El documento argumenta que el mundo tiene una deuda histórica con los afrodescendientes negros de América debido a la esclavitud y la explotación que sufrieron. Aunque varias naciones participaron en el comercio de esclavos, los afrodescendientes nunca han recibido las garantías y condiciones de vida digna que se les debe. Colombia también tiene una deuda con sus comunidades negras y debe implementar medidas de reparación como programas sociales y culturales para sanar los daños materiales y espirituales causados por la esclavitud
1. UNA DEUDA HISTÓRICA CON L@S AFRODESCENDIENTES NEGROS DE AMÉRICA
Por: María Elcina Valencia Córdoba, Ph.D en artes.
El mundo tiene una deuda histórica con los afrodescendientes Negros de América. Aunque
desde los descubrimientos de la Eva mitocondrial se reconoce a África como cuna de la
humanidad y a partir de allí todos seríamos afro descendientes, quiero utilizar este
término para hablar de aquellas(os) que fueron arrancadas del sustrato génesis (Africa, la
madre patria) y conducidos a América, un mundo desconocido para ellos y esclavizados en
esa travesía trasatlántica que causó millares de muertes, deshumanización, humillaciones
y después de una supuesta libertad a cuenta gotas fueron dejados a su suerte,
sometiéndolos a una competencia desigual, enfrentados con quienes antes eras sus
verdugos esclavistas.
Varias naciones participaron de este negocio cruel y sangriento. Hoy producto de la
bonanza resultante de las riquezas extraídas de tierras enajenadas, saqueadas por la
codicia y a costa de las vidas de quienes se resistieron y murieron por la defensa de su
territorio, siguen siendo los jefes de los hijos de los esclavizados porque tomaron ventaja
haciéndose grandes y poderosos con todas las garantías para el progreso que hoy
ostentan; otros aunque no participaron directamente, se beneficiaron con el comercio, los
grandes dividendos y la prosperidad de los protagonistas que saquearon las Américas
pulverizando las culturas aborígenes para después enfilarse como verdugos hacia tierras
africanas, deshumanizando pueblos y naciones enteras que tenían otros modos de ver el
mundo.
Muchos fueron testigos de este magnicidio, pero se quedaron mirando para otro lado por
su conveniencia; tampoco se pronunciaron en contra; solo se acostumbraron a ver la
esclavitud como un sistema económico normal, donde hay vendedores y compradores,
productores y consumidores, un sistema que deja grandes dividendos para los sectores
poderosos de las cadenas productivas y condena a los demás a vivir en la miseria; por eso
son también culpables, porque callaron cuando debieron hablar para rechazar y denunciar
lo inhumano de lo humano que se cernía sobre las aguas del mundo.
Por los mismo la nación Colombiana tiene una deuda histórica con las comunidades
Negras de su territorio, quienes después de haber quedado en libertad tras el sofisma de
la promulgación de la ley 21 en 1851, pero que solo empieza a regir en enero de 1852 de
manera gradual, no han logrado condiciones de vida dignas, por no tener las garantías que
2. se le dio a los esclavistas, a quienes se hicieron llamar amos; a quienes se adueñaron de
las minas y haciendas. Ellos fueron indemnizados por cada persona esclavizada que
quedaba en libertad; sin embargo a las mujeres y hombres negros “libertos” se les
despidió sin nada, cambiando el modo de esclavitud que yo llamo: Esclavitud remunerada.
Este cambio de sistema se produjo, no porque fueran generosos los dueños del comercio
mundial de la época, sino porque el sistema ya no era rentable económicamente; de
modo con esa pequeña retribución económica los “libertos” podrían contribuir con los
negocios de sus antiguos esclavistas quien ya no tendría que proporcionarles vivienda y
manutención, sino que con lo poco que ganaban deberían costearse sus gastos y los de su
familia, lo que volvía a las arcas de los esclavistas porque eran los dueños de los aserríos,
minas y tiendas y haciendas.
Más tarde hasta las tierras de los caminos inhóspitos que fueron conquistando y
cultivando para renacer de las cenizas, fueron consideradas como baldías por los
gobiernos nacionales, enfrentándose a un nuevo proceso de lucha para su defensa del
mismo estado, de los terratenientes y de grupos al margen de la ley.
Colombia, América y el mundo están en deuda porque no ha generado las condiciones
para que puedan vivir de manera digna con acceso a la educación pertinente y de calidad,
salud y un empleo bien remunerado de acuerdo con la constitución familiar o garantías
empresariales para que puedan producir, transformar y comercializar el producto de sus
cosechas; garantías para cultivar la tierra, extraer los minerales con un criterio de
sostenibilidad para asegura la pervivencia cultural a la vez que aprovecha para su
utilización y la de otros pueblos pero con ganancias significativas que aseguren el buen
vivir en igualdad de condiciones como los y las demás grupos sociales del mundo.
Es una deuda que corre por las venas de América. Esta deuda debe pagarse con intereses
moratorios porque no hay ni siquiera voluntad de pago; el estado debe revertirlo en
programas sociales y culturales a las comunidades negras de este país, que los ponga a
vivir en equidad de derechos en distribución equitativa; debe haber una discriminación
positiva hacia los afro descendientes, devolviéndoles lo que se ha quitado y negado, y
entregándoles en perspectiva de derechos y en mayor proporción de lo que le
correspondería en términos normales en comparación con otros que han tenido lo
suficiente y hasta en demasía.
Es hora de implementar medidas de reparación que permita sanar en lo material y lo
espiritual para el buen vivir del pueblo afroamericano.
24-2-13