La dieta mediterránea se caracteriza por el alto consumo de frutas, verduras, cereales y legumbres, así como el aceite de oliva y pescado en cantidades moderadas. Sus beneficios incluyen prevenir el asma, prolongar la esperanza de vida y reducir la presión arterial. Algunos ejemplos de platos mediterráneos son el musaks griego, los espaguetis al pesto italianos y las lentejas a la levantina españolas.