3. Juan es una niño de 3 años que cuando llega al colegio llora, grita y patalea
sistemáticamente por una excesiva "ansiedad por separación" de sus padres. ¿Se
puede modificar este comportamiento? ¿Cómo? describe pautas concretas de
actuación para la modificación paulatina de esta conducta disruptiva. Consulta el
documento "La conducta de los niños y sus problemas"
1. Pasos a seguir para modificar una conducta/comportamiento.
Cuando un niño presenta comportamientos inadecuados en el aula, el profesor
puede adoptar una serie de medidas que nos ayudarán a hacer desaparecer esa
conducta, y cuando no sea posible erradicarla al menos, a disminuir su aparición.
Para ello, disponemos de algunas herramientas para afrontar y resolver, en parte
este tipo de problemas. Para utilizar técnicas de modificación de conducta, se requiere
una formación previa en su utilización. No pueden utilizarse sin una planificación
previa, una evaluación conductual que nos permita conocer los estímulos en cuya
presencia ocurre la conducta-problema. De lo contrario, corremos el riesgo de
reforzar, sin darnos cuenta, conductas indeseables, que no hemos evaluado
previamente.
- Realizar la “evaluación conductual”.
Es el primer paso para afrontar los problemas de comportamiento. En el ámbito
educativo, se debe realizar en equipo: orientador, tutor y otros profesionales que
intervengan con el niño, si es posible también con la madre, el padre y otros adultos
que ejerzan funciones de cuidador fuera del horario escolar.
Primero habría que definir la “conducta problema” en términos operativos, es
decir, utilizando términos que cualquier observador pueda interpretar de la misma
forma, cuantificando el problema para poder medirlo de forma objetiva.
Ejemplo: “Cuando Juan llega al colegio acompañado por su madre, esta se va con
mucha prisa y le deja antes de llegar a la fila donde le esperan los compañeros, sin
apenas despedirse, el niño se queda mirando a la madre cómo se aleja sin decirle nada,
cabizbajo. En la fila, de camino a clase, va llorando. Una vez en clase, la profesora
intenta que se calme, pero Juan tira la mochila al suelo, se mete con ella, grita, se tira
al suelo, llora y patalea”.
Se trata de no hacer un juicio valorativo sobre el comportamiento de Juan, sino
limitarse a describir de la forma más objetiva posible las conductas que se observan,
no solo en Juan, sino en todos los sujetos que intervienen en cada de comportamiento,
y también los elementos ambientales, incluidos el lugar y el momento en el que
aparece la conducta-problema.
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4. - Decidir los aspectos que vamos a tratar de esa conducta.
Una vez que hayamos definido correctamente, en términos operativos, la
conducta-problema, el siguiente paso es cuantificar qué aspectos de esa conducta van
a ser objeto de la intervención, para después comprobar si la intervención ha sido
efectiva o no.
Algunos de los aspectos que pueden medirse son:
- Producto de la conducta.
- Frecuencia del comportamiento.
- Duración de la conducta.
- Observar los antecedentes y los consecuentes de la conducta.
Una vez que hemos descrito de forma adecuada la conducta-problema, y hemos
medido la frecuencia y duración de esa conducta, el siguiente paso es observar y
describir los antecedentes y consecuentes de esa conducta.
• Antecedentes: son aquellos estímulos que se encuentran presentes cuando
aumenta la probabilidad de aparición de la conducta-problema; y también los
estímulos discriminativos, aquellos cuya presencia disminuye esa probabilidad.
Ejemplo: “Cuando la madre le da un beso antes de despedirse, y le dice adiós con la
mano, Juan no tira las cosas ni grita; pone cara triste pero en unos pocos segundos
entra contento a clase con todos sus compañeros”.
• Consecuentes: son aquellas modificaciones que ocurren en el entorno del niño
inmediatamente después de la aparición de la conducta-problema. La descripción
precisa y correcta de estas consecuencias es muy importante, porque nos permitirá
identificar cuáles son los “reforzadores” que están “operando” para aumentar la
frecuencia de la conducta problema.
Ejemplo: “Cuando Juan está en el suelo pataleando, la profesora intenta que se
calme, pero Juan tira la mochila al suelo, llora, grita y patalea”.
- Establecimiento de la línea base:
Cuando ya tenemos una descripción adecuada de la conducta-problema, y hemos
registrado durante un tiempo los datos de aparición de esa conducta, podremos
establecer la “línea base”, es decir, la frecuencia de aparición, duración y
consecuencias de la conducta-problema. Esto nos permitirá establecer un objetivo
realista y medible de la intervención. Muchas veces no será posible marcarse como
objetivo la desaparición radical de la conducta problema, pero sí la disminución
progresiva de su frecuencia, de su duración o de su gravedad, en término de daños
producidos a otros, así mismo, o a objetos del entorno.
Para comprobar si la intervención tiene éxito, a partir de la línea base, es
necesario continuar midiendo y registrando los datos de la conducta-problema, de
forma continua o cada cierto tiempo, durante la intervención, y una vez finalizada,
para comprobar sus efectos, y si son o no permanentes (generalización o extinción del
reforzamiento positivo).
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5. Para establecer un método de medición tendremos que analizar correctamente
los medios con los que contamos para hacer esa medición. No sirve un programa
perfectamente diseñado, si después no se puede llevar a cabo. Es necesario utilizar
registros fáciles de cumplimentar: fichas de registro.
Ejemplo:
FECHA LUGAR HORA ANTECEDENTE CONDUCTA CONSECUENTE
El niño va de la
Puerta del
1 8:45 mano con su Ninguna El niño está tranquilo
colegio
madre
El niño se opone a entrar
Patio del La madre se va sin
2 8:50 Llanto con sus compañeros
colegio apenas despedirse
tranquilamente
La profesora Llanto,
El niño se pone aún más
3 Aula 9:00 intenta que se Pataleo,
nervioso
calme Gritos
4 ..... ..... ..... ..... .....
- Elegir la técnica adecuada para enfrentarnos a la conducta.
Para obtener el objetivo de eliminar o reducir la frecuencia de conductas-
problema, existen técnicas muy diversas. En cada caso, es necesario elegir la técnica
más adecuada teniendo en cuenta todos los elementos de la evaluación conductual:
características de la conducta-problema en términos de tipo de conducta (motriz,
verbal…), gravedad de las consecuencias (llanto, insulto, agresión…), características del
niño, de las personas que interactúan con él (padres, maestros, compañeros…), medios
con los que contamos para llevar a cabo la intervención, etc.
Es necesario planificar las intervenciones de forma conjunta entre varios
profesionales, y formarnos en técnicas de modificación de conducta, para poder
utilizarlas sin riesgos para el niño o para sus compañeros. Algunos ejemplos de las
técnicas más utilizadas en el ámbito escolar, con niños de educación infantil y primaria:
• Técnicas de extinción: consisten en eliminar los reforzadores contingentes o
consecuentes, a la conducta-problema. Son adecuadas cuando las conductas son
fácilmente identificables, su aparición es reciente en el tiempo (no tienen una larga
historia de reforzamientos), y podemos modificar de forma adecuada el entorno del
niño. La más utilizada es la “retirada de atención”: consiste en retirar al niño el
reforzamiento. Es decir, si el niño para conseguir algo se pone a llorar, y siempre que lo
hace, nosotros le damos lo que pide, deberíamos dejar de prestarle atención cada vez
que se pille una rabieta, de modo que la persona que antes le reforzaba dicha
conducta ahora haga como si no existiese. Así, el niño poco a poco dejará de recibir el
refuerzo de la conducta, y con ello disminuirá la probabilidad de que aparezca de
nuevo.
Esta técnica no es adecuada en presencia de conductas altamente disruptivas, o
peligrosas, como las conductas de auto-estimulación, o de auto-agresión en niños con
discapacidad intelectual grave, o conductas violentas.
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6. • Reforzamiento diferencial: consiste en reforzar la aparición de conductas
diferentes a la conducta-problema. Se utilizan cuando no es posible, o no es efectivo,
marcarse el objetivo de la extinción directa de esa conducta. Existen diferentes
técnicas que responden a este objetivo:
* Reforzamiento Diferencial de Otras conductas (RDO): consiste en reforzar otras
conductas, con el propósito de que la conducta-problema no aparezca durante un
tiempo determinado. Es importante elegir el tiempo y el reforzador adecuado para
cada caso. Si pedimos un esfuerzo demasiado costoso, o demasiado fácil, o el refuerzo
no es suficientemente atractivo, o no podemos mantenerlo durante mucho tiempo, la
técnica fracasará.
* Reforzamiento de Conductas Incompatibles (RDI): consiste en reforzar una
conducta cuya aparición es incompatible con la conducta-problema. También es
necesario encontrar el reforzador (la conducta incompatible) más adecuado para cada
caso.
* Reforzamiento Diferencial de Tasas Bajas (RDTB). A veces, el problema no está
en la naturaleza de la conducta del niño, sino en que su aparición es excesivamente
frecuente. En estos casos puede dar resultado un refuerzo cuando el niño alcanza la
“tasa máxima” de respuesta que se considera adecuada, adaptada a la situación, con el
objetivo de que la conducta no vuelva a presentarse durante un tiempo. Una de las
técnicas más utilizadas de este tipo es:
El “tiempo fuera” o “time out”: consiste en impedir que el niño tenga oportunidad
de repetir la conducta problemática, apartándole, durante un tiempo limitado, de la
interacción con otros niños. Muchos maestros en educación infantil utilizan el llamado
“rincón de pensar”: lugar de la clase donde se envía al niño que molesta de forma
reiterada, para que “recapacite” sobre lo que está haciendo.
No hay que confundir estas técnicas con los “castigos”. Los castigos no deben
utilizarse, salvo que hayan fracasado otro tipo de técnicas. Su utilización no suele ser
efectiva, y sí puede provocar la aparición de otras conductas, más disruptivas que las
que pretendíamos extinguir. Cuando es imprescindible, debe ir acompañado del
reforzamiento de otras conductas alternativas. Como alternativa al castigo podemos
usar el “costo de respuesta”, que consiste en retirar un reforzador positivo, como
consecuencia de la aparición de la conducta problema.
• Técnicas de organización de contingencia: consiste en planificar las
consecuencias que tendrá la conducta de los niños, con el propósito de aumentar la
tasa de respuestas positivas, y disminuir la de las conductas molestas o disruptivas.
* La Economía de Fichas (+ utilizada): consiste en proporcionar al niño un método
para que él mismo controle la aparición de las respuestas problemáticas, y se esfuerce
para eliminarlas
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7. Las fichas son reforzadores secundarios, símbolos que representan el reforzador
primario, y que se presentan al niño de forma contingente a la conducta que se espera
de él, demorando la recompensa que el niño espera conseguir. Esta técnica requiere
que el niño comprenda la relación o la representación del reforzador por la ficha.
* Contrato de conducta (utilizada con niños que tienen la edad y capacidad
suficiente para comprender y cumplir las consignas que implica): un documento escrito
en el que el profesor y el alumno se comprometen ambos a cumplir determinado
acuerdo. Deben formularse en términos comprensibles para el niño, deben incluir
objetivos o conductas que pueda alcanzar sin excesiva dificultad, y su incumplimiento
no debe suponer un castigo para el niño, ya que podríamos reforzar indirectamente
conductas problemáticas.
* El Moldeado de Conducta: consiste en descomponer un comportamiento que
esperamos instaurar en conductas más sencillas, y reforzarlas por separado, una a una,
hasta conseguir instaurar el ciclo completo.
Consiste en ofrecer al niño un modelo de comportamiento, para que el niño lo
imite (método de “aprendizaje por observación” o aprendizaje social de Bandura).
2. Webgrafía.
http://trinidadbonet.com/index.php?option=com_content&view=article&id=24&Ite
mid=16
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