La poliartritis se caracteriza por la inflamación de 4 o más articulaciones. Puede ser la manifestación de enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, la cual es una enfermedad crónica que causa dolor, hinchazón y daño en las articulaciones. Los factores genéticos como los genes HLA juegan un papel importante en la susceptibilidad a desarrollar artritis reumatoide.
1. CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DE LA PATOLOGÍA
La artritis es la inflamación de las articulaciones, caracterizada por el
aumento de volumen y temperatura, eritema y dolor de las mismas; la
poliartritis, como su nombre lo indica, conlleva la inflamación de más de
una articulación. Dependiendo del tiempo de evolución, debemos
sospechar distintos diagnósticos diferenciales. La poliartritis es un
síndrome y, como tal, puede ser la manifestación principal o secundaria
de múltiples enfermedades, tanto benignas y autolimitadas o de fácil
tratamiento, como crónicas, complejas y con una gravedad que puede
llevar a la muerte. Es por esto que el diagnóstico precoz de algunas de
estas enfermedades es vital para mejorar su pronóstico, la calidad de
vida del paciente y evitar las complicaciones (Barrio Nogal).
La poliartritis se caracteriza por la presencia de sinovitis en 4 o más
articulaciones. Sin embargo, si bien es cierto que el número de
articulaciones comprometidas puede orientar en cierta medida a
distintos diagnósticos diferenciales, en la práctica clínica tiene poca
relevancia la diferenciación entre poliartritis y oligoartritis (más de 2 y
menos de 4 articulaciones inflamadas), por lo que podríamos abordar
inicialmente como una poliartritis a cualquier paciente que presente más
de 2 articulaciones comprometidas (Barrio Nogal).
La Artritis Reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune sistémica
caracterizada por una inflamación crónica de las articulaciones
sinoviales. Las manifestaciones de la inflamación son el dolor, el
aumento del volumen, el eritema y la rigidez matinal. La sinovitis
inflamatoria afecta habitualmente a las articulaciones con una
distribución simétrica. La inflamación sinovial produce la destrucción del
cartílago con erosiones óseas y deformidades articulares características
en fases posteriores. Esta destrucción de las articulaciones contribuye
a un deterioro considerable de la función física de la persona (González,
2011:93).
2. Patogénesis de la AR. Se muestran los cambios que tienen lugar en una articulación de un paciente con
AR.
Aunque la patogénesis de la enfermedad no está esclarecida en su
totalidad, existen factores genéticos y ambientales que predisponen a
su desarrollo. La AR es resultado de la activación de células T y B
autorreactivas que actúan conjuntamente y producen una inflamación
sinovial con infiltración celular junto a un proceso de remodelado y
destrucción ósea.
3. Las células T CD4+ activadas como respuesta a un antígeno extraño
estimulan a monocitos, macrófagos y fibroblastos sinoviales para
producir las citoquinas IL-1, IL-6 y TNF-α a través de procesos de
señalización intercelular por medio de antígenos de superficie CD69 y
CD11 así como a través de la liberación de mediadores solubles como
interferón-γ e IL-17. Las citoquinas claves que intervienen en el proceso
inflamatorio de la enfermedad son IL-1, IL-6 y TNF-α. La IL-1 y el TNFα
estimulan a los fibroblastos sinoviales, osteoclastos y condrocitos que
liberan MMPs y diversas sustancias cuyo fin último es el daño del tejido
conectivo de la matriz extracelular de las articulaciones. Estos son los
principales mediadores del daño articular en la AR.
La erosión temprana del cartílago y del hueso está asociada a la
formación de un “pannus” proliferativo, es decir, tejido inflamatorio de
granulación vascular de origen sinovial que recubre el cartílago y que
está compuesto por células sinoviales proliferadas, pequeños vasos
sanguíneos, proteínas estructurales, proteoglicanos y células
inflamatorias. El pannus causa destrucción del tejido articular situado en
la zona de unión entre la membrana sinovial y el cartílago produciendo
lo que se conoce como erosiones articulares. Las células T CD4+
activadas también estimulan a las células B para producir
inmunoglobulinas entre las que se incluyen anticuerpos contra proteínas
y/o péptidos. (Carrada.2006:152-154).
De acuerdo a esos eventos, la AR se puede dividir en dos etapas que
corresponden a la AR temprana y establecida. En la articulación normal,
el tejido sinovial está formado por la membrana sinovial y el tejido
conectivo subyacente. Las células sinoviales se designan de tipo A
(sinoviocitos similares a macrófagos) y de tipo B (sinoviocitos similares
a fibroblastos). En la AR temprana, la membrana sinovial se hace más
gruesa debido a la hiperplasia e hipertrofia de las células sinoviales. Las
células T (principalmente CD4+) y las células B (algunas de las cuales
se convertirán en células plasmáticas) infiltran la membrana sinovial.
Estas células también se encuentran en el líquido sinovial junto con un
gran número de neutrófilos. En estas etapas iniciales de la AR, la
membrana sinovial empieza a invadir el cartílago.
En la AR establecida, las células sinoviales proliferan en número y
estado de activación. El pannus proliferativo se comporta como una
4. tumoración localmente invasiva que destruye el cartílago y el hueso
subcondral.
Existen muchas respuestas autoinmunes en las cuales hay una cierta
relación con la artritis reumatoide. Como ser Artritis reactiva en la cual
es caracterizada por una inflamación articular, originado por medio de
una infección bacteriana por lo general causado por gérmenes
gastrointestinales o urogenitales teniendo una duración de semanas a
meses. (Rojas, 2012:470-471).
Vías de señalización de citoquinas implicadas en la AR. Se muestran los principales tipos de
células y vías de señalización que están implicadas en la destrucción articular medida por TNF- y IL-1 en AR.
5. La AR es una enfermedad que se manifiesta como poliartritis de
pequeñas articulaciones y/o grandes articulaciones. Esta afectación de
las grandes y pequeñas articulaciones es de forma simétrica en la
mayoría de casos (Figura 3). Las manifestaciones articulares básicas
se caracterizan por tumefacción, dolor y deformidad. En algunos
pacientes, el comienzo de la enfermedad se caracteriza por astenia y
dolor musculo-esquelético hasta que se hace evidente la sinovitis.
Afectación simétrica de articulaciones. La AR afecta generalmente a las
articulaciones de forma simétrica. Afecta tanto a las articulaciones pequeñas
(interfalángicas proximales, metacarpofalángicas, metatarsofalángicas y muñecas)
como a las grandes articulaciones (codos, hombros, rodillas, tobillos y caderas).
El dolor inflamatorio de las articulaciones se caracteriza por ser de tipo
continuo, más intenso en reposo, de predominio nocturno y que va
acompañado de rigidez matutina. Los daños estructurales
generalmente son irreversibles, están causados por la sinovitis crónica
y aparecen conforme avanza la enfermedad. Entre los daños
estructurales irreversibles encontramos pérdida de cartílago, presencia
de erosiones óseas y deformidades de manos.
6. Estructura de la molécula MHC
de clase 2
Presentación de antígeno y
activación de linfocitos T CD4+
IDENTIFICACIÓN DEL GEN RESPONSABLE
Las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC) de
clase II se expresan en la superficie de las células presentadoras de
antígeno y están formadas por dos cadenas polipeptídicas denominada
a y b unidas de forma no covalente.
Presentación de un antígeno y activación de células T CD4+. La imagen corresponde a la
activación de los linfocitos T ante la presencia de un antígeno extraño. Las moléculas del MHC de clase II se
expresan en la superficie de las células presentadoras de antígeno y están formadas por dos cadenas
polipeptídicas denominadas alfa y beta unidas de forma no covalente. Intervienen en la activación y
diferenciación de los linfocitos T mediante la presentación de antígenos a través de la interacción MHC-TCR y
ayuda a las células B en la producción de anticuerpos.
7. Estas moléculas son las encargadas de presentar los péptidos a las
células T CD4+
interviniendo en el mantenimiento de la tolerancia frente
a lo propio y la inducción y regulación de la respuesta inmune adaptativa
contra patógenos. Las cadenas a y b de las moléculas del MHC de clase
II son codificadas por los genes HLA de clase II: HLA-DR, HLA-DP y
HLA-DQ que se localizan en el brazo corto del cromosoma 6 humano47
.
Esta región tiene una elevada densidad génica con aproximadamente
220 genes, muchos de ellos con funciones inmuno reguladoras.
Las cadenas a y b están codificadas por las regiones HLA-DRA y HLA-
DRB1 respectivamente y presentan regiones constantes y variables.
Existen dos variedades de HLA-DRA (a1 y a2) y una amplia gama de
HLA-DRB1.
Se ha descrito que el componente genético más importante a la hora de
determinar la susceptibilidad a enfermedades autoinmunes reside en el
complejo mayor de histocompatibilida (CMH), una familia de genes
presentes en todos los vertebrados que conforman el sistema HLA
(antígenos leucocitarias humanos). Se trata de los genes más
polimórficos del genoma habiéndose identificado para alguno de los
locus más de 250 alelos. Según la organización que presenten van a
determinar diferentes tipos de moléculas implicadas en la presentación
de antígenos a los linfocitos T interviniendo así en la diferenciación de
lo propio y lo ajeno en el sistema inmunitario y regulando la respuesta
inmune adaptativa frente a patógenos. En la AR se estima que el 30%
de la influencia genética está asociada a genes HLA siendo el locus
HLA-DRB 1 el que mayor asociación con la enfermedad presenta y por
tanto el mejor estudiado (Stastny, 1976; Viatte al. 2013).
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