LECTURA ORANTE: XX Semana del Tiempo Ordinario, Fr Julio César González Carretti OCD
1. VIGESIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año Impar. Ciclo B)
DOMINGO
Lecturas bíblicas
a.- Prov. 9,1-6: Venid a beber mi pan y a beber el vino que he
mezclado.
La Sabiduría se muestra muy activa, porque construye su casa,
prepara el banquete, evocación del templo de Salomón, morada de
Dios, y lugar del encuentro de los israelitas para ofrecer los sacrificios
prescritos por la Ley de Moisés. El banquete, es símbolo de los bienes
mesiánicos (cfr. Is. 25, 6; 55, 13), de hecho el Reino de Dios, se
percibe como un gran banquete (cfr. Mt. 22,1-14; Lc. 14,15-24). Huella
de esta idea de la Sabiduría, la encontramos en la parábola del
banquete, donde los criados, salen a invitar a la gente a los caminos,
pobres y marginados, aquí esos son criadas que la sabiduría manda
invitar a los desheredados, los inexpertos, los faltos de juicio.
Jesucristo sabiduría del Padre (cfr. 1 Cor. 1, 24), nos prepara un
banquete donde ÉL mismo se nos da como alimento y bebida. Al igual
que la Sabiduría, Jesús invita a los hombres a su banquete (cfr. Jn. 6,
35).
b.- Ef. 5,15-20: Comprended cuál es la voluntad del Señor.
La exhortación del apóstol, es a vivir, no como necios, sino como
sabios, que siempre se da en el ámbito de la salvación, que aquí se
entiende, como aprovechar la oportunidad porque los días son malos
(v.16). Es la sabiduría que viene de la salvación, para enfrentar los
2. días malos que se avecinan. Lo que se entiende, como el “más allá”,
en lo que cree y vive el cristiano, que se ha hecho presente en la
historia, y se da una lucha progresiva, hasta que la maldad de la
historia, se vea desplazada, en forma definitiva, en la venida de
Jesucristo, por la manifestación de su gloria. Pablo entiende la historia
como etapas de maldad, y otras, de luz y de salvación, que hay que
aprovechar a fondo. Este es el momento, hay que vivirlo, no
entretenidos en vicios, como la bebida, sino que comprender, cuál es
la voluntad de Dios para hacerla vida en la propia existencia. De
necios, sería dejar pasar esa oportunidad. Toda una invitación a estar
vigilantes, y no con la mente embotada en vicios. Vemos, como la
visión de Pablo, consiste en saber que la historia, no será totalmente
rescatada de su maldad, pero para eso está el cristiano, para trabajar
para el Reino de Dios, y no esperar, sin hacer nada, que venga la
salvación o el más allá. El apóstol termina invitando a la alabanza
divina a todos los cristianos, que en la asamblea eclesial, celebren la
Eucaristía, espacio donde el Espíritu derrama sus dones y carismas.
c.- Jn. 6, 51-59: Yo soy el pan vivo, bajado del cielo.
En el evangelio hasta ahora, se hablaba del pan de vida, ahora se
habla de pan vivo bajado del cielo (v.51). No se da un cambio objetivo,
sino que se apunta más al símbolo del pan, que a la persona de
Jesús, porque ya no se habla de fe, sino de comer este pan. La
promesa de vida eterna, mira hacia el futuro, vivirá para siempre. No
se habla ya de Jesús como pan, sino del pan que ÉL dará, y ese pan
es su carne, para la vida del mundo (v. 51). Se da también el paso de
comer este pan, a comer su cuerpo. En esta última parte del discurso,
Jesús hace toda una declaración acerca de la recepción de la
Eucaristía. La vida eterna, se consigue, además de creer en Jesús,
como efecto, de comer su carne; el protagonista, no ya es el Padre,
que da el verdadero pan del cielo, sino Jesús que da su Carne y
Sangre. Se pasa del lenguaje simbólico acerca del pan, a la realidad
sacramental en estos versículos eucarísticos. En el lenguaje simbólico,
3. se habla de Jesús como pan bajado del cielo, que hay que comer
mediante la fe. Ahora se habla de la carne y sangre, que hay que
comer del Hijo del Hombre, que hay que asimilar por medio de una
comida y bebida reales. El vocabulario que usa, introduce términos
como: comida, alimento, bebida, carne, sangre (v. 51). El uso de la
palabra carne, en lugar de cuerpo o pan, nos acerca más al realismo
de la Institución de la Eucaristía. Es por medio de la fe en Jesús, que
nos viene la vida eterna, su misma carne, afirma ahora es el pan de la
vida. Se menciona la discusión de los judíos, al modo, cómo iba Jesús
a dar de comer y beber su cuerpo y sangre (v. 52). Comer su carne y
beber su sangre, nos habla del pleno realismo de la humanidad de
Jesucristo, afirmación, cierta y válida de su presencia eucarística.
Quien quiera tener la vida de Jesús, debe participar de ella, ha de
tomar parte en la Eucaristía (v.53). Con esta enseñanza Cristo,
Sabiduría del Padre, nos abre el acceso nuevamente al árbol de la
vida del que fue alejado Adán por su pecado (cfr. Gn.3,22-23; Pr.3,18;
Jn. 6,37). Se subraya el efecto salvífico de la Eucaristía, se garantiza
la consumación futura. “Yo le resucitaré en el último día” (v. 54). Cena
del Señor y escatología, van juntos en la tradición sinóptica y joánica
(cfr. Mc.14, 25; Mt.26, 29; Lc.22, 17; 1 Cor.11, 26). Más adelante, se
pone de relieve, que la Carne y Sangre de Jesús, son verdadera
comida y bebida (v. 55), con lo que el evangelista quiere dejar en
claro, que no se trata de una cena simbólica, sino que es una cena
real, donde se participa realmente de la Carne y Sangre de Cristo.
Finalmente, se describen los efectos sacramentales de la Cena del
Señor, expresa la intensidad, persistencia y permanencia de la
comunión de los creyentes con Jesús (v.56; cfr. Jn.15,1-7). Manifiesta
Juan un principio cristológico esencial, el de la inmanencia: se trata de
estar en el Hijo, y sólo con el Hijo, y en el Hijo pueden los discípulos
llegar a la comunión con el Padre, al igual que Dios se comunica a los
discípulos sólo en el Hijo, a fin de permanecer en Él y Él en ellos. La
permanente comunión con Jesús, se expresa y se realiza por la
Eucaristía, es el fundamento para la persistencia de la comunión de
4. vida escatológica entre el creyente y Jesús. Vinculada admirablemente
con la Cruz de Jesús: es el Hijo del Hombre, Crucificado y Exaltado, el
que se hace pan, para dar su carne para la vida del mundo. La Cena
adquiere un carácter cristiano, porque Jesucristo es el verdadero
centro, sujeto activo: se trata de comer y beber la Carne y Sangre del
Hijo del Hombre, lo que produce una profundización de una comunión
con Cristo, a modo personal y eclesial.
La Santa Madre pide que nunca falte al cristiano el alimento de vida
eterna. “Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que os deje
hoy a vuestro Esposo, que no os veáis en este mundo sin El; que
baste para templar tan gran contento que quede tan disfrazado en
estos accidentes de pan y vino, que es harto tormento para quien no
tiene otra cosa que amar ni otro consuelo; mas suplicadle que no os
falte y que os dé aparejo para recibirle dignamente.” (Camino de
Perfección 34, 3).
LUNES
Lecturas bíblicas
a.- Jc. 2, 11-19: El Señor hacía surgir jueces, pero no les hacían
caso.
b.- Mt. 19, 16-22: El joven rico.
Este evangelio, es la tercera enseñanza de Jesús para la comunidad
eclesial, se centra en el tema de los bienes, y la actitud del cristiano
ante ellas. Un hombre rico se acerca a Jesús preguntando: ¿qué obras
buenas debe hacer para alcanzar la vida eterna? (v.16). Jesús
responde que sólo Dios es Bueno, sus mandamientos son expresión
de su bondad y camino seguro para alcanzar la vida eterna (v.17).
¿Cuáles mandamientos debe guardar? Los mandamientos en el AT,
eran 613, pero Jesús se remite al Decálogo, concretamente los que se
refieren al amor al prójimo (v.18; cfr. Ex. 20, 12-16; Dt. 5,16-20;
Lv.19,18). Quien cree en Dios debe amar al prójimo, Jesús enseña así
5. que esta manifestación de amor, es camino para tener vida eterna. Sin
embargo, el hombre ha guardado estos mandamientos. ¿Qué le falta?
(v.20). Jesús lo invita a ser perfecto, desde su condición de hijo de
Dios (cfr. Mt. 5,48), y manifestar su amor al prójimo, los que significa
vender sus bienes, darlo a los pobres, adquiriendo un tesoro en los
cielos, para luego volver a ÉL para seguirle (v.21). Es toda una
llamada personal a este joven a su corazón que está dividido, aunque
haya cumplido los mandamientos, su corazón está pendiente de esos
bienes. El camino de la vida eterna se construye en la medida que se
ama al prójimo, como lo hizo Jesús en esta vida, en cambio, al rico se
lo impidieron sus muchos bienes. Su tesoro en la tierra, puede ser su
tesoro en el cielo; esa es la invitación que le hace Jesús. Si reflexiona
y obedece demostrará que efectivamente le interesa servir a Dios y
alcanzar la vida eterna. La perfección consistirá, en ser libres para
servir a Dios, pero eso se conseguirá sólo en el seguimiento de
Cristo. Sólo cuando el hombre ha hecho todo para ser libre, entonces,
puede emprender el camino para seguir a Cristo (cfr. Mt. 6,19-21.24).
El compromiso eclesial de todos los cristianos es luchar contra la
pobreza material y moral, con el deseo por compartir los bienes, es
decir, comenzar a vivir la pobreza evangélica.
Teresa de Jesús sabe lo que significa emprender el camino de la
santidad. “Si el que comienza se esfuerza con el favor de Dios a llegar
a la cumbre de perfección, creo que jamás va sólo al cielo, siempre
lleva mucha gente tras de sí”. (V 11,4).
MARTES
Lecturas bíblicas
a.- Jc. 6,11-24: Gedeón salva a Israel. ¡Yo te envío!
b.- Mt. 19, 23-30: Peligro de las riquezas y la recompensa al
desprendimiento.
6. Este evangelio nos presenta la reacción de los discípulos ante la
actitud del joven rico (vv. 23-26), y la recompensa al desprendimiento
(vv. 27-30). La afirmación de Jesús, que difícilmente un rico entrará en
el Reino de los cielos, desata la reflexión acerca de las riquezas. El
proverbio que usa el Maestro, no da ninguna posibilidad refiriéndose al
camello que pase por el ojo de la aguja; el hombre de cara a la
salvación, está imposibilitado como el camello. Lo mismo se afirma del
rico, que pone su confianza en las riquezas que posee, sólo la acción
salvadora del Reino de Dios, puede rescatarlo de su egoísmo o
ceguera. Se puede afirmar, que el rico debe nacer de nuevo desde la
fe y la oración (cfr. Jn. 3, 3). El texto no precisa la dificultad si consiste
en poseer riquezas, el mal uso de ellas o el apego desordenado a
ellas, que induce a confiar en ellas más que en Dios, transformándose
en un ídolo que adorar. El evangelista se orienta más bien a ésta
objeción, teniendo en cuenta, que Jesús dijo al rico que se podía
salvar si cumplía los mandamientos, insistiendo en lo interior del
hombre. A pesar de la primera objeción de Pedro, afirmar la
omnipotencia de Dios, no quita la dificultad, que las riquezas pueden
crear las riquezas, respecto a la salvación, la invitación es colaborar
con la gracia de Dios para ser adorado y servirlo sólo a ÉL,
compartiendo las riquezas que se puedan poseer. En un segundo
momento, encontramos la objeción de los discípulos, en palabras de
Pedro: ellos lo han dejado todo y lo han seguido, todo lo que no hizo el
joven rico. En la respuesta de Jesús, encontramos que los que lo han
seguido compartirán su gloria, cuando llegue la regeneración que se
manifestará plenamente en la Parusía, que comenzó en la
resurrección y actúa en el tiempo de la Iglesia. Con ÉL los Doce
juzgarán al pueblo de Dios o las doce tribus de Israel (cfr. Dn.7,9-
14.27; Lc. 22, 28-30; 1 Cor. 6,2). A los que lo han dejado todo, les
promete que recibirán el ciento por uno y la vida eterna. Las palabras
finales de Jesús, hablan que con su venida las cosas han cambiado,
los últimos, los pequeños, los pobres, según los criterios humanos,
serán los primeros en el Reino de Dios.
7. MIERCOLES
Lecturas bíblicas
a.- Jc. 9, 6-15: Reine un rey sobre nosotros. Vuestro rey es el
Señor.
b.- Mt. 19, 30; 20, 1-16: Parábola de los obreros de la viña.
Este evangelio nos habla de la bondad de Dios, lo gratuito de su don
que reciben los pequeños, los humildes, pero no los fariseos, siempre
satisfechos de sí mismos. Mientras los que debían ser los primeros,
los judíos, quedan últimos, los últimos según el mundo, son los
primeros junto a los gentiles que ingresan a la Iglesia por medio del
bautismo. El propietario de la parábola contrata trabajadores para su
viña, que están en la plaza sin trabajo. Se nos presentan las diversas
horas, en que son contratados varios grupos de obreros, en seis
oportunidades contrató gente para ir a trabajar a su viña (vv.1.3.5.6). A
todos los contrató por un denario, incluso a los que llamó a la hora
undécima, cinco de la tarde, una hora, la última hora de trabajo,
puesto que la jornada terminaba a las seis, cuando ya era de noche.
El dueño de la viña, manda al administrador pagar al atardecer,
comenzando por los últimos, lo convenido: un denario. Los primeros
piensan que recibirían más, por ello protestan, motivada por la envidia;
ellos han trabajado más tiempo, es verdad, pero el dueño no es
injusto, porque les paga lo que habían convenido (v.13; cfr. Lv. 19, 13;
Deut. 24,15). Si él los iguala y da lo mismo, al último y al primero, se
debe a su libertad y bondad en favor de todos los hombres, a los que
nadie había contratado: pecadores y los gentiles. En la Historia de la
Salvación, los primeros llamados fue el pueblo judío, les ofreció la
bendición de Abraham, pero en su libérrima bondad, también la ofrece
a los gentiles, los de la última hora. Ahora el cristiano trabaja en la viña
del Señor Jesús, y contento espera el premio prometido: la unión con
Dios en la vida sin ocaso.
8. Teresa de Jesús, nos invita a darnos del todo al Todo como se da ÉL.
“Tengo para mí que hay muchos con quien Dios nuestro Señor hace
esta prueba, y pocos los que se disponen para gozar de esta merced;
que cuando el Señor la hace y no queda por nosotros, tengo por cierto
que nunca cesa de dar hasta llegar a muy alto grado. Cuando no nos
damos a Su Majestad con la determinación que Él se da a nosotros,
harto hace de dejarnos en oración mental y visitarnos de cuando en
cuando, como a criados que están en su viña; mas estos son hijos
regalados, ni los querría quitar de cabe sí, ni los quita, porque ya ellos
no se quieren quitar; siéntalos a su mesa, dales de lo que come hasta
quitar el bocado de la boca para dársele.” (CV 16,5).
JUEVES
Lecturas bíblicas
a.- Jc. 11, 29-39: El voto de Jefté.
b.- Mt. 22, 1-14: Parábola del banquete nupcial.
Esta parábola refleja el rechazo a la invitación de Dios, concretamente
a participar en su Reino (vv.1-10), que Mateo concluye con un juicio
sobre la actitud de los que participan en el banquete. Según la
alegoría, el rey ofrece un gran banquete con motivo de la boda de su
hijo. El rey es Dios, único protagonista que dirige todo, él único que
habla. En el trasfondo es el Señor de la Historia de la Salvación. El
banquete de bodas, es el banquete escatológico, que el Hijo viene a
inaugurar, como Esposo de la Iglesia. Hay tres llamadas al banquete;
en las dos primeras se trata de personas invitadas con anterioridad,
sólo debían esperar cuando debían acudir a la fiesta. Los primeros
llamados son el pueblo de Israel por medio de los profetas, pero la
invitación fue rechazada; la segunda la hace el propio Jesús y los
Doce, pero también fueron rechazados, martirizados, lo que trajo la
destrucción de Jerusalén de parte de los paganos. Finalmente, la
tercera llamada es echa por la Iglesia primitiva, a invitados no
previstos anteriormente, es decir, los gentiles. El rechazo de la
9. invitación no había sido sólo a los mensajeros, los profetas y ahora al
Hijo, sino a Dios Padre. La invitación es a aceptar al Hijo y su mensaje
de salvación y la invitación a la vida eterna. Un segundo momento
(vv.11-14), es el tema del traje de bodas, se refiere al Juicio final. Una
vez que se ha respondido positivamente, ingreso en la Iglesia, se debe
responder ahora con frutos de justicia y santidad dentro y fuera de la
comunidad (cfr. Mt.3,8; 5,20; 7,21s; 13,47; 21,28), llevando el vestido
de bodas bautismal, para no ser rechazado el día del Juicio final
cuando se disponga a ingresar al banquete del Cordero. El llamado a
la fe, es decir, debe ir acompañado de las obras de la fe. Significa, que
el discípulo debe revestirse de Jesucristo, es la acción de Dios, su
gracia lo transforma y lo hace criatura nueva (cfr. Is. 61,10; Ap. 19,8).
Muchos los llamados, pocos los escogidos, los judeocristianos
respondieron, fueron los escogidos (Cfr. Mt. 22, 14), lo mismo vale
para los cristianos venidos de la gentilidad, muchos en la comunidad
eclesial, si no responden, no serán escogidos para el banquete en el
Reino de los Cielos.
La Santa Madre Teresa, tiene la esperanza de alcanzar la vida eterna
por la gran misericordia de Dios que pone en su corazón la confianza
en su poder salvador. “Recuperad, Dios mío, el tiempo perdido con
darme gracia en el presente y porvenir, para que comparezca delante
de Vos con vestiduras de bodas, pues, si queréis, podéis (Mt. 22, 11)”
(Excl. 4,2).
VIERNES
Lecturas bíblicas
a.- Rt. 1,1-8.14-16.22: Noemí con Rut, la moabita, volvió a Belén.
b.- Mt. 22, 34-40: El mandamiento principal.
El evangelio, nos presenta cómo Mateo, inserta la discusión sobre el
mandamiento principal de la Ley en el contexto de una polémica en
Jerusalén con los jefes del pueblo. Reunidos los fariseos, adversarios
10. de los saduceos, sobre todo con el tema de la resurrección, al ver que
Jesús había hecho callar a los primeros, uno de ellos para ponerle a
prueba, le pregunta: “¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?”
(v.36). Quizás ellos esperaban que invalidase algún mandamiento.
Para Jesús el precepto mayor es el amor a Dios que nace en un
corazón indiviso que abarca todas las capacidades de amar del ser
humano (cfr. Dt. 6,4-9), el segundo es amar al prójimo (cfr. Lv.19, 18.
34). Lo novedoso, es que Jesús une ambos preceptos, en lo que se
refiere a Dios y al prójimo. Ambos mandamientos son distintos pero
inseparables. Ese amor al prójimo, “como a ti mismo”, amor sano, total
e inmediato, se reconoce la autoestima, como el espacio donde el
amor a Dios y al prójimo, encuentran su ambiente natural. Termina
Jesús, centrando toda la Ley y los profetas en la observancia de estos
dos únicos preceptos., puesto que toda la Escritura está a su servicio.
Define el amor a Dios y al prójimo, como lo esencial de la Ley y los
Profetas, tema algo olvidado por escribas y fariseos, perdidos en su
casuística. Su palabra ilumina la relación con Dios y el prójimo, el
sentido de cómo vivir estas relaciones vitales para la fe. Su respuesta
está en la línea de la Escritura, donde hay una jerarquía entre los
mandamientos, y absolutamente el amor a Dios es lo primero, pero, el
segundo es semejante al primero (v. 39). La novedad de Jesús está en
que ÉL es modelo, y su Espíritu, nos capacitó para reproducirlo, para
tener a todo hombre como prójimo incluso al enemigo (cfr.Mt.5,43-48;
Lc.10,36). Del prójimo vamos a Dios en Cristo y su Espíritu nos
enseña Mateo (cfr. Lv.19, 18; Mt.5, 43; 19,19; 22,39). Declara que el
amor es una realidad que implica toda la persona humana: espíritu,
voluntad, intelecto y sensibilidad. Estas facultades deben estar
completamente orientadas al amor de Dios, dadas para vivir en plena
comunión con Dios. Si ÉL nos manda amarle, es porque nos creó por
amor, ese es nuestro fin, el amor, dándonos la posibilidad de alcanzar
metas que van más allá de nuestras capacidades humanas. Dios lo
derrama ese amor por la acción de su Espíritu en el corazón cristiano
(cfr. Rom. 5, 5). Nuestra realización como hijos de Dios, es distinguir
11. entre nuestros muchos imperativos, el primero y principal: amar a Dios
con todo nuestro ser. Se comprueba esta orientación en la relación
con las personas y situaciones que abordamos diariamente. Hagamos
de nuestra caridad, un fruto precioso de nuestra fe y esperanza
teologal en Dios. No olvidemos que Dios es amor, y el hombre fue
creado para amar, por lo tanto ambos se definen por el amor: el Padre
y el Hijo, el creyente y el discípulo, el orante y el testigo. Sólo el amor
es eterno, y comunica su esencia a quien lo acoge, convirtiéndolo al
cristiano en amor que ilumina, cual lámpara, en la Iglesia de Dios y en
la sociedad.
Teresa de Jesús procura en sus nuevas fundaciones que se cumpla
este precepto del amor a Dios y al prójimo. “¿Qué pensáis, hijas, que
es su voluntad? Que seamos del todo perfectas, que para ser unos
con él y con el Padre, como Su Majestad le pidió (Jn. 17,22), mirad
¡qué nos falta para llegar a esto!...! Acá solas estas dos nos pide el
Señor: amor a Su Majestad y del prójimo es en lo que hemos de
trabajar; guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y así
estaremos unidos con él. Mas ¡qué lejos estamos de hacer como
debemos a tan gran Dios estas dos cosas, como tengo dicho! Plega a
Su Majestad nos dé gracia para que merezcamos llegar a este estado,
que en nuestra mano está, si queremos.” (5 M 3,7).
SABADO
Lecturas bíblicas
a.- Rut.2,1-3.8-11;4,13-17: El Señor te ha dado hoy quien responda
por ti. Fue el padre de Jesé, padre de David.
b.- Mt. 23, 1-12: Hipocresía y vacuidad de los escribas y fariseos.
Este capítulo 23 de Mateo, recoge quizás uno de los ataques más
duros de Jesús contra los fariseos. Jesús condena tres errores de los
escribas y fariseos (vv.1-7), y luego se dirige a los discípulos (vv.8-12).
Primero. Ellos enseñan, como profesionales, la Ley de Moisés, como
12. doctores de la Ley, enseñaban una doctrina válida, pero su error
consiste en no ser coherente y no poner en práctica lo que enseñan.
La cátedra de Moisés, era un asiento, la sede, donde se sentaba el
que presidía y hacía la plática en la sinagoga (vv. 1-3; cfr. Mt. 23, 1-3).
Segundo. Imponen pesadas cargas morales manifestada en la
tradición oral y la casuística, pero ellos no las viven ni ayudan a
vivirlas al pueblo que las imponen (v.4). Jesús cuestiona la validez de
dichas enseñanzas (cfr. Mt. 15,1-20; 16,6; 19,3-9). Tercero. Jesús
condena todos los actos de culto que están al servicio de la vanidad,
cuando no buscan la gloria de Dios, sino la alabanza de los hombres.
Sus manifestaciones son: ensanchar las filacterias, alargar las borlas
del manto (cfr. Dt. 6,4-5; 6,8.11; 11,18; Ex. 13,9; Nm.15,38); buscar los
primeros puestos en los banquetes y sinagogas; querer ser saludados
como rabí, es decir, maestros (vv.5-7). En un segundo momento,
Jesús se dirige sólo a los discípulos, donde los exhorta a la fraternidad
e invitándoles a no llamarse maestros, instructores o padres en cuanto
que se alude a una superioridad. En la comunidad eclesial hay un solo
Maestro, Cristo Jesús, todos hermanos, iguales, donde hay un solo
Padre (vv.8-10). Jesús prohíbe a sus discípulos llamar padre a nadie,
entendiéndose esto desde el profeta Jeremías que había anunciado:
en los tiempos mesiánicos, Dios enseñará a todos, por lo tanto, el
único Maestro es Dios (cfr. Jr. 31,34). Los cargos de responsabilidad
dentro de la comunidad son para servir, no para generar vanidad,
quien busque gloria, será humillado, Dios glorifica a quien se humilla
sirviendo a los demás. ¿Qué les queda a los discípulos? El servicio a
la comunidad, a los hermanos, cuanto mayor es el servicio, mayor es
la dignidad que se adquiere, lo que aumenta la exigencia de servicio.
El orgulloso será humillado, mas quien se humille ante Dios sirviendo
al prójimo, será por el Padre enaltecido.
Teresa de Jesús nos confiesa que jamás conoció la hipocresía ni
vanagloria en su vida. “Y así no es de culpar a la casa donde estaba,
porque con mi maña procuraba me tuviesen en buena opinión, aunque
no de advertencia, fingiendo cristiandad; porque en esto de hipocresía
13. y vanagloria gloria a Dios jamás me acuerdo haberle ofendido que
yo entienda; que, en viniéndome primer movimiento, me daba tanta
pena, que el demonio iba con pérdida y yo quedaba con ganancia; y
así en esto muy poco me ha tentado jamás. Por ventura si Dios
permitiera me tentara en esto tan recio como en otras cosas, también
cayera; mas Su Majestad hasta ahora me ha guardado en esto sea
por siempre bendito, antes me pesaba mucho de que me tuviesen en
buena opinión como yo sabía lo secreto de mí.” (V 7,1).
P. Julio González C.