I. El documento habla sobre el significado de la eternidad según la Biblia, explicando que la palabra griega "aionios" se refiere a la vida y gloria eternas que Dios da a los creyentes, así como al juicio y castigo eternos para los no creyentes.
II. Examina los usos de la palabra "aionios" en el Nuevo Testamento, aplicándose a las grandes bendiciones de Jesucristo, a la herencia y redención eterna de los creyentes, y a la gloria, esperanza y salvación que
1. La Eternidad
Por Jorge Romero Díaz
La Biblia nos habla de que a los que reciben a Jesucristo como su único Señor y suficiente Salvador nacen de
nuevo, y a estos Dios les da vida eterna, y que a todos los que le rechazan serán condenados al fuego eterno, el
diccionario de la Real Academia Española define la palabra eterno como aquello: “Que no tiene principio ni
fin”, sin embargo esta definición esta años luz de su significado en la Biblia, así que; si queremos entender lo
que Dios (Yahweh: se pronúncia IAJUÉH) quiere decirnos, debemos examinarla a la luz del idioma original del
Nuevo Testamento, el “Griego Koiné”. La palabra traducida por eterna, eternidad o perpetuo en Las Sagradas
Escrituras es: aionios (se pronuncia eonios). Esta es la palabra que se aplica a la vida y a la gloria (eternas), que
representan las más altas recompensas del cristiano, y al juicio y castigo (eternos), que deben ser causa de su
más grande terror.
"Eterno denota lo que no tiene principio ni fin, lo que no está sujeto a cambio ni decadencia, lo que está sobre el
tiempo pero de lo que el tiempo es una imagen móvil». Platón
Lo esencial de esta imagen radica en que la eternidad es siempre la misma y siempre indivisible; su ser no es
creado ni existe devenir; no hay nada semejante a más viejo y más joven; no hay pasado, presente ni futuro. No
hay era ni habrá, sino sólo un eterno es. Obviamente, no puede darse ese estado en el mundo creado; pero, no
obstante sus limitaciones, el mundo creado es la imagen de la eternidad.
Evidentemente, aionios es, en esencia, la palabra que se aplica al orden eterno como contrastado con el orden
de este mundo; es la palabra que se aplica a la divinidad como contrastada con la humanidad; es la palabra que,
en su total pureza, solamente puede aplicarse a Dios porque describe nada más y nada menos que la vida de
Dios.
Ahora examinemos el uso de aionios en el NT. Con mucho, su utilización más importante está en relación con
la vida eterna y, precisamente por ser tan importante, debemos considerarla por separado y de forma especial,
recordando una vez más que aionios solamente puede describir con fidelidad lo que es propio de Dios.
Veamos, pues, el resto de los usos de esta palabra en el NT.
• Se usa respecto de las grandes bendiciones que Jesucristo ha traído a la vida del cristiano.
• Se usa respecto de las moradas eternas que aguardan al cristiano (Luc_16:9; 2Co_5:1). El destino
último del cristiano es una vida como la del mismo Dios.
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2. • Se usa respecto de la eterna redención y de la herencia eterna del cristiano gracias a Jesucristo
(Heb_9:15). La seguridad, la libertad y la paz que Cristo forjó para los hombres son tan eternas como el
propio Dios.
• Se usa para describir la gloria en la que entrará el cristiano fiel (1Pe_5:10; 2Co_4:17; 2Ti_2:10); la
misma gloria de Dios.
• También se usa en conexión con las palabras esperanza y salvación (Tit_3:7; 2Ti_2:10). No hay nada
efímero, pasajero o destructible en la esperanza y salvación cristianas. Ni siquiera el otro mundo puede
cambiarlas o alterarlas porque son tan inmutables como el propio Dios.
• Se usa respecto del reino de Jesucristo (2 P.1:11). Jesucristo no es superable; no es una etapa en el
camino de la revelación. Su revelación y su valor son de Dios.
• Se usa respecto del evangelio (Apo_4:6). El evangelio no es una mera revelación más, sino la eternidad
entrando en el tiempo.
• Se usa respecto del pacto eterno, del cual Cristo es mediador (Heb_13:20). Pacto quiere decir relación
con Dios. A través de Cristo, el hombre entra en una relación con Dios que es tan eterna como él.
• Se usa para describir el fuego del castigo (Mat_18:8; Mat_25:41; Jud_1:7), el castigo en sí
(Mat_25:46), el juicio (Heb_6:2), la destrucción (2Ts_1:9) y el pecado que separará finalmente al
hombre de Dios (Mar_3:29).
En estos pasajes es donde debemos tener un cuidado especial cuando interpretemos la palabra. Tomarla como
significado simplemente para siempre, no es bastante; es preciso recordar el significado especial de aionios.
La cual es la palabra que se aplica a la eternidad como opuesta a, y contrastada con, el tiempo; que se aplica a la
divinidad como opuesta a, y contrastada con, la humanidad, y que, por consecuencia, solamente puede aplicarse
propiamente a Dios. Si tenemos todo esto en cuenta, nos quedaremos con una tremenda verdad: tanto las
bendiciones de los fieles como los castigos de los infieles serán tal y como le plazca a Dios el derramarlas y el
infligirlos.
Y ya no podemos ir más allá. Unicamente, que tomar la palabra aionios, cuando se refiere a bendiciones y
castigos, como significando para siempre es simplificarla en demasía y, ciertamente, malentenderla por
completo, puesto que abarca mucho más.
Significa que cuánto los fieles reciban y los infieles sufran estará en consonancia con el carácter y la naturaleza
de Dios para conferir y para infligir -y más allá, nosotros, que somos hombres, no podemos ir, excepto recordar
que Dios es amor.
Consideremos ahora el uso más importante de aionios en el NT: el que está relacionado con la frase vida
eterna. Debemos empezar volviendo a recordar -como tan a menudo venimos haciendo- que aionios es la
palabra que se aplica a la eternidad como contrastada con el tiempo, a la deidad como contrastada con la
humanidad, y que, por tanto, vida eterna no es otra cosa que vida de Dios.
I. La promesa de vida eterna es lo que permitirá al cristiano participar nada menos que del poder y de la
paz del propio Dios.
Vida eterna es la promesa de Dios (Tit_1:2; 1Jn_2:25). Dios nos ha prometido que participaremos de su
bienaventuranza, y esa promesa es inquebrantable.
II. Vida eterna es el obsequio de Dios (Rom_6:23; 1Jn_5:11). La vida eterna es algo que Dios, por su sola
bondad y gracia, da a los hombres. Nosotros no la podemos ganar ni merecer. Es un regalo.
III. La vida eterna está íntimamente ligada a Jesucristo. Cristo es el agua viva, el elixir de la vida eterna
(Jua_4:14). Es el alimento que trae a los hombres vida eterna (Jua_6:27, Jua_6:54). Sus palabras son de
vida eterna (Jua_6:68). El mismo no sólo trae (Jua_17:2-3), es vida eterna (1Jn_5:20).
Dicho de forma más sencilla, Únicamente a través de Jesucristo es posible una relación, una intimidad,
una unidad con Dios. A través de lo que él es, y de lo que hace, podemos participar de la misma vida de
Dios.
IV. La vida eterna viene por medio de creer en Jesucristo (Jua_3:15-16, Jua_3:36; Jua_5:24; Jua_6:40,
Jua_6:47; 1Jn_5:13; 1Ti_1:16). ¿Qué significa creer? Evidentemente, no es una simple aceptación
intelectual. Creer en Jesucristo significa que creemos como cierto absoluta e implícitamente todo lo que
Jesús dijo acerca de Dios.
Si realmente creemos que Dios es Padre y que ama a los hombres tanto como para enviar a su Hijo al mundo a
morir por ellos, demarcamos toda la diferencia que hay entre mundo y vida porque la tal creencia significa que
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3. la vida está en manos del amor de Dios, y, además, significa tener por cierto y aceptar que Jesús es quien dijo
ser.
Obviamente, la confianza que podamos tener en cualquier afirmación dependerá enteramente de la posición de
la persona que la haga. Estamos obligados a preguntar:
¿Cómo puedo estar seguro de que todo lo que me dice Jesús sobre Dios es verdad?
La respuesta es:
Porque creo que Jesús es el único que tenía derecho a hablar de Dios, puesto que no me cabe la
menor duda de que Jesús es el Hijo de Dios. Por tanto, entramos en la vida eterna por creer que
Jesús es el Hijo de Dios.
Pero esta creencia va todavía más lejos. Creemos que Dios es Padre y que Dios es amor porque creemos que
Jesús, siendo el Hijo de Dios, nos ha dicho la verdad acerca de Dios, y, entonces, actuamos en consonancia con
la creencia, es decir, vivimos con la certeza de que no podemos hacer otra cosa que no sea poner toda nuestra
confianza en Dios y rendirle una perfecta obediencia.
Vida eterna no es otra cosa que la misma vida de Dios. Entramos en la vida eterna a través de creer en Cristo, y
esta creencia tiene una triple implicación:
I. Implica creer que Dios es la clase de Dios que Jesús dijo a los hombres.
II. Implica la certeza de que Jesús es el Hijo de Dios, y, por tanto, que tiene todo el derecho a hablar de
Dios en una forma que nadie pudo ni jamás podrá hablar.
III. Implica vivir toda la vida asintiendo a estas cosas. Cuando lo hacemos así, participamos nada menos que
de la vida, el poder y la paz que solamente Dios puede dar.
Ya hemos dicho que vida eterna es el regalo de Dios. Todos los dones de Dios, aun siendo tales, requieren el
esfuerzo por parte nuestra de tomarlos, como prueba de interés.
Usemos una analogía humana. Toda la belleza, riqueza y sabiduría de la Biblia están ahí para que cualquiera las
disfrute; solamente que, para eso, es preciso que antes se introduzca en ellas mediante el trabajo, el estudio y la
disciplina que el aprendizaje de la hermenéutica y del griego exige.
El ofrecimiento de Dios de vida eterna es un hecho, pero el hombre debe anhelarla e introducirse en ella antes
de que pueda recibirla plenamente.
I) La vida eterna demanda conocimiento de Dios. Vida eterna significa "conocer al único Dios verdadero"
(Jua_17:3). Ahora bien, el hombre sólo puede conocer a Dios por medio de tres vías:
(a) La vía de la mente para pensar,
(b) La vía de los ojos y del corazón para ver y amar a Jesucristo y
(c) La vía de los oídos para escuchar lo que Dios está procurando decirle.
Si hemos de introducirnos en la vida eterna, nunca debemos estar tan ocupados con las cosas del tiempo
como para no pensar en las cosas eternas.
II. La vida eterna demanda obediencia a Dios. El mandamiento de Dios es vida eterna (Jua_12:50). Jesús
es autor de eterna salvación para todos los que le obedecen (Heb_5:9). Nuestra paz depende sólo de
hacer su voluntad. Dios contiende con el rebelde, pero sus dádivas son para el obediente. Nunca
podremos lograr una completa intimidad y unidad con alguien de quien continuamente diferimos y a
quien continuamente afligimos con nuestra desobediencia. Obediencia y vida eterna de parte de Dios
van de la mano.
III. Debemos aferrarnos a la Vida eterna (1 Tim_6:12). Para pelear la buena batalla de la fe en la vida
cristiana, y especialmente en el ministerio cristiano, necesitamos echar mano de la vida divina, no
confiando en nuestra vida humana. se pone énfasis en la vida eterna una y otra vez (1Tim_1:16;
1Tim_6:19; 2Tim_1:1, 2Tim_1:10; Tit_1:2; 3:7). Esta vida es un prerrequisito para llevar a cabo la
mayordomía de Dios con respecto a la iglesia.
IV. Hay una demanda ética en la vida eterna: la santidad (Rom_6:22).La vida cristiana conduce a la
santificación. La palabra griega es aguiasmós. Todas las palabras griegas que terminan con -asmós
describen, no un estado, sino un proceso. La santificación es el camino que conduce a la santidad.
Cuando una persona le entrega su vida a Cristo, eso no la hace perfecta instantáneamente; la lucha no ha
terminado ni mucho menos; pero el Cristianismo siempre ha considerado más importante la dirección en
que se marcha que la etapa particular que se ha alcanzado. Una vez que se pertenece a Cristo se ha
empezado el proceso de la santificación, el camino a la santidad. «Hermanos, yo mismo no pretendo
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4. haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está
por delante, prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
(Flp.3:13-14 RVA1989)». No hay escapatoria de la demanda ética del cristianismo. La vida eterna no es
para el hombre o mujer que actúa como le viene en gana; sino para quien actúa como enseña Jesucristo.
No es que se nos exija que seamos perfectos, pero sí que, aunque caigamos y fracasemos, tengamos
todavía nuestros ojos fijos en Jesucristo.
V. Vida eterna es el resultado de la justicia que viene a través de Jesucristo (Rom_5:21). El significado
esencial de justicia es una nueva relación con Dios a través de lo que Jesucristo ha hecho por nosotros.
Y, así, terminamos donde empezamos -vida eterna es la vida de Dios mismo, en la cual podremos entrar cuando
recibamos todo lo que Jesucristo ha hecho por nosotros y todo lo que nos dice acerca de Dios.
Nunca captaremos la idea completa de vida eterna hasta que nos desembaracemos de la imposición casi
instintiva de que vida eterna significa, fundamentalmente, vida que continúa para siempre. Hace ya mucho
tiempo que los griegos detectaron claramente que ese tipo de vida no sería en modo alguno una bendición.
Fueron precisamente los griegos quienes contaron la historia de Aurora, diosa del alba, que se enamoró del
joven mortal Titón. Zeus le dio a escoger la gracia que quisiera para su amante mortal, y ella pidió que no
muriese nunca; pero olvidó añadir que permaneciera siempre joven. Así Titón vivió en un continuo y sin fin
envejecimiento, volviéndose más y más decrépito, hasta que la vida llegó a ser para él una terrible e intolerable
maldición.
ARREPENTIR(SE), ARREPENTIMIENTO
Sentir pesar por haber hecho o haber dejado de hacer algo.
Cambiar de opinión o no ser consecuente con un compromiso.RAE
RV60 40 veces arrepentimiento
INA27 =65 veces: concordancia strong
3340 Cambiar de idea,de opinión o mente: metanoéo (μετανοέω) = 34 veces
3341 Cambio de parecer: metánoia (μετάνοια) = 22 veces
3338 Lamentar: metamélomai (μεταμέλομαι) = 6 veces
278 no arrepentido de, sin lamentarse: ametamélitos (ἀμεταμέλητος) = 2 veces
279 ametanóitos (ἀμετανόητος), lit: sin cambio de mente o de opinión = 1 vez
G3340
Diccionario Strong
μετανοέω
metanoéo
de G3326 y G3539; pensar diferente o después, i.e. reconsiderar (moralmente sentir compunción) : arrepentirse.
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