(HOTD) Las Grandes Casas de Westeros y su estado previo a la Danza de los Dra...
El cine como manifestación de la unidad
1. El cine como acercamiento a la unidad
Maurice Merleau-Ponty
Al leer sobre Merleau-Ponty me llamó la atención su argumento
fenomenológico reflejado en la siguiente declaración, citada por Stam “Las
películas están especialmente capacitadas para manifestar la unión de la mente
y el cuerpo, la mente y el mundo y la expresión del uno en el otro... El filósofo y
el cineasta comparten una cierta forma de ser, una cierta visión del mundo
propia de una generación”
Realmente llamativo, el cine tiene la capacidad para unir estos tres: La mente, el
mundo de las ideas y de las creencias, un espacio sutil, el menos físico de los
tres; el cuerpo, el espacio de la experiencia física personal, bastante físico e
íntimo; el mundo, el espacio universal, extra corporal, donde sucede lo que yo
realmente no domino, algo más grande que mi mente y que mi cuerpo. El cine
los puede unir. Pero además de ello, el cine puede manifestar la expresión del
uno en el otro.
La expresión del uno en el otro: la mente y su expresión en el universo físico; la
mente y su expresión en el cuerpo, y así las demás combinaciones. Los tres que
se unen y se expresan entre sí y todo contenido potencialmente en la magia del
cine. ¡Qué poder, qué grande!
La coherencia al alcance de la mano. Expresar con el cuerpo lo que se piensa;
vivir según lo que se piensa y según lo que se dice. El filósofo, el amante de la
sabiduría, fácilmente manifestado en el cine.
Para disfrutar de esta visión, hay una condición, al menos como lo plantea
Merleau-Ponty: la conjunción ocurre cuando se es filósofo y cineasta. He ahí un
interesante desafío: amar el cine, sentir el cine; acercarse apreciativamente al
cine y, como espectador, identificarse con el cine esencialmente, penetrando en
2. los ricos espacios de la película; como se diría coloquialmente, empelicularse.
Ser cineasta. Reconocer dentro de esos espacios una sabiduría y enamorarse de
la sabiduría así expresada; explorar con amor. Ser filósofo.
Entonces la puerta se abre y se despierta la mayor de las conciencias humanas
para el que así se atreve: la conciencia de unidad, la cercanía dichosa y total
entre la mente, el cuerpo y el universo.
Dice Paul Ricoeur “El mundo de la ficción es un laboratorio de formas en el que
ensayamos configuraciones posibles de la acción para comprobar su coherencia
y su verosimilitud”. El cine es quizás el mundo más vívido de los mundos de la
ficción, el mejor de los laboratorios, en el cual se puede vivir una realidad como
tanteo y error, como si fuera verdad. Para aprender, para aproximarse a la
coherencia personal. Sin sentirse culpable.
El cine es una novedad cuyo potencial es insospechado, como señala José Luis
Barrios “… el cine. La invención de este lenguaje, no sólo para la historia del
arte, sino para la cultura en su totalidad, significó un cambio en el paradigma
narrativo de la humanidad. El cine introduce el tiempo objetivo como condición
de construcción del sentido en la textualidad. Tiene un enorme poder de
convocatoria y funciona como un mediador social incuestionable en el mundo
actual. En un sentido más preciso, el cine cambió el modo de construir la trama
en la cultura: introdujo, el poder del como si fuera verdad en el arte y con ello
introdujo un sentido de la vivencia estética inédito en la historia”.
Pero la vivencia estética, el poder de ensayo, la cercanía a la unidad, la
coherencia estarían solo al alcance del que ha descubierto el método de
acercamiento, del que es capaz de experimentar las conciencias unidas de
cineasta y de filósofo. Sujeto, el espectador; objeto, la vivencia espectacular,
unitaria del cine, el disfrute del poder de cómo si fuera verdad. Método, el
acercamiento apreciativo al fenómeno del cine. En la unidad de esos tres reside
la capacidad y el poder transformador.
Para experimentar la unidad, para llegar a la tierra prometida, se debe jugar con
puntos de vista. De alguna manera hay que olvidarse de sí mismo y del poder
de la razón, para adentrarse en el mundo mágico, dejando que el cuerpo se
llene de cine, que la mente se llene de cine, dejando que el universo que
describe y narra el cine, sea percibido como vivencia real, sea sentido con el
cuerpo y con la mente. Una buena metáfora de estos viajes insospechados se
encuentra en el Imaginarium del Dr Parnassus, de Terry Gilliam (2009)
Mirando desde esta perspectiva, con una visión respetuosa y creativa, se abren
nuevos senderos para el espectador, el cineasta, el estudioso y el crítico.
3. Referencias
Robert Stam, “La Fenomenología del Realismo”
Paul Ricoeur, “Narratividad, fenomenología y hermenéutica” en
http://es.scribd.com/doc/14157660/Paul-Ricoeur-Narratividad-Fenomenologia-y-
Hermeneutica-
José Luis Barrios, “El asco y el morbo: una fenomenología del tiempo”, en la revista Fractal;
http://www.fractal.com.mx/F16barri.html
Preparado por Enrique Posada
posadaj@une.net.co