A partir de los años 30, la anorexia nerviosa comenzó a estudiarse principalmente desde una perspectiva psicológica, influenciada por modelos psicoanalíticos. Se consideró como una alteración de los hábitos y comportamientos alimenticios. Hasta la fecha no existen medidas preventivas efectivas, pero la detección e intervención tempranas pueden reducir la gravedad de los síntomas y mejorar la calidad de vida.