1. 1
UNIVERSIDAD PERUANA CAYETANO HEREDIA
Facultad de Educación
Diplomado Virtual en Enseñanza de la Lectura y la Escritura
MATERIAL DE LECTURA
UNIDAD 1: Cultura escrita y enseñanza de la Lectura y
Escritura
Perú
2013
2. 2
Unidad 1: Cultura Escrita
1. ¿Qué es la cultura escrita?
2. Componentes de la cultura escrita
2.1. La disponibilidad física
2.2. La apropiación de la cultura escrita
2.3. La participación y el contexto
3. Estrategias para propiciar el acceso a la cultura escrita
1. ¿QUÉ ES LA CULTURA ESCRITA?
Cuando hablamos de cultura escrita no nos referimos únicamente al hecho de saber
leer y escribir, sino a las prácticas lectoras y escritoras, así como a las funciones
que se asignan a la lectura y escritura en la vida cotidiana y las relaciones que se
establecen entre los individuos, y entre éstos y los textos.
Participar de la cultura escrita guarda relación con la intervención directa en
actividades sociales, dentro de la escuela y en la vida cotidiana, en las que la
lectura y la escritura son utilizadas con fines comunicativos. Esta participación no
requiere necesariamente de saber leer y escribir (entendido en este momento como
decodificar y codificar signos escritos). Por ejemplo, el niño o niña a quien sus
padres leen cuentos, aunque no sabe leer todavía, ya participa de esa cultura:
sigue la lectura, lee imágenes, reconoce el escrito como algo que comunica ideas. E
incluso “lee sin leer”, contando una y otra vez, a veces de memoria, la historia
escuchada, siguiendo el texto.
Sin embargo, el ideal de participación en la cultura escrita sí requiere estar
alfabetizado. Es la base fundamental que garantiza la posibilidad de participar en
ella.
Estar alfabetizado no significa el simple acto mecánico y rudimentario de la lectura
y escritura que se enseña aún en nuestra realidad. Actualmente, los conceptos de
“alfabetizado”, “analfabeto”, “analfabeto puro” y “analfabeto funcional” están en
discusión, pues las definiciones tradicionales de estos términos y las clasificaciones
a las que estábamos acostumbrados “simplifican realidades que son mucho más
3. 3
complejas que no se trata de polos opuestos sino de un continuo, en el que existen
diversos niveles de dominio del lenguaje escrito”1
.
Por un lado, se considera que no hay un “estar
alfabetizado”, concebido como un estado definitivo y
que puede fijarse en un momento en el tiempo, pues
el proceso de perfeccionamiento de las habilidades
lectoras y escritoras es permanente y está en continua
evolución, incluso entre quienes han alcanzado un alto
grado de dominio de tales habilidades. Los individuos calificados como alfabetizados
pueden ir “desde lectores incipientes y personas que apenas dibujan su firma,
pueden copiar un texto pero no escribirlo propiamente, hasta lectores y escritores
con un altísimo nivel de sofisticación en el manejo del lenguaje y en varios
idiomas”2
. Las estadísticas revelan que muchos individuos alfabetizados (en el
sentido de que saben leer y escribir, o mejor, codificar y decodificar los signos
gráficos), no pueden realizar actos de lectura como interpretar un itinerario de
movilidades o la señalización de las calles en una ciudad, ni actos de escritura más
allá de la copia o el dictado simple; es decir, no llegan a participar en la “cultura
escrita” como práctica social.
Por otro lado, la definición más común de “alfabetizado”, acuñada por la UNESCO,
que lo define como estar en capacidad de leer y escribir un enunciado simple de la
vida cotidiana, “requiere repensarse, porque cambió mucho lo que entendemos por
‘leer’ y ‘escribir’, la noción de ‘enunciado simple’ y la propia vida cotidiana de la
gente”3
.
Es decir, saber leer o escribir (entendido exclusivamente como decodificar los
signos gráficos o transcribir sonidos en signos gráficos) no los integra a una
sociedad letrada ya que “ser alfabetizado refiere a aquella persona que utiliza la
1
Rosa María Torres (2007) “No basta con enseñar a leer y escribir; hay que acercar la lectura y la
escritura a la gente". (Entrevista) Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), 8
de septiembre de 2007. En: http://www.fronesis.org
2
Rosa María Torres (2007).
3
Torres, Rosa María (2007) Analfabetismo y alfabetización en el Ecuador:
opciones para la política y la práctica. Ecuador, Instituto Fronesis. Estudio de caso encargado por
UNESCO para su inclusión en el Informe 2006 de Seguimiento Global de la Educación para Todos. En:
www.portal.unesco.org
4. 4
lengua escrita para participar en el mundo social”4
. Al respecto, Torres 5
dice lo
siguiente:
“En todo caso, diríamos que una persona está ‘alfabetizada’ cuando maneja
con autonomía el lenguaje escrito, lee comprendiendo lo que lee y es capaz
de transmitir con claridad sus propias ideas por escrito, de modo que otras
personas puedan comprender lo que escribe”.
Ser alfabetizado implica, entonces, el manejo intencional y significativo del lenguaje
escrito (géneros textuales, discursos, significados, palabras, letras) para participar,
interactuar y apropiarse de la cultura escrita. Este es un proceso que no termina en
la escuela primaria sino que puede prolongarse a lo largo de la vida.
Manejar los géneros textuales y los discursos significa conocer el papel que juega
cada uno de ellos en la comunicación dentro de la sociedad. Por ejemplo, el papel
que juega una noticia no es el mismo que juega una receta de cocina, las
instrucciones de un juego o un informe de investigación, aunque todos cumplen una
función informativa.
Manejar significados implica no solamente conocer los conceptos o acepciones de
las palabras y expresiones, sino entender cuándo una expresión tiene un sentido
connotativo o cultural. Por ejemplo, la expresión “matar dos pájaros de un tiro”
quiere decir algo muy diferente a su significado denotativo. Culturalmente, todos
los que pertenecemos a la cultura hispana comprendemos lo que esta expresión
significa: “lograr más de un resultado con una sola acción”. Es decir que, en el
manejo de significados, están implicadas competencias pragmáticas (usos, del
contexto cultural, sabiduría popular, etc.) y semánticas. Los anteriores son sólo dos
ejemplos de las dimensiones del manejo del lenguaje. No pretende ser exhaustivo
en la explicación, sólo ilustrar lo que este manejo implica.
Un elemento importante para la participación en la cultura escrita es la presencia
de dicha cultura en el ambiente del ser que está inmerso en la sociedad. No es
posible la participación en la cultura escrita en una sociedad que no le da
4
Kalman, Judith (2003) “El acceso a la cultura escrita: la participación social y la apropiación de
conocimientos en eventos cotidianos de lectura y escritura.” En: Revista Mexicana de Investigación
Educativa, Consejo Mexicano de Investigación Educativa A.C., México, enero-abril 2003, Vol. VIII,
número 17, pág. 39.
5
Torres, Rosa María (2007).
5. 5
importancia a la misma y en donde no existe un medio letrado o en un medio
donde no existan productos escritos. No es lo mismo vivir en un medio donde las
labores fundamentales y la vida cotidiana no requieren de la escritura (por ejemplo,
en sectores rurales donde la población se dedica a la agricultura con tecnología
mínima que no necesitan recurrir a un escrito para entender los procesos técnicos o
el funcionamiento de maquinaria), que en un ambiente urbano, donde la escritura
está presente en la calle, la tienda, el centro comunitario, etc. A decir de Emilia
Ferreiro, en estos últimos, “… basta con que el chico salga a la calle para que vea
escrituras y se formule hipótesis interpretativas, porque si las escrituras están por
todas partes, alguna importancia deben tener”6
.
De igual manera, la escritura no tendrá el mismo significado para una persona cuya
lengua materna tiene un sistema de escritura, que para aquella cuya lengua no
tiene escritura. “En este mundo hay chicos que crecen sabiendo que su lengua se
escribe antes de poder leerla o escribirla; y otros que crecen ignorándolo, o en la
suposición de que no cualquier lengua se escribe (a lo mejor la que se escribe es la
ajena)”7
.
Para estar inmerso en la cultura escrita es necesario, entonces:
- Un entorno donde el escrito esté presente;
- experiencias en que se genere interacción significativa con los textos;
- promoción de experiencias de escritura compartida; y,
- descubrimiento y toma de conciencia de las funciones sociales de la lengua
escrita.
6
Ferreiro, Emilia (2006) Cultura escrita y educación. México, Fondo de Cultura Económica, pág. 107.
7
Ídem.
6. 6
Podemos ver que hay diferentes grados de presencia e importancia de los
productos escritos en los distintos grupos sociales, y las consecuencias que tiene
este factor en la formación lectora y escritora de los individuos.
Por ejemplo, en una sociedad donde la cultura oral es el centro de los intercambios
entre los miembros de la comunidad, un texto
escrito, cualquiera que este sea (un afiche,
por ejemplo), simplemente puede cumplir el
papel de referente espacial (“unas cuadras
más pasando el aviso de INRENA” o “del aviso
de INRENA, doblas hacia la derecha”). Pero en
una universidad o escuela, o en una ciudad,
pueblo o caserío, el texto escrito puede
cumplir otras funciones, por ejemplo, informar sobre terrenos que están en venta,
sobre reuniones que se llevarán a cabo para los miembros de la comunidad
interesados en conocer la reforma tributaria, o de la reunión de padres de familia
de la escuela. En un medio académico, pueden ser las fuentes de estudio de una
asignatura específica, o la necesidad de informar acerca de avances de la ciencia
sobre un tema de estudio, sólo para nombrar algunas de las funciones posibles.
SUJETO
EXPERIENCIAS
DE ESCRITURA
COMPARTIDA
INTERACCIÓN
SIGNIFICATIVA
CON TEXTOS
CONCIENTIZACIÓN DE
FUNCIONES SOCIALES DE
LA LENGUA ESCRITA
PRESENCIA DE
ESCRITOS
INMERSIÓN EN LA CULTURA ESCRITA
7. 7
Queda claro que la presencia de una cultura escrita obedece a ciertas necesidades
específicas y éstas obligan a mayor o menor uso efectivo de ella por parte de los
integrantes de una comunidad determinada. Sin embargo, hoy en día, las
comunidades que exhiben menos acceso y uso de la cultura escrita, cada día están
más segregadas de las posibilidades de acceso a la cultura universal, que es un
derecho y un patrimonio de todos los seres humanos.
Ya se ha expuesto anteriormente que la ciencia y los nuevos avances en el
conocimiento se están plasmando por escrito para conservarlos y trasmitirlos a
todos los seres humanos, de esta y futuras épocas. Las personas que no vayan
construyendo estas habilidades y capacidades para participar de la cultura escrita,
por fuerza carecerán de la posibilidad de acceder a este patrimonio que por derecho
les pertenece.
Al respecto, Ferreiro8
dice que el contacto inicial con la escritura es “absolutamente
natural en el caso de los hijos de padres letrados […] (y) es un aprendizaje real
básico respecto a la posibilidad de asimilar otras informaciones posteriores”.
Por su parte, Chauveau9
asevera que los “niños frágiles” en lectura y escritura, es
decir los que están en riesgo de convertirse en “no lectores” y “no escritores”, son
aquellos que comprenden mal dos cosas: el funcionamiento del código escrito, es
decir sus reglas de funcionamiento, y las funciones y finalidades de la escritura, es
decir, el por qué leer y escribir. Según sus investigaciones, estos pertenecen en su
mayoría (80%) a sectores socioculturales desfavorecidos, y sus dificultades están
relacionadas generalmente a una falta de práctica y de experiencia con el mundo
escrito. Esto genera fuertes disparidades con los niños y niñas que sí han tenido
acceso al mundo de la escritura, ya que a los “niños frágiles” les cuesta más
adquirir la nueva cultura, es decir apropiarse de los nuevos comportamientos,
nuevos centros de interés y nuevas formas de pensar que caracterizan la práctica
de la lectura y la escritura.
8
Ferreiro, Emilia (2006), pág. 215.
9
Chauveau, Gérard (2007) “Elementos para una pedagogía exitosa en lectura-escritura” En: Memorias
del III Congreso Internacional de Lectura y Escritura. Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, p.
23.
8. 8
2. COMPONENTES DE LA CULTURA ESCRITA
En la cultura escrita se contemplan cuatro componentes, tres de los cuales
corresponden a los escritos y el cuarto, a los actores y sus interacciones.
1. Los objetos de la cultura escrita, que son los diversos tipos de libros,
periódicos, revistas, enciclopedias, afiches, cartas, computadores…
2. Los escritos en sí, que incluyen todos los diversos tipos de textos:
informativos, instructivos, científicos, literarios (narrativos, poéticos y
dramáticos) y otros.
3. Los lugares, es decir, todos los espacios destinados a la lectura, donde se
puede leer o se encuentran los escritos: bibliotecas, museos, rincón de
lectura, librerías, quioscos...
4. Los letrados, que son las personas que leen y escriben habitualmente y que
se encuentran ya insertos en el mundo de la escritura: los lectores y
escritores, y sus relaciones con los textos.
Según Chauveau 10
, “el niño que aprende a leer y escribir, aprende a entrar y
viajar en la cultura escrita, a multiplicar sus contactos con los diferentes sectores
del mundo escrito: los objetos, los escritos, los lugares, los letrados”.
Los tres primeros elementos que conforman la cultura escrita pertenecen al campo
de la “disponibilidad”. La disponibilidad sólo se refiere a la presencia física de
objetos que pueden ser leídos (o escritos) y la infraestructura para su distribución y
circulación. En otras palabras, son las condiciones materiales que se necesitan para
que exista una cultura escrita.
El cuarto elemento lo trataremos, de acuerdo al planteamiento de la misma autora,
como “acceso” o “accesibilidad”, es decir como “las oportunidades que tienen
los individuos tanto para participar en eventos de lengua escrita (situaciones en las
que el sujeto se posiciona frente a otros lectores y escritores) como para aprender
10
Chauveau, Gérard (2007) “Elementos para una pedagogía exitosa en lectura-escritura” En: Memorias
del III Congreso Internacional de Lectura y Escritura. Quito, Universidad Andina Simón Bolívar,
pág. 19.
9. 9
a leer y escribir (Kalman, 2001b)”11
. Este aspecto se refiere a las condiciones
sociales de la cultura escrita.
Kalman indica que la sola disponibilidad no promueve ni garantiza la participación
en la cultura escrita. Es la circulación del material escrito y el uso del mismo por
parte de los lectores lo que la promueve. Los niños y las niñas, por tanto, deben
relacionarse y apropiarse de estos cuatro elementos para poder descubrir,
insertarse y participar plenamente en la cultura escrita.
Para que exista acceso a la cultura escrita, deben cumplirse algunos requisitos. El
primero de ellos es la disponibilidad, tanto de los objetos materiales como de los
lugares donde se vive la cultura escrita. El segundo es la apropiación, que se
refiere al uso social e individual de la lectura y la escritura. Se aprende a leer y a
escribir en interacción social, pero en este acto están implicados procesos
intelectuales individuales e internos (de la mente). El tercer requisito es la
participación en eventos de lectura y escritura que tengan sentido para el
11
Kalman, Judith (2003), págs. 39-40.
COMPONENTES DE LA CULTURA ESCRITA
OBJETOS
LUGARESESCRITOS
LETRADOS
DISPONIBILIDAD
ACCESO
Apropiación - Participación
10. 10
individuo, porque lo relacionan con otros seres humanos y suceden en un contexto
determinado.
2.1. La disponibilidad física
Como se dijo antes, la disponibilidad se refiere a la presencia de los diversos
elementos físicos de la cultura escrita (objetos, escritos y lugares). La disponibilidad
es muy variable en nuestros países. Hay lugares, especialmente del entorno
urbano, donde la cultura escrita está presente en todos lados y, en principio, al
alcance de cualquier persona, mientras que hay otros entornos, particularmente
rurales, donde encontrar un texto escrito o un espacio donde se pueda ejercer la
lectura y la escritura es prácticamente imposible.
Como parte de las iniciativas, se han creado bibliotecas escolares que tienen todo
tipo de textos que llaman la atención y atraen a los escolares y los profesores, y en
algunas escuelas se han creado bibliotecas de aula, manejadas por los estudiantes
mismos. Asimismo, se ha buscado hacer las bibliotecas públicas más accesibles a la
comunidad en general, de manera que se eliminen ciertas barreras que creaban
aprehensión entre los integrantes de una comunidad no acostumbrada a dichos
espacios.
Otras iniciativas para incrementar el acceso a la
cultura escrita incluyen, por ejemplo, las
“campañas del libro” o “campañas por la lectura”,
que buscan proporcionar libros de calidad a precios
rebajados en relación a los valores comerciales
usuales y distribuirlos masivamente, especialmente
en los sectores de menores posibilidades
económicas. Algunas de estas campañas cuentan con auspicios de instituciones
públicas y privadas, lo que hace posible los precios bajos y la distribución masiva.
Todas estas acciones han estado encaminadas a aumentar la disponibilidad para, a
su vez, ampliar el acceso a la cultura escrita. Sin embargo, dichas acciones, por sí
solas, no garantizan el acceso a la cultura escrita, aunque son una condición básica
e indispensable para que esto sea una realidad. Es necesario que, además de los
objetos, escritos y lugares, se produzcan las interacciones que dan sentido y
finalidad a estos. Es decir, que haya la apropiación y participación activa de los
11. 11
actores (lectores y escritores) en los hechos comunicativos que justifican la
existencia de la lectura y la escritura.
2.2. La apropiación de la cultura escrita
La apropiación no sólo se centra en el aprendizaje de la lectura y la escritura como
desciframiento del código grafo-fónico, que sirve de base para la actividad
autónoma de usar la lectura y la escritura en la vida cotidiana. Se refiere
principalmente al aprendizaje y apropiación de los diversos usos de la escritura y la
lectura, sobre todo los usos “extra-escolares”, es decir de la cotidianidad. “Es el
resultado de múltiples usos y formas de abordar los textos e incluye su ubicación
en las exigencias sociales e institucionales originales que dieron lugar a su
realización”12
.
En este proceso, el individuo aprende estrategias
tanto para comprender lo que lee como para
producir sus propios textos, estrategias que luego
se internalizan y hacen propias. “Para comprender
la apropiación hay que ‘concentrarse en las
condiciones y procesos concretos’ ya que la
apropiación es el resultado de múltiples usos y
formas de abordar los textos e incluye su ubicación en las exigencias sociales e
institucionales originales que dieron lugar a su realización”13
. Apropiarse de la
lectura y escritura, quiere decir, entonces, otorgarles significado propio y personal.
Sólo en este momento puede el individuo hacer uso autónomo de esas habilidades
y prácticas, para convertirse en usuario de la cultura escrita, apropiándose de esta.
Esta apropiación implica, entre otras cosas, convertirse en un “ser lingüístico”, es
decir, desarrollar procesos de reflexión sobre la lengua hablada y escrita, las
relaciones entre ellas y su funcionamiento14
.
Es en este momento cuando el cuarto componente de la cultura escrita, los
letrados, entra en acción. Es a través de la interacción con otros que el ser
humano se apropia de la práctica de la lectura y de la escritura y aprende su
12
Kalman, Judith (2003), págs. 37 – 66.
13
Kalman, Judith (2003), pág. 46.
14
Chauveau, Gérard (2007), p.24.
12. 12
sentido, usos y finalidades. El ver a los “letrados” haciendo uso de la lectura y
escritura e interactuar con ellos en actos comunicativos, hace que el lenguaje
escrito cobre relevancia. De lo contrario, seguirá siendo algo que “se debe
aprender”, pero no algo que tenga significado personal. Por supuesto, esta
intermediación social incluye la oralidad, como manera eficiente de guiar este
proceso de apropiación.
Apropiarse de la cultura escrita es un proceso de ida y vuelta: mientras más se
aprende, más se produce (es decir, más se comprende la lectura y más se escribe)
y mientras más se produce (en lectura o escritura), más se aprende. Solamente
compartiendo experiencias se crea el diálogo necesario entre la cultura existente y
el individuo.
El individuo aprende durante toda su vida y el proceso de apropiación de la cultura
escrita también dura toda la vida. Una persona que usa la escritura para
comunicarse o la lectura con diferentes fines, mientras más escribe, más
comprende cómo debe escribirse, es decir, la reflexión permanente que hace sobre
la naturaleza y funcionamiento de la lengua para escribir le aporta más elementos
para escribir mejor cada día. La persona que lee, reflexiona permanentemente
sobre cómo funciona la lengua, sobre nuevas palabras que nunca había conocido,
sobre formas diferentes de decir o expresar algo que lee en los textos. Esta
reflexión, apropiación de nuevo vocabulario, formas de expresar ideas, lo va
habilitando cada vez más para comprender lo que lee y para ser mejor lector y
escritor. En resumen, la práctica de la lectura y la escritura habilita a cada individuo
de maneras diferentes y progresivamente para ser mejor lector y escritor. Lo
habilita en la apropiación de la cultura escrita.
2.3. La participación y el contexto
Según Kalman15
, “la participación se refiere al proceso de intervenir en actividades
sociales de lectura y escritura, así como las relaciones que se establecen entre los
diferentes actores”. los eventos de la lectura y escritura que surgen en la vida
cotidiana se disponen con fines comunicativos y, por ello, son importantes
contextos para la apropiación de los diversos usos de la cultura escrita. Es
15
Kalman, Judith (2003), pág. 43.
13. 13
precisamente a través de la participación en este tipo de eventos donde el individuo
aprende los usos no escolares de la lectura y escritura.
La participación necesariamente debe tener fines comunicativos y está marcada por
la existencia de algún tipo de interacción social. No existe participación en la cultura
escrita si no se tiene la intención de comunicarse. La participación solo tiene
sentido si se hace para construir significados sobre la comunicación escrita. Esta
construcción puede ser individual, colectiva o en colaboración con otros.
Particularmente en estas dos últimas, “varios participantes aportan conocimientos y
saberes, usan herramientas culturales materiales y mentales y colaboran, de una
manera u otra, para lograr un fin comunicativo donde la lengua escrita tiene un
papel central”16
.
Esto quiere decir que la adquisición de esta nueva cultura, la cultura escrita, no
ocurre en el vacío. Toda participación adquiere sentido solamente si tiene el
propósito de resolver situaciones de comunicación donde se involucra el texto
escrito.
Existen diferentes formas de participación en la cultura escrita que dependen, por
un lado, de las posibilidades de aportar del individuo o de las necesidades que este
tenga de los aportes de los demás, es decir de la posición del lector / escritor frente
a otros lectores / escritores; de los fines o los efectos que cada uno persiga con su
participación, y de las ideas y significados que guían su participación (concepciones
que tiene el participante sobre el texto, la lectura, las finalidades, entre otras).
Aquí también, la interrelación con los “letrados” y con los otros aprendices es de
gran importancia. Leer entre todos un cuento, comentarlo e intercambiar opiniones
sobre él; redactar juntos un texto surgido de sus propios intereses y
conocimientos; oír a un escritor narrar cómo se inició en la literatura; administrar
en conjunto con los y las docentes la biblioteca escolar o del aula; seleccionar entre
todos los libros que quieren adquirir para la escuela; crear un periódico escolar.
En estos eventos el niño o la niña que está ingresando
a la cultura escrita podrá identificar quiénes leen /
escriben y por qué, qué tipo de textos leen / escriben
y cómo lo hacen, con qué finalidad y cuándo lo hacen.
16
Varios autores citados en: Kalman, Judith (2003), pág. 43.
14. 14
En otras palabras, “cuáles son las motivaciones, propósitos, circunstancias y modos
de actuar de los lectores y escritores, y qué prácticas y conocimientos los definen
como tales”17
. Este hecho refuerza la apropiación de la lectura y la escritura como
prácticas sociales, y no solo como destrezas procedimentales específicas de la
comprensión lectora y de la producción de textos.
Así entendido este proceso, la lectura y la escritura constituyen prácticas sociales
que rebasan la mera manipulación mecánica de unidades aisladas del texto
(fonemas, grafemas, palabras sueltas, oraciones sueltas, reglas gramaticales, listas
de vocabulario).
De allí que un proceso de aula centrado únicamente en la codificación y
decodificación, con énfasis en la lectura oral y en la caligrafía, y limitada
únicamente a actividades repetitivas de copia, dictado o memorización de reglas
ortográficas, por fuera de actos comunicativos reales o verosímiles, no permite que
se logre una apropiación del lenguaje escrito, y menos aún de la cultura escrita.
Con esto no queremos decir que los estudiantes no deben aprender el código
alfabético ni los aspectos técnicos y operativos del saber leer y saber escribir, sino
que debe existir un equilibrio entre todos los objetivos de aprendizaje de la lengua
escrita: la mecánica de las palabras (el código), la comprensión de lo que se lee, la
producción de escritos, y la cultura escrita18
.
3. ESTRATEGIAS PARA PROPICIAR EL ACCESO A LA CULTURA ESCRITA
El gran problema que enfrentamos la mayoría de docentes y padres o madres de
familia es que los niños y las niñas no son usuarios plenos de la cultura escrita.
Constantemente nuestra gran interrogante es: ¿Cómo hacemos para que los niños
y las niñas se vuelvan lectores y escritores asiduos y ávidos? Es decir, cómo hacer
para que les guste leer y que tengan ganas de escribir como práctica habitual y no
solo como tarea escolar, muchas veces realizada a disgusto y sólo por obligación.
17
Resnick, L. (1990) en: Kalman, Judith (2003), pág. 43.
18
Chauveau, Gérard (2007), pág. 16-20.
15. 15
La respuesta a esta pregunta es aparentemente
muy sencilla: “hay que hacerles vivir la cultura
escrita”. En otras palabras, convertirles en
usuarios plenos de la cultura de lo escrito. Pero
esta respuesta encierra una gran complejidad.
En palabras de Delia Lerner19
, “participar en la
cultura escrita supone apropiarse de una tradición de lectura y escritura, supone
asumir una herencia cultural que involucra el ejercicio de diversas operaciones con
los textos y la puesta en acción de conocimientos sobre las relaciones entre los
textos; entre ellos y sus autores; entre los autores mismos; entre los autores, los
textos y su contexto…”. Una labor complicada de por sí, y más todavía si
consideramos que “vivir la cultura escrita” requiere de unas condiciones físicas y
sociales que no están disponibles para todas las personas, como vimos en la
sección anterior.
Por otro lado, existe una creencia generalizada de que la tarea de formar lectores y
escritores es únicamente de las escuelas. Por su parte, las escuelas asumen
principalmente la tarea de apropiación del código escrito, y esperan más aporte de
la sociedad, sobre todo de la familia, para llevar adelante los otros aspectos de la
apropiación de la cultura escrita. Sin embargo, la familia -especialmente en los
sectores urbanos marginales y rurales- habitualmente carece de los medios y
recursos, e incluso de los conocimientos, para apoyar a la escuela en la formación
de niños y niñas lectores y escritores; además, usualmente estas familias no han
integrado la cultura escrita a su vida cotidiana. El resto de la sociedad realiza
algunas acciones importantes en este campo pero, como ya se analizó, también
tiene limitaciones de cobertura y alcance.
Surgen, entonces, varias preguntas: ¿Cómo salir de este círculo sin fin? ¿En quién
recae la principal responsabilidad (familia, escuela, sociedad)? ¿Quién debe dar el
primer paso? ¿Quién puede resolver todas las necesidades y carencias para tener
un ambiente social que promueva la lectura y escritura?
La sociedad en su conjunto ha realizado importantes aportes al fomento de la
cultura escrita, que se concretan en aquellas acciones dirigidas a que un número
19
Lerner, Delia (2001) Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. México, Fondo
de Cultura Económica, pág. 25.
16. 16
cada vez mayor de sus integrantes se acerquen a los textos, disfruten de ellos, y
saquen provecho personal y social de su uso. Esto incluye el establecimiento de
bibliotecas, la realización de “maratones del cuento”, ferias-exposiciones de libros,
festivales y encuentros de narradores y cuenta-cuentos, celebraciones nacionales e
internacionales del “Día del libro”, celebración de las efemérides de libros o autores
célebres, las “campañas del libro”, las iniciativas para llevar la literatura a niños,
jóvenes y adultos en condiciones especiales (hospitalizados, en centros de
detención, en hogares temporales, etc.), así como la realización de talleres de
creación literaria para niños, jóvenes y adultos.
No obstante, la escuela sigue siendo un lugar privilegiado para el fomento de la
cultura escrita, especialmente en aquellas zonas donde las iniciativas arriba
mencionadas son inexistentes o esporádicas, y donde la cultura escrita en general
no está presente (es decir, donde no hay disponibilidad de textos y lugares donde
ejercer dicha cultura, ni se evidencia un uso social importante de la lectura y la
escritura). Como docentes, podemos estudiar cómo la escuela puede construir,
desde el espacio del que dispone, este acceso a la cultura escrita.
En primer lugar, debemos recordar algunas premisas respecto al aprendizaje de la
lectura y la escritura que guían nuestra propuesta y que influyen en nuestro
tratamiento de la cultura escrita en la escuela. Entre ellas están:
• El aprendizaje del uso de la lectura y la escritura comienza antes del ingreso
de los niños y las niñas a la educación formal, principalmente mediante el
contacto directo de estos con los lectores y escritores y con los textos.
• La responsabilidad de enseñar a leer y escribir y de introducir a los
estudiantes a las funciones y usos sociales de la lectura y la escritura, no es
únicamente de los docentes de primer grado sino de los docentes de todos
los grados y de todas las áreas.
• El aprendizaje de los usos y funciones de la lectura y escritura debe darse en
un contexto real y rebasa los usos escolares “tradicionales”.
• El aprendizaje de la lectura y la escritura no concluye en la primaria, ni se
limita al espacio escolar, sino que continúa a lo largo de la vida, en espacios
educativos formales e informales y en la cotidianidad.
17. 17
Debemos también reconocer que los docentes y la institución escolar enfrentan
algunas dificultades para llevar a la práctica los cambios que se requieren, una de
las cuales, y tal vez la principal, es la incompatibilidad que usualmente existe entre
los propósitos de la escuela con respecto a la enseñanza y aprendizaje de la lectura
y escritura, y los usos y funciones de estas en el mundo fuera de la escuela. A esto
se suma la necesidad de cumplir con el programa anual del área de lenguaje.
La motivación a la lectura y la escritura debe ir más allá de incorporar actividades
lúdicas al proceso didáctico. Al hacerlo, solamente estamos reforzando, de manera
velada, la idea de que leer y escribir es aburrido y, por tanto, necesitamos
“hacerlas divertidas” con juegos y animaciones. Esta función de motivación se
cumple de mejor manera cuando planteamos una situación comunicativa que dé
sentido de propósito a la lectura y escritura, y que muestre una función y un uso
real de la comunicación escrita. Es decir que los estudiantes encuentren el por qué
y para qué de leer y escribir.
En otras épocas, la escuela trabajó el acceso a la cultura escrita con actividades
que nada tenían que ver con la comunicación real. Enseñaba a leer y escribir como
aprender el uso de signos gráficos, pero luego usaba esta destreza para exigir a los
estudiantes comprensión de textos. La producción de textos propios era mínima.
Más bien el docente dictaba, pedía planas y copiado de textos escritos por otros. En
ninguno de los dos casos se evidenciaba una función comunicativa ni el uso social
de la lectura y la escritura. Por eso, la enseñanza de la lengua estaba totalmente
dislocada de la función comunicativa del lenguaje.
En contraste, hoy varias tendencias de los últimos años contemplan la
comunicación y la construcción de significados como el eje de la enseñanza de la
lengua, pensando que puede ser más “atractivo” para los estudiantes aprender a
comunicarse, que aprender todo lo que antes se enseñaba. Sin embargo, dejar de
aprender las reglas de la escritura o de la construcción de palabras, oraciones y
textos, ha llevado a que tampoco haya actos comunicativos reales y de calidad, ya
que lo que se comunica no responde a las necesidades de la sociedad. Y esto,
necesariamente, deriva en una participación de baja calidad que tampoco es
significativa, ni social ni individualmente.
La escuela, ante estas dos tendencias, debe centrarse hoy en privilegiar el acceso a
la cultura escrita de todos y cada uno de los estudiantes, conservando el sentido
18. 18
comunicativo y social que tiene participar en ella, pero a la vez, buscando que la
apropiación del código escrito se realice con calidad.
Es necesario, por tanto, “reconceptualizar el objeto de enseñanza y construirlo
tomando en cuenta como referencia fundamental las prácticas sociales de lectura y
escritura”20
. Esto implica hacer de la escuela una comunidad de lectores y
escritores “donde lectura y escritura sean prácticas vivas y vitales, donde leer y
escribir sean instrumentos poderosos que permitan repensar el mundo y
reorganizar el propio pensamiento, donde interpretar y producir textos sean
derechos que es legítimo ejercer y responsabilidades que es necesario asumir”21
.
Cuando hablamos de “comunidad de escritores”, no nos referimos únicamente a los
estudiantes, sino a todos los miembros de la comunidad educativa. Es decir que en
este cometido deben participar y comprometerse a llevarlo adelante docentes,
directivos, padres y madres de familia y, en la medida de lo posible, la colectividad
en torno a la escuela. Cada uno de estos actores comunitarios puede aportar
importantes elementos para crear disponibilidad y acceso a la cultura escrita. Para
lograrlo, la escuela puede cumplir un rol fundamental como eje promotor e
integrador de las acciones dirigidas a fomentar la cultura escrita, dentro de la
escuela y en la comunidad. Este rol integra dos dimensiones: la dimensión didáctica
y curricular dentro de la escuela, y la dimensión promocional-formativa de lectores
y escritores dentro y fuera de la escuela.
3.1. Condiciones didácticas generales
Para lograr “poner en escena… una versión escolar de la lectura y escritura más
próxima a la versión social”22
, la escuela debe generar unas condiciones didácticas
que la hagan posible, como las que señalamos a continuación.
1. En términos didácticos, la primera condición que debe cumplir la escuela
para generar participación en la cultura escrita es partir de una situación
comunicativa que dé sentido a la lectura y la escritura. Es decir, crear un
contexto en el cual la comunicación sea necesaria y además se deba usar el
texto escrito para resolver esa necesidad. La situación comunicativa puede
20
Lerner, Delia (2001) pág. 26.
21
Lerner, Delia (2001) pág. 26.
22
Lerner, Delia (2001) pág. 32.
19. 19
ser real o creada por el o la docente, y el docente puede conducir a los
estudiantes a concluir que la única salida viable y eficiente para resolverla es
el uso del texto escrito.
Si existe una “necesidad” que puede ser resuelta buscando la información
que permita comprender mejor la situación o solucionar el problema, o
buscando argumentos para defender o rebatir una idea, o encontrando un
personaje (real o imaginario) con quien identificarse o del cual diferenciarse,
entonces la lectura de un texto aparece a los ojos del estudiante como una
solución y su participación en la actividad de lectura tendrá sentido para él o
ella. Igualmente, si se presenta una “necesidad” de comunicar algo (dar a
conocer una idea, convencer a otros sobre una propuesta, motivar a la
acción en torno a una situación específica, pedir o reclamar algo, compartir
un texto o un hecho memorable, etc.) y se identifica a la escritura como la
vía para resolver esa necesidad, la participación en dicha producción
aparecerá necesaria a los ojos y la mente del estudiante.
Por ejemplo, si nuestro interés es conocer la vida de las ranas, y si solo
leyendo se adquiere la información deseada, tendrá sentido enfrentarse a un
texto que hable sobre ese tema. O si nos han dicho que una novela o cuento
es muy interesante o bello, y el comentario hace surgir en nosotros el
interés por leerlo, entonces tendrá sentido hacerlo. De la misma manera, si
necesitamos hacer una solicitud a una entidad o persona para conseguir
balones para la escuela, y sabemos que solamente atienden las solicitudes
por escrito, entonces tiene sentido escribirla.
2. La segunda condición que es necesario cumplir en el aula es que la clase de
la o el docente debe estar organizada de tal manera que tanto la
construcción de significados a partir de una lectura, como la producción de
textos, realizados en ambos casos colectiva o individualmente, sean
posibles. Es decir, que el manejo de la organización, el trabajo individual y
de grupos, la disciplina, entre otros, sean los adecuados para el tipo de
actividades de participación en la cultura escrita que deban realizar los
estudiantes.
El docente debe organizar el trabajo en clase de manera que, por ejemplo, si
se va a escribir un texto personal, cada niño tenga las condiciones para
20. 20
hacerlo; que reciba una asesoría por parte del docente que le permita
avanzar en su trabajo de manera precisa y eficiente; que haya silencio para
poder pensar y escribir, y que tenga todas las herramientas (lingüísticas y
textuales) que necesita para hacerlo.
3. La tercera condición es que los productos sean valorados en su
diversidad y originalidad, como resultado de la participación de diferentes
individuos, y de intercambios inteligentes entre seres pertenecientes a una
cultura y competentes en el uso de su lengua materna. En consecuencia, no
deben ser medidos con parámetros según un criterio único (el del docente).
En la práctica, esto quiere decir que se debe permitir la diversidad y
originalidad y no esperar únicamente respuestas hechas a la medida de una
sola persona.
4. La cuarta condición es que los productos cumplan su cometido
comunicativo. En el caso de los textos producidos por los o las estudiantes,
deben llegar a los destinatarios o contribuir al enriquecimiento colectivo y
personal (intelectual, estético, informativo o de otra naturaleza) de quienes
han participado en su producción y en su lectura. Los textos producidos por
los estudiantes deben recibir respuesta de los destinatarios o, en todo caso,
ellos deben percibir de alguna manera el efecto que estos han producido en
otros (por ejemplo, si es un artículo para el periódico mural de la escuela).
Asimismo, las lecturas y sus respectivas interpretaciones deben servir para
“algo” dentro de la escuela y el aula, y los estudiantes deben percibir su
beneficio de alguna manera (por ejemplo, como insumo de un trabajo o de
una exposición, para responder a una curiosidad que tienen, o por la
satisfacción estética que les produce, entre otros).
3.2. Participación en la cultura escrita
La participación en la cultura escrita trabajada desde la escuela, puede darse de
dos maneras:
o En situaciones formales, como las que hemos descrito, que tienen como
finalidad que el estudiante aprenda a participar de esa cultura escrita con
calidad. Es necesario trabajar en situaciones formales, porque la escuela,
hoy, tiene la responsabilidad de crear esa cultura en los estudiantes. Con
21. 21
mayor razón cuando las familias - que en algunos casos no se han apropiado
ni participan de la cultura escrita - envían a sus hijos a la escuela para que
esta, que sí tiene las herramientas para hacerlo, les proporcione todos los
medios y condiciones para que sus hijos efectivamente tengan acceso y
participación. En estas situaciones formales deben trabajarse todos los
elementos que el estudiante necesita conocer formalmente sobre el uso de
la escritura de su lengua materna: reglas de ortografía, sintaxis, significados
de las palabras, vocabulario, entre otras. Esto asegurará que la
comunicación escrita tenga la calidad necesaria para ser eficiente y clara.
o En situaciones informales, igualmente importantes, porque serán las
oportunidades que el estudiante tiene para aplicar lo aprendido en actos
autónomos de participación de la cultura escrita. Es necesario trabajar la
participación en la cultura escrita en situaciones informales, porque es la
oportunidad de ir pasando de una participación guiada a la participación
autónoma de los estudiantes en ella. Por ejemplo, el o la docente puede
propiciar una correspondencia espontánea e individual entre los estudiantes,
con niños y niñas de otros países u otras escuelas; puede colocar un buzón
de mensajes en el aula; puede propiciar oportunidades de comentar lecturas
que espontáneamente hacen los estudiantes, o responder a intereses que no
son los temas de clase, etc.