Ap2 u1-anexo 3- del privilegio de la función - liliana giordano
1. Posted on 21 marzo, 2012 by Alejandro Abaca
DEL PRIVILEGIO DE LA FUNCIÓN A LA LÓGICA DEL HABITAR
LILIANA GIORDANO
ACERCA DE LOS CUESTIONAMIENTOS
Esta ponencia cuestiona el carácter de universalidad abstracta de la noción de función e impugna
la naturalidad con la que habitualmente se la interpreta en las prácticas proyectuales.
No propiciamos agregados ni superficiales retoques a los planteos vigentes convalidados e
impuestos desde organizaciones culturales ajenas a nuestra identidad latinoamericana. Nos
proponemos cambiar radicalmente el enfoque.
Esa universalidad abstracta de la función se sustenta en la dimensión ideológica, generada y
sostenida desde los centros de poder y, que como toda ideología, ha penetrado en todos los
ámbitos culturales. Nosotros, como latinoamericanos no estamos exentos de tales incursiones.
Por otro lado, cuando es el contexto cultural el que se ve invadido, socavado, por las
penetraciones de las ideologías dominantes se produce un brutal atentado a las identidades de los
pueblos. Se logra desplazar el sitio propio, la mirada propia, digamos que se ataca por los lugares
más sensibles. De tal manera, aquello que forma parte del acervo cultural, aquello que se
determina y se enmarca esencialmente en las modalidades del hablar y el habitar de nuestras
culturas concretas, se lo ubica o categoriza como si fuera una tradición ya superada, una rémora
que debe olvidarse para participar de un supuesto progreso ajeno a nuestras idiosincrasias y
memorias.
Estoy convencida que no pocos de nosotros realizamos con plena consciencia actividades en
diversos campos que están rompiendo con el sometimiento cultural. Para el caso: artistas,
diseñadores, arquitectos, científicos, poetas, hemos emprendido la difícil pero imprescindible
tarea de encontrarnos en y con nuestra tierra.
Son tiempos en que, por suerte, América Latina está en plena convulsión mirando su pasado de
luchas y divisiones pero también de poderosos intentos de reivindicaciones y autonomías.
Creo que ha llegado la hora de hacerlo explícito, extender estos conceptos que he expuesto. Es
necesario que los intercambios, cooperaciones y ayudas recíprocas sean principios comprometidos
con un futuro mejor. Las voces aisladas pueden oírse muy bellas pero los coros son más potentes,
si una voz calla quedan las otras, unidas potencian su canto. Canto para conformar la Patria
Grande, que no se doblega al imperio.
Integrada al mundo con mirada propia, reconociéndonos los unos en los otros, sin marginaciones
ni exclusiones.
EL FUNCIONALISMO DE LA FUNCIÓN
Nada más funcional a la ideología del poder que el concepto de universalidad abstracta, sea en el
diseño, el arte, la política, la teoría.
Particularmente, en la arquitectura y el diseño la palabra función ha adquirido una relevancia
superlativa. El caso es que a partir de esta relevancia se ubica a la noción de función en el inicio de
los procesos proyectuales, se la entiende como condicionante sustancial en las distintas etapas de
elaboraciones de los mismos, y también se ejerce la crítica de los productos resultantes, desde esa
sesgada visión.
Recordemos que la noción de función tiene uno de sus anclajes más potentes en la “Carta de
Atenas”, documento elaborado en el IV CIAM. Es allí donde se dice que: “las claves del urbanismo
2. se contienen en las cuatro funciones siguientes: habitar, trabajar, recrearse (en las horas libres),
circular”.
Vamos a desentrañar cual es el supuesto básico que subyace a esta propuesta. Función: del
latín functio y de ahí funtio-onis, que significa cumplimiento, ejecución de algo, especialmente
como pago de un tributo. Tomado literalmente se puede entender que ésta es la respuesta propia
de los mecanismos, y con ello rápidamente nos situamos en un campo donde reina el estricto
utilitarismo.
En tal sentido se estarían considerando las conductas de los seres humanos desde lógicas
exclusivamente mecánicas. Por derivación, toda producción en el campo de la arquitectura está
obligada a dar respuestas en términos dimensionales y de confortabilidad fisiológica. En otras
palabras, se trataría solo de disponer los locales de forma “razonable” para que cumplan con lo
“necesario”.
Sin embargo, es la condición humana la que rompe con la lineal condición funcional de sus
actividades, este rasgo –hacer cosas que no atienden a una inmediata utilidad- establece una de
las más rotundas diferencias con la vida animal.
El punto clave, el más decisivo para impugnar aquella visión estrecha que se impone al habitar, es
la repertorización en las cuatro funciones aludidas, a la que la ciudad debería dar respuesta.
En cada campo podemos señalar hitos ideológicos que las operan: así el habitar está
exclusivamente ligado con lo doméstico, adoptando una idea de vida doméstica que se sustenta
en el modelo de la familia de la pequeña burguesía de los países centrales. La funcionalidad del
trabajar se ancla en promover la máxima productividad, el taylorismo sería la formulación técnica
más específica de esta noción. El circular se orienta a la velocidad y la reducción de tiempos. Por
último la recreación, como se puntualiza “en los ratos libres” para no alentar tentaciones
atentatorias al orden establecido, solo puede significar recuperación sanitaria para el reingreso al
aparato productivo.
Una última cuestión; de función se derivan directamente “funcional y funcionar”. Reiteremos la
relación, casi identificación, con “mecanizar”. La asimilación con los mecanismos es aplicable tanto
a las construcciones como a las personas.
Por otro lado, nada más perversamente aséptico como lo meramente funcional. En tal sentido, el
ejemplo más claro es la música funcional. En ella los sonidos que se escuchan se anonadan en la
irrelevancia. Lo que queda claro es que se borran todos los factores que favorecen la sensibilidad
crítica, para asegurar una mera homogeneidad confortable. Esta degradación del sentido de la
música se ha trasladado también a una arquitectura igualmente anodina.
Frente a esta dominación de la función utilitarista, planteamos un cambio drástico de paradigma.
Un cambio que se funda en la reformulación de la idea misma de habitar. Entendemos al habitar
como la gran macro-práctica que conlleva lo propio de lo humano, que no admite reduccionismos
mecanicistas. Habitar ahora es una codificación social que ejercemos en todos los momentos y en
todos los lugares. Seamos contundentes: dejamos de habitar cuando morimos.
Se trata de la superación desde la base misma de la versión del CIAM, versión que limita el habitar
a la vida doméstica, reduciendo su omnipresente lógica social.
Por otro lado, el uso cotidiano del término función, más específicamente el uso que suele dársele
en el ejercicio de la proyectualidad, desaloja al sujeto históricamente situado para sustituirlo por
un usuario también universalizado, con requerimientos estandarizados.
La consecuencia que de ahí se deriva, es la naturalización de las funciones ideológicamente
legitimadas. Cuando impera la naturalidad, los enunciados se engrampan de tal manera que
suponen que las cosas son así y no cabe la posibilidad de modificaciones. Digamos que son
también “funcionales” a la ideología dominante.
3. RUPTURA Y PROPUESTA
Volvamos al comienzo, más precisamente al título de la exposición. Una mirada desde el privilegio
de la función entronizada desde la universalidad abstracta y la naturalización homogeneizante,
confirma la imperiosa necesidad de producir una profunda ruptura en el pensamiento y la acción
proyectual. Se impone entonces, un desmontaje de los artilugios ideológicos que, aún hoy la
sitúan en ese lugar privilegiado.
Proponemos mirar desde la lógica del Habitar. Proponemos hablar de Prácticas Sociales para
producir una transformación conceptual que reconozca las diversas modalidades de habitar de las
personas y los pueblos. No es un mero cambio de palabras es un cambio de sentido, es la
propuesta de mirar desde nosotros.
Tampoco se trata de una propuesta que anule la creación, sino que indague en nuestras raíces, no
para petrificar nuestras culturas en los moldes del pasado sino para generar las nuevas formas que
propicien un habitar con renovada identidad latinoamericana.
Desde hace varios años Roberto Doberti se ha problematizado respecto del Habitar pero con una
particularidad decisiva: indaga sobre su consistir, bucea con rigor científico en su interioridad y su
conformación. No lo rodea ni lo describe, y mucho menos desarrolla un dogma, por lo que su
trabajo sobre el habitar nada tiene que ver con un manifiesto panfletario. Hace algo más
estructural: formula una Teoría.
Este texto que presentamos se ancla en la Teoría del Habitar de Doberti y transitando por ella es
que encuentra los fundamentos conceptuales para poder desmontar los andamiajes del proyecto
que nos han contagiado de modalidades ajenas a nuestro contexto cultural.
La teoría del Habitar nos sugiere ese cambio de sentido, esa ruptura con la función universalmente
abstracta y naturalizada. En ella se plantea que toda práctica está sustentada y caracterizada por
el sentido que porta, lo que implica la existencia de un plano o nivel significativo. Entonces,
también todo ejercicio proyectual, en tanto que es práctica productiva, estará orientado por un
significado que proviene del contexto cultural en que se inserta. De tal manera, la función neutra
de un usuario estandarizado no estará, de ninguna manera habilitada, tampoco un proyectista y
un constructor podrán remedar las producciones ajenas a ese contexto.
Ese plano o campo sustantivo de la significación se articula con otros dos planos más específicos.
Uno de ellos es el plano de las realizaciones, constituido por las producciones y las operaciones
que las concretan. El otro plano es el de la gramática, configurado por las normas y sus
justificaciones conformando así una sistemática lógicamente consistente.
Como se ve, las prácticas proyectuales, entendidas como prácticas sociales, y por lo tanto,
planteadas desde la lógica del Habitar, se mueven orientadas en una dimensión que excede en
mucho a la mera funcionalidad, reformulándola en un ejercicio que exige reconocer la complejidad
de sus consecuencias sociales.
A partir de este sustento conceptual ya no hay lugar para el usuario ubicado en el anonimato
social. Ni tampoco para las formas que no consideren las situaciones contextuales ni posibiliten y
expresen las diversas modalidades del habitar.
Entonces la función será verdaderamente desalojada de ese lugar de privilegio, lugar
ideológicamente descontextualizado, para habilitar un habitar que honre la vida.
LAS DIMENSIONES DEL HABITAR
Un sujeto individual o colectivo que se reconoce por el contexto cultural de pertenencia. Lugar
donde cobran particular relevancia sus requerimientos en términos de valores significativos.
Un sujeto social que se resiste a ser entendido en metros cuadrados. Espacios y conformaciones
regulados por normas que propician la creatividad al tiempo que reconfiguran la tradición
evitando todo folklorismo esterilizante. Normas que reconocen su relación con el plano de
4. justificación en una íntima relación con ese modo de interpretar la tradición. Y desde allí el rescate
de costumbres, símbolos, mitos, creencias de comunidades concretas para la generación de
nuevas formas que habiliten las diferentes y variadas conductas o comportamientos que
constituyen nuestro habitar.
De tal manera entender la proyectualidad a partir de su compromiso con prácticas sociales
particularizadas, reveladoras de identidades regionales, instalarán ese cambio de sentido al nos
referimos en esta propuesta. Dada la relación entre conformaciones y comportamientos se logrará
el estadio significativo: la apropiación de la espacialidad por los grupos sociales concretos.
Quedan así planteados algunos principios relevantes:
Un sujeto social que se resiste a ser robotizado por ámbitos que estereotipen sus
comportamientos.
Un sujeto que se reconozca en los espacios que use. Reconocimiento que está dado por la
posibilidad de desarrollar las múltiples conductas que van más allá de las restricciones que la
habitual nominación de los mismos sugiere y hasta induce. Espacios que propicien la
identificación, espacios de goces y de sufrimientos, de intimidades y socialidades.
Espacios cuya apropiación los constituyan en presencias, es decir concreciones que habiliten las
reconversiones de los ámbitos para el desarrollo del ejercicio de las diversas maneras del habitar.
Verdaderos espacios polisémicos.
Entonces:
Ya no más Proyecto sin explicación coherentemente fundada.
Ya no más realizaciones sin fundamentos ni discursos supuestamente explicativos sin realizaciones
que los respalden.
Ya no más proyectos sin explicitación de sus sentidos predominantes.
Por lo tanto:
Una arquitectura comprometida con las modalidades culturales de las comunidades concretas.
Enraizada en el pasado, que sea memoria de referencia, en un presente que posibilite las
presencias y las maneras que dignifiquen un habitar pleno para nuestros Pueblos y pensada para
un futuro que admita las reconversiones de los tiempos sin perder autenticidad e identidad.
Formas arquitectónicas bellas e inquietantes, sugerentes para el goce cotidiano, para la
contención de los padeceres inevitables, para el desarrollo que plenifique el habitar cotidiano.
En síntesis lógicas de la forma y lógicas del habitar Ímbricas para que nos reconozcamos en la
diversidad de nuestro hábitat sin marginaciones ni exclusiones.