1. Desazones esporádicas
En un fenómeno día de lluvia como el que despunta, impotente por esclarecer si el orto de la mañana romperá en
algún momento el vencimiento diario, de fastos matinales, la nebulosa provocadapor los débiles chubascos obliga a revisar
si el horizonte mantiene vivo su paisaje. Empujado por la zozobra inicias el camino que te rinda hasta los pies del mismo
litoral, quien emplazando la bienvenida permite los sucesivos oleajes,con cuya capa de agua salina envía su resonancia de
acogida. Por tanto, asumes con grata afinidad la inexorable ocasión de tener que bajar hasta el mismo piélago, hasta el
mismo mar, para poder observar los filos, cantos y salientes de toda la bahía. Cruzaré por la plaza del Príncipe, presidido
por la estatua de Pablo Velarde el héroe, y aprenderé a fortalecer el envite tal y como este caballero ilustre se levantó para
defender nuestra nación, un 2 de mayo nublado y de gloriosa devoción. Tendré que esperar a que escampe para cotejar
que las dunas del Puntal y el estuario del río Miera, acaben por estar liberados de la condensada niebla: prodigio
desestabilizador para llegar a la conclusión de una pérdida no concluida. Y con la misma incertidumbre no me pienso
aguantar, apecharé con el chaparrón, hasta la migración de la borrasca, huida providencia, y contemplar como el sol le
demuestra a mi celosa sospecha que cómo iba a desaparecer toda la parte montañesa, límite estable y duradero para
nuestra vista imperfecta, pero siempre testifical para depurar tus penas y extrañezas.
Sábado, 9 de abril de 2016
Félix Sánchez Paredes
Un ciudadano más.