2. Danilo Díaz Granados
La necesidad del permitir evolucionar, cambiar y madurar
En la historia de una familia, no sólo los niños van a ir cambiando y madurando, sino que
todos tienen derecho a evolucionar. Una familia que funciona es aquella que permite que el
resto cambie. Los hijos, por supuesto, acabarán siendo adultos, y es necesario promover su
autonomía y madurez, pues ésta es una necesidad de crecimiento y, si se ve, frenada,
generará tensión en la familia y malestar entre sus miembros.
3. Danilo Díaz Granados
Las expresiones de afecto
Para que una familia funcione, ha de haber expresiones de afecto. ¿Cómo vamos a
querernos si no nos muestran desde pequeños que somos queridos? Para sentirse
queridos debe de haber muestras de afecto tanto físicas como verbales. Las físicas son
extremadamente importantes: una persona que te abraza, que te besa, que se siente cómoda
y feliz en el contacto físico contigo te demuestra que te quiere más que si te lo dice con
palabras. Las palabras, no obstante, también son importantes, pero tienen que ser
congruentes y apoyadas por la expresión física del afecto.
4. Danilo Díaz Granados
Las normas aportan seguridad
Hay cierto rechazo últimamente hacia la expresión “poner límites” cuando hablamos de
educación y crianza. Hemos pasado de creer a ciencia ciega en las normas y los límites, a
considerarlos como algo negativo. Las normas y los limites hacen que las cosas sean
predecibles, ayudan a los niños a saber cómo comportarse, reducen su incertidumbre. Si no
hay normas o éstas van cambiando cada vez, las personas experimentamos cierta ansiedad,
sentimos dudas sobre cómo comportarnos. Las normas, eso sí, deben ser respetuosas con
los miembros de la familia, deben ser sencillas y claras y no suponer un complejo sistema
en el que todo está reglado.
5. Danilo Díaz Granados
Consecuencias respetuosas sobre los actos de los miembros de la familia
Los miembros de la familia que funciona tienen derecho a equivocarse o a sentirse
abrumados emocionalmente y portarse mal. Lógicamente, cuando esto ocurre, la familia ha
de hacer comprender a la persona que hay mejores maneras de gestionar la situación, o
puede pedirle que repare el daño. El objetivo es siempre el aprendizaje, la mejora, por eso
no hacen falta medidas punitivas duras o presión emocional para una corrección
automática.