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ARTICULOS 5
UN ENFOQUE DE DESARROLLO
DEL CICLO DE VIDA FAMILIAR (*) (*)
Sonya Rhodes
Doctora en Trabajo Social
Introduccion.-
La necesidad de un marco conceptual para el
estudio de la familia se manifiesta claramente al
considerar los aspectos que actualmente se enfatizan
en el trabajo social de casos. El cambio de la prácti-
ca desde el tratamiento individual al familiar (1), los
modelos de servicio que enfatizan la intervención
en los puntos de encuentro entre los esfuerzos per-
sonales y las contingencias ambientales (2), y el
énfasis en los enfoques preventivos (3), son algu-
nas de las mayores tendencias que muestran la
necesidad de una base teórica para entender e in-
fluir a las familias. Además, surge un testimonio
más personal de la reciente experiencia de la autora
como candidata al doctorado en una universidad
urbana, la que se desarrolló en forma paralela con
su trabajo de enseñanza en diferentes instituciones.
En ambos roles, como estudiante y como profeso-
ra, ella tomó conciencia, en el mejor de los casos
con preocupación y en el peor con consternación,
de la asociación no considerada entre la psicología
del ego y la teoría familiar.
La influencia recíproca entre los procesos
y tareas de desarrollo individual y los modelos y
tareas de desarrollo familiar, nos fuerza a conside-
rar a la familia, como el más potente medio para
el desarrollo y el cambio. La familia opera al mis-
mo tiempo transmitiendo las expectativas sociales
con respecto a la juventud y absorbiendo el impac-
to de los cambios sociales. Sea cual fuere el desti-
no de la familia como institución (4) permanece
(1 Este articulo fue publicado en la Revista Social
casework, en Mayo de 1977. La autora es Doctora
en Trabajo Social y se desempeña como asistente
social de casos en el Servicio de Consejer ¡a Familiar,
Hackensack, New Jersey, y como profesora de la
Escuela de Trabajo Social, Hunter College of the
City, University of New York, U.S.A.
(**) Traducción de Nidia AyIwin de Barros.
el hecho que el desarrollo humano no se realiza en
un vacío, y que los padres no son sólo objetos
de la lucha entre los sexos.
El objetivo de este artículo es identificar
las etapas del ciclo de vida familiar en la tradición
del ciclo de desarrollo individual de Erik Erikson
(5).
La teoría de Erikson postula un conjunto in-
terdependiente de ciclos vitales en el que se encuen-
tran y se relacionan las necesidades de cada fase
específica en las diferentes etapas del desarrollo.
La realización exitosa de una tarea personal depen-
de del logro de las tareas de los demás miembros
de la familia, al mismo tiempo que contribuye a
ese logro. Un enfoque de desarrollo de la familia
surge en forma natural del concepto central de este
conjunto de etapas. En este artículo se pretende
expresar las tareas de desarrollo interdependientes
que son relevantes para los miembros de la familia,
en tareas de desarrollo familiar. Aunque el ciclo de
la vida familiar ha sido ampliamente aceptado como
marco de referencia para el estudio de la familia,
este enfoque se originó como una forma de anali-
zar los cambios que se desarrollan en la composi-
ción y características económicas de las familias
a partir del matrimonio (6).
Los artículos de Rhona Rapaport representan
un marcado cambio de orientación desde los enfo-
ques demográficos hacia el ciclo de vida familiar
en base a la identificación de las tareas intrapsíqui-
cas e interpersonales que caracterizan la primera
fase del matrimonio (7). Este enfoque conceptual
de la familia se encuentra también en los escritos
de Frances H. Scherz (8) quien considera que las
tareas de la familia emergen en los estados transi-
cionales. Sin embargo, ha faltado en la literatura
especializada una aproximación sistemática a los
procesos de cambio de una familia en el tiempo,
6 REVISTA DE TRABAJO SOCIAL
que sea consistente con la convergencia de las
fuerzas bio-psico-sociales que afectan a sus miem-
bros.
Características del modelo de desarrollo del ciclo
de vida de la familia. Cada etapa del ciclo de vi-
da familiar es caracterizada por un grado expectable
de crisis ocasionada por la convergencia de los pro-
cesos bio-psico-sociales que generan tareas familia-
res específicas para cada fase, las que deben ser con-
frontadas, entendidas y realizadas. Estas tareas fa-
miliares se basan en el supuesto que las tareas de
desarrollo de sus miembros individuales tienen una
influencia o efecto esencial en la naturaleza de la
vida familiar en un período dado y representan te-
mas familiares que se refieren a los miembros de la
familia como individuos y como grupo.
La unidad conceptual que se estudia es la
familia como un todo. El enfoque de desarrollo
para el estudio de la familia se basa fundamen-
talmente en la teoría general de sistemas (9) que
le aporta un conjunto coherente y sistemático de
supuestos básicos. En síntesis, la familia constituye
un sistema social porque tiene las siguientes ca-
racter ísticas.
1.- Sus miembros ocupan diversas posiciones fa-
miliares que están en situación de interdepen-
dencia. Un cambio en la posición, status,
conducta o rol de un miembro lleva el cam-
bio en la conducta de otros miembros.
2.- La familia es una unidad que mantiene sus lí-
mites, con grados diversos de rigidez y per-
meabilidad en la definición del mundo fami-
liar y extra familiar. La composición familiar
difiere de una cultura a otra; sin embargo, se
pueden identificar cambios en esta composi-
ción en diferentes momentos de su ciclo de
vida.
3.- La familia es una unidad que busca la adapta-
ción y equilibrio, con patrones de interac-
ción que se repiten una y otra vez. Paralela-
mente a la complementación de la pareja de
cónyuges, se desarrollan en su interior otros
núcleos en forma de díadas y tríangulos.
4.- La familia es una unidad que cumple tareas
para responder a los requerimientos de las
instituciones externas que representan a la
sociedad, v para satisfacer las necesidades
y demandas de sus miembros. Esta recipro-
cidad entre las necesidades sociales e indivi-
duales es conocida como la socialización de
los miembros de la familia.
En toda síntesis de un enfoque de desarro-
llo y de sistemas para considerar a la familia, está
implícito el postulado de que ésta es una unidad
adaptativa que cuenta con los recursos para el cre-
cimiento y maduración de sus miembros. Las
crisis transicionales son concebidas como prede-
cibles y necesarias, en respuesta tanto a las nece-
sidades cambiantes de los miembros de la familia
como a las presiones que recibe de los sistemas
externos. La familia responde a las demandas so-
ciales y de desarrollo a través de la realización de
tareas que producen cambios en su organización
interna y en sus transacciones con las estructuras
sociales y culturales externas. Las tareas familiares
de cada fase específica tienen efecto acumulativo;
así el cumplimiento adecuado de las tareas de las
primeras etapas fortalece la habilidad de la fami-
lia para desempeñarse en las etapas siguientes en
forma efectiva.
La perspectiva de desarrollo que se funda
en la teoría general de sistemas tiene ciertas venta-
jas que la distinguen.
"Las fuerzas de este marco de referencia
(de desarrollo) incluyen la consideración del fun-
cionamiento interno del sistema familiar sin desco-
nocer las transacciones externas o ambientales de
la familia como unidad social. Este marco de refe-
rencia es particularmente útil para analizar el
proceso de cambio familiar. Enfoca el cambio en
dos dimensiones: como una faceta relacionada con
la interacción de los miembros individuales dentro
y fuera del sistema familiar y como las implicacio-
nes estructurales de la posición y el rol, derivadas
tanto de la sociedad como de los aspectos internos
de tamaño familiar, edad y sexo de sus miembros"
(10).
La aplicación de una concepción sistémica a la
familia considerada como una unidad que cambia en
el tiempo, proporciona un marco de referencia que
permite entenderla como un sistema en transacción
tanto con otros sistemas sociales como con el im-
pacto interaccional de individuos en diferentes
etapas del ciclo vital y su efecto recíproco unos en
otros en el tiempo.
Habiendo presentado los conceptos claves que
relacionan el enfoque de desarrollo con otras con-
ceptualizaciones teóricas, se describen a continua-
ción las siete etapas de la familia. "La familia", tal
como se la entiende en este artículo, es la familia
nuclear con dos padres, en una variedad de status
socioeconómico. El modelo puede hacerse extensivo
a otras formas familiares (la familia con un solo pa-
ARTICULOS 7
dre, la familia extensa, la familia reconstituída V la
familia abierta) con algunas modificaciones. El mo-
delo empieza arbitrariamente, en el momento en
que dos personas se unen en un proceso de pareja, y
termina pon la muerte de uno de sus miembros. Sin
embargo, en realidad no hay principio ni fin; las
etapas, numeradas artificialmente para explicarlas
mejor, son en realidad secuenciales y cíclicas, e
incluyen procesos multigeneracionales.
Intimidad versus idealización o desilusión.
Esta etapa corresponde a la primera fase de la
formación de una relación de pareja y precede la lle-
gada de los hijos. Tenga o no la pareja validación ins-
titucional - etapa previa al matrimonio, uniones no
matrimoniales -, el criterio esencial en esta etapa, es
que ella está haciendo una inversión en su relación.
La mayor dificultad para formar una relación
viable y suficientemente duradera como para resistir
las tensiones de las etapas posteriores,se encuentra
en los esfuerzos para el logro de la intimidad
basándose en una percepción realista del compañero
como persona, lo que se opone a la idealización
romántica de la pareja y a la desilusión por su falta
de respuesta atodas las expectativas. Corresponde a
un nivel interaccional, a lo que Erikson describe
como la tarea esencial del individuo en la etapa de
adulto joven, que es el logro de la intimidad en el
amor y la amistad como una alternativa al
aislamiento. Se estima que la capacidad de cada
miembro de la pareja para alcanzar la intimidad que
es lo contrario de la idealización, refleja el grado en
que élo ella ha cumplido las tareas relevantes que le
han correspondido en su propia familia nuclear. Así,
la perspectiva multigeneracional que impregna este
modelo aparece en forma significativa desde su
primera etapa.
Siendo el aspecto fundamental en la construc-
ción de la relación, esta tarea implica asumir res-
ponsabilidad por sí mismo en la relación de pare-
ja, negociando diferencias y conflictos entre ambos,
solucionando las expectativas irreales de la pareja y
encontrando formas satisfactorias para ambos de
apoyarse mutuamente. Dada la naturaleza crítica
de estas tareas, esta etapa es un período de intenso
trastorno y conflicto.
Los modelos y expectativas con respecto a la
etapa del cortejo, la naturaleza de los primeros pac-
tos interaccionales (usualmente implícitos), la riva-
lidad por posiciones de poder y la asignación de
roles y responsabilidades, son tempranos indicadores
de la capacidad mutua de la pareja para la intimidad,
de su progreso en la obtención de ésta v de las nor-
mas potencialmente disfuncionales para su logro.
Una idea muy aceptada acerca de la estabili-
dad de la relación, es que la atracción entre dos
personas se basa en necesidades intrapsíquicas no re-
conocidas. El conflicto intrapsíquico se refuerza al
unirse a alguien que absorbe las facetas inaceptables
de un conflicto interno, tal como una esposa cuya
excesiva dependencia sirve no solo como una defen-
sa contra su agresividad, sino también como una
fuerza de apoyo para la postura defensiva de poder
y control de su marido. La esposa conscientemente
percibe a su marido como fuerte y autoritario, no
como alguién necesitado de apoyo, y el marido
conscientemente percibe a la esposa como dulce y
débil, no como alguién que podría desafiar su au-
toridad. Las agendas ocultas son, sin embargo, con-
traditorias con los aspectos explícitos de su interac-
ción. El marido secretamente desea que su esposa
lo apoye y ésta desea que su marido la trate con
más respeto. La forma complicada en que cada uno
pérpetúa su interacción de modo de prevenir el sur-
gimiento de dos conflictos internos, es magistral.
Las fuerzas opuestas dentro de cada miembro de la
pareja se manifiestan en percepciones que fluctúan
entre la idealización y la desilusión. Ellos eluden la
acción que podría hacerlos encontrarse como seres
reales y multidimensionales y nó como imágenes
distorsionadas por la fantasía.
Existe una literatura sofisticada que detalla
la dinámica interpersonal de complementareidad
negativa - relaciones que exacerban el conflicto
para la pareja al mismo tiempo que sirven para
disminuir el conflicto interior de cada uno de ellos.
Así, una observación que se hace con frecuencia en
las parejas afectadas por conflictos crónicos, es la
persistencia de proyecciones múltiples en uno de los
miembros como una forma que el otro usa para
protegerse de su excesiva ansiedad.
Mientras más integrada sea la persona, menor
necesidad tendrá de hacer estas proyecciones que
perpetúan la distorsión e insatisfacción en la rela-
ción. La complementareidad, sin embargo, tiene re-
lación con el enlace entre las partes adaptativas y
neuróticas de la estructura de carácter de los miem-
bros de la pareja. La complementareidad puede ser
positiva y negativa. Un sutil cambio de énfasis en
las formas como la gente se adecúa en forma adap-
tatíva, neutralizando mutuamente sus defensas dis-
funcionales y apoyando' las funcionales,es la tarea
conceptual de intervención más importante en este
punto del ciclo de vida.
REVISTA DE TRABAJO SOCIAL
¿Como se produce el cambio desde la idealiza-
ción a la intimidad? Las nociones y expectativas
ideales propias del momento inicial de la relación
dan paso a un período de desilusión y desacuerdo.
Al experimentar estas emociones, uña pareja se en-
frenta al desafío de lograr una mayor unión en su
relación. Tres formas de solución a esta crisis pue-
den ser utilizadas. Primero, uno o ambos miembros
de la pareja pueden retirarse o terminar la relación,
no estando dispuestos o no siendo capaces de hacer
una inversión para superar los conflictos surgidos
entre ellos. Segundo, la desilusión puede aportar la
motivación para unirse en la búsqueda de un alivio
a las dificultades mayores, pero permaneciendo jun-
tos en pseudo armonia o conflicto abierto que no
se toca. Tercero, una conciencia compartida de sen-
tirse insatisfechos y frustrados puede ser la base de
una mayor apertura y apreciación de las muchas
diferencias. Localizando las áreas de conflicto, di-
firiendo las expectativas y necesidades individuales,
se prepara el camino para la negociación que recono-
ce a los miembros de la pareja como personas
autónomas. Al confrontarse mutuamente como
personas reales y no como imágenes ideales, se
destruyen las fantasías y estereotipos, las perso-
nas se muestran a un nivel másirofundo y se crean
oportunidades significativas para el contacto, la
cercanía y el apoyo mutuos. Esta nueva experien-
cia en el compartir puede conducir a la identifica-
ción de ciertas luchas interiores y a darse cuenta
que estas luchas deben ser desplazadas de la rela-
ción.
Debería enfatizarse, sin embargo, que el obje-
tivo de verdadera intimidad basado en el esfuerzo
mutuo para lograr una complementareidad eficaz es
relativo. Si la idealización sin desilusión impide la
intimidad, la intir.lidad sin idealización borra el ro-
mance. La habilidad para lograr una apreciación rea-
lista del otro miembro de la pareja como persona,
necesita ser equilibrada con la conservación de algu-
nas ilusiones. Así , el abandono de la persona ideali-
zada que responde a una fantasía interior y a un an-
helo secreto de unión romántica no necesita ser
total, y, de hecho, puede ser un componente impor-
tante de las relaciones duraderas y satisfactorias.
Reabastecimiento versus autoabsorción.
Esta etapa (12) se aplica a los años de la crian-
za de los niños pequeños; empieza con el nacimiento
del primer hijo y termina cuando el último hijo
entra al colegio. El mayor desafío reside en el desa-
rrollo de patrones de apoyo para todos los miem-
bros de la familia, de modo que puedan obtener ali-
mento, en sentido emocional, tanto los adultos
como los niños. La paternidad puede dar como re-
sultado el agotamiento de la capacidad de dar y,
finalmente, en la autoaborción si no se obtiene el
reabastecimiento. La habilidad para ayudar, para
estar disponible y para responder a las necesidades
de los niños pequeños,depende de la existencia de
recursos internos y de un ambiente acogedor y pro-
tector que proporcione oportunidades para que los
adultos recuperen sus energías emocionales.
Una crisis inevitable en la vida de la familia
es generada por el nacimiento de los hijos. La lle-
gada del primer hijo exige probablemente la más
compleja adaptación (14). La pareja que ha logra-
do intimidad está en condiciones de hacer las adap-
taciones necesarias para acoger a este nuevo miem-
bro de la familia que es desvalido y demandante.
Sin mirar a como se distribuyen o asumen las tareas
de cuidado entre el padre y la madre, se requieren
cambios sustanciales en los patrones de dar y reci-
bir de los padres. La díada se ha convertido en tría-
da, con todas las complicaciones correspondientes a
las relaciones triádicas. Dos miembros de la tríada
pueden formar una relación cerrada que excluya al
tercero. En nuestra cultura, el intenso vínculo
madre-hijo que enfatiza a la madre como fuente de
cuidado, puede ser logrado a expensas del marido-
padre. Como también la madre puede llegar a ser
la fuente de apoyo de todos los miembros de la
familia a expensas de sus propias necesidades.
Una modalidad menos frecuente, pero probable-
mente más patológica, es el matrimonio simbió-
tico que frustra a los niños a través de una imper-
meabilidad a sus necesidades. Otro patrón es el de
la familia ~cada hombre para sí mismo". Esta fa-
milia se caracteriza en los últimos años,por una in-
capacidad de los miembros de la familia para formar
subsistemas de cooperación.
La importancia del reabastecimiento como
una condición necesaria para una paternidad eficaz,
presenta al menos dos tipos de preguntas. Primera,
considerando la función crítica de la familia como
encargada de la crianza de los niños, ¿qué oportuni-
dad para el reabastecimiento de los padres existen
actualmente o pueden ser desarrolladas en el futuro?
¿Cómo impide la existencia de fuentes de reabaste-
cimiento una estructura familiar que funciona como
un sistema nuclear aislado? Segundo, ¿cuáles son
los problemas específicos de la familia de un solo
padre?.
Las respuestas a estas preguntas son comple-
ARTICULOS 9
jas. Cambios en la estructura económica de la so-
ciedad de modo que ambos padres puedan partici-
par en el mundo familiar y extrafamiliar, existencia
de facilidades especiales (no siempre adecuadas) pa-
ra el cuidado diurno de los niños, accesibilidad de
grupos para la educación de los padres que pro-
muevan tanto el compartir experiencias como la in-
formación, son algunos de los cambios a nivel ins-
titucional que podrán proporcionar un núcleo de
redes de apoyo social dentro y fuera de la familia
nuclear y ampliar los puntos de contacto entre el
mundo familiar y extra familiar. El adulto de la fa-
milia de un solo padre es particularmente depen-
diente de fuentes de reabastecimientos exteriores
que la sociedad no está proporcionando, haciendo
así a este tipo de familia especialmente vulnerable
a la desorganización.
Individualización de los miembros de la familia
versus organización pseudo mutua.
Esta etapa se aplica a aquellas familias que
han terminado los años de llegada y crianza de los
niños pre-escolares. Para responder a la indepen-
dencia y libertad progresivas de sus miembros, esta
familia debe cambiar el foco de su atención desde
los asuntos familiares a los intereses individuales.
El mayor desafío para los padres, liberados de ía
anterior dependencia por el crecimiento en edad
de los hijos, es apoyar el logro de una identidad
que no se define por los roles y responsabilidades
que se tienen dentro de la familia. Es un período
de gran crisis para muchas mujeres que ven dismi-
nuir su rol predominante de cuidadoras de los niños
por la independencia progresiva de su hijo menor.
Tal vez esta tarea es más fácil para los niños,
cuya creciente suficiencia y competencia los impul-
sa hacia el mundo de la comunidad y el vecindario.
Por el contrario, esta tarea puede ser más dura para
las mujeres que experimentan una desvalorización
de su autoestima al no seguirse necesitando o valo-
rando sus anteriores funciones. Para muchas mujeres
enfrentadas a esta etapa, hay muchos obstáculos que
vencer, incluyendo la inexistencia de oportunidades
de capacitación, programas educativos y trabajo,
tanto como los conflictos emocionales suscitados
por el hecho de ser mujer en una sociedad machista.
Los hombres, al mismo tiempo, experimentan una
crisis vital, también relacionada con su identidad,
donde surgen problemas de expectativas, éxito, es-
tilo de vida y muerte (16).
El peligro en esta etapa es que la organización
familiar niegue el apoyo y limite las oportunidades
para el desarrollo fuera de la familia. Los hijos de-
ben sentirse suficientemente seguros y libres para
introducirse en los grupos de pares y en las institu-
ciones de la comunidad (tales como la escuela) de-
sarrollando allí una identidad independiente de su
posición como miembros de la familia. La partici-
pación en diversas esferas de actividad en el vecin-
dario; el status, posición y rol en el grupo de pares
y la propia identidad como estudiantes, dan origen
a un proceso de individualización que es esencial
para el desarrollo de las personas. Los padres tras-
miten a sus hijos actitudes y sentimientos acerca
de diversas "sociedades" de pares, escuela, barrio
y comunidad, así como en relación al mundo en
general. Del mismo modo, los padres se comunican
entre ellos sus actitudes y sentimientos acerca de las
experiencias de cada uno en el mundo no familiar.
La esposa que está pensando en volver a estudiar,
buscar oportunidades de trabajo (17) o perfeccio-
nprse en su carrera, se mueve en un campo emocio-
nal que puede apoyar o desanimar sus esfuerzos. La
respuesta verbal y no verbal de su marido aesta bús-
queda de autonomía refleja cuán cómodo o incó-
modo se siente él ante la perspectiva de que ella sea
una persona autónoma. Algunos matrimonios están
basados en el acuerdo tácito de que un miembro de
la pareja se destaque a través de la disminución del
otro. Esta relación simbiótica puede darse en forma
exageradas o tenues siempre que un marido y una
esposa no desarrollan plenamente sus capacidades
potenciales mutuas bajo el temor de ver amenazada
la estabilidad de su relación.
La individualización que se produce como re-
sultado de la expansión de la persona en otras áreas
de actividad, no es posible para los miembros de las
familias que tratan de defenderse del mundo no
familiar. Se debe a Lynn Wynne (18) el concepto de
familia pseudomutua, que es aquella que preserva la
armonía negando las diferencias, la que confunde
la cercanía con la fusión; la que acepta sólo a los
que se acomodan a los dogmas familiares. Estas fa-
milias se caracterizan no sólo por el temor que com.
parten con respecto alos conflictos insuperables que
generaría la individualización, sino también por la
convicción de que el mundo extra familiar está lle-
no de peligros inauditos e indecibles, los cuales sólo
se pueden evitar por rredio de una sofocante ligazón
entre los miembros de la familia, a expensas de su
autonomía. La única seguridad posible es la de la
pertenencia a la familia, aún cuando esta pertenen-
cia ponga en peligro la integridad de cada individuo.
10 REVISTA DE TRABAJO SOCIAL
Con frecuencia estas familias protegen a sus hijos
con problemas del enfrentamiento de estas dificul-
tades, culpando de ellas a factores externos (tales
como "malos amigos"); así refuerzan su creencia en
que lo externo a la familia es peligroso. La capaci-
dad para apoyar y fortalecer la individualización de
todos sus miembros puede ser, en esta etapa, la más
significativa característica de una familia mental-
mente sana.
Compañerismo versus aislamiento.
En esta etapa se encuentran las familias con
hijos adolescentes. Una vez más, la motivación para
el cambio surge de las necesidades individuales de
desarrollo de los miembros de la familia. La nacien-
te sexualidad de los hijos y el surgimiento de los
temas de la separación despiertan intensos senti-
mientos en todos los miembros de la familia. A me-
dida que los hijos aumentan en edad, se producen
mayores alteraciones en las relaciones padres - hijos,
en las relaciones marido - mujer y, finalmente, en la
composición familiar. El mayor desafío para los
miembros de la familia se ubica en su capacidad para
desarrollar el compañerismo tanto dentro como fue-
ra de la familia.
Para los adolescentes, esta tarea se cumple en
forma natural a través de las redes sociales de los
grupos de pares, que con frecuencia se desarrollan
en antagonismo con los padres, y les proporcionan
oportunidades para ejercitar sus roles sexuales, de-
sarrollar su formas de comportamiento, aumentar
sus destrezas en las relaciones interpersonales y
para independizarse de sus padres. Para éstos últi-
mos la tarea es más compleja. En primer lugar, el
compañerismo debe buscarse a través de la revita-
lización o renovación de la relación de pareja. Los
aspectos de compañerismo de esta relación con
frecuencia son postergados debido a las responsabi-
lidades de la paternidad. Un cambio de énfasis desde
las actividades familiares a aquellas compartidas y
gozadas por la parejacon frecuencia hace volver a
revivir las agradables experiencias de los días del
noviazgo. El hacer nuevamente una inversión en las
relaciones maritales, puede compensar las nostalgias
y penas producidas por la sexualidad creciente de
los hijos y llenar el espacio dejado por el refugio de
éstos en los grupos de pares. La actividad y el inte-
rés sexual de los adolescentes estimula la vitalidad
de la pareja.
El compañerismo también se expresa en el
cambio del rol de los padres desde lá autoridad ar-
bitraria a la negociación de las diferencias, a través
de la acomodación mutua. Les corresponde a los
padres apoyar el proceso de separación - individuali-
zación de sus hijos, manejando los conflictos y ha-
ciendo decisiones en aquellos asuntos que se relacio-
nan con la autoridad paternal, pero proporcionando
al mismo tiempo una base y una oportunidad para
la discusión. La fijación de límites, importante as-
pecto de las funciones de los padres, se cumple a
través del establecimiento de normas en el caso de
los niños pequeños, lo que es adecuado a su nivel
de desarrollo psicológico. Cuando la familia tiene
hijos adolescentes, sin embargo, las esferas de auto-
ridad no están tan claramente delineadas entre los
padres y los hijos y estos últimos, aunque todavía
sean considerados "los niños", tienen capacidades
cognitivas que les permiten opinar sobre ideas,
asuntos y decisiones de modo que se respeten sus
habilidades intelectuales (19). El compañerismo
no significa que los padres se pongan al mismo ni-
vel de sus hijos, abandonando su rol específico. Lo
que sí se recomienda es que se establezca un nuevo
tipo de relación padres - hijos, basándose en el reco-
nocimiento de la creciente independencia de los
adolescentes.
La alternativa al compañerismo con ¡os padres
o con la pareja es experimentar un doloroso aisla-
miento. Los padres de adolescentes que no han re-
novado su relación como pareja (tanto como padres)
son personas que, temerosos de la inminente soledad
que vislumbran en el futuro, invaden las vidas de sus
hijos e impiden inconscientemente su proceso natu-
ral de independencia.
Reagrupación versus atadura o expulsión.
Se encuentran en esta etapa las familias cuyos
hijos están abandonando el hogar para establecer
sus propios hogares en forma independiente de sus
padres. La familia sufre su mayor crisis enfrentando
la creciente independencia de ¡os hijos y las presio-
nes bio - psicosociales tendientes a la separación.
La tarea esencial es permitir la partida de los hijos
como un resultado natural de su desarrollo y madu-
rez. El cumplimiento de esta tarea reside ante todo
en la existencia de una relación de pareja indepen-
diente de la función de padres, y en segundo térmi-
no,en los recursos existentes en las relaciones entre
los hijos y sus pares para apoyar los esfuerzos de
independencia. En el proceso normal de separación
de la familia de origen, se observa a menudo un for-
talecimiento y cambio de alianzas en el subsistema
ARTICULOS 11
de los hijos y en la díada marital.
Esta fase de la vida familiar es usualmente
considerada particularmente difícil, tanto porque el
proceso de separación es intenso y conflictivo para
todos los. miembros de la familia, como porque al
abandonar los hijos el hogar, se producen grandes,
y a veces repentinas, modificaciones en la composi-
ción de la familia. Tal como en las etapas previas, la
capacidad para resolver las tareas específicas de esta
fase depende del grado de éxito logrado en las eta-
pas anteriores. La habilidad para reagruparse a nivel
de las líneas generacionales y de tolerar el distancia-
miento que acompaña a la separación, refleja las
anteriores luchas de los miembros de la familia pa-
ra lograr diferenciación sin sacrificar la intimidad.
Se relaciona especialmente con la capacidad familiar
para fomentar y apoyar la individualización (versus
psudomutualidad) y con el proceso de afianzamien-
to de la pareja (intimidad versus idalización), el cual
es influ ido por las experiencias de separación de las
familias de origen.
Las experiencias sexuales y sociales de los ado-
lescentes mayores acentúan la disparidad de estilos
y valores básicos entre éstos y su familia. A medida
que el adolescente se emancipa, su conducta viola el
código familiar y crea crisis en las cuales los padres
sufren un alto grado de angustia. Se hacen esfuerzos
para que el hijo vuelva a estar bajo el control de la
familia. Si en el sistema familiar la autonomía pone
en peligro la pertenencia, es muy fácil que la familia
expulse o amarre al adolescente (con su "coopera-
ción"). Es significativo en este tipo de familias la
total incapacidad de los padres para tolerar la expe-
rimentación y la diferencia. Los dos modelos de dis-
función familiar en esta etapa del ciclo familiar se
describen a continuación.
La expulsión prematura de un adolescente
rebelde se produce por lo general después de un pe-
ríodo prolongado de antagonismo entre el adoles-
cente y los padres, en el cual las luchas por el poder
y el control llegan a un punto muerto, la autoridad
es destruída y la verdad desaparece. En estas
familias la autonomía amenaza la cohesión de sus
miembros. La expulsión prematura produce la
separación física sin la correspondiente separación
psicológica. La relación de la pareja puede subsistir e
incluso aparecer fortalecida por la pérdida física de
un miembro de la familia, o puede ser erosionada
por sentimientos de fracaso proyectados en forma
de culpa. En todó caso, la armonía marital es
superficial.
Si en el sistema familiar la pertenencia se logra
a expensas de las diferencias, la familia puede sobre-
proteger o invadir la vida del adolescente mayor, de
modo que lo amarra aún más a ella. Esta clase de fa-
milia experimenta poco dolor, luchas y ansiedad en
relación al proceso de creciente madurez de sus hi-
jos. Ellos esperan obediencia y conformidad y han
destruido tanto la autoconfianza de sus hijos que
tienen muy poca experiencia de rebejión de ado-
lescentes. Esta clase de familia puede haber esta-
blecido un triángulo incluyendo a un niño en la
relación de pareja (como confidente de la madre,
subrogante del padre o mediador entre los cón-
yuges), asegurando al niño un lugar, pero subordi-
nando su individualidad a los requerimientos del
subsistema marital. Debido a esta subordinación,
el desarrollo del adolescente mayor se limita y se
hace imposible que se Produzca su separación
normal basada en la madurez psicológica y so-
cial. La dependencia se prolonga y se obstaculiza
el desarrollo de todos los miembros de la fami-
lia. Las separaciones se postergan indefinidamen-
te, con frecuencia hasta la muerte biológica de
uno o ambos padres.
De acuerdo a lo que se deduce de lo planteado
anteriormente, existen varios criterios que permiten
distinguir o diagnosticar el proceso normal de sepa-
ración del que anuncia una disfunción familiar.
Primero y ante todo, es la calidad de la relación ma-
rital. Esta es una fase en la cual el punto central es la
viabilidad del matrimonio sin la anterior gratifica-
ción de los hijos. Si éstos son indispensables para
mantener la relación de pareja, obviamente se pro-
ducirá un peligro de aislamiento y separación. Se-
gundo, es revelador un diagnóstico de la vitalidad y
efectividad del sistema de los hermanos. El apoyo
entre hermanos puede ayudar el proceso de diferen-
ciación y separación (20). Con frecuencia las fami-
lias están organizadas en tal forma que los hermanos
están catalogados en roles rígidos y polarizados de
"buenos" y ~malos". Esta polarización dificulta la
formación de alianzas entre los hermanos que les
permitan apoyarse mutuamente en sus esfuerzos
por escapar de la autoridad de sus padres. El "buen"
hermano saca provecho de la preocupación de los
padres por la conducta de los hermanos díscolos y a
veces se las arregla para escabullirse sin que la fa-
milia se de cuenta, lo que le permite estar en mejo-
res condiciones para alcanzar un buen nivel de fun-
cionamiento autónomo. Sin embargo, él o ella se
siente lleno de culpa y ansiedad, dándose cuenta que
en cierta medida esta independencia ha sido logra-
da a expensas de sus hermanos. Con frecuencia,
12 REVISTA DE TRABAJO SOCIAL
a pesar de las ostensibles diferencias entre ellos, los
hermanos "buenos" y "malos" son igualmente poco
individualizados, unos atados a la familia, otros ex-
pelidos de ella, pero todos igualmente indiferencia-
dos y embebidos en la identidad familiar. Los recur-
sos del sistema de los hermanos han sido tradicional-
mente pasados por alto como objetivos potenciales
de intervención. Mientras los adolescentes negocian
la forma de independizarse de la familia, se produ-
cen cambios y modificaciones de las alianzas tanto
entre hermanos como entre los padres.
Redescubrimiento versus desesperación.
Esta etapa es la primera de las dos fases post-
parentales. Se capta la importancia de sus tareas si
se considera que alrededor del 50 O/o del ciclo vital
de una pareja casada está representado por estas dos
fases (21). Por otra parte, las disfunciones marita-
les propias de este período son tan perturbadoras,
que se produce un alto porcentaje de divorcios que
dan término al ciclo de vida de la familia durante es-
tas dos etapas (22). Estas estadísticas sugieren que,
debido al período de desequilibrio en las formas
tradicionales de enfrentar las situaciones que se da
en el matrimonio después de la 'partida del último
hijo, la estabilidad de la pareja depende de las adap-
taciones que realicen tendientes a restablecer un
equilibrio marital satisfactorio.
Estas adaptaciones de las cuales depende
la mantención de la integridad del matrimonio son
expresadas por la noción de redescubrimiento. Sin
una renovación del interés de cada uno de los miem-
bros de la pareja por el otro, y un intento mutuo de
padres e hijos por volver a conectarse-, el "nido va-
cío" puede ser corroído por la desesperación. Así la
tarea de redescubrimiento se extiende al ámbito in-
tergeneracional, exigiendo que los padres e hijos
vuelvan a invertir en sus relaciones y las puedan
renegociar.
El tema del redescubrimiento se refiere, por lo
tanto, a la tarea conyugal de renegociar una relación
despojada del rol de padres, y al establecimiento de
una relación entre padres e hijos que sea capaz de so-
portar las modificaciones producidas por sus respec-
tivos cambios de status. Desde la perspectiva de la pa-
reja los cambios en la composición familiar demandan
un acercamiento de uno al otro. Sea cual fuere el pa-
pel que los hijos hayan desempeñado en la manten-
ción del equilibrio del matrimonio, ya no se cuenta
con ellos y los padres están sin apoyo. Las pérdidas
que experimenta la pareja son, por lo tanto, de imipor-
tancia: cambios muy significativos en la composición
de la familia junto con cambios en las relaciones,
los que tienen que ver con la funcionalidad de
las respectivas posiciones de rol. Se supone que la eta-
pa anterior anticipo las adaptaciones requeridas para
la ejecución de las tareas de esta etapa: el proceso fi-
nal de superar las separaciones uniéndose como pa-
reja y de establecer nuevas formas de apoyo y de
resolución de conflictos, caracteriza a esta etapa.
Una tarea complementaria es la de renegociar
las interacciones padres - hijos, transformándolas
en relaciones adultos - adultos. Esta tarea obliga
tanto a los padres como a los hijos y es,con frecuen-
cia, un aspecto poco valorado y mal entendido del
proceso de separación. A veces, el entusiasmo por la
autonomía, independencia o individualización hace
que la distancia (física y psicológica) sea comprendi-
da erróneamente con la separación. La auténtica se-
paración de padres e hijos significa que la cercanía
puede darse sin temor a la absorción y sin compro-
miso de la propia identidad. En las fases posteriores
a la partida, tanto padres como hijos pueden necesi-
tar por un tiempo una distancia autoprotectora, que
asegure la inversión que se está haciendo en ser
persona. La plenitud del proceso de separación, sin
embargo, puede traer consigo una aproximación
(23) que expresa el intento de volver a relacionarse
con padres y hermanos en una nueva forma, adecua-
da al status de adulto. La experiencia muestra que
esta tarea es dificultada por las asignaciones de rol
anteriores y por las antiguas normas familiares,
confirmando así las teorías de la resistencia al cam-
bio en todo sistema. Debido al actual interés en
la salud y no en la enfermedad, sin embargo, puede
encontrarse flexibilidad en lugar de rigidez en las
familias con las cuales se ponen en contacto los
profesionales que proporcionan ayuda. Para todos
los miembros de la familia, la flexibilidad para vol-
ver a establecer relaciones que sean fuentes podero-
sas de vitalidad y continuidad, es un medio impor-
tante para evitar la desesperación. La familia que se
ha reestahilizado a través del proceso de redescu-
brimiento, no se siente amputada por la separación
de los hijos- las nuevas formas de unión entre padres
e hijos, la inclusión de nueras, yernos y nietos, con-
tribuyen a crear un sentimiento de continuidad y
plenitud.
Ayuda mutua versus inutilidad.
Esta es la segunda de las etapas post parentales y
la última en el ciclo de vida familiar. En la familia nu-
ARTICULOS 13
clear típica, corresponde al período desde la jubila-
ción de los padres hasta su muerte. Partiendo con la
pareja, se ha seguido la trayectoria de lavidafamiliar,
incluyendo a los hijos, hasta que la familia de dos ge-
neraciones se ha convertido en una de tres. Los miem-
bros de la pareja que primero fueron padres, se han
convertido ahora en abuelos y los hijos en pa-
dres. Los lazos emocionales. y la historia común
tienen más peso para todos que el vínculo genealó-
gico que se da entre ellos. ¿Por qué entonces negar
la riqueza potencial del contacto intergeneracional
entre abuelos, hijos y padres a través de organiza-
ciones institucionales o propaganda psicológica su
superficial? La pregunta sólo puede aquí ser retóri-
ca, pues su respuesta excede el alcance de este
artículo.
Lo importante es que las tres generaciones
deberían obtener los beneficios que produce la con-
tinaidad generacional. La crisis no sólo se plantea
desde el punto de vista de la persona o pareja de
edad que se esfuerza por mantenerse integrada y su-
perar la desesperación, sino más bien como una
oportunidad para compartir las tareas vitales entre
varias generaciones.
Desde la perspectiva de la autora, la tarea ma-
yor es desarrollar un sistema de ayuda mutua que
impida la desconexión generacional y los sentimien-
tos de inutilidad.El concepto de ayuda mutua entre
generaciones también trasciende las dificultades pro-
ducidas por los cambios de rol que generan senti-
mientos de desamparo y resentimiento. Existen
sistemas de ayuda mutua disfuncionales, en forma
de relaciones basadas en la obligación y la explota-
ción. La ayuda mutua debe ser lograda sin pérdida
de la dignidad; desde el principio se deben redefinir
los roles basándose en el intercambio de servicios,
constituyendo así una estructura básica para el res-
peto v la cooperación. Las negociaciones correspon-
dientes,empiezan a precisar la coincidencia entre la
autoconfianza y la confianza en los otros. La defi-
nición de las áreas de competencia, la aceptación
de las necesidades materiales y psicológicas y la
buena voluntad de dar y para recibir, son dimensio-
nes del'proceso de negociación.
Stanley Cath (24) ha descrito elocuentemen-
te la interdependencia del deterioro físico y emocio-
nal en las personas de edad y cómo el ambiente so-
cial puede reforzar o destru ír su autoestima. El ha-
bla en forma convincente y conmovedora de la po-
sibilidad de compensar la disminución de energías
de los ancianos,fomentando una percepción valiosa
de sí mismos. Además, la capacidad adaptativa de
padres e hijos para realizar sus tareas de desarrollo,
depende de la forma como se interrelacionan sus
respectivos roles. El esfuerzo por hacer efectiva la
ayuda mutua,no corresponde sólo a la propia fami-
lia intergeneracional; las exigencias de la tarea pue-
den ser satisfechas, además de la familia, por grupos
heterogéneos en cuanto a edad, por vecindarios, co-
munidades y ciudades. Si se piensa en las proyec-
ciones de esta tarea, ella tiene que ver con la esencia
de la responsabilidad social y de la participación sig-
nificativa en la sociedad.
Implicaciones.
Se ha intentado bosquejar las crisis más proba-
ble, en el ciclo de vida familiar y sus tareas específi-
cas. Las tareas de desarrollo se orientan hacia la
familia concebida como un sistema ecológico. Las
etapas de la familia abarcan el cortejo, el nacimien-
to y crianza de los hijos y las fases post parentales.
El postulado básico es que en la medida que las su-
cesivas etapas exigen adaptaciones cualitativamente
diferentes, el impulso para la realización de la tarea
se va acumulando de crisis a crisis.
Este enfoque de desarrollo es perfectamente
aplicable a programas orientados a la prevención
primaria, dado que su énfasis está puesto en el de-
sarrollo normal. La organización y contenido de
programas de educación familiar dirigidos a la
población en general (no clínica) y ubicados en
puntos estratégicos de fácil acceso,surge de esta
concepción teórica. Además, a través de las crisis
de desarrollo se pueden identificar criterios para la
planificación de tratamientos de corto término (25).
La terapia familiar como una modalidad de
tratamiento cuyo objetivo es el cambio del sistema
total, se funda en conceptos que captan la esencia
de las tareas interrelacionadas de todos los miem-
bros de la familia. En la experiencia clínica de la
autora, la oportunidad y naturaleza de las deman-
das de los clientes se adecúan a un enfoque de
desarrollo, cuyo modelo especifica intervenciones
terapéuticas que utilizan las fuerzas internas para
la salud y crecimiento de la familia, se cumplen a
través de tareas específicas y se orientan al logro de
los objetivos identificados con los clientes. Fue en
respuesta a las necesidades educativas de un miem-
bro del equipo,que un modelo intergeneracional de
desarrollo familiar fue utilizado, a través de role
play en un programa de entrenamiento realizado en
el Family and Children's Service de Minneapolis
(26).
La aplicabilidad M modelo para captar las
transacciones secuenciales de la vida familia- - .! cr-
pos culturalmente diversos y en familias cuyos ciclos
de vida han sido interrumpidos por cambios en su
composición debidos a separación, divorcio o muer-
te, exige un cuidadoso examqn. La perspectiva de
desarrollo presentada en este artículo, proporciona
una forma de observar un panorama de¡ conceptual-
mente ef ímero punto de contacto entre el desarro-
llo M individuo y su poderoso medio social -la
familia. Su traducción en hipótesis posibles de
investigares el paso siguiente para el desarrollo de
un sistema teórico fundado.
CITAS BIBLIOGRAFICAS
(1) DIANE 1. LEVANDE, Family Theory as a Necessary
Component of Family. Therapy, Social Casework,
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gical Revíew, 12:164.74 (April 1947); and The Life
Cyc1e of the Family, Marriage and The Family
Living, 18:3-9 (February 19'55). Later wrltlngs by
other authors which continue thC same demographic
emphasis are: Evelyn M. Duvali, Family Develop.
ment, 2d. ed. (New York: J.B. LippIncett Co.,
1962): ROY H. Rodgers and Reuben Hili, The
DeveloPmental Approach, in Hancibook of Marríaºe
and the Farníly, ed. Harold Christensen (Chicago:
Rand MeNally & Co., 1964).
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(8) SHERZ.'Theory and Practice of Family Therapy, in
Theories of Social Casework, ed. Roberts and Nee,
pp.219-64.
(9) NORBERT WIENER, Cybernetics (New York: John
Wiley & Sons, 1949); Marshall Mc Luhan, Unders-
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1964) and Luciwiq von Bertalanffy, Problems of Life
(New York; Harper & Brothers, 1960).
(10) LEVAN DE, Farrilly Theory, P. 294.
(113 The followinq are listed lo acquaint the reader with
this literature. These references are by no means al¡
inclusive. Bela Bittlemann, Complementary Neurotic
Reactions in Intimate Relationships, Psychoanalytie
Quarterly, 13:479-91 (January 1944); Ludwig
Eidelberg, Neurotic Choice of Mate, In Neurotie
Interaction In Marriage, ed. Victor W. Eisenstein
(New York ; BasiC Books, 1956), pp. 57-64; and
Peter Giovacchini, Psychoanalysis of Character
Dlsorders (New York: Jason Aronson, 1975), pp.
177-260.
(12) 1 am indebted to my friend and colleague, Joanna
Strauss, for her Contribution to this section derived
from casual discussion together on being parents.
(13) The concept of "refueling" Is borrowed and extrac-
ted from Margaret Mahier, Fred Pine, and Anni
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(14) EE. LEMASTERS, Parenthood In Crisis, in Crisis
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(15) This term was developed by the following authors to
conceptualize a family pattern in familles with
schizophrenics. The author is taking liberty with thjs
concept In her approach to nonclinical "normal"
farnilies. The text is seif-explanatory in develoPing
her application of the term. LyMann C. Wynne,
Irving M. Ryckoff, Julian Day, and Stanley 1. Hirsch,
Pseudo - Mutuality in the Family Relations of
SchizoPhrenics, Psychiatry, 212:205-20 (May, 1958).
116) ROBERT GOULID, The Phases of Adult Life; A
Study in Developmental Psychology, American Jour.
nal of Psychiatry, 129:5 (November 1972).
(17) New York Times, September 12, 1976, p. 49, re-
ported the United States Department of Labor Sta-
Ustics on the pattern of women entering the labor
force: "During the last 24 months the number of
women in the work force has Increased by 2.8 mi-
llion, accounting for two-thirds of the increase in the
nations work force, and almost 30 Percent of the
increase in the last 12 month5... Most of the new-
comers are in the 24 to 44 age group, women who
in the past have tended to stay at home and raise
children...-.
(18) WYNNE, Pseudo-MutualitY in the Family Relations,
pp.205-20.
(19) JEAN PIAGET and BARBEL INHELDER. The
Psychology of the Child (New York: Basic Book,
1969).
(20) STEPHEN BANK and MICHAEL t). KAHN. Sister-
hood-Brotherhood is Powerfui: Sibling Sub-SystCMS
and Family Therapy, Family Process, 14: 311,37
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(21) This percentage is an estimate based on the develop-
mental scheme of Rodgers and H¡¡¡, The Develop-
mental APProaCM, in Handbook of Marriage, ed.
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(22) This data was extrapolated from Statistical Abstract
of the U.S. 1975, U.S. Bureau of the Census, 1975,
table NO 47, Marital Status of the Population by Sex
and Age, 1974, P. 38.
(23) The concept of rapprochement 15 borrowed and
extracted from Mahler, Píne and Bergman, The
Psychological Birth, pp. 90.108.
(24) STANLEY CATH, Some Dynarnics of the Middle
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(25) BLANCA ROSENBERG, Planned Short Term Treat-
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195-204 (APril 1975).
(26) BARBARA HAMBY BEATT and BARBARA BERG
WAHI-STROM, A Developmental APproach lo Un-
derstanding Families, SOCi3t Casework, 57:3-8 (Ja-
nuary 1976).
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Ciclo de vida familiar

  • 1. ARTICULOS 5 UN ENFOQUE DE DESARROLLO DEL CICLO DE VIDA FAMILIAR (*) (*) Sonya Rhodes Doctora en Trabajo Social Introduccion.- La necesidad de un marco conceptual para el estudio de la familia se manifiesta claramente al considerar los aspectos que actualmente se enfatizan en el trabajo social de casos. El cambio de la prácti- ca desde el tratamiento individual al familiar (1), los modelos de servicio que enfatizan la intervención en los puntos de encuentro entre los esfuerzos per- sonales y las contingencias ambientales (2), y el énfasis en los enfoques preventivos (3), son algu- nas de las mayores tendencias que muestran la necesidad de una base teórica para entender e in- fluir a las familias. Además, surge un testimonio más personal de la reciente experiencia de la autora como candidata al doctorado en una universidad urbana, la que se desarrolló en forma paralela con su trabajo de enseñanza en diferentes instituciones. En ambos roles, como estudiante y como profeso- ra, ella tomó conciencia, en el mejor de los casos con preocupación y en el peor con consternación, de la asociación no considerada entre la psicología del ego y la teoría familiar. La influencia recíproca entre los procesos y tareas de desarrollo individual y los modelos y tareas de desarrollo familiar, nos fuerza a conside- rar a la familia, como el más potente medio para el desarrollo y el cambio. La familia opera al mis- mo tiempo transmitiendo las expectativas sociales con respecto a la juventud y absorbiendo el impac- to de los cambios sociales. Sea cual fuere el desti- no de la familia como institución (4) permanece (1 Este articulo fue publicado en la Revista Social casework, en Mayo de 1977. La autora es Doctora en Trabajo Social y se desempeña como asistente social de casos en el Servicio de Consejer ¡a Familiar, Hackensack, New Jersey, y como profesora de la Escuela de Trabajo Social, Hunter College of the City, University of New York, U.S.A. (**) Traducción de Nidia AyIwin de Barros. el hecho que el desarrollo humano no se realiza en un vacío, y que los padres no son sólo objetos de la lucha entre los sexos. El objetivo de este artículo es identificar las etapas del ciclo de vida familiar en la tradición del ciclo de desarrollo individual de Erik Erikson (5). La teoría de Erikson postula un conjunto in- terdependiente de ciclos vitales en el que se encuen- tran y se relacionan las necesidades de cada fase específica en las diferentes etapas del desarrollo. La realización exitosa de una tarea personal depen- de del logro de las tareas de los demás miembros de la familia, al mismo tiempo que contribuye a ese logro. Un enfoque de desarrollo de la familia surge en forma natural del concepto central de este conjunto de etapas. En este artículo se pretende expresar las tareas de desarrollo interdependientes que son relevantes para los miembros de la familia, en tareas de desarrollo familiar. Aunque el ciclo de la vida familiar ha sido ampliamente aceptado como marco de referencia para el estudio de la familia, este enfoque se originó como una forma de anali- zar los cambios que se desarrollan en la composi- ción y características económicas de las familias a partir del matrimonio (6). Los artículos de Rhona Rapaport representan un marcado cambio de orientación desde los enfo- ques demográficos hacia el ciclo de vida familiar en base a la identificación de las tareas intrapsíqui- cas e interpersonales que caracterizan la primera fase del matrimonio (7). Este enfoque conceptual de la familia se encuentra también en los escritos de Frances H. Scherz (8) quien considera que las tareas de la familia emergen en los estados transi- cionales. Sin embargo, ha faltado en la literatura especializada una aproximación sistemática a los procesos de cambio de una familia en el tiempo,
  • 2. 6 REVISTA DE TRABAJO SOCIAL que sea consistente con la convergencia de las fuerzas bio-psico-sociales que afectan a sus miem- bros. Características del modelo de desarrollo del ciclo de vida de la familia. Cada etapa del ciclo de vi- da familiar es caracterizada por un grado expectable de crisis ocasionada por la convergencia de los pro- cesos bio-psico-sociales que generan tareas familia- res específicas para cada fase, las que deben ser con- frontadas, entendidas y realizadas. Estas tareas fa- miliares se basan en el supuesto que las tareas de desarrollo de sus miembros individuales tienen una influencia o efecto esencial en la naturaleza de la vida familiar en un período dado y representan te- mas familiares que se refieren a los miembros de la familia como individuos y como grupo. La unidad conceptual que se estudia es la familia como un todo. El enfoque de desarrollo para el estudio de la familia se basa fundamen- talmente en la teoría general de sistemas (9) que le aporta un conjunto coherente y sistemático de supuestos básicos. En síntesis, la familia constituye un sistema social porque tiene las siguientes ca- racter ísticas. 1.- Sus miembros ocupan diversas posiciones fa- miliares que están en situación de interdepen- dencia. Un cambio en la posición, status, conducta o rol de un miembro lleva el cam- bio en la conducta de otros miembros. 2.- La familia es una unidad que mantiene sus lí- mites, con grados diversos de rigidez y per- meabilidad en la definición del mundo fami- liar y extra familiar. La composición familiar difiere de una cultura a otra; sin embargo, se pueden identificar cambios en esta composi- ción en diferentes momentos de su ciclo de vida. 3.- La familia es una unidad que busca la adapta- ción y equilibrio, con patrones de interac- ción que se repiten una y otra vez. Paralela- mente a la complementación de la pareja de cónyuges, se desarrollan en su interior otros núcleos en forma de díadas y tríangulos. 4.- La familia es una unidad que cumple tareas para responder a los requerimientos de las instituciones externas que representan a la sociedad, v para satisfacer las necesidades y demandas de sus miembros. Esta recipro- cidad entre las necesidades sociales e indivi- duales es conocida como la socialización de los miembros de la familia. En toda síntesis de un enfoque de desarro- llo y de sistemas para considerar a la familia, está implícito el postulado de que ésta es una unidad adaptativa que cuenta con los recursos para el cre- cimiento y maduración de sus miembros. Las crisis transicionales son concebidas como prede- cibles y necesarias, en respuesta tanto a las nece- sidades cambiantes de los miembros de la familia como a las presiones que recibe de los sistemas externos. La familia responde a las demandas so- ciales y de desarrollo a través de la realización de tareas que producen cambios en su organización interna y en sus transacciones con las estructuras sociales y culturales externas. Las tareas familiares de cada fase específica tienen efecto acumulativo; así el cumplimiento adecuado de las tareas de las primeras etapas fortalece la habilidad de la fami- lia para desempeñarse en las etapas siguientes en forma efectiva. La perspectiva de desarrollo que se funda en la teoría general de sistemas tiene ciertas venta- jas que la distinguen. "Las fuerzas de este marco de referencia (de desarrollo) incluyen la consideración del fun- cionamiento interno del sistema familiar sin desco- nocer las transacciones externas o ambientales de la familia como unidad social. Este marco de refe- rencia es particularmente útil para analizar el proceso de cambio familiar. Enfoca el cambio en dos dimensiones: como una faceta relacionada con la interacción de los miembros individuales dentro y fuera del sistema familiar y como las implicacio- nes estructurales de la posición y el rol, derivadas tanto de la sociedad como de los aspectos internos de tamaño familiar, edad y sexo de sus miembros" (10). La aplicación de una concepción sistémica a la familia considerada como una unidad que cambia en el tiempo, proporciona un marco de referencia que permite entenderla como un sistema en transacción tanto con otros sistemas sociales como con el im- pacto interaccional de individuos en diferentes etapas del ciclo vital y su efecto recíproco unos en otros en el tiempo. Habiendo presentado los conceptos claves que relacionan el enfoque de desarrollo con otras con- ceptualizaciones teóricas, se describen a continua- ción las siete etapas de la familia. "La familia", tal como se la entiende en este artículo, es la familia nuclear con dos padres, en una variedad de status socioeconómico. El modelo puede hacerse extensivo a otras formas familiares (la familia con un solo pa-
  • 3. ARTICULOS 7 dre, la familia extensa, la familia reconstituída V la familia abierta) con algunas modificaciones. El mo- delo empieza arbitrariamente, en el momento en que dos personas se unen en un proceso de pareja, y termina pon la muerte de uno de sus miembros. Sin embargo, en realidad no hay principio ni fin; las etapas, numeradas artificialmente para explicarlas mejor, son en realidad secuenciales y cíclicas, e incluyen procesos multigeneracionales. Intimidad versus idealización o desilusión. Esta etapa corresponde a la primera fase de la formación de una relación de pareja y precede la lle- gada de los hijos. Tenga o no la pareja validación ins- titucional - etapa previa al matrimonio, uniones no matrimoniales -, el criterio esencial en esta etapa, es que ella está haciendo una inversión en su relación. La mayor dificultad para formar una relación viable y suficientemente duradera como para resistir las tensiones de las etapas posteriores,se encuentra en los esfuerzos para el logro de la intimidad basándose en una percepción realista del compañero como persona, lo que se opone a la idealización romántica de la pareja y a la desilusión por su falta de respuesta atodas las expectativas. Corresponde a un nivel interaccional, a lo que Erikson describe como la tarea esencial del individuo en la etapa de adulto joven, que es el logro de la intimidad en el amor y la amistad como una alternativa al aislamiento. Se estima que la capacidad de cada miembro de la pareja para alcanzar la intimidad que es lo contrario de la idealización, refleja el grado en que élo ella ha cumplido las tareas relevantes que le han correspondido en su propia familia nuclear. Así, la perspectiva multigeneracional que impregna este modelo aparece en forma significativa desde su primera etapa. Siendo el aspecto fundamental en la construc- ción de la relación, esta tarea implica asumir res- ponsabilidad por sí mismo en la relación de pare- ja, negociando diferencias y conflictos entre ambos, solucionando las expectativas irreales de la pareja y encontrando formas satisfactorias para ambos de apoyarse mutuamente. Dada la naturaleza crítica de estas tareas, esta etapa es un período de intenso trastorno y conflicto. Los modelos y expectativas con respecto a la etapa del cortejo, la naturaleza de los primeros pac- tos interaccionales (usualmente implícitos), la riva- lidad por posiciones de poder y la asignación de roles y responsabilidades, son tempranos indicadores de la capacidad mutua de la pareja para la intimidad, de su progreso en la obtención de ésta v de las nor- mas potencialmente disfuncionales para su logro. Una idea muy aceptada acerca de la estabili- dad de la relación, es que la atracción entre dos personas se basa en necesidades intrapsíquicas no re- conocidas. El conflicto intrapsíquico se refuerza al unirse a alguien que absorbe las facetas inaceptables de un conflicto interno, tal como una esposa cuya excesiva dependencia sirve no solo como una defen- sa contra su agresividad, sino también como una fuerza de apoyo para la postura defensiva de poder y control de su marido. La esposa conscientemente percibe a su marido como fuerte y autoritario, no como alguién necesitado de apoyo, y el marido conscientemente percibe a la esposa como dulce y débil, no como alguién que podría desafiar su au- toridad. Las agendas ocultas son, sin embargo, con- traditorias con los aspectos explícitos de su interac- ción. El marido secretamente desea que su esposa lo apoye y ésta desea que su marido la trate con más respeto. La forma complicada en que cada uno pérpetúa su interacción de modo de prevenir el sur- gimiento de dos conflictos internos, es magistral. Las fuerzas opuestas dentro de cada miembro de la pareja se manifiestan en percepciones que fluctúan entre la idealización y la desilusión. Ellos eluden la acción que podría hacerlos encontrarse como seres reales y multidimensionales y nó como imágenes distorsionadas por la fantasía. Existe una literatura sofisticada que detalla la dinámica interpersonal de complementareidad negativa - relaciones que exacerban el conflicto para la pareja al mismo tiempo que sirven para disminuir el conflicto interior de cada uno de ellos. Así, una observación que se hace con frecuencia en las parejas afectadas por conflictos crónicos, es la persistencia de proyecciones múltiples en uno de los miembros como una forma que el otro usa para protegerse de su excesiva ansiedad. Mientras más integrada sea la persona, menor necesidad tendrá de hacer estas proyecciones que perpetúan la distorsión e insatisfacción en la rela- ción. La complementareidad, sin embargo, tiene re- lación con el enlace entre las partes adaptativas y neuróticas de la estructura de carácter de los miem- bros de la pareja. La complementareidad puede ser positiva y negativa. Un sutil cambio de énfasis en las formas como la gente se adecúa en forma adap- tatíva, neutralizando mutuamente sus defensas dis- funcionales y apoyando' las funcionales,es la tarea conceptual de intervención más importante en este punto del ciclo de vida.
  • 4. REVISTA DE TRABAJO SOCIAL ¿Como se produce el cambio desde la idealiza- ción a la intimidad? Las nociones y expectativas ideales propias del momento inicial de la relación dan paso a un período de desilusión y desacuerdo. Al experimentar estas emociones, uña pareja se en- frenta al desafío de lograr una mayor unión en su relación. Tres formas de solución a esta crisis pue- den ser utilizadas. Primero, uno o ambos miembros de la pareja pueden retirarse o terminar la relación, no estando dispuestos o no siendo capaces de hacer una inversión para superar los conflictos surgidos entre ellos. Segundo, la desilusión puede aportar la motivación para unirse en la búsqueda de un alivio a las dificultades mayores, pero permaneciendo jun- tos en pseudo armonia o conflicto abierto que no se toca. Tercero, una conciencia compartida de sen- tirse insatisfechos y frustrados puede ser la base de una mayor apertura y apreciación de las muchas diferencias. Localizando las áreas de conflicto, di- firiendo las expectativas y necesidades individuales, se prepara el camino para la negociación que recono- ce a los miembros de la pareja como personas autónomas. Al confrontarse mutuamente como personas reales y no como imágenes ideales, se destruyen las fantasías y estereotipos, las perso- nas se muestran a un nivel másirofundo y se crean oportunidades significativas para el contacto, la cercanía y el apoyo mutuos. Esta nueva experien- cia en el compartir puede conducir a la identifica- ción de ciertas luchas interiores y a darse cuenta que estas luchas deben ser desplazadas de la rela- ción. Debería enfatizarse, sin embargo, que el obje- tivo de verdadera intimidad basado en el esfuerzo mutuo para lograr una complementareidad eficaz es relativo. Si la idealización sin desilusión impide la intimidad, la intir.lidad sin idealización borra el ro- mance. La habilidad para lograr una apreciación rea- lista del otro miembro de la pareja como persona, necesita ser equilibrada con la conservación de algu- nas ilusiones. Así , el abandono de la persona ideali- zada que responde a una fantasía interior y a un an- helo secreto de unión romántica no necesita ser total, y, de hecho, puede ser un componente impor- tante de las relaciones duraderas y satisfactorias. Reabastecimiento versus autoabsorción. Esta etapa (12) se aplica a los años de la crian- za de los niños pequeños; empieza con el nacimiento del primer hijo y termina cuando el último hijo entra al colegio. El mayor desafío reside en el desa- rrollo de patrones de apoyo para todos los miem- bros de la familia, de modo que puedan obtener ali- mento, en sentido emocional, tanto los adultos como los niños. La paternidad puede dar como re- sultado el agotamiento de la capacidad de dar y, finalmente, en la autoaborción si no se obtiene el reabastecimiento. La habilidad para ayudar, para estar disponible y para responder a las necesidades de los niños pequeños,depende de la existencia de recursos internos y de un ambiente acogedor y pro- tector que proporcione oportunidades para que los adultos recuperen sus energías emocionales. Una crisis inevitable en la vida de la familia es generada por el nacimiento de los hijos. La lle- gada del primer hijo exige probablemente la más compleja adaptación (14). La pareja que ha logra- do intimidad está en condiciones de hacer las adap- taciones necesarias para acoger a este nuevo miem- bro de la familia que es desvalido y demandante. Sin mirar a como se distribuyen o asumen las tareas de cuidado entre el padre y la madre, se requieren cambios sustanciales en los patrones de dar y reci- bir de los padres. La díada se ha convertido en tría- da, con todas las complicaciones correspondientes a las relaciones triádicas. Dos miembros de la tríada pueden formar una relación cerrada que excluya al tercero. En nuestra cultura, el intenso vínculo madre-hijo que enfatiza a la madre como fuente de cuidado, puede ser logrado a expensas del marido- padre. Como también la madre puede llegar a ser la fuente de apoyo de todos los miembros de la familia a expensas de sus propias necesidades. Una modalidad menos frecuente, pero probable- mente más patológica, es el matrimonio simbió- tico que frustra a los niños a través de una imper- meabilidad a sus necesidades. Otro patrón es el de la familia ~cada hombre para sí mismo". Esta fa- milia se caracteriza en los últimos años,por una in- capacidad de los miembros de la familia para formar subsistemas de cooperación. La importancia del reabastecimiento como una condición necesaria para una paternidad eficaz, presenta al menos dos tipos de preguntas. Primera, considerando la función crítica de la familia como encargada de la crianza de los niños, ¿qué oportuni- dad para el reabastecimiento de los padres existen actualmente o pueden ser desarrolladas en el futuro? ¿Cómo impide la existencia de fuentes de reabaste- cimiento una estructura familiar que funciona como un sistema nuclear aislado? Segundo, ¿cuáles son los problemas específicos de la familia de un solo padre?. Las respuestas a estas preguntas son comple-
  • 5. ARTICULOS 9 jas. Cambios en la estructura económica de la so- ciedad de modo que ambos padres puedan partici- par en el mundo familiar y extrafamiliar, existencia de facilidades especiales (no siempre adecuadas) pa- ra el cuidado diurno de los niños, accesibilidad de grupos para la educación de los padres que pro- muevan tanto el compartir experiencias como la in- formación, son algunos de los cambios a nivel ins- titucional que podrán proporcionar un núcleo de redes de apoyo social dentro y fuera de la familia nuclear y ampliar los puntos de contacto entre el mundo familiar y extra familiar. El adulto de la fa- milia de un solo padre es particularmente depen- diente de fuentes de reabastecimientos exteriores que la sociedad no está proporcionando, haciendo así a este tipo de familia especialmente vulnerable a la desorganización. Individualización de los miembros de la familia versus organización pseudo mutua. Esta etapa se aplica a aquellas familias que han terminado los años de llegada y crianza de los niños pre-escolares. Para responder a la indepen- dencia y libertad progresivas de sus miembros, esta familia debe cambiar el foco de su atención desde los asuntos familiares a los intereses individuales. El mayor desafío para los padres, liberados de ía anterior dependencia por el crecimiento en edad de los hijos, es apoyar el logro de una identidad que no se define por los roles y responsabilidades que se tienen dentro de la familia. Es un período de gran crisis para muchas mujeres que ven dismi- nuir su rol predominante de cuidadoras de los niños por la independencia progresiva de su hijo menor. Tal vez esta tarea es más fácil para los niños, cuya creciente suficiencia y competencia los impul- sa hacia el mundo de la comunidad y el vecindario. Por el contrario, esta tarea puede ser más dura para las mujeres que experimentan una desvalorización de su autoestima al no seguirse necesitando o valo- rando sus anteriores funciones. Para muchas mujeres enfrentadas a esta etapa, hay muchos obstáculos que vencer, incluyendo la inexistencia de oportunidades de capacitación, programas educativos y trabajo, tanto como los conflictos emocionales suscitados por el hecho de ser mujer en una sociedad machista. Los hombres, al mismo tiempo, experimentan una crisis vital, también relacionada con su identidad, donde surgen problemas de expectativas, éxito, es- tilo de vida y muerte (16). El peligro en esta etapa es que la organización familiar niegue el apoyo y limite las oportunidades para el desarrollo fuera de la familia. Los hijos de- ben sentirse suficientemente seguros y libres para introducirse en los grupos de pares y en las institu- ciones de la comunidad (tales como la escuela) de- sarrollando allí una identidad independiente de su posición como miembros de la familia. La partici- pación en diversas esferas de actividad en el vecin- dario; el status, posición y rol en el grupo de pares y la propia identidad como estudiantes, dan origen a un proceso de individualización que es esencial para el desarrollo de las personas. Los padres tras- miten a sus hijos actitudes y sentimientos acerca de diversas "sociedades" de pares, escuela, barrio y comunidad, así como en relación al mundo en general. Del mismo modo, los padres se comunican entre ellos sus actitudes y sentimientos acerca de las experiencias de cada uno en el mundo no familiar. La esposa que está pensando en volver a estudiar, buscar oportunidades de trabajo (17) o perfeccio- nprse en su carrera, se mueve en un campo emocio- nal que puede apoyar o desanimar sus esfuerzos. La respuesta verbal y no verbal de su marido aesta bús- queda de autonomía refleja cuán cómodo o incó- modo se siente él ante la perspectiva de que ella sea una persona autónoma. Algunos matrimonios están basados en el acuerdo tácito de que un miembro de la pareja se destaque a través de la disminución del otro. Esta relación simbiótica puede darse en forma exageradas o tenues siempre que un marido y una esposa no desarrollan plenamente sus capacidades potenciales mutuas bajo el temor de ver amenazada la estabilidad de su relación. La individualización que se produce como re- sultado de la expansión de la persona en otras áreas de actividad, no es posible para los miembros de las familias que tratan de defenderse del mundo no familiar. Se debe a Lynn Wynne (18) el concepto de familia pseudomutua, que es aquella que preserva la armonía negando las diferencias, la que confunde la cercanía con la fusión; la que acepta sólo a los que se acomodan a los dogmas familiares. Estas fa- milias se caracterizan no sólo por el temor que com. parten con respecto alos conflictos insuperables que generaría la individualización, sino también por la convicción de que el mundo extra familiar está lle- no de peligros inauditos e indecibles, los cuales sólo se pueden evitar por rredio de una sofocante ligazón entre los miembros de la familia, a expensas de su autonomía. La única seguridad posible es la de la pertenencia a la familia, aún cuando esta pertenen- cia ponga en peligro la integridad de cada individuo.
  • 6. 10 REVISTA DE TRABAJO SOCIAL Con frecuencia estas familias protegen a sus hijos con problemas del enfrentamiento de estas dificul- tades, culpando de ellas a factores externos (tales como "malos amigos"); así refuerzan su creencia en que lo externo a la familia es peligroso. La capaci- dad para apoyar y fortalecer la individualización de todos sus miembros puede ser, en esta etapa, la más significativa característica de una familia mental- mente sana. Compañerismo versus aislamiento. En esta etapa se encuentran las familias con hijos adolescentes. Una vez más, la motivación para el cambio surge de las necesidades individuales de desarrollo de los miembros de la familia. La nacien- te sexualidad de los hijos y el surgimiento de los temas de la separación despiertan intensos senti- mientos en todos los miembros de la familia. A me- dida que los hijos aumentan en edad, se producen mayores alteraciones en las relaciones padres - hijos, en las relaciones marido - mujer y, finalmente, en la composición familiar. El mayor desafío para los miembros de la familia se ubica en su capacidad para desarrollar el compañerismo tanto dentro como fue- ra de la familia. Para los adolescentes, esta tarea se cumple en forma natural a través de las redes sociales de los grupos de pares, que con frecuencia se desarrollan en antagonismo con los padres, y les proporcionan oportunidades para ejercitar sus roles sexuales, de- sarrollar su formas de comportamiento, aumentar sus destrezas en las relaciones interpersonales y para independizarse de sus padres. Para éstos últi- mos la tarea es más compleja. En primer lugar, el compañerismo debe buscarse a través de la revita- lización o renovación de la relación de pareja. Los aspectos de compañerismo de esta relación con frecuencia son postergados debido a las responsabi- lidades de la paternidad. Un cambio de énfasis desde las actividades familiares a aquellas compartidas y gozadas por la parejacon frecuencia hace volver a revivir las agradables experiencias de los días del noviazgo. El hacer nuevamente una inversión en las relaciones maritales, puede compensar las nostalgias y penas producidas por la sexualidad creciente de los hijos y llenar el espacio dejado por el refugio de éstos en los grupos de pares. La actividad y el inte- rés sexual de los adolescentes estimula la vitalidad de la pareja. El compañerismo también se expresa en el cambio del rol de los padres desde lá autoridad ar- bitraria a la negociación de las diferencias, a través de la acomodación mutua. Les corresponde a los padres apoyar el proceso de separación - individuali- zación de sus hijos, manejando los conflictos y ha- ciendo decisiones en aquellos asuntos que se relacio- nan con la autoridad paternal, pero proporcionando al mismo tiempo una base y una oportunidad para la discusión. La fijación de límites, importante as- pecto de las funciones de los padres, se cumple a través del establecimiento de normas en el caso de los niños pequeños, lo que es adecuado a su nivel de desarrollo psicológico. Cuando la familia tiene hijos adolescentes, sin embargo, las esferas de auto- ridad no están tan claramente delineadas entre los padres y los hijos y estos últimos, aunque todavía sean considerados "los niños", tienen capacidades cognitivas que les permiten opinar sobre ideas, asuntos y decisiones de modo que se respeten sus habilidades intelectuales (19). El compañerismo no significa que los padres se pongan al mismo ni- vel de sus hijos, abandonando su rol específico. Lo que sí se recomienda es que se establezca un nuevo tipo de relación padres - hijos, basándose en el reco- nocimiento de la creciente independencia de los adolescentes. La alternativa al compañerismo con ¡os padres o con la pareja es experimentar un doloroso aisla- miento. Los padres de adolescentes que no han re- novado su relación como pareja (tanto como padres) son personas que, temerosos de la inminente soledad que vislumbran en el futuro, invaden las vidas de sus hijos e impiden inconscientemente su proceso natu- ral de independencia. Reagrupación versus atadura o expulsión. Se encuentran en esta etapa las familias cuyos hijos están abandonando el hogar para establecer sus propios hogares en forma independiente de sus padres. La familia sufre su mayor crisis enfrentando la creciente independencia de ¡os hijos y las presio- nes bio - psicosociales tendientes a la separación. La tarea esencial es permitir la partida de los hijos como un resultado natural de su desarrollo y madu- rez. El cumplimiento de esta tarea reside ante todo en la existencia de una relación de pareja indepen- diente de la función de padres, y en segundo térmi- no,en los recursos existentes en las relaciones entre los hijos y sus pares para apoyar los esfuerzos de independencia. En el proceso normal de separación de la familia de origen, se observa a menudo un for- talecimiento y cambio de alianzas en el subsistema
  • 7. ARTICULOS 11 de los hijos y en la díada marital. Esta fase de la vida familiar es usualmente considerada particularmente difícil, tanto porque el proceso de separación es intenso y conflictivo para todos los. miembros de la familia, como porque al abandonar los hijos el hogar, se producen grandes, y a veces repentinas, modificaciones en la composi- ción de la familia. Tal como en las etapas previas, la capacidad para resolver las tareas específicas de esta fase depende del grado de éxito logrado en las eta- pas anteriores. La habilidad para reagruparse a nivel de las líneas generacionales y de tolerar el distancia- miento que acompaña a la separación, refleja las anteriores luchas de los miembros de la familia pa- ra lograr diferenciación sin sacrificar la intimidad. Se relaciona especialmente con la capacidad familiar para fomentar y apoyar la individualización (versus psudomutualidad) y con el proceso de afianzamien- to de la pareja (intimidad versus idalización), el cual es influ ido por las experiencias de separación de las familias de origen. Las experiencias sexuales y sociales de los ado- lescentes mayores acentúan la disparidad de estilos y valores básicos entre éstos y su familia. A medida que el adolescente se emancipa, su conducta viola el código familiar y crea crisis en las cuales los padres sufren un alto grado de angustia. Se hacen esfuerzos para que el hijo vuelva a estar bajo el control de la familia. Si en el sistema familiar la autonomía pone en peligro la pertenencia, es muy fácil que la familia expulse o amarre al adolescente (con su "coopera- ción"). Es significativo en este tipo de familias la total incapacidad de los padres para tolerar la expe- rimentación y la diferencia. Los dos modelos de dis- función familiar en esta etapa del ciclo familiar se describen a continuación. La expulsión prematura de un adolescente rebelde se produce por lo general después de un pe- ríodo prolongado de antagonismo entre el adoles- cente y los padres, en el cual las luchas por el poder y el control llegan a un punto muerto, la autoridad es destruída y la verdad desaparece. En estas familias la autonomía amenaza la cohesión de sus miembros. La expulsión prematura produce la separación física sin la correspondiente separación psicológica. La relación de la pareja puede subsistir e incluso aparecer fortalecida por la pérdida física de un miembro de la familia, o puede ser erosionada por sentimientos de fracaso proyectados en forma de culpa. En todó caso, la armonía marital es superficial. Si en el sistema familiar la pertenencia se logra a expensas de las diferencias, la familia puede sobre- proteger o invadir la vida del adolescente mayor, de modo que lo amarra aún más a ella. Esta clase de fa- milia experimenta poco dolor, luchas y ansiedad en relación al proceso de creciente madurez de sus hi- jos. Ellos esperan obediencia y conformidad y han destruido tanto la autoconfianza de sus hijos que tienen muy poca experiencia de rebejión de ado- lescentes. Esta clase de familia puede haber esta- blecido un triángulo incluyendo a un niño en la relación de pareja (como confidente de la madre, subrogante del padre o mediador entre los cón- yuges), asegurando al niño un lugar, pero subordi- nando su individualidad a los requerimientos del subsistema marital. Debido a esta subordinación, el desarrollo del adolescente mayor se limita y se hace imposible que se Produzca su separación normal basada en la madurez psicológica y so- cial. La dependencia se prolonga y se obstaculiza el desarrollo de todos los miembros de la fami- lia. Las separaciones se postergan indefinidamen- te, con frecuencia hasta la muerte biológica de uno o ambos padres. De acuerdo a lo que se deduce de lo planteado anteriormente, existen varios criterios que permiten distinguir o diagnosticar el proceso normal de sepa- ración del que anuncia una disfunción familiar. Primero y ante todo, es la calidad de la relación ma- rital. Esta es una fase en la cual el punto central es la viabilidad del matrimonio sin la anterior gratifica- ción de los hijos. Si éstos son indispensables para mantener la relación de pareja, obviamente se pro- ducirá un peligro de aislamiento y separación. Se- gundo, es revelador un diagnóstico de la vitalidad y efectividad del sistema de los hermanos. El apoyo entre hermanos puede ayudar el proceso de diferen- ciación y separación (20). Con frecuencia las fami- lias están organizadas en tal forma que los hermanos están catalogados en roles rígidos y polarizados de "buenos" y ~malos". Esta polarización dificulta la formación de alianzas entre los hermanos que les permitan apoyarse mutuamente en sus esfuerzos por escapar de la autoridad de sus padres. El "buen" hermano saca provecho de la preocupación de los padres por la conducta de los hermanos díscolos y a veces se las arregla para escabullirse sin que la fa- milia se de cuenta, lo que le permite estar en mejo- res condiciones para alcanzar un buen nivel de fun- cionamiento autónomo. Sin embargo, él o ella se siente lleno de culpa y ansiedad, dándose cuenta que en cierta medida esta independencia ha sido logra- da a expensas de sus hermanos. Con frecuencia,
  • 8. 12 REVISTA DE TRABAJO SOCIAL a pesar de las ostensibles diferencias entre ellos, los hermanos "buenos" y "malos" son igualmente poco individualizados, unos atados a la familia, otros ex- pelidos de ella, pero todos igualmente indiferencia- dos y embebidos en la identidad familiar. Los recur- sos del sistema de los hermanos han sido tradicional- mente pasados por alto como objetivos potenciales de intervención. Mientras los adolescentes negocian la forma de independizarse de la familia, se produ- cen cambios y modificaciones de las alianzas tanto entre hermanos como entre los padres. Redescubrimiento versus desesperación. Esta etapa es la primera de las dos fases post- parentales. Se capta la importancia de sus tareas si se considera que alrededor del 50 O/o del ciclo vital de una pareja casada está representado por estas dos fases (21). Por otra parte, las disfunciones marita- les propias de este período son tan perturbadoras, que se produce un alto porcentaje de divorcios que dan término al ciclo de vida de la familia durante es- tas dos etapas (22). Estas estadísticas sugieren que, debido al período de desequilibrio en las formas tradicionales de enfrentar las situaciones que se da en el matrimonio después de la 'partida del último hijo, la estabilidad de la pareja depende de las adap- taciones que realicen tendientes a restablecer un equilibrio marital satisfactorio. Estas adaptaciones de las cuales depende la mantención de la integridad del matrimonio son expresadas por la noción de redescubrimiento. Sin una renovación del interés de cada uno de los miem- bros de la pareja por el otro, y un intento mutuo de padres e hijos por volver a conectarse-, el "nido va- cío" puede ser corroído por la desesperación. Así la tarea de redescubrimiento se extiende al ámbito in- tergeneracional, exigiendo que los padres e hijos vuelvan a invertir en sus relaciones y las puedan renegociar. El tema del redescubrimiento se refiere, por lo tanto, a la tarea conyugal de renegociar una relación despojada del rol de padres, y al establecimiento de una relación entre padres e hijos que sea capaz de so- portar las modificaciones producidas por sus respec- tivos cambios de status. Desde la perspectiva de la pa- reja los cambios en la composición familiar demandan un acercamiento de uno al otro. Sea cual fuere el pa- pel que los hijos hayan desempeñado en la manten- ción del equilibrio del matrimonio, ya no se cuenta con ellos y los padres están sin apoyo. Las pérdidas que experimenta la pareja son, por lo tanto, de imipor- tancia: cambios muy significativos en la composición de la familia junto con cambios en las relaciones, los que tienen que ver con la funcionalidad de las respectivas posiciones de rol. Se supone que la eta- pa anterior anticipo las adaptaciones requeridas para la ejecución de las tareas de esta etapa: el proceso fi- nal de superar las separaciones uniéndose como pa- reja y de establecer nuevas formas de apoyo y de resolución de conflictos, caracteriza a esta etapa. Una tarea complementaria es la de renegociar las interacciones padres - hijos, transformándolas en relaciones adultos - adultos. Esta tarea obliga tanto a los padres como a los hijos y es,con frecuen- cia, un aspecto poco valorado y mal entendido del proceso de separación. A veces, el entusiasmo por la autonomía, independencia o individualización hace que la distancia (física y psicológica) sea comprendi- da erróneamente con la separación. La auténtica se- paración de padres e hijos significa que la cercanía puede darse sin temor a la absorción y sin compro- miso de la propia identidad. En las fases posteriores a la partida, tanto padres como hijos pueden necesi- tar por un tiempo una distancia autoprotectora, que asegure la inversión que se está haciendo en ser persona. La plenitud del proceso de separación, sin embargo, puede traer consigo una aproximación (23) que expresa el intento de volver a relacionarse con padres y hermanos en una nueva forma, adecua- da al status de adulto. La experiencia muestra que esta tarea es dificultada por las asignaciones de rol anteriores y por las antiguas normas familiares, confirmando así las teorías de la resistencia al cam- bio en todo sistema. Debido al actual interés en la salud y no en la enfermedad, sin embargo, puede encontrarse flexibilidad en lugar de rigidez en las familias con las cuales se ponen en contacto los profesionales que proporcionan ayuda. Para todos los miembros de la familia, la flexibilidad para vol- ver a establecer relaciones que sean fuentes podero- sas de vitalidad y continuidad, es un medio impor- tante para evitar la desesperación. La familia que se ha reestahilizado a través del proceso de redescu- brimiento, no se siente amputada por la separación de los hijos- las nuevas formas de unión entre padres e hijos, la inclusión de nueras, yernos y nietos, con- tribuyen a crear un sentimiento de continuidad y plenitud. Ayuda mutua versus inutilidad. Esta es la segunda de las etapas post parentales y la última en el ciclo de vida familiar. En la familia nu-
  • 9. ARTICULOS 13 clear típica, corresponde al período desde la jubila- ción de los padres hasta su muerte. Partiendo con la pareja, se ha seguido la trayectoria de lavidafamiliar, incluyendo a los hijos, hasta que la familia de dos ge- neraciones se ha convertido en una de tres. Los miem- bros de la pareja que primero fueron padres, se han convertido ahora en abuelos y los hijos en pa- dres. Los lazos emocionales. y la historia común tienen más peso para todos que el vínculo genealó- gico que se da entre ellos. ¿Por qué entonces negar la riqueza potencial del contacto intergeneracional entre abuelos, hijos y padres a través de organiza- ciones institucionales o propaganda psicológica su superficial? La pregunta sólo puede aquí ser retóri- ca, pues su respuesta excede el alcance de este artículo. Lo importante es que las tres generaciones deberían obtener los beneficios que produce la con- tinaidad generacional. La crisis no sólo se plantea desde el punto de vista de la persona o pareja de edad que se esfuerza por mantenerse integrada y su- perar la desesperación, sino más bien como una oportunidad para compartir las tareas vitales entre varias generaciones. Desde la perspectiva de la autora, la tarea ma- yor es desarrollar un sistema de ayuda mutua que impida la desconexión generacional y los sentimien- tos de inutilidad.El concepto de ayuda mutua entre generaciones también trasciende las dificultades pro- ducidas por los cambios de rol que generan senti- mientos de desamparo y resentimiento. Existen sistemas de ayuda mutua disfuncionales, en forma de relaciones basadas en la obligación y la explota- ción. La ayuda mutua debe ser lograda sin pérdida de la dignidad; desde el principio se deben redefinir los roles basándose en el intercambio de servicios, constituyendo así una estructura básica para el res- peto v la cooperación. Las negociaciones correspon- dientes,empiezan a precisar la coincidencia entre la autoconfianza y la confianza en los otros. La defi- nición de las áreas de competencia, la aceptación de las necesidades materiales y psicológicas y la buena voluntad de dar y para recibir, son dimensio- nes del'proceso de negociación. Stanley Cath (24) ha descrito elocuentemen- te la interdependencia del deterioro físico y emocio- nal en las personas de edad y cómo el ambiente so- cial puede reforzar o destru ír su autoestima. El ha- bla en forma convincente y conmovedora de la po- sibilidad de compensar la disminución de energías de los ancianos,fomentando una percepción valiosa de sí mismos. Además, la capacidad adaptativa de padres e hijos para realizar sus tareas de desarrollo, depende de la forma como se interrelacionan sus respectivos roles. El esfuerzo por hacer efectiva la ayuda mutua,no corresponde sólo a la propia fami- lia intergeneracional; las exigencias de la tarea pue- den ser satisfechas, además de la familia, por grupos heterogéneos en cuanto a edad, por vecindarios, co- munidades y ciudades. Si se piensa en las proyec- ciones de esta tarea, ella tiene que ver con la esencia de la responsabilidad social y de la participación sig- nificativa en la sociedad. Implicaciones. Se ha intentado bosquejar las crisis más proba- ble, en el ciclo de vida familiar y sus tareas específi- cas. Las tareas de desarrollo se orientan hacia la familia concebida como un sistema ecológico. Las etapas de la familia abarcan el cortejo, el nacimien- to y crianza de los hijos y las fases post parentales. El postulado básico es que en la medida que las su- cesivas etapas exigen adaptaciones cualitativamente diferentes, el impulso para la realización de la tarea se va acumulando de crisis a crisis. Este enfoque de desarrollo es perfectamente aplicable a programas orientados a la prevención primaria, dado que su énfasis está puesto en el de- sarrollo normal. La organización y contenido de programas de educación familiar dirigidos a la población en general (no clínica) y ubicados en puntos estratégicos de fácil acceso,surge de esta concepción teórica. Además, a través de las crisis de desarrollo se pueden identificar criterios para la planificación de tratamientos de corto término (25). La terapia familiar como una modalidad de tratamiento cuyo objetivo es el cambio del sistema total, se funda en conceptos que captan la esencia de las tareas interrelacionadas de todos los miem- bros de la familia. En la experiencia clínica de la autora, la oportunidad y naturaleza de las deman- das de los clientes se adecúan a un enfoque de desarrollo, cuyo modelo especifica intervenciones terapéuticas que utilizan las fuerzas internas para la salud y crecimiento de la familia, se cumplen a través de tareas específicas y se orientan al logro de los objetivos identificados con los clientes. Fue en respuesta a las necesidades educativas de un miem- bro del equipo,que un modelo intergeneracional de desarrollo familiar fue utilizado, a través de role play en un programa de entrenamiento realizado en el Family and Children's Service de Minneapolis (26).
  • 10. La aplicabilidad M modelo para captar las transacciones secuenciales de la vida familia- - .! cr- pos culturalmente diversos y en familias cuyos ciclos de vida han sido interrumpidos por cambios en su composición debidos a separación, divorcio o muer- te, exige un cuidadoso examqn. La perspectiva de desarrollo presentada en este artículo, proporciona una forma de observar un panorama de¡ conceptual- mente ef ímero punto de contacto entre el desarro- llo M individuo y su poderoso medio social -la familia. Su traducción en hipótesis posibles de investigares el paso siguiente para el desarrollo de un sistema teórico fundado. CITAS BIBLIOGRAFICAS (1) DIANE 1. LEVANDE, Family Theory as a Necessary Component of Family. Therapy, Social Casework, 57:291-95 (May 1976); and Frances H. Scherz, Theory and Practice of Farrilly Therapy, In Theories of Social Casework, ed. Robert Roberts and Robert Nee (Chicago; University of Chicago Press, 1970), pp.219-64. (2) CAREL B. GERMAIN . An Ecological Perspective on Casework Practice, Social Casework, 54:323-30 (Jurle 1973); and Caro¡ H. Meyer, Social Work Prac- tice, A Response to the Urban Crisis (New York: The Free Press, 1970). (3) HOWARD J. PARAD, ed., Crisis Intervention: Selectad Readíngs (New York: Family Service Association of America, 1965); and Lydia Rapo. port, Crisis Intervention as a Model of Brief Treat- ment, In Theories of Social Casework, ed. Roberts and Nee, pp. 261-311. (4) CHARLES FRANKEL acidresses the imPact of cul- tura¡ proces5es and related shifts In values on the future of the farrilly, In The Impact of Changing Values on the Family, Social Casewok, 57.355-65 (June 1976). (5) ERIK H. ERIKSON, Identity and the Life Cície. Psychological Issues, vol. 1, NO 1, monograPh 1 (New York: InternationalUniversitiesPress, 1959). (6) Writingsby PAUL C. GLICK on this subject include Paui C. Glick, The Family Cycle, American Sociolo- gical Revíew, 12:164.74 (April 1947); and The Life Cyc1e of the Family, Marriage and The Family Living, 18:3-9 (February 19'55). Later wrltlngs by other authors which continue thC same demographic emphasis are: Evelyn M. Duvali, Family Develop. ment, 2d. ed. (New York: J.B. LippIncett Co., 1962): ROY H. Rodgers and Reuben Hili, The DeveloPmental Approach, in Hancibook of Marríaºe and the Farníly, ed. Harold Christensen (Chicago: Rand MeNally & Co., 1964). (7) RHONA RAPOPORT, Normal Crisis, Family Struc- ture and Mental Health, in Crisis Intervention, ed. Parad. PP. 75-87. (8) SHERZ.'Theory and Practice of Family Therapy, in Theories of Social Casework, ed. Roberts and Nee, pp.219-64. (9) NORBERT WIENER, Cybernetics (New York: John Wiley & Sons, 1949); Marshall Mc Luhan, Unders- tanding Media (New York: McGraw H¡¡¡ Book CO., 1964) and Luciwiq von Bertalanffy, Problems of Life (New York; Harper & Brothers, 1960). (10) LEVAN DE, Farrilly Theory, P. 294. (113 The followinq are listed lo acquaint the reader with this literature. These references are by no means al¡ inclusive. Bela Bittlemann, Complementary Neurotic Reactions in Intimate Relationships, Psychoanalytie Quarterly, 13:479-91 (January 1944); Ludwig Eidelberg, Neurotic Choice of Mate, In Neurotie Interaction In Marriage, ed. Victor W. Eisenstein (New York ; BasiC Books, 1956), pp. 57-64; and Peter Giovacchini, Psychoanalysis of Character Dlsorders (New York: Jason Aronson, 1975), pp. 177-260. (12) 1 am indebted to my friend and colleague, Joanna Strauss, for her Contribution to this section derived from casual discussion together on being parents. (13) The concept of "refueling" Is borrowed and extrac- ted from Margaret Mahier, Fred Pine, and Anni Bergman, The Psychglogícal Birth of the Human Infant (New York: Basic Book, 1975), p. 69. (14) EE. LEMASTERS, Parenthood In Crisis, in Crisis Interventioned. Parad, pp. 111-17. (15) This term was developed by the following authors to conceptualize a family pattern in familles with schizophrenics. The author is taking liberty with thjs concept In her approach to nonclinical "normal" farnilies. The text is seif-explanatory in develoPing her application of the term. LyMann C. Wynne, Irving M. Ryckoff, Julian Day, and Stanley 1. Hirsch, Pseudo - Mutuality in the Family Relations of SchizoPhrenics, Psychiatry, 212:205-20 (May, 1958). 116) ROBERT GOULID, The Phases of Adult Life; A Study in Developmental Psychology, American Jour. nal of Psychiatry, 129:5 (November 1972). (17) New York Times, September 12, 1976, p. 49, re- ported the United States Department of Labor Sta- Ustics on the pattern of women entering the labor force: "During the last 24 months the number of women in the work force has Increased by 2.8 mi- llion, accounting for two-thirds of the increase in the nations work force, and almost 30 Percent of the increase in the last 12 month5... Most of the new- comers are in the 24 to 44 age group, women who in the past have tended to stay at home and raise children...-. (18) WYNNE, Pseudo-MutualitY in the Family Relations, pp.205-20. (19) JEAN PIAGET and BARBEL INHELDER. The Psychology of the Child (New York: Basic Book, 1969). (20) STEPHEN BANK and MICHAEL t). KAHN. Sister- hood-Brotherhood is Powerfui: Sibling Sub-SystCMS and Family Therapy, Family Process, 14: 311,37 (September 1975). (21) This percentage is an estimate based on the develop- mental scheme of Rodgers and H¡¡¡, The Develop- mental APProaCM, in Handbook of Marriage, ed. Christensen. (22) This data was extrapolated from Statistical Abstract of the U.S. 1975, U.S. Bureau of the Census, 1975, table NO 47, Marital Status of the Population by Sex and Age, 1974, P. 38. (23) The concept of rapprochement 15 borrowed and extracted from Mahler, Píne and Bergman, The Psychological Birth, pp. 90.108. (24) STANLEY CATH, Some Dynarnics of the Middle and Later Years, in Crisis Intervention ed. Parad., pp.174-90. (25) BLANCA ROSENBERG, Planned Short Term Treat- ment in Developmental Crisis, Social Casework, 56: 195-204 (APril 1975). (26) BARBARA HAMBY BEATT and BARBARA BERG WAHI-STROM, A Developmental APproach lo Un- derstanding Families, SOCi3t Casework, 57:3-8 (Ja- nuary 1976). REVISTA DE TRABAJO SOCIAL