2. El 1 de junio dijo en parte de su homilía:
...La lógica del fracaso acaba siendo todo lo contrario. Jesús lo
recuerda a los jefes del pueblo al citar las Escrituras:
“la piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra
angular”.
3. ...“El camino de nuestra redención es un camino de tantos fracasos.
También el último, el de la cruz, es un escándalo. Pero, precisamente allí,
el amor vence.
Y esa historia que comienza con un sueño de amor y sigue con una historia
de fracasos, acaba en la victoria del amor: la cruz de Jesús”.
4. “no debemos olvidar este camino, es un camino difícil ¡también el nuestro!
Si cada uno de nosotros hace un examen de conciencia, verá cuántas veces ha
echado a los profetas. Cuántas veces le ha dicho a Jesús: ‘vete’, cuántas veces
se ha querido salvar a sí mismo, cuántas veces hemos pensado que nosotros
éramos los justos”.
5. Recordemos siempre que en la muerte en la cruz del Hijo se
manifiesta
‘el amor de Dios para su pueblo’.
6. “Nos hará bien hacer memoria de esta historia de amor, que parece un
fracaso,
pero al fin vence. Es la historia de hacer memoria en la historia de
nuestra vida,
esa semilla de amor que Dios ha sembrado en nosotros y de cómo ha
ido.
Y hacer lo mismo que ha hecho Jesús en nombre nuestro: se humilló”.
7. El 3 de junio dijo en su catequesis acerca de la familia:
...La familia tiene muchos problemas que le ponen a prueba.
...Una de estas pruebas es la pobreza. ...¡Cuánta miseria, cuánto
degrado!
Y además, para agravar la situación, en algunos lugares llega también
la guerra.
8. La guerra es siempre algo terrible.
Además golpea especialmente a las poblaciones civiles, las familias.
Realmente la guerra es la madre de todas las pobrezas, la guerra
empobrece la familia.
Una gran depredadora de vidas, de almas, y de los afectos más
sagrados y más queridos.
9. A pesar de todo esto, hay muchas familias pobres que
con dignidad buscan conducir su vida cotidiana, a
menudo confiando abiertamente en la bendición de
Dios. Esta lección, sin embargo, no debe justificar
nuestra indiferencia, ¡sino aumentar nuestra vergüenza!
que haya tanta pobreza.
10. Es casi un milagro que, también en la pobreza, la familia continúa formándose,
e incluso que hasta conserve --como puede-- la humanidad especial de sus
uniones.
El hecho irrita a esos planificadores del bienestar que consideran los afectos, la
generación,
las uniones familiares, como una variable secundaria de la calidad de vida.
No entienden nada. Sin embargo, tendremos que arrodillarnos delante de estas
familias,
que son una verdadera escuela de humanidad que salva las sociedades de la
11. ¿Qué queda, entonces, si cedemos al chantaje de César y del
diablo,
de la violencia y del dinero, y renunciamos también a los
afectos familiares? Una nueva ética civil llegará solamente
cuando los responsables de la vida pública reorganicen la
unión social a partir de la lucha a la espiral perversa entre
familia y pobreza, que nos lleva al abismo.
12. La economía actual a menudo
se ha especializado en el goce
del bienestar individual, pero
practica ampliamente la
explotación de las uniones
familiares. ¡Esta es una
contradicción grave! ¡El
inmenso trabajo de la familia
no aparece en los balances,
naturalmente! De hecho, la
economía y la política son
avaras en el reconocer esto.
Además, la formación interior
de la persona y la circulación
social de los afectos tienen
precisamente allí su pilar. Si lo
quitas, se cae todo.
13. No es solo cuestión de pan.
Hablamos de trabajo,
instrucción, sanidad. Es
importante entender esto.
Nos conmueve siempre
cuando vemos las imágenes
de niños desnutridos y
enfermos que se nos
muestran en tantas partes
del mundo.
14. Al mismo tiempo, nos conmueve también mucho la mirada brillante de
muchos niños, privados de todo, que están en escuelas hechas de nada,
cuando muestran con orgullo su lápiz y su cuaderno.
¡Y cómo miran con amor a su maestro o su maestra! ¡Realmente los
niños saben que el hombre no vive solo de pan! También el afecto
familiar está. Cuando hay miseria sufren los niños porque ellos quieren el
amor, la unión familiar.
15. Nosotros los cristianos tenemos que estar cada vez más cerca
de las familias que están a prueba por la pobreza.
...De hecho, la miseria social golpea la familia y a veces la
destroza.
16. La falta o la pérdida de trabajo, o su fuerte precariedad, inciden
pesadamente sobre la vida familiar, poniendo a dura prueba las
relaciones.
Las condiciones de vida de los barrios más desfavorecidos, con
problemas de vivienda y de transporte, como también la
reducción de los servicios sociales, sanitarios, escolares, causan
más dificultades.
17. A estos factores materiales se
añade el daño causado a la
familia por los pseudo-modelos,
difundidos por los medios de
comunicación basados en el
consumismo y el culto del
aparentar, que afectan a las
clases sociales más pobres e
incrementan la desintegración
de las uniones familiares. Cuidar
las familias, cuidar el afecto,
pero la miseria pone a prueba a
la familia.
18. La Iglesia es madre, y no debe olvidar este drama de sus
hijos.
También ella debe ser pobre, para hacerse fecunda y
responder a tanta miseria. Una Iglesia pobre es una Iglesia
que practica una sencillez voluntaria en la propia vida --en
sus instituciones, en el estilo de vida de sus miembros-- para
abatir cada muro de separación, sobre todo de los pobres.
19. Es necesaria la oración y la acción. Recemos intensamente al
Señor, que nos sacuda, para hacer a nuestras familias cristianas
protagonistas de esta revolución de la proximidad familiar, que
ahora es tan necesaria. De esta proximidad familiar, desde el
principio, está hecha la Iglesia. Y no olvidemos que nuestro juicio
sobre los necesitados, de los pequeños y de los pobres anticipa al
juicio de Dios. No olvidemos esto.
20. Y hagamos todo, todo lo que
podamos para ayudar a las familias
a ir adelante en la prueba de la
pobreza y la miseria,
que golpean los afectos y
las uniones familiares.
21. Yo quisiera leer otra vez el
texto de la Biblia que hemos
escuchado al principio. Y que
cada uno de nosotros piense
en las familias que pasan por
la prueba,
que son probados por la
miseria y la pobreza.
22. La Biblia dice así: “Hijo mío, no prives al pobre de su sustento ni hagas
languidecer los ojos del indigente” Pero pensemos cada palabra. “No hagas
sufrir al que tiene hambre ni irrites al que está en la miseria. No exasperes
más aún al que está irritado ni hagas esperar tu don al que lo necesita. No
rechaces la súplica del afligido ni apartes tu rostro del pobre.
No apartes tus ojos del indigente ni des lugar a que alguien te maldiga”.
Porque esto será lo que haga el Señor, lo dice el Evangelio, si no hacemos
estas cosas.
Gracias".
23. El 4 de junio por la Solemnidad del Santísimo Cuerpo
y la Sangre de Cristo, dijo:
En la Última Cena, Jesús dona su Cuerpo y su Sangre
mediante el pan y el vino, para dejarnos el memorial de su
sacrificio de amor infinito.
Con este “viático” lleno de gracia, los discípulos tienen todo
lo necesario para su camino a lo largo de la historia, para
hacer extensivo a todos el Reino de Dios.
24. Luz y fuerza será para ellos el don que Jesús ha hecho de sí
mismo, inmolándose voluntariamente sobre la cruz. Y este Pan
de vida ¡ha llegado hasta nosotros!
25. Ante esta realidad el estupor de la Iglesia no cesa jamás.
Una maravilla que alimenta siempre la contemplación,
la adoración, la memoria.
26. Nos lo demuestra un texto muy bello de la Liturgia de hoy, el
Responsorio de la segunda lectura del Oficio de las Lecturas, que
dice así:
“Reconozcan en este pan, a aquél que fue crucificado; en el cáliz,
la sangre brotada de su costado. Tomen y coman el cuerpo de
Cristo, beban su sangre: porque ahora son miembros de Cristo.
Para no disgregarse, coman este vínculo de comunión; para no
despreciarse, beban el precio de su rescate”.
27. Nos preguntamos: ¿qué significa, hoy, disgregarse y disolverse?
Nosotros nos disgregamos cuando no somos dóciles a la
Palabra del Señor, cuando no vivimos la fraternidad entre
nosotros, cuando competimos por ocupar los primeros lugares,
cuando no encontramos el valor para testimoniar la caridad,
cuando no somos capaces de ofrecer esperanza.
28. La Eucaristía nos permite el no
disgregarnos, porque es vínculo
de comunión, y cumplimiento de
la Alianza, señal viva del amor
de Cristo que se ha humillado y
anonadado para que
permanezcamos unidos.
Participando a la Eucaristía y
nutriéndonos de ella, estamos
incluidos en un camino que no
admite divisiones.
29. El Cristo presente en medio a nosotros, en la señal del pan y
del vino, exige que la fuerza del amor supere toda laceración,
y al mismo tiempo que se convierta en comunión, también con
el más pobre, apoyo para el débil, atención fraterna con los
que fatigan en el llevar el peso de la vida cotidiana. Están en
peligro de perder la fe.
30. Y ¿qué significa hoy para nosotros “disolverse”, o sea diluir
nuestra dignidad cristiana? Significa dejarse corroer por las
idolatrías de nuestro tiempo: el aparecer, el consumir, el yo
al centro de todo; pero también el ser competitivos, la
arrogancia como actitud vencedora, el no tener jamás que
admitir el haberse equivocado o el tener necesidades.
Todo esto nos disuelve, nos vuelve cristianos mediocres,
tibios, insípidos, paganos.
31. Jesús ha derramado su Sangre
como precio y como baño
sagrado que nos lava, para
que fuéramos purificados de
todos los pecados: para no
disolvernos, mirándolo,
saciándonos de su fuente,
para ser preservados del
riesgo de la corrupción. Y
entonces experimentaremos
la gracia de una
transformación: nosotros
siempre seguiremos siendo
pobres pecadores, pero la
Sangre de Cristo nos librará
de nuestros pecados y nos
restituirá nuestra dignidad.
32. Nos liberará de la corrupción.
Sin mérito nuestro, con sincera humildad, podremos llevar a
los hermanos el amor de nuestro Señor y Salvador. Seremos sus
ojos que van en busca de Zaqueo y de la Magdalena; seremos
su mano que socorre a los enfermos del cuerpo y del espíritu;
seremos su corazón que ama a los necesitados de reconciliación,
de misericordia y de comprensión.
33. De esta manera la Eucaristía actualiza la Alianza que nos
santifica,
nos purifica y nos une en comunión admirable con Dios.
Así aprendemos que la Eucaristía no es un premio para los
buenos,
sino la fuerza para los débiles, para los pecadores, es el
perdón,
34. ...sintámonos en comunión con
tantos de nuestros hermanos y
hermanas que no tienen la
libertad para expresar su fe en el
Señor Jesús. Sintámonos unidos a
ellos: cantemos con ellos,
alabemos con ellos, adoremos con
ellos. Y veneremos en nuestro
corazón a aquellos hermanos y
hermanas a los que ha sido
requerido el sacrificio de la vida
por fidelidad a Cristo: que su
sangre, unida a aquella del Señor,
sea prenda de paz y de
reconciliación para el mundo
entero. Y no olvidemos: para no
disgregarnos, coman este vínculo
de comunión, para no disolverse
beban el precio de su rescate.
35. El 5 de junio dijo:
...“La vida religiosa está indicada como vida plenamente
evangélica, en cuanto que realiza concretamente las
Bienaventuranzas” por eso, “como religiosos, son llamados
a ser misericordiosos”.
36. Esto quiere decir sobre todo
“vivir en profunda comunión
con Dios en la oración, en la
meditación de la Sagrada
Escritura, en la celebración de
la Eucaristía, para que toda
nuestra vida sea un camino de
crecimiento en la misericordia
de Dios”.
37. “La vida religiosa es una convivencia de creyentes que se
sienten amados por Dios y que buscan amarlo”.
Y en esta tarea “pueden ustedes encontrar la razón más
profunda de su sintonía espiritual”.
38. En particular, “en la experiencia de la misericordia de Dios y
de su amor encontrarán también el punto de armonía de
vuestras comunidades” algo que incluye “el compromiso de
saborear aún más la misericordia que los hermanos van a
utilizar y darles la riqueza de su misericordia”.
39. ...“El Señor nos llama a ser 'canales' de este amor en primer
lugar hacia los últimos, los más pobres, que son los
privilegiados a sus ojos”...
40. El 6 de junio dijo en parte de
su homilía en Sarajevo
(Bosnia-Herzegovina):
En las lecturas bíblicas que
hemos escuchado ha resonado
varias veces la palabra «paz».
Palabra profética por
excelencia. Paz es el sueño de
Dios, es el proyecto de Dios
para la humanidad, para la
historia, con toda la creación.
Y es un proyecto que encuentra
siempre oposición por parte del
hombre y por parte del
maligno.
41. También en nuestro tiempo, el deseo de paz y el compromiso
por construirla contrastan con el hecho de que en el mundo
existen numerosos conflictos armados.
Es una especie de tercera guerra mundial combatida «por
partes»;
y, en el contexto de la comunicación global, se percibe un
clima de guerra.
42. Hay quien este clima lo quiere crear y fomentar
deliberadamente,
en particular los que buscan la confrontación entre las
distintas culturas y civilizaciones, y también cuantos
especulan con las guerras para vender armas. Pero la guerra
significa niños, mujeres y ancianos en campos de
refugiados; significa desplazamientos forzados; significa
casas, calles, fábricas destruidas; significa, sobre todo, vidas
43. ...cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto
dolor.
Hoy, queridos hermanos y hermanas, se eleva una
vez más desde esta ciudad el grito del pueblo de
Dios y de todos los hombres y mujeres de buena
voluntad:
¡Nunca más la guerra!
44. Dentro de este clima de guerra, como un rayo de
sol que atraviesa las nubes, resuena la palabra de
Jesús en el Evangelio: «Bienaventurados los
constructores de paz»
(Mt 5,9).
45. Es una llamada siempre actual, que vale para todas las
generaciones. No dice:
«Bienaventurados los predicadores de paz»:
todos son capaces de proclamarla, incluso de forma
hipócrita o aun engañosa. ...
46. «Bienaventurados los
constructores de paz», es
decir, los que la hacen.
Hacer la paz es un trabajo
artesanal: requiere pasión,
paciencia, experiencia,
tesón. Bienaventurados
quienes siembran paz con
sus acciones cotidianas,
con actitudes y gestos de
servicio, de fraternidad, de
diálogo, de misericordia.
47. Estos, sí, «serán llamados hijos de Dios», porque
Dios siembra paz, siempre, en todas partes; en la
plenitud de los tiempos ha sembrado en el mundo a
su Hijo para que tuviésemos paz. Hacer la paz es
un trabajo que se realiza cada día, paso a paso, sin
cansarse jamás.
48. Y ¿cómo se hace, cómo se construye la paz? Nos lo ha
recordado de forma esencial el profeta Isaías:
«La obra de la justicia será la paz» (32,17). «Opus iustitiae
pax», según la versión de la Vulgata, convertida en un lema
célebre adoptado proféticamente por el Papa Pío XII.
49. La paz es obra de la justicia. Tampoco aquí retrata una justicia
declamada, teorizada, planificada… sino una justicia practicada,
vivida.
Y el Nuevo Testamento nos enseña que el pleno cumplimiento
de la justicia es amar al prójimo como a sí mismo (cf. Mt 22,39;
Rm 13,9).
50. Cuando nosotros seguimos,
con la gracia de Dios,
este mandamiento,
¡cómo cambian las cosas!
¡Porque cambiamos nosotros!
Esa persona, ese pueblo, que
vemos como enemigo, en
realidad tiene mi mismo rostro,
mi mismo corazón,
mi misma alma.
Tenemos el mismo Padre en
el cielo. Entonces, la verdadera
justicia es hacer a esa persona,
a ese pueblo,
lo que me gustaría que me
hiciesen a mí, a mi pueblo (cf.
Mt 7,12).
51. San Pablo, en la segunda lectura,
nos ha indicado las actitudes necesarias para la paz:
«Revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad,
mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y
perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor
os ha perdonado: haced vosotros lo mismo» (3, 12-13).
52. Estas son las actitudes para ser “artesanos” de paz en lo
cotidiano,
allí donde vivimos. Pero no nos engañemos creyendo que esto
depende sólo de nosotros. Caeríamos en un moralismo ilusorio.
53. La paz es don de Dios, no en sentido mágico, sino porque
Él, con su Espíritu, puede imprimir estas actitudes en
nuestros corazones y en nuestra carne, y hacer de nosotros
verdaderos instrumentos de su paz. y, profundizando más
todavía, el Apóstol dice que la paz es don de Dios porque
es fruto de su reconciliación con nosotros. Solo si se deja
reconciliar con Dios, el hombre puede llegar a ser
constructor de paz.
54. Queridos hermanos y hermanas, hoy pedimos juntos al
Señor, por la intercesión de la Virgen María, la gracia de
tener un corazón sencillo, la gracia de la paciencia, la
gracia de luchar y trabajar por la justicia, de ser
misericordiosos, de construir la paz, de sembrar la paz y
no guerra y discordia. Este es el camino que nos hace
felices, que nos hace bienaventurados.
55. El 6 de junio dijo en Bosnia Sarajevo:
...“Todos hablan de la paz, algunos potentes de la Tierra dicen cosas
muy bonitas de la paz, pero por debajo venden armas”.
...“Sí, existe la hipocresía siempre… por eso he dicho: no es suficiente
hablar de paz, se debe hacer la paz. Y quien habla solamente de paz
y no hace la paz se contradice, y quien habla de paz y favorece la
guerra, por ejemplo con la venta de armas, es un hipócrita. Es así”.
56. El 7 de junio dijo por la Solemnidad del Santísimo Cuerpo
y la Sangre de Cristo, el Corpus Christi, en sus palabras
previas al rezo del Ángelus: Esta Fiesta evoca un “mensaje
solidario”
y “nos empuja a acoger en nuestro interior la invitación a
la conversión y al servicio, al amor y al perdón”.
57. “nos estimula a ser, con la vida, imitadores de aquello que
celebramos en la liturgia”.
58. “El Cristo, que nos nutre bajo las especies consagradas del
pan y del vino, es el mismo que viene a nuestro encuentro
en los acontecimientos cotidianos”, esto sucede “en el
pobre que tiende la mano, en el sufriente que implora
ayuda, en el hermano que pregunta sobre nuestra
disponibilidad y espera nuestra acogida. En el niño que no
sabe nada de Jesús, de la salvación, que no tiene la fe”.
59. Cristo, “está en cada ser
humano, también en el más
pequeño e indefenso”.
“la Eucaristía es
“fuente de amor para la vida
de la Iglesia”, así como
“escuela de caridad
y de solidaridad”.
60. “Quien se nutre del Pan de Cristo no puede permanecer
indiferente ante quienes no tienen el pan cotidiano”.
“Que la Fiesta del Corpus Domini inspire y alimente
siempre en cada uno de nosotros el deseo y el trabajo por
una sociedad acogedora y solidaria”.
61. “Con las palabras de la Última Cena, con este gesto y con
estas palabras, Él otorga al pan una función que ya no es
solo servir para nutrir físicamente, sino hacer presente su
Persona en medio de la comunidad de los creyentes”.
62. “La Última Cena representa el punto de llegada de toda la
vida de Cristo. No es solamente anticipación de su
sacrificio que se cumplirá sobre la cruz, sino también
síntesis de una existencia ofrecida para la salvación de
toda la humanidad”.
63. “no es suficiente con afirmar que en la Eucaristía está
presente Jesús, sino que se puede ver en ella la presencia
de una vida donada y de ella tomar parte”.
64. Por eso,
“cuando tomamos y
comemos ese Pan nos
asociamos a la vida de
Jesús, entramos en
comunión con Él,
nos ocupamos en
realizar la comunión
entre nosotros,
a transformar nuestra
vida en don,
sobre todo a los más
pobres”.
65. En twitter dijo:
La luz del Evangelio guía a quien se pone al servicio de la
civilización del amor.
66. Es necesario construir la sociedad a la luz de las
Bienaventuranzas, caminar hacia el Reino en la
compañía de los últimos.
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