El trauma de las glándulas salivales es poco frecuente. Las lesiones de las glándulas parótidas y sus conductos, debido a su posición anatómica, son mucho más comunes que las lesiones de las glándulas submandibulares y sublinguales. Se han propuesto varios métodos de tratamiento de las lesiones en los conductos salivales y de sus complicaciones.
TRAUMATISMO DE LAS GLANDULAS SALIVALES: DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO
1. CraniomaxillofacTraumaReconstr.Dec2012; 5(4): 189–196.
Publishedonline Jul 6,2012. doi: 10.1055/s-0032-1313356
TRAUMATISMO DE LAS GLANDULAS SALIVALES: DIAGNOSTICO Y
TRATAMIENTO
Maria Lazaridou,MD, DDS,1
ChristosIliopoulos,MD,DDS,1
KostasAntoniades,MD,DDS,1
Ioannis
Tilaveridis,MD,DDS,1
IoannisDimitrakopoulos,MD,DDS,1
and NicolasLazaridis,MD,DDS1
1Oral and Maxillofacial Surgery, Aristotle University of Thessaloniki, Thessaloniki, Greece
Resumen
El trauma de las glándulas salivales es poco frecuente. Las lesiones de las glándulas
parótidas y sus conductos, debido a su posición anatómica, son mucho más comunes que
las lesiones de las glándulas submandibulares y sublinguales. Se han propuesto varios
métodos de tratamiento de las lesiones en los conductos salivales y de sus
complicaciones. Los resultados óptimos de tratamiento se pueden lograr con el
diagnóstico precoz, la evaluación correcta y un manejo adecuado. Este artículo presenta
los protocolos actuales de diagnóstico y tratamiento del trauma de las glándulas salivales.
Se describe brevemente la anatomía de las glándulas salivales y también se presentan
casos clínicos para ilustrar las opciones de tratamiento descritos.
Palabras clave: lesión de la parótida, lesión de la glándula parótida, trauma de la glándula
submandibular.
Las lesiones de las glándulas salivales han sido descritas en la literatura hace más de 100
años.1 Generalmente ocurren después de un trauma penetrante de la región parotídea o
submandibular y ocasionalmente se asocian con lesiones en las estructuras faciales
adyacentes, como los nervios facial y lingual, orejas y estructuras óseas de la cara.2,3
Otras causas de traumatismos de las glándulas salivales son las lesiones cerradas y los
traumas posteriores a radioterapia de la cabeza y el cuello. Las lesiones contusas a
menudo pasan desapercibidas y son reconocidas por sus complicaciones que implican la
obstrucción crónica del sistema excretor de las glándulas y la subsiguiente infección y
sialadenitis.4 La radioterapia también puede causar daño irreversible a las glándulas
salivales. Afortunadamente, algunas porciones de las glándulas generalmente
permanecen protegidas. Estas porciones crecen gradualmente y compensan las
porciones perdidas de la glándula, manteniendo, muchas veces, una función adecuada.
Las lesiones de las glándulas parótidas y sus conductos, aunque raras, son mucho más
comunes que las lesiones de las glándulas submandibulares y sublinguales. Esto
fácilmente se puede explicar por la posición anatómica de las glándulas submandibulares
y sublinguales que están protegidas por la mandíbula, mientras que la glándula parótida
está más expuesto a un trauma penetrante. Lewis y Knottenbelt reportaron que la
2. incidencia de lesiones de la glándula parótida es ~0.21% de los casos de trauma. Sólo la
mitad de estas lesiones son reconocidas como trauma agudo de la parótida mientras que
el resto aparece más tardíamente como sialoceles o fístulas.6 Sin embargo, en todos los
casos se puede esperar resultados óptimos cuando se hace un diagnóstico temprano y
cuando se proporciona un manejo adecuado.
Lesiones de la glándula parótida y su conducto
Anatomía
La glándula parótida es la más grande de todas las glándulas salivales mayores y es de
secreción exclusivamente serosa. Alrededor del 75% o más de la glándula parótida cubre
el músculo masetero, mientras que el resto de la misma se encuentra detrás de la rama
ascendente de la mandíbula.7 Por detrás de la glándula parótida se encuentra el meato
auditivo externo así como el músculo esternocleidomastoideo, mientras que
posteromedialmente la glándula se delimita por el vientre posterior del músculo digástrico
y el músculo estilohioídeo. Anteriormente, la glándula parótida cubre el músculo masetero
y más medial esta confinada por la rama ascendente de la mandíbula y el músculo
pterigoideo medial. Inferiormente, la glándula cubre la parte superior y anterior del músculo
esternocleidomastoideo y el arco cigomático determina el borde superior de la glándula
parótida. La glándula parótida está cubierto por la capa de revestimiento de la fascia
cervical profunda (lo que contribuye a la formación de la cápsula de la glándula), grasa
subcutánea y la piel.
El conducto parotídeo o Stensen sale de la porción anterior y superior de la glándula. Pasa
superficialmente al músculo masetero y 1 cm por delante del borde anterior del músculo
masetero, penetra la almohadilla adiposa bucal (bola adiposa de Bichat) y el músculo
buccinador, para terminar en la cavidad oral frente al segundo molar maxilar. Su curso es
paralelo al arco cigomático y a menudo paralelo a la rama bucal del nervio facial.8,9 Van
Sickels10 dividió el conducto en tres sitios distintos para establecer un protocolo de
tratamiento. El sitio A corresponde a la parte más proximal del conducto donde sale
del parenquima glandular al borde posterior del músculo masetero. El sitio B
representa la parte del conducto que se encuentra en la superficie del músculo
masetero. Esta parte del conducto está desprotegida de cualquier estructura
suprayacente y esa es la razón por la cual la lesión del conducto ocurre casi siempre
en el sitio B. El sitio C corresponde a la porción del conducto que se encuentra distal
al borde anterior del músculo masetero hasta la terminación del conducto en la
cavidad oral (Fig. 1).
3. Figura 1
El conducto parotídeo se divide en tres sitios distintos. El sitio A corresponde a la parte más
proximal del conducto. El sitio B corresponde a la parte del conducto que se encuentra en la
superficie del músculo masetero. El sitio C corresponde a la parte del conducto ubicada anterior
al músculo masetero.
El nervio facial sale del agujero estilomastoideo, pasa entre el músculo estilohioideo y el
vientre posterior del músculo digástrico y en el parénquima de la glándula parótida se
divide en los troncos: temporofacial y cervicofacial. Estos troncos dan lugar a cinco ramas
principales: temporal, cigomático, bucal, mandibular y cervical. Las ramas bucales y
cigomáticas del nervio facial forman un bucle anastomotico sobre el conducto parotídeo.7
Es absolutamente esencial evaluar la función del nervio facial cada vez que hay un
traumatismo en la glándula parótida o su conducto.
La arteria carótida externa asciende postero-superiormente a la mandíbula y entra en la
glándula parótida a través de su cara inferior. Dentro de la glándula se divide en las arterias
temporal superficial y maxilar interna. La arteria facial transversal surge de la arteria
temporal superficial dentro de la glándula. La vena retromandibular (o temporomaxilar)
también surge dentro de la glándula. Está formado por la unión de la vena temporal
superficial y la vena maxilar interna. 4,7 Desciende superficial a la arteria carótida externa.
Cualquier traumatismo penetrante a la glándula parótida conlleva el riesgo de dañar estas
estructuras vasculares. Se hace evidente que la región parotídea es una región compleja.
El cirujano que es llamado para tratar lesiones de la glándula parótida debe tener un
conocimiento profundo de la anatomía de las estructuras circundantes.
Diagnóstico
La evaluación del paciente siempre debe comenzar mediante la obtención de tanta
información como sea posible por el paciente o la familia. Al igual que en todo trauma, el
4. mecanismo y el tiempo de intervalo entre la lesión y la presentación son información vital
que puede llevar al clínico a un plan de tratamiento adecuado. La historia clínica del
paciente es siempre necesaria. Cuando se sospecha de un traumatismo en las glándulas
salivales, se debe preguntar si el paciente ingirió comida después del trauma, porque el
comer estimula la función de la glándula salival, y es posible observar la salida de saliva
por la herida o edema de la parótida.
El siguiente paso es evaluar clínicamente al paciente. Si existe una lesión penetrante a lo
largo de una línea que une el trago de la oreja y la parte media del labio superior, entonces
hay una gran posibilidad de lesión de la glándula parótida, el conducto parotídeo o ambos.
(Figs. 2 y 3).2 Otro punto de referencia útil es el borde anterior del músculo masetero.
Cualquier lesión detrás de él debe ser meticulosamente inspeccionada.4 Una manera fácil
de diagnosticar lesiones en la glándula parótida es palpar y masajear la glándula. Si
hay daño a las estructuras ductales, la saliva discurrirá por la herida. Es una
maniobra sencilla, pero en ocasiones no se llegar a conclusiones seguras. Otra
manera simple para confirmar la presencia de lesión ductal es canalizar el conducto
en su apertura oral distal con un catéter intravenoso pediátrico después de la
dilatación con una sonda lagrimal e inyectar solución salina o azul de metileno. Si
el líquido inyectado no aparece en la herida, el sistema ductal está intacto. A pesar de ello,
se aconseja mantener el catéter durante al menos 1 semana para evitar la obstrucción del
conducto debido al edema.
Figura 2
Si la lesión penetrante se localiza en la parte media de una línea que une el labio superior con el
trago de la oreja, existe una gran posibilidad de lesión del conducto o glándula parótida y el nervio
facial. Otro reparo útil es una línea que une el canto externo con el agujero mentoniano. Cualquier
lesión detrás de esta línea imaginaria debe ser explorada.
5. Figura 3
Fotografía de un paciente con un trauma penetrante profundo de su mejilla izquierda.
Si aparece líquido en la herida, se puede concluir que existe una lesión ductal y necesita
ser reparada. 4 El azul de toluidina puede decolorar el campo y plantear dificultades en las
maniobras posteriores.2 Es por eso que debe inyectarse una cantidad muy limitada o debe
ser diluido en solución salina antes de inyectar.
Siempre que hay un trauma penetrante sobre la región parotídea, deben ser examinadas
las estructuras adyacentes. Si el paciente está consciente, se evaluara la integridad del
nervio facial solicitándole que levante las cejas, cierre los ojos, sople con las mejillas y
enseñe los dientes. La lesión del nervio facial se produce en el 20% de los pacientes con
lesiones aisladas de las glándulas parótidas y en más de la mitad de los pacientes con
lesiones del conducto de Stensen.11 La rama bucal del nervio facial es más
frecuentemente lesionada porque cursa paralela al conducto, superficial al músculo
masetero, y a veces incluso puede cruzar el conducto. Cuando se lesiona la rama bucal
del nervio facial el paciente presenta debilidad del labio superior al movimiento. Las
laceraciones del nervio facial o del conducto parotídeo deben ser reparadas.2 La
electroneurografía y electromiografía son complementos importantes para evaluar la
recuperación de los nervios.4 La regla general dicta que cuando la lesión del nervio facial
se encuentra anterior a una línea imaginariaque une el canto externo con la muesca gonial
de la mandíbula no es necesario la reparación del nervio. Para las lesiones del nervio,
posterior a esta línea, está indicada la identificación y la reparación primaria del nervio.
La lesión vascular a menudo se diagnostica con facilidad porque produce hemorragia o
conduce a la formación de grandes hematomas, pero también puede conducir a la
formación de pseudoaneurismas. Se sospecha la formación de un pseudoaneurisma
cuando está presente un soplo palpable o audible.4 Se debe aplicar presión para controlar
la hemorragia hasta que se pueda realizar una exploración exhaustiva de la herida en el
6. quirófano. Los principales vasos que cursan a través de la glándula parótida se encuentran
profundas en relación a las ramas del nervio facial y los intentos a ciegas por ligar los
vasos pueden llevar a lesiones permanentes de las ramas del nervio facial.12 Por otra
parte, el conducto auditivo externo también puede estar involucrado y en ese caso está
presente la otorragia. Los movimientos mandibulares anormales pueden indicar un
traumatismo de la articulación temporomandibular. Siempre deben ser examinados los
movimientos mandibulares y la oclusión cuando se evalúa un traumatismo sobre la región
parotídea.4
El diagnóstico de trauma de parótida es más una conclusión clínica. Las imágenes por
resonancia magnética y la tomografía computarizada no son útiles en la evaluación de
trauma de parótida. La sialografía puede confirmar la integridad del sistema ductal, pero
es útil en las obstrucciones crónicas. En un evento agudo no ofrece más que la evaluación
clínica.11,13 Sin embargo, es útil cuando la lesión ductal se ha pasado por alto o para
evaluar la permeabilidad del conducto salival después del tratamiento.14 La
sialoendoscopia ofrece información más precisa sobre la anatomía intraductal,15 pero por
lo general no es necesario, ya que hay métodos más sencillos para confirmar lesiones
ductales. La lesión vascular puede ser evaluada por angiografía, angioresonancia y
Doppler.16 La angiografía, aunque más invasiva, es el estándar de oro y se puede
combinar con embolización del vaso sangrante, si es necesario.
Tratamiento de lesiones parótideas
Las lesiones parotídeas pueden afectar a la glándula misma o al conducto parotídeo o a
ambos. Es muy útil dividir las lesiones en las siguientes: (1) aquellas que involucran solo
el parénquima glándular, (2) las que involucran el conducto parotídeo y (3) las que
involucran ambas. Esta clasificación se correlaciona con el pronóstico y con la incidencia
de complicaciones.17 El resultado óptimo se puede asegurar mediante el reconocimiento
temprano y el tratamiento oportuno de estas lesiones. Un estudio se refiere a 19 lesiones
no tratadas de la región de la parótida. Entre ellos, 10 pacientes sufrieron complicaciones
tardías como sialoceles o fístulas.5 Aunque la mayoría de estas complicaciones
eventualmente se resuelven de manera conservadora, suponen una gran preocupación
tanto para el paciente como para el cirujano. Siempre que se encuentre una lesión ductal
en la exploración quirúrgica inicial de la herida, es mejor, pero no obligatorio, realizar el
cierre primario del conducto9,18.
Tratamiento de las lesiones de la glándula parótida
A veces la glándula parótida se puede lesionar y el conducto parotídeo estar intacto. Este
escenario es el más conveniente para el cirujano. La herida debe ser cuidadosamente
limpiada y la cápsula parotídea lacerada debe ser reparada con suturas reabsorbibles. Es
imperativo aplicar un vendaje compresivo durante 48 horas para minimizar el riesgo de
formación de sialocele. Una laceración amplia causará un edema extenso de la región
parotídea y se recomienda la canulación del conducto por un período de 2 semanas para
mantener el lumen del conducto abierto. De lo contrario, la obliteración del conducto
debido al edema puede conducir a sialadenitis. Las lesiones del parénquima generalmente
se resuelven más rápido que las lesiones de los conductos parotídeos y da lugar a menor
número de complicaciones. Es obligatorio un estrecho seguimiento del paciente.
7. Tratamiento de las lesiones del conducto parotídeo
El trayecto del conducto parotídeo corresponde a una línea que conecta el trago de la
oreja y la superficie medial del labio superior. Siempre que exista un traumatismo
penetrante que implica esta línea imaginaria, debe sospecharse una lesión del conducto
parotídeo. Tras el lavado y desbridamiento de la herida, el cirujano debe intentar canular
el conducto con un catéter intravenoso de 16 Gauge e inyectar solución salina o azul de
metileno para confirmar la presencia de laceración del conducto. Si la solución salina o el
colorante se ve en la herida, se confirma la laceración del conducto. El azul de metileno
se debe inyectar con precaución ya que puede decolorar el campo quirúrgico y hacer la
identificación del nervio facial muy difícil. El siguiente paso es identificar los dos muñones
ductales (Figs. 4 y 5). El muñón distal ha sido ya identificado con bastante facilidad al
canular el conducto a través del orificio intraoral. La identificación del muñón proximal
puede ser dificultoso. El cirujano puede aproximar los bordes de la herida y seguir la
dirección de la sonda para buscar el extremo proximal ductal.19 Otra maniobra es ejercer
presión sobre la glándula parótida y buscar el flujo de saliva. La saliva sale del muñón
distal. Sin embargo a veces es imposible la identificación de ambos muñones
especialmente en heridas avulsionadas. La transección parcial del conducto tiene un
mejor pronóstico que la transección completa y el tiempo de curación es mucho más
corto.13
Figura 4
El muñón proximal del conducto parotídeo izquierdo seccionado se identifica con una sonda
lagrimal.
8. Figura 5
Los muñones seccionados del conducto parotídeo izquierdo se identifican y canularon con un
fino catéter intravenoso.
Van Sickels ha propuesto una clasificación de trauma del conducto parotídeo dependiendo
del sitio de la lesión, para establecer un protocolo de tratamiento. Una lesión del sitio A
corresponde a la parte del conducto que se encuentra intraglandular y el tratamiento
implica sólo el cierre de la cápsula parótida lacerada. No se hace ningún esfuerzo para
anastomosar el conducto debido a que estas lesiones tienen una menor tasa de
complicaciones y la curación ocurre generalmente rápido y sin incidentes.5 La lesión del
sitio B corresponde a la parte de la glándula que recubre el músculo masetero. En ese
caso se recomienda la anastomosis directa de los muñones ductales. La lesión del sitio
C corresponde a la porción de la glándula anterior al músculo masetero. Una vez más se
recomienda la anastomosis de los extremos del conducto pero es más difícil de lograr. Si
la anastomosis no es factible se recomienda la creación de un drenaje intraoral suturando
el muñón proximal a una apertura de la mucosa artificial (reimplantación oral).10
Cuando existe una lesión en el sitio B o C y ambos extremos ductales son identificados,
deben ser suturados sin tensión. Inicialmente, un pequeño catéter de silicona o una sonda
se inserta a través de ambos extremos y los muñones se aproximan y se suturan sobre el
catéter para evitar la sutura de la pared anterior de un muñón con la pared posterior del
otro. Sin embargo, es posible que los cirujanos experimentados no necesiten colocación
de catéter intraductal y sigan teniendo buenos resultados.20,21 Se recomienda que el
catéter se suture a la mucosa bucal y dejar en su lugar durante 2 semanas para prevenir
la estenosis y permitir el flujo salival sin obstrucciones.21 En una encuesta bibliográfica de
reportes, Dumpis y Feldmane concluyen que la colocación de endoprótesis a largo plazo
tiene resultados significativamente mejores que la colocación de endoprótesis a corto
plazo22. La sutura se realiza o bien con nylon 9-0 o 10-0 o con seda 7-0 o 8-019 y se
necesitan al menos tres suturas (Fig. 6). No se recomiendan suturas reabsorbibles porque
tienden a producir cicatrización masiva en comparación con el tamaño ductal y pueden
conducir a estenosis u obstrucción ductal secundaria.22 Si los dos muñones no pueden ser
suturadas sin tensión o no pueden ser aproximados, puede ser usado un injerto de vena
autóloga.22,23 El catéter se deja en su lugar durante 10 a 14 días para evitar la estenosis
del conducto. Durante este tiempo se recomiendan los antisialogogos y antibióticos.10 Se
aplica presión externa sobre la región parotídea durante 2 días. Después de la operación,
se puede realizar la sialoendoscopia para comprobar la permeabilidad del conducto15
(Figs. 7 y 8).
9. Figura 6
Los extremos se suturan con material de sutura Prolene 9-0.
Figura 7
Fotografía intraoral del mismo paciente 1 mes después. Función normal de la glándula parótida y
se puede observar la salida del fluido salival por el orificio del conducto.
10. Figura 8
Sialografía del mismo paciente 1 mes más tarde. El sistema excretor de la glándula parótida
izquierda funciona normalmente. No se observa estenosis del conducto parotídeo.
Se recomienda la identificación y la ligadura del extremo proximal cuando no se pueden
encontrar ambos extremos del conducto lacerado o no se pueden suturar debido a
extensas laceraciones. Esto se hace con la intención de promover la atrofia de la glándula
y reducir el riesgo de formación de sialocele o fístula.10,11,19 Esta maniobra se puede
combinar con antisialogogos y los vendajes compresivos para reducir aún más el flujo de
saliva. No se produce asimetría notable después de la atrofia unilateral de la glándula
parótida.19
Algunos estudios recomiendan reimplantación oral cuando se identifica el muñón proximal
pero la anastomosis termino-terminal no se puede realizar. El muñón proximal es
transportado a través del músculo buccinador y a través de una abertura en la mucosa
oral, creada por el cirujano detrás del orificio del conducto Stensen, se sutura a la mucosa
oral. Mediante la creación de esta fístula oral, se consigue la desviación del flujo salival a
la cavidad oral.24
Complicaciones
Las complicaciones más comunes después de un traumatismo en la región parotídea son
sialoceles y fístulas. El pronóstico depende de la extensión y el lugar de la lesión. Las
lesiones glandulares se curan más rápido que las lesiones ductales y la curación de la
transeccion parcial del conducto es más rápido que la transección completa.9,19 El
tratamiento depende del momento de su aparición, pero en general sigue dos direcciones:
la desviación de las secreciones parótideas en la boca y la disminución de la secreción
parótidea.19
11. Sialocele
Los sialoceles se forman debido a la acumulación de saliva que no puede ser drenado por
vía intraoral. Son quistes llenos de una colección de saliva mucoide en los tejidos que
rodean la glándula parótida. Se manifiestan como tumefacciones blandas sobre la región
parotídea que puede ser mal diagnosticada como hematomas o infecciones. El
diagnóstico por lo general se establece por aspiración. La aspiración revela un fluido que
se asemeja a la saliva, pero, si aún existen dudas, el líquido debe ser enviado para dosaje
de los niveles de amilasa, que son superiores a los 100.000 U/L.19
El tratamiento depende de si es un sialocele inmediato o una complicación tardía. Es
prudente reabrir y reexplorar la herida si el sialocele aparece inmediatamente o unos
pocos días después del cierre de la herida. La re-exploración de la herida puede revelar
una laceración del parénquima de la glándula parótida o una laceración del conducto
parotídeo. En el primer caso, el cirujano debe limpiar la herida y suturar la cápsula
parotídea lacerada. En el segundo caso, el cirujano debe hacer todos los esfuerzos para
reconocer ambos extremos del conducto salival, aproximarlos y suturarlos. A veces esto
no es posible, especialmente si la laceración del conducto se encuentra por delante del
músculo masetero. En ese caso, el sialocele debe ser drenado por vía intraoral a través
de un catéter que se lleva intraoralmente por lo general detrás de la papila.19
Si el sialocele aparece como una complicación tardía, se recomienda un tratamiento
conservador. Las aspiraciones repetidas con vendajes compresivos por lo general tienen
un resultado exitoso especialmente si el trauma se encuentra en el parénquima en lugar
del sistema ductal.5 Los medicamentos antisialogogos también son útiles porque reducen
el flujo salival. Una mayor reducción en la estimulación de la glándula se puede lograr si
se abstiene el paciente de la ingesta oral. Se indica la alimentación por sonda nasogástrica
cuando se trata de fistulas o sialoceles crónicos.4,15 La toxina botulínica se ha usado para
tratar sialoceles. Se inyecta directamente en la lesión y se menciona que regresionan
lentamente.25,26 La toxina botulínica tipo A afecta a las neuronas presinápticas que inhiben
la liberación de acetilcolina. Este bloqueo de las neuronas parasimpáticas que inervan el
sistema secretor de la glándula parótida reducirá el flujo salival. Se recomienda la
inyección de 0,1 a 0,2 ml de una solución de 25 mU/0,1 ml de toxina botulínica en la
glándula parótida preferiblemente con asistencia ecográfica. Sin tener grandes
complicaciones, este protocolo tiene éxito en la reducción de la producción salival en unas
pocas semanas.27,28
Rara vez los sialoceles no se resuelven con estas medidas conservadoras. Si las medidas
conservadoras no han tenido éxito, el cirujano puede proceder a la radioterapia10 o el
tratamiento quirúrgico como parotidectomía.19,21 Sin embargo, debe señalarse que la
parotidectomía se llevara a cabo en un lecho comprometido con cicatrices y tejido de
granulación que conlleva un alto riesgo de dañar el nervio facial. La radiación induce
fibrosis y atrofia de la glándula. Hoy en día se ha abandonado porque se requiere más de
6 semanas para lograr la atrofia de la glándula. Por otra parte, la radiación aumenta el
potencial de malignidad.7}
12. Fístula
Una fístula es una comunicación entre la piel y la glándula parótida o el conducto parotídeo
que permite el drenaje externo de la saliva a través de la piel (Fig. 9). A veces, un sialocele
de larga data puede convertirse en una fístula debido a la rotura de la piel que recubre el
sialocele.19 El tratamiento depende del tiempo de la fístula desde el momento de su
aparición en relación a la lesión. Cuando la fístula aparece como una complicación
inmediata, se recomienda la re-exploración quirúrgica. El traumatismo del parénquima
glandular se trata con limpieza y sutura de la cápsula parotídea. El traumatismo en el
conducto parotídeo se trata mejor mediante anastomosis de sus extremos. Si no se
pueden encontrar los dos extremos, la ligadura del extremo proximal y la colocación de un
drenaje intraoral es la mejor solución. Cuando la fístula aparece como una complicación
tardía, es más conveniente tratar de forma conservadora con fármacos antisialogogos y
la presión externa.19 En un estudio se trataron 17 fístulas. De ellos, tres se originó a partir
de la glándula parótida y que se resolvieron rápidamente. El resto se originó a partir del
conducto parotídeo. Estos fueron tratados mediante anastomosis quirúrgica de los
extremos de los conductos, con injerto de vena safena cuando los extremos ductales no
podían ser aproximadas y por parotidectomía.29
Figura 9
Fotografía de una fístula después de un traumatismo penetrante de la región parotídea.
Si las medidas conservadoras fallan en el tratamiento de la fístula, se han propuesto otras
modalidades de tratamiento. La neurectomía timpánica implica la perforación del hueso
temporal y la disrupción del nervio timpánico, que lleva fibras nerviosas secretoras
parasimpáticas para la glándula parótida.30,31 Esta técnica tiene por objetivo reducir el flujo
salival causando la resolución espontanea de la fístula. Sin embargo, los resultados fueron
decepcionantes probablemente porque tiende a ocurrir la reinervación inmediata de la
glándula. Aunque fue popular en el pasado, este método tiende a ser abandonado debido
a sus pobres resultados y a corto plazo.32
13. Anatomía: Glándula submandibular
La glándula submandibular es la segundo glándula salival más grande. Secreta saliva
serosa y mucosa aunque es predominantemente serosa. Se compone de una parte
superficial y una profunda. La parte superficial ocupa la mayor parte de la porción posterior
del triángulo submandibular. La glándula se pliega alrededor del borde posterior del
músculo milohioideo de tal forma que una porción de la glándula (porción profunda) se
encuentra en la cavidad oral entre el músculo hiogloso y la mandíbula. Las salidas de los
conductos submandibulares de la porción profunda de la glándula, se encuentra en el piso
de la boca a lo largo de la glándula sublingual, y desemboca en la papila sublingual. A lo
largo de su curso el nervio lingual cruza el conducto submandibular dos veces.4,7
Trauma de la glándula submandibular
El traumatismo penetrante en el piso de la boca o debajo de la mandíbula puede dañar
las glándulas submandibulares o sublinguales. Sin embargo, el trauma de la glándula
submandibular es muy raro porque la glándula está protegida por el cuerpo de la
mandíbula. De hecho sólo hay pocos reportes de casos de trauma de la glándula
submandibular en la literatura.33,34 La heridas penetrantes, por bala o asociadas a
fracturas mandibulares pueden traumatizar la glándula submandibular o de su conducto.
Otras causas de la lesión de la glándula submandibular implican laceraciones del piso de
la boca que puede implicar conducto de Wharton y un traumatismo cerrado con fractura
de la glándula que se encuentra generalmente en los accidentes de vehículos
motorizados.7 Si un traumatismo en la glándula submandibular se identifica durante la
exploración quirúrgica de la herida, se recomienda la extirpación de la glándula, ya que es
un procedimiento sencillo con una baja tasa de complicaciones. Si un traumatismo en la
glándula submandibular no es diagnosticada durante la exploración de la herida, es
probable que aparezcan más adelante una fístula submandibular o una masa
submandibular de lenta expansión (sialocele). En ese caso, el tratamiento conservador
con antisialagogos y aspiración seguida de vendajes compresivos, por lo general,
conducen a la resolución de la fístula. Si las medidas conservadoras no tienen éxito, el
cirujano no debe dudar en proceder a la extirpación de la glándula. Las lesiones en el
conducto de la glándula submandibular deben ser tratados con marsupialización de la
glándula en una ubicación más distal, para evitar la formación de estenosis.35
Referencias
Articulo original:
Fuente: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3577598/