1. PAULO FREIRE Brasil (1921 – 1997) Abogado Pedagogo Doctor en Filosofía e Historia de la Educación Proveniente de una familia muy humilde, que pasó hambre en la crisis de 1929.
2. " Fui un niño de la clase media que sufrió el impacto de la crisis del 29 y que tuvo hambre, yo sé lo que es no comer ", recuerda Paulo Freire . " Pesqué en ríos, robé frutas en frutales ajenos. Fui una especie de niño colectivo, mediatizado entre los niños de mi clase y los de los obreros... recibí el testimonio cristiano de mis padres, me empapé de vida y existencia, entendí a los hombres desde los niños." ... Así se formó Freire en la disciplina de la esperanza . . .
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7. Paulo Freire llamará a la escuela tradicional : Educación bancaria , emprendiendo una crítica a ese modelo pedagógico.
8. Su propuesta se refiere a una educación libertadora o problematizadora.
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11. Freire en el texto “ Pedagogía de la Esperanza ”, cuenta que debatiendo con un grupo de campesinos en un momento “ el silencio cayó sobre ellos y los envolvió a todos ”, dado que aparentemente los campesinos no sabían sobre cómo seguir la discusión. Transcribimos el diálogo. - Freire . Muy bien, yo sé, ustedes no saben. Pero ¿por qué yo sé y ustedes no saben? - Campesino . Usted sabe porque es doctor. Nosotros no. - Exacto. Yo soy doctor. Ustedes no. Pero ¿Por qué yo soy doctor y ustedes no? - Porque usted fue a la escuela, ha leído, estudiado, y nosotros no. - ¿Y por qué fui a la escuela? - Porque su padre pudo mandarlo a la escuela, y el nuestro no. - ¿Y por qué los padres de ustedes no pudieron mandarlos a la escuela? - Porque eran campesinos como nosotros. - ¿Y qué es ser campesinos? - Es no tener educación ni propiedades, trabajar de sol a sol sin tener derechos no esperanza de un día mejor. - ¿y por qué al campesino le falta todo eso? - Porque así lo quiere Dios. - ¿Y quién es Dios? - Dios es el padre de todos nosotros. - ¿Y quién es padre aquí en esta reunión?
12. Casi todos levantando la mano, dijeron que lo eran. Mirando a todo el grupo en silencio, me fijé – dice Freire – en uno de ellos, y le pregunté. - ¿Cuántos hijos tienes? - Tres. - ¿Serías capaz de sacrificar a dos de ellos, sometiéndolos a sufrimientos, para que el tercero estudiara y se diera buena vida en Recife? ¿Serías capaz de amar así? - ¡No! - Y si tú, hombre de carne y hueso, no eres capaz de cometer tamaña injusticia, ¿Cómo es posible entender que la haga Dios? ¿Será de veras Dios quien hace esas cosas? Dice Freire que se hizo un silencio diferente, completamente diferente del anterior, un silencio en que empezaba a compartirse algo. Y a continuación un campesino dijo: No. No es Dios quien hace todo eso. ¡Es el patrón!
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18. EXTRACTOS DE UNA ENTREVISTA A PAULO FREIRE En una charla con padres y alumnos que hice acerca de los castigos que no deben ser infligidos a los hijos, no solo por el dolor físico que estas prácticas acarrean sino, fundamentalmente, por el sentimiento de no amor que el niño vive en el momento que recibe los golpes. El auditorio me escuchaba silenciosamente hasta que se levanta un hombre, padre de un alumno, y dice: - Acabamos de oír, doctor, unas palabras muy lindas. Dignas de un doctor que sabe mucho de esas cosas. Pero me gustaría hacerle algunas preguntas, doctor. - Sí, por supuesto, respondí. - ¿El señor tiene hijos? - Sí, tengo cinco. - ¿Todos hombres o todas mujeres? - Tres hombres y dos mujeres.
19. - Con su permiso, doctor, haré una descripción de la casa donde el señor vive con su familia. Debe ser una casa independiente, suelta de los dos lados. Con jardín y flores, patio grande al fondo. Debe tener un cuarto independiente. Seguro que tiene cocina, comedor y empleada que ayuda a su esposa. Cuando el señor vuelve a su casa después del trabajo, encuentra a los niños, vivos, sanitos, durmiendo después de comer. Entonces cena y conversa con su esposa, lee libros y después descansa para trabajar al día siguiente. ¿Es así o no es así doctor? - Sí, es así. - En casa somos nueve. Mujer, siete hijos vivos y yo. Todos en un cuarto. Cuando llego del trabajo todos lloran, el que no está enfermo, llora de hambre, todos con frío. No hay remedios ni comida. ¿Cómo los hago callar, doctor? Al otro día a las cuatro de la mañana tengo que volver a trabajar y es preciso dormir un poco. A palos, doctor. Con “conversar” no alcanza. Recuerdo vivamente la lección de ese día. Esto es diálogo. Y ese hombre encontró el clima adecuado para poder expresarse y ser escuchado sin ser juzgado.