GUÍA PARA EL REZO DEL SANTO ROSARIO, tamaño cuartilla A5 .pdf
Lección 7 - Doctrina y vida de la Iglesia
1. Romanos – Lección 7
Texto: Romanos 7:1-4, 14-25, 8:1-4
Tema principal: La relación del creyente con la Ley
Bosquejo de la lección:
A. Todos los creyentes han muerto a la Ley y ahora están casados con Cristo. (7:1-4)
B. Aunque tenemos vida nueva, no podemos obedecer la Ley por nuestros propios
esfuerzos. (7:14-25)
C. Todos los creyentes están libres de la condenación de la Ley porque son uno con el Señor
Jesucristo. (8:1)
D. Todos los creyentes pueden vivir en obediencia al Señor por medio del poder del Espíritu
Santo que mora en ellos. (8:2-4)
Repase las preguntas de la lección6.
Exposición del bosquejo
A. Todos los creyentes han muerto a la Ley y ahora están casados con
Cristo.
En Romanos capítulo 7, Pablo explicó la relación del creyente con la Ley. Muchos de los
creyentes a quienes Pablo les escribía eran judíos. Habían recibido enseñanza sobre la Ley,
y habían hecho el esfuerzo de obedecerla, aun antes de confiar en el Señor Jesús como el
Libertador enviado por Dios. Aun el mismo Apóstol Pablo había tratado de obedecer la Ley
antes de darse cuenta de que Jesús era el Libertador. Por esta razón, Pablo sabía que los judíos
que habían llegado a ser creyentes probablemente estarían pensando que, aunque habían
confiando en el Señor Jesús como su Salvador, tenían que seguir tratando de obedecer la Ley
para vivir una vida agradable a Dios. Pero Pablo sabía que, si estos creyentes continuaban
tratando de agradar a Dios por medio de obedecer la Ley, no lo lograrían. Como les
enseñamos antes, la Ley demanda obediencia perfecta, pero no ofrece ninguna ayuda para el
que quiere hacer la voluntad de Dios. Por tanto, Pablo escribió esta parte de su carta para que
todos los creyentes sepamos que no debemos depender de la obediencia a la Ley como la
manera de agradar al Señor y vivir la vida cristiana. Pablo nos explicó a todos que, por medio
de la muerte del Señor Jesús, nuestro representante, todos hemos muerto a la Ley y a su
control y ahora estamos bajo la autoridad del Señor Jesucristo.
Comenzaremos entonces leyendo lo que Pablo escribió en el primer versículo. Lea 7:1.
Pablo les hablaba a los judíos porque ellos entendían acerca de la Ley. Sabían que,
mientras vivían, estaban bajo la dirección y control de la Ley de Dios. Solamente al morir
podrían escapar de las demandas de la Ley.
Pablo ilustró esta enseñanza comparando la relación del judío y la Ley con la relación
entre una mujer y su esposo. Mientras viva el esposo de la mujer, ella está bajo su autoridad
2. y no es libre de casarse con otra persona. Pero si él llegara a morir, ella tendría libertad para
casarse con otro hombre. Lea 7:2-4.
¿Por qué era tan importante que todos los creyentes fueran liberados de la autoridad de la
Ley? Era importante porque la Ley de Dios demanda la obediencia perfecta pero ninguno de
nosotros tiene las fuerzas para hacer lo que ella exige, y la Ley nunca ha ayudado a nadie a
obedecer sus mandatos.
Digamos, por ejemplo, que hay un esposo que exige que la esposa haga todo lo correcto
y espera que lo haga perfectamente. Él la manda siempre comprar los alimentos para preparar
las comidas, al igual que cuidar a los niños, trabajar en la casa e ir a su empleo todos los días.
El esposo exige lo necesario para que todo esté perfectamente en orden. Pero aunque su
esposo requiere todas estas cosas, nunca le ayuda por más cansada que esté la esposa, y
siempre la condena cuando no lo hace bien. Por más que se esfuerce, nunca puede agradarle
porque no puede alcanzar sus expectativas. ¿Por qué no puede agradar al esposo? Porque no
es perfecta. Comete errores a menudo, a veces se le olvidan las cosas y frecuentemente está
cansada.
Supongamos que cerca de ellos vive otro hombre que, aunque es igual de perfeccionista
en sus exigencias, también es muy amable y atento. Constantemente le ayuda a su esposa a
hacer las cosas que él exige. Nunca deja que su esposa luche con las tareas sin ninguna ayuda
como lo hace el esposo de la otra mujer. Muchas veces la esposa del que no le ayuda ve a
este hombre amable y considerado y desea estar casada con un hombre como él. Pero esto es
imposible porque ya está casada y sabe que solamente su muerte, o la muerte de su esposo,
la podría librar.
Ésta es la situación de todas las personas que están bajo la autoridad de la Ley. Así como
la esposa del hombre exigente, siempre nos olvidamos de lo que dice Dios y siempre estamos
cometiendo errores. Por más que nos esforcemos, no podemos hacer las cosas que Dios
manda mientras estemos bajo la dirección y control de la Ley. Solamente hay una manera en
que los pecadores podemos agradar a Dios. Debemos morir al control de la Ley y luego
casarnos con el otro Hombre, el Señor Jesucristo. Solamente Él puede darnos a los pecadores
las fuerzas para agradar a Dios.
¿Qué hizo Dios para que todos los creyentes pudieran morir a la Ley y casarse con Cristo,
el Hombre amable y atento? Dios mandó al Señor Jesús, y Él, como nuestro representante,
obedeció la Ley perfectamente y después recibió el castigo que la Ley justamente demandaba
por causa de nuestra desobediencia. Como Jesús murió a la Ley en nuestro lugar como
nuestro representante, nosotros también morimos al control de la Ley. Pero el Señor Jesús no
permaneció muerto. Él resucitó de los muertos y nosotros resucitamos con Él. Por esta razón,
Pablo quería que los judíos creyentes y nosotros entendiéramos que los creyentes ya no están
casados con la Ley sino con Cristo. Nuestra vida entera ha sido cambiada porque ya no somos
responsables de obedecer la Ley; estamos casados con Cristo y debemos vivir dependiendo
totalmente de Él y en obediencia a Él. La Ley demandaba la obediencia perfecta sin darnos
ayuda, pero el Señor Jesús vive en nosotros por medio de Su Espíritu Santo para capacitarnos
para obedecer la Palabra de Dios.
3. B. Aunque tenemos vida nueva, no podemos obedecer la Ley por nuestros
propios esfuerzos.
Presten mucha atención porque los próximos versículos nos advierten de una trampa en
que cae la mayoría de los hijos de Dios.
Ésta es la trampa: Tal vez pensemos que, como ya somos hijos de Dios, nos toca vivir por
nuestro propio poder en obediencia a los mandatos del Señor. Pero si tratamos en nuestras
propias fuerzas de obedecer los mandatos de Dios, vamos a darnos cuenta, como lo hizo
Pablo, que existe dentro de nosotros una lucha constante. Una parte de nosotros quiere
obedecer a Dios y la otra parte quiere que sigamos el pecado y que nos agrademos a nosotros
mismos. Así es que no importa cuánto nos esforcemos, somos incapaces de obedecer los
mandatos del Señor que Él nos ha dado en Su Palabra. Cuando tratamos de no enojarnos,
todavía lo hacemos, aunque a veces logramos contener el enojo por dentro. Y aunque
tratamos de no tener malos pensamientos, todavía se nos vienen a la mente.
Maestro: Mencione los pecados específicos que obviamente están causando problemas en
las vidas de los creyentes.
¿Por qué pasa esto? Cuando Dios nos salvó, nacimos de nuevo por el Espíritu Santo y nos
dio una nueva naturaleza, o un nuevo corazón, con la capacidad y el deseo de conocer a Dios,
entender Sus palabras, amarlo y obedecerlo. Pero todavía tenemos nuestra vieja naturaleza
perversa, o viejo corazón, recibido de Adán, que no puede – y no quiere – conocer, amar y
obedecer a Dios. Por esta razón, el pecado todavía está en nosotros, constantemente tratando
de controlarnos por medio de nuestra vieja naturaleza perversa. Lea 7:14.
¿Creemos todos que todo lo que Dios nos manda hacer en Su Palabra es santo y bueno?
Sí, estamos de acuerdo con lo que dice la Palabra de Dios porque tenemos una naturaleza
nueva que en todo piensa como piensa Dios. Pero aunque nuestra nueva naturaleza esté de
acuerdo con Dios, nuestra naturaleza vieja, o viejo corazón, no ve las cosas como Dios las
ve. Nuestro viejo corazón es igual de perverso que antes, cuando éramos inconversos; por
eso, todavía busca su propio camino egoísta. Este viejo corazón, que recibimos de Adán al
nacer, solamente quiere agradarse a sí mismo y servir al pecado; no quiere obedecer a Dios.
El creyente que se esfuerza por obedecer los mandatos de Dios descubre que su vieja
naturaleza es demasiado fuerte para vencerla. Su vieja naturaleza siempre gana la batalla. El
creyente no puede vencer sus propios malos deseos egoístas y hacer la voluntad de Dios. Por
eso aun el mismo Apóstol Pablo dijo: “Yo soy carnal”. Cuando Pablo trataba en sus propias
fuerzas de agradar al Señor, la maldad de su propio corazón tomaba el control, y no lo
lograba. Por más que lo intentara, no podía hacer las cosas que sabía que debía hacer y que
quería hacer. Él estaba “vendido al pecado”. Se dio cuenta de que, cuando luchaba por
obedecer al Señor, era esclavo del pecado mismo que trabajaba por medio de su propia
naturaleza perversa.
Lea 7:15,16. Pablo, en estos versículos, hablaba de la pelea que se libra dentro de los hijos
de Dios por causa de sus dos naturalezas. La nueva naturaleza ama a Dios y quiere hacer Su
voluntad, pero la vieja naturaleza solamente quiere agradar al pecado y a sí misma. Por más
que luchemos y nos esforcemos en nuestras propias fuerzas, somos incapaces de vencer la
perversa naturaleza que está dentro de nosotros y que ama su propio camino.
4. Lea 7:17-23. Pablo comprendió, y nosotros también debemos entender, que no es la nueva
naturaleza ni la nueva persona que somos en el Señor Jesús la que quiere hacer las cosas
pecaminosas que son de agrado para sí misma. Más bien: es el pecado que está en nosotros,
trabajando por medio de nuestro viejo corazón perverso que recibimos al nacer en este mundo
como descendientes de Adán.
Lea 7:24. ¿Cómo pues podemos ser librados del control de nuestra vieja naturaleza
perversa, el viejo yo que quiere seguir el pecado y seguir su propio camino en vez de obedecer
al Señor?
Lea 7:25. Solamente existe un medio para librarnos del poder del pecado y de nuestros
propios corazones pecaminosos. Dios nos ha librado por medio del Señor Jesús. Dios nos ha
unido a Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección para que podamos vivir, no por nuestras
propias fuerzas, sino por el poder del Espíritu Santo. Al dejar la auto-dependencia y confiar
completamente en el Señor Jesús que vive en nosotros por medio de Su Espíritu Santo, Él
nos liberará del poder malvado de nuestro viejo yo. Aprenderemos más acerca de esto cuando
estudiemos el capítulo 8 de Romanos.
C. Todos los creyentes están libres de la condenación de la Ley porque son
uno con el Señor Jesucristo.
Al principio del capítulo 8, Pablo explicó cuán diferentes son las cosas ahora que hemos
muerto a la Ley y estamos casados con Cristo.
Pablo dijo en el primer versículo: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús”.
La Ley condena a todos los que están bajo su dirección y control porque desobedecen
constantemente sus exigencias. Pero todos nosotros que ahora estamos en el Señor Jesús ya
no estamos condenados porque cuando el Señor Jesús murió, tomó todo el castigo que la Ley
justamente demandó por causa de nuestros pecados.
D. Todos los creyentes pueden vivir en obediencia al Señor por medio del
poder del Espíritu Santo que mora en ellos.
Lea 8:2-4. La Ley de Dios no podía hacernos justos, aceptables ni obedientes a Dios. Lo
que dice la Ley es bueno, pero por causa de nuestra naturaleza pecaminosa éramos – y todavía
somos – demasiado pecaminosos y débiles para obedecer sus mandatos.
Por ejemplo, si usted viera a un hombre caer en un río crecido y caudaloso, no sería de
ayuda pararse a la orilla animándole a nadar con más fuerza. Aunque eso es lo que él tendría
que hacer para no ahogarse, solamente podría vencer la corriente si tuviera las fuerzas. La
Ley siempre nos decía que nadáramos con más fuerza, que fuéramos buenos y obedeciéramos
a Dios. Pero como nacimos pecadores, no podíamos hacer lo que decía la Ley. No teníamos
las fuerzas. Pero ahora el Espíritu Santo vive en nosotros, y al someternos a Él y depender de
Él y no de nosotros mismos, Él nos capacita para hacer lo que el Señor Jesús quiere que
hagamos. Lea 6:11-13.
5. Preguntas
1. ¿Cuál ilustración usó Pablo para explicar la posición del creyente en relación a la Ley y
a Cristo?
Usó la ilustración de una mujer y su esposo.
2. ¿Qué enseñó Pablo con esta ilustración de una mujer y su esposo?
Enseñó que así como una mujer está bajo la autoridad de su esposo hasta que la muerte
los separe, la Ley tiene la autoridad sobre todas las personas hasta que mueran. Lea
7:1-3.
3. ¿Cuál es la posición actual de todos los creyentes ante la Ley?
Todos los creyentes han sido liberados de la jurisdicción de la Ley. Lea 7:4.
4. ¿Cómo fueron liberados todos los creyentes de la autoridad de la Ley?
Fueron liberados por medio de su representante, el Señor Jesús. Él murió para tomar
el castigo entero que la Ley demandaba por causa de nuestra incapacidad de
obedecerla. Somos liberados de la autoridad de la Ley porque Él murió como nuestro
representante. Lea 7:4.
5. ¿Por qué era tan importante que fuéramos liberados de la autoridad de la Ley?
Siendo que la Ley demanda la perfección pero no ofrece ayuda, todos los que están bajo
su control nunca van a poder agradar a Dios, y siempre serán condenados por la Ley.
6. ¿Con quién están casados los creyentes ahora?
Con el Señor Jesucristo. Lea 7:4.
7. Siendo que hemos nacido en la familia de Dios y ya no estamos bajo la Ley sino bajo la
gracia de Dios, ¿somos capaces en nuestras propias fuerzas de obedecer los mandatos del
Señor?
No.
8. ¿Qué pasa cuando el creyente trata de obedecer los mandatos de Dios en sus propias
fuerzas?
Se da cuenta de que su vieja naturaleza es tan fuerte que él es incapaz de vencer sus
malos deseos egoístas y hacer la voluntad de Dios. Lea 7:14-24.
9. ¿Cómo podemos ser liberados del control de nuestra vieja naturaleza perversa?
Solamente por medio del Señor Jesús. Al dejar la auto-dependencia y confiar
completamenteen el Señor Jesús, quien viveen nosotros por medio de Su Espíritu Santo,
Él nos librará del poder perverso de nuestra vieja naturaleza egoísta. Lea 7:25.
10. ¿Por qué no puede la Ley condenar a los que están en el Señor Jesucristo?
a. Porque el Señor Jesús sufrió el castigo entero que demandaba la Ley por causa de
nuestra desobediencia.
b. Porque, por medio del Señor Jesús, morimos a la Ley. Lea 8:1.
6. 11. Aunque el estándar del Señor Jesús también es la perfección como demanda la Ley, ¿cuál
es la gran diferencia entre Él y la Ley?
La Ley demanda la perfección pero no ofrece ayuda, mas el Señor Jesús ha mandado a
Su Espíritu para vivir en nosotros para que, por Su poder, hagamos lo que nos pide
hacer y vivamos de una manera agradable a Dios. Lea 8:2-4.