnudez de la escena. En escena, ellas son diosas,
son intocables..La ola de desnudez, en el teatro y en otras partes, es superficial, se limita a un acto mental.
En otras partes presenta la realidad: aquí sugiero sino lo imposible. La realidad del sexo q se despliega en
todas partes disminuye la subjetividad del erotismo.
El strip-tease es una danza: su secreto es la celebración auto-erotica por una mujer de su propio cuerpo, q
se vuelve deseable en esa misma medida. Es esa lentitud la q indica q los gestos de q se rodea la mujer
son los del otro. Sus gestos tejen alrededor de ella el fantasma del compañero sexual. Pero al mismo
tiempo, ese otro queda excluido, puesto q ella lo sustituye y se apropia de sus gestos según un trabajo de
condensación. Todo el secreto erotico del strip-tease esta en esta evocación y revocación del otro,
mediante gestos cuya lentitud es poetica.
Solo es bueno el strip q refleja el cuerpo en ese espejo de gestos; el gestual es el equivalente moviente de
esa manopla de signos, de marcas q actúan asimismo en la puesta en escena eréctil del cuerpo a todos
los niveles de la moda, del maquillaje y de la publicidad. El mal strip es el del desvestirse puro y simple, q
no hace sino restituir la desnudez, omite esa hipnosis del cuerpo, para entregarlo a la concupiscencia
discreta del publico. No es q el mal strip no sepa captar el deseo de la sala; al contrario, sino q la mujer no
ha sabido recrear para si misma su cuerpo como objeto encantado.
El mal strip es el q esta acechado por la desnudez, o por la inmovilidad ( o ausencia de ritmo, la
brusquedad del gesto): no hay entonces en escena mas q una mujer y un cuerpo “obscenos”. La strip-
teasera es una diosa y la prohibición lanzada sobre ella, la q ella traza a su alrededor, no significa q no se
le puede tomar nada, sino q no se le puede dar nada, porq ella se da todo a si misma. Cada prenda q cae
no acerca al desnudo, a la verdad desnuda del sexo, al caer designa como falo q desnuda; devela a otra, y
el mismo juego se profundiza a medida q el cuerpo emerge cada vez mas como efigie fálica, al ritmo del
strip. No es un juego de despojar de signos hacia una profundidad sexual, es un juego ascendente de
construcción de signos; cada marca adquiere fuera erotica por su trabajo de signo, es decir, por el vuelco q
opera de lo q no ha sido jamás (la perdida y la castración) a lo q designa en su lugar: el falo. Es por esto q
el strip-tease es lento: porq es discurso, construcción de signos, elaboración minuciosa de un sentido
diferido.
La fijeza de la mirada es un elemento esencial de la buena stripteasera. La mirada fija q solo sirviera para
señalar la prohibición, situaría al strip en una especie de pornodrama represivo. El buen strip no es eso,
ese dominio de la mirada no es frialdad, es a condición de redefinir el cool como una cualidad muy
5. especial de toda la cultura actual de los media y del cuerpo, y q no es del orden de lo calido y lo frio. Esa
mirada es la mirada neutralizada de la fascinación auto-erotica, la de la mujer/objeto q se mira y cierra los
ojos sobre si misma, es el colmo de la perfeccion y de la perversión.
El cuerpo ideal q este estatuto dibuja es el de la maniquí, q ofrece el modelo de toda esta instrumentación
fálica del cuerpo. Es su propio cuerpo lo q la mujer rodea de una manipulación sofisticada, hace de el el
paradigma de la seducción. Aquí radica en ese proceso perverso q nace de ella y de su cuerpo sacralizado
un falo viviente, la verdadera castración de la mujer.
Estar castrado es estar cubierto de sustitutos fálicos. La mujer esta cubierta de ellos, esta intimada a hacer
de su cuerpo un falo. Y si las mujeres no son fetichistas es porq realizan ese trabajo de fetichizacion
continua sobre si mismas, se vuelven muñeca. Este juego de tapas y destapar es lo q constituye su valor
simbolico para la infancia, y en este juego a la inversa es q regresa toda la relación objetual y simbólica,
cuando la mujer se hace muñeca, se vuelve su propio fetiche y el fetiche del otro.
La fascinación del strip-tease como espectáculo de la castración provendría de la inminencia de descubrir,
de buscar por todos los medios no descubrir q no hay nada.
El propio cuerpo de la mujer, fetichizado, intercepta ese punto de ausencia de donde resucita, intercepta
ese vértigo con toda su presencia erotica; “signo de un triunfo sobre la amenaza de castración, y
protección contra esta amenaza.
En lugar de un reconocimiento de la castración, erigimos toda clase de coartadas fálicas, luego tratamos
de descartar una a una para descubrir la verad q es siempre la castración, pero q resulta la castración
negada.
El narcisismo dirigido
Todo esto conduce a replantear la cuestión del narcisismo en términos de control social. Freud evoca lo q
hemos dicho: “se establece un estado en el que la mujer se bsta a si misma, lo q la resarce es la libertad
de elección de objeto q le rehusa la sociedad. Tales mujeres no se aman, tan intensamente como el
hombre las ama. Su necesidad las inclina a ser amadas y les gusta el hombre q cumple esas condiciones.
Tales mujeres ejercen el mayor encanto sobre los hombres”.
En el sistema erotico actual se trataría del desplazamiento de “ese narcicismos del cual gozaba en la
infancia el Ego real sobre el Ego ideal”, mas exactamente de la proyección de la perfeccion narcisista de la
infancia. Esta gratificación q la mujer se da de su cuerpo refleja efectivamente una disciplina feroz.
Este narcisismo esta situado bajo el signo del valor. Es un narcisismo dirigido , una exaltación dirigida y
funcional de la belleza en cuento hacer- valer y en cuanto intercambio de signos.
Toda la moda y publicidad trazan de este modo el mapa de lo tierno autoerotico y su exploración dirigida:
ustedes son responsables de su cuerpo y deben valorizarlo, deben utilizarlo según el orden de signos
meditados y mediados por los modelos de masas. Una extraña estrategia tiene lugar aquí: hay desviación
y transferencia de la utilización del cuerpo y de las zonas erógenas a la puesta en escena del cuerpo y de
la erogenidad. La seducción narcisista se asocia a partes del cuerpo objetivadas por una técnica, por
objetos, por gestos, por un juego de marcas y signos. Ese neo-narcisismo va unido a la manipulación del
cuerpo como valor. Es una economía dirigida del cuerpo, fundada sobre un esquema de reapropiación del
cuerpo según los modelos directivos y bajo control del sentido, de transferencia de la realización del deseo
6. al código. Todo esto instaura como un narcisismo de síntesis q habría q distinguir de las dos formas
clásicas del narcisismo:
1. Primaria: fusional.
2. Secundaria: utilización del cuerpo como diferente, Ego-espejo, integración del Ego mediante el
reconocimiento especular y mediante la mirada del otro.
3. Terciaria: “de síntesis”. Reescritura del cuerpo clasificado según los modelos colectivos
funcionales. Es el cuerpo homogeneizado como lugar de producción industrial de signos y de
diferencias, movilizado bajo el signo de la seducción programática.
El cuerpo como adicion de objetos parciales cuyo objeto es el usted del consumo.
El cuerpo convertido en sistema total de signos ordenado por los modelos, bajo el equivalente general del
culto fálico, como el capital se convierte en sistema total del valor de cambio, bajo el equivalente general
del dinero.
La manipulación incestuosa
El cuerpo “liberado” es un cuerpo en el q la ley y la prohibición q antes censuraban el sexo y el cuerpo
desde el exterior, se han interiorizado como variable narcisista.
La fase actual de la sexualidad genital corresponde a una mutacion:
- Ya no es violenta: es una represión pacificada.
- Ya no apunta fundamentalmente a la sexualidad genital, en adelante oficializada en las
costumbres. Lo que se tiene en mira en este estadio mas sutil y radical de represión y control, es el
nivel de lo simbolico mismo.
La represión, superando la sexuacion secundaria (genitalidad y modelo social bisexual), alcanza la
sexuacion primaria (diferencia erógena y ambivalencia, relación del sujeto con su propia carencia), ya no
se ejerce en nombre del Padre, sino en nombre de la Madre.
Hemos visto q la erotización y manipulación fálica del cuerpo se caracterizan como fetichizacion: el
perverso fetichista se define por el hecho de no haber salido nunca del deseo de la madre q ha hecho de
el el sustituto de lo q le faltaba. Se ha creado una situación incestuosa: el sujeto ya no se divide (no
renuncia a su identidad fálica), y ya no comparte. La identificación con el falo de la madre le define
plenamente.
Asi sucede con el cuerpo hoy, por regla general: si la ley del Padre, la moral puritana queda desbaratada,
es según una economía caracterizada por la destructuracion de lo simbolico y la supresión del incesto.
Todos vivimos a todos los niveles esta forma sutil de represión y enajenación.
Modelos del cuerpo
1. Para la medicina, el cuerpo de referencia es el cadáver. Es el limite ideal del cuerpo en su relación
con el sistema de la medicina.
2. Para la religión, la referencia ideal del cuerpo es el animal. El cuerpo como osario, y el resucitado
mas alla de la muerte como metáfora carnal.
3. Para el sistema de la economía política, el ideal tipo del cuerpo es el robot. Modelo logrado de la
liberación funcional del cuerpo como fuerza de trabajo, es extrapolación de la productividad
racional absoluta, asexuada.
7. 4. Para el sistema de la economía política del signo, la referencia modelo del cuerpo es el maniquí.
Contemporaneo del robot, representa un cuerpo totalmente funcionalizado bajo la ley del valor,
pero esta vez como lugar de producción de valor/signo. Lo que se produce ya no es fuerza de
trabajo, son modelos de significación; la sexualidad misma como modelo.
Cada sistema revela, detrás de la idealidad de sus fines, el fantasma reductor en el q se articula la visión
delirante del cuerpo q establece su estrategia.
Para el cuerpo en cuento material de intercambio simbolico, no hay modelo, ni código, ni ideal tipo, ni
fantasma director, puesto q en ella no podría haber sistema del cuerpo como anti-objeto.
Phallus Exchange standard
A partir de la revolución industrial, una misma gran mutacion cubre a los bienes materiales, el lenguaje y la
sexualidad (el cuerpo), de acuerdo con un proceso q señala la generalización progresiva de la economía
política, o tb el ahondamiento de la ley del valor.
1. Los productos de vuelven mercancías: valor de uso y valor de cambio.
2. El lenguaje se vuelve medio de comunicación, campo de significación. El lenguaje como medio
tiene como fin expresar: el orden de los significados, y en euna forma estructural q regula el
intercambio de los significantes: el código de la lengua.
El paso a la finalidad funcional, la asignación racional a un contenido objetivo (valor de uso o
significado/referente) sella la asignación a una forma estructural q es la forma misma de la economía
política. En el marco neo-capitalista, esta forma se sistematiza: significados y valores de uso desaparecen
progresivamente en beneficio exclusivo del funcionamiento del código y del valor de cambio. Al termino de
este proceso los dos sectores de la producción y la significación convergen. Productos y mercancías se
producen como signos y mensajes y se regulan sobre la configuración abstracta del lenguaje:
transportando contenidos, valores, finalidades, sus significados.
El cuerpo y la sexualidad se pueden analizar en todos los términos precedentes: valor de uso/valor de
cambio, significado/significante.
1. Podemos mostrar como la sexualidad desemboca, en su modo de liberación actual, en valor de uso
y en valor de cambio. La sexualidad de independiza como función: de aquella, colectiva, de
reproducción de la especia, pasa a aquellas individuales, de equilibrio fisiológico, de equilibrio
mental, de expresión de la subjetividad, de emancipación del inconsciente, de ética del placer
sexual. La sexualidad se vuelve un elemento de la economía del sujeto, se vuelve una finalidad
objetiva del sujeto y obedece a un orden de finalidades.
2. La sexualidad toma forma estructural. Ingresa en las grandes oposiciones (masculino/femenino),
cuya disyunción la cierne, cristalizando en el ejercicio de tal modelo sexual testimoniado por tal
órgano sexual, y cerrando el juego de los significantes del cuerpo.
3. La estructura masculino/femenino se confunde con el privilegio otorgando ala función genital
(reproductora o erotica). Este privilegio de genitalidad, repercute en la estructura de un orden social
de dominación masculina.
4. La emergencia del falo como equivalente general de la sexualidad, la emergencia de la sexualidad
como equivalente general de las virtualidades simbolicas de intercambio; todo ello define la
8. emergencia de una economía política del cuerpo q se instaura sobre las ruinas de su economía
simbolica.
5. Promocion de la sexualidad como función, promoción de la sexualidad como discurso estructural.
El sujeto se encuentra remitido a la norma fundamental de la economía política: se piensa y se
conoce sexualmente en términos de equilibrio y de coherencia.
Al igual q los objetos designados obedecen a un imperativo de despojo, reflejando una economía
ascética de calculo de función. Al igual q el signo en general tiende a despejarse para traducir la
adecuación del significante y del significado, q es su ley y su principio de realidad, asi el cuerpo tomado
por la economía política, tiende tb a la desnudez formal como a su imperativo absoluto. Esta desnudez,
en la q se resume todo el trabajo de inscripción de marcas, de moda, de maquillaje, al mismo tiempo q
toda perspectiva idealista de liberación, nada tiene de un descubrimiento o de redescubrimiento del
cuerpo: traduce la metamorfosis lógica del cuerpo en el proceso histórico de nuestras sociedades.
Al igual q el despojo de los objetos caracteriza su asignación a una función, es decir su neutralización
por la función; asi la desnudez del cuerpo define su asignación la función/sexo, la neutralización
reciproca del cuerpo y del sexo.
Demagogia del cuerpo
El cuerpo y el sexo asumen todas esas esperanzas porque rechazados bajo cualquier orden q hayan
revestido nuestras sociedades históricas, se han convertido en metáforas de la negatividad radical. De
metáfora, se los quiere hacer pasar al estado de hecho revolucionario.
Al cuerpo como lugar de los procesos primarios , se opone en el sistema actual el cuerpo como
proceso secundario: valor de eso y valor de cambio erotico, racionalización bajo el signo de valor. Al
cuerpo impulsivo, obsesionado por el deseo, se opone el cuerpo demiurgizado, estructuralizado,
teatralizado en la desnudez, funcionalizado por la sexualidad operacional.
Este cuerpo secundario, el de la emancipación sexual y de la desublimacion reprseiva, es el q esta
situado bajo el signo de Eros solamente. Hay una confusión del sexo y del exclusivo principio de Eros;
una neutralización del uno por el otro, con exinscripcion del impulso de muerte. El principio de placer
se establece como razón de una subjetividad liberada, de una nueva economía política del sujeto. Eros
redefine la razón en sus propios términos: es razonable lo q protege al orden de la satisfacción.
El cuerpo colocado bajo el signo de Eros, representa una fase mas avanzada de la económica política.
En vez de q la desnudez sea escindida por el deseo, juega como equivalencia y puesta en escena del
deseo. En vez de q el cuerpo sea escindido por el sexo, juega como significante y equivalente del
sexo. Asi, en todas partes, la desnudez, el cuerpo, el sexo, el inconsciente, etc, en lugar de abrir a la
diferencia profundizada, se encadenan como equivalentes representativos unos de otros, se
metonimizan y constelan para definir una lógica discursiva de la sexualidad, un discurso del sexo como
valor.
Apólogo
La sexuacion es la partición q atraviesa a cada sujeto. El sexo, es su acepción radical, no podría llegar
al estadio de la cifra entera, ni al estatuto contable: es una diferencia, y los dos bordes de la diferencia,
q no son términos, no podrían sumarse ni formar parte de una serie. No pueden ser considerados
como unidades.
9. Este dialogo es lógico en el marco del modelo bisexual impuesto (masculino/femenino), puesto q este
plantea el sexo, de entrada, como dos términos estructuralmente opuestos.
La ambivalencia del sexo queda reducida por la bivalencia ( de los dos polos y roles sexuales).
Actualmente en q esta bivalencia par por las metamorfosis de la revolución sexual, y se esfuman las
diferencias entre masculino y femenino, la ambivalencia del sexo queda reducida por la ambigüedad
del unisexo.
El carnicero de Chuang-Tsu
(ej del carnicero: modulo pag 55)
Ejemplo perfecto del análisis y de su prodigiosa operacionalidad cuando supera la visión plena,
sustancial, opaca del objeto (“al principio solo veía la vaca”…), la visión anatomica del cuerpo como
edificio pleno, dispuesto para el corte, unificado por la representación exterior, y sobre la cual trabaja el
carnicero ordinario, q no hace sino partir por la fuerza, para llegar al reconocimiento de la articulación
del vacio, de la estructura de vacio donde el cuerpo se articula (“ no me dedico sino a los
intersticios”…). El cuchillo del carnicero no es lo pleno q traspasa lo pleno, el mismo es vacio. El
cuchillo q opera de este modo en el discurrir del espíritu analítico, no trabaja sobre el espacio q llena la
vaca, sino de a cuerdo con la organización lógica interna del ritmo de los intervalos. Se funda una
economía simbólica q es la de una estructura de intercambio: el cuchillo y el cuerpo se intercambian, el
cuchillo articula la carencia de ese cuerpo y por eso desconstruye según su ritmo.
Este cuchillo es tb la letra de Leclaire, q divide orogénicamente tal lugar del cuerpo según la lógica del
deseo.