1. Mayling Gómez Cortez
Psicología Educativa
Investigación distres
Como es afectado el cerebro y la mente cuando una persona es sometido a una
situación estresante continua.
Cualquiera que haya estado sometido a estrés sabe que éste no sólo afecta a
nuestro organismo en forma de síntomas fisiológicos, sino que tiene un efecto
directo sobre nuestras emociones y afecta a la capacidad de pensar con
claridad. Pasar por momentos estresantes a causa de situaciones
incontrolables en nuestra vida es considerado normal, pero mantener esos
niveles de estrés por un periodo continuo puede causar daños en nuestro
cuerpo. En la actualidad existen una gran variedad de datos experimentales y
clínicos que ponen de manifiesto que el estrés, en función de su intensidad y
duración, puede producir alteraciones considerables en el cerebro. Éstas,
incluyen desde modificaciones más o menos leves y reversibles, hasta
situaciones en las que incluso se produce muerte neuronal.
El cerebro es comúnmente conocido como el corazón del Sistema Nervioso
Central (SNC). Cuando el SNC pasa por un desequilibrio o una sobrecarga a
causa del estrés, esto produce consecuencias en el funcionamiento de cada
uno de los aparatos y sistemas del organismo. Las principales consecuencias
tienen lugar en el hipocampo, la corteza pre frontal y la amígdala. La reacción
típica del SN ante el estrés es liberar hormonas como la adrenalina, la
noradrenalina y el cortisol y otras más. Cada una de estas hormonas tiene su
rol para ayudar a mantener un equilibro en el SNC, pero cuando hay una
sobreproducción de cortisol se ha encontrado que puede causar daños en el
hipocampo, la región del cerebro que juega un importante papel en la memoria.
Así, el estrés crónico (también conocido como distrés) influye sobre la corteza
pre frontal, una región cerebral que controla funciones ejecutivas de alto nivel
como la memoria de trabajo y la toma de decisiones. El estrés crónico deteriora
habilidades relacionadas con la conducta, como la flexibilidad mental, la
atención y la concentración. Por otra parte el estrés parece tener un impacto
contrario en una región del cerebro adyacente al hipotálamo llamada la
amígdala. Esta región está involucrada en las respuestas de miedo, coraje y
agresión. Investigaciones recientes bajo condiciones de estrés crónico la
amígdala desarrolla nuevas neuronas y esto va acompañado de un aumento
en los niveles de ansiedad. El estrés también puede reducir drásticamente la
circulación de sangre en el cerebro, lo que aumenta las posibilidades de sufrir
un derrame cerebral. Los nervios y las venas comienzan a contraerse y
obstruyen el suministro de sangre, oxígeno y nutrientes al cerebro, lo que
retrasa la capacidad para curarse más rápido. Se ha encontrado que las
personas con depresión o estrés postraumático tienden a tener un sistema de
estrés sobre activo. Esto puede afectar el funcionamiento de la serotonina, un
neurotransmisor que afecta los estados de ánimo y que guarda relación con la
depresión. Otros estudios indican que las personas con depresión extrema o
con desorden postraumático tienen un hipocampo más pequeño. (El Estrés, el
cerebro y el Sistema Nervioso Central) Los cambios físicos en estas áreas
cerebrales dependen de la liberación repetida tanto de cortisol como de
glutamato, el neurotransmisor más abundante del cerebro que, en exceso,
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puede producir toxicidad en las neuronas. Aunque estos cambios en las
neuronas producidos por el estrés son negativos a nivel cognitivo, son
mecanismos protectores frente al exceso de glutamato, que podría dar lugar a
la muerte masiva de neuronas.
Como se ha mencionado, el estrés crónico o distres causa varios efectos
negativos en el cerebro. Esto implica que es necesario encontrar formas de
reducir el distrés para que el daño cerebral sea lo más mínimo. La única
manera de reducir los efectos del estrés sobre el cerebro es tratar con los
mismos problemas que están causando dicha tensión. Llevar una vida activa y
saludable asegurará que todo el cuerpo reciba una fuente de energía positiva y
poco a poco comenzar a sentirse mucho más tranquilo al gastar toda la energía
excedente a través del ejercicio.