1. Tomás: ética concepción teleologica
La ley natural es el eje central de la ética tomista. La ley eterna es la razón divina que
gobierna el mundo. Esta somete a los seres físicos a un orden distinto que a los
hombres, regidos por una forma moral, que respeta su libertad. La razón práctica es la
encargada de establecer los criterios básicos que hacen racional la acción. Siguiendo el
principio teleológico aristotélico, Tomás afirma que el hombre, al igual que cualquier
otro ser natural, posee tendencias enraizadas en su naturaleza dirigidas a cumplir el fin
que les es propio. Lo que diferencia al hombre de todos los demás seres es su
racionalidad: sólo él es capaz de conocer sus propias tendencias, a querer
reflexivamente y deducir normas de conducta encaminadas a dar a estas el
cumplimiento adecuado. El bien es el fin al que la naturaleza tiende, por ello la razón
práctica puede determinar de una forma muy general los bienes que han de realizarse
a partir de las inclinaciones naturales. La ley natural es evidente, universal e inmutable
ya que se fundamenta en la naturaleza humana misma y consiste en el conjunto de
criterios prácticos que la razón descubre cuando se aplica a ordenar y dirigir la acción
humana. Las tendencias naturales de las que derivan estos preceptos son:
1. En tanto que sustancia el hombre tiende a conservar su propia existencia. La vida es
un bien, un fin natural. El cumplimiento de esta tendencia impone el deber moral de
procurar la conservación de la vida propia y ajena.
2. En tanto que animal tiende a la procreación. El bien es la vida doméstica. De esa
tendencia se deducen normas relativas a la consecución del fin de la procreación y el
cuidado de los hijos.
3. En tanto que racional, el hombre tiende a conocer la verdad y a vivir en sociedad.El
bien es la vida social. De estas tendencias surgen las obligaciones morales de buscar la
verdad y cumplir con las exigencias de la justicia.
Aceptará de Aristóteles que la finalidad de la vida humana es la felicidad. La felicidad
perfecta consiste en la contemplación de Dios, que solo se alcanza en la vida eterna.
También dirá que lo que debe hacer el hombre es cumplir perfectamente la naturaleza
humana y, la esencia del hombre, es la razón. La disposición habitual para hacer el bien
será la virtud y para hacer el mal, vicio. Las virtudes llevan a la felicidad y al bien.
Diferencia entre virtudes intelectuales, morales (necesarias para obrar bien, son el
justo medio entre dos extremos viciosos y añade las sobrenaturales o infundidas con la
gracia (fe, esperanza y caridad)
Los preceptos de la ley natural son generales y abstractos y será necesario concretarlos
en otros que se adapten a las diversas circustancias históricas y específicas de cada
sociedad, la ley positiva, que define como ordenación de la razón encaminada al bien
común y promulgada por la legítima autoridad. La ley positiva ha de moverse en el
ámbito de la ley natural, constituyendo una prolongación de esta, una exigencia de la
naturaleza misma del hombre en cuanto ser social. Una ley positiva justa jamás puede
ir en contra de la ley natural.