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ASPECTOS LINGÜÍSTICOS: FUNCIONES DEL LENGUAJE
La comunicación es un acto en el que un emisor, partiendo de un referente (la realidad)
y sirviéndose de un código (un conjunto de signos y de reglas), transmite un mensaje (la
información) al receptor por medio de un canal y dentro de un contexto, que permite
interpretar correctamente esa información proporcionada.
La comunicación humana se centra fundamentalmente en el lenguaje, la capacidad o la
facultad de las personas para emplear la lengua (el código lingüístico), que se manifiesta
con el habla, que consiste en el uso individual de la lengua en una situación concreta.
Las funciones del lenguaje indican las diversas finalidades o intenciones comunicativas
con las que el hablante utiliza la lengua.
Lingüistas como Karl Bühler y Roman Jakobson, entre algunos otros, han establecido
las siguientes funciones del lenguaje:
- Función representativa o referencial.
Por medio de la función representativa se exponen unos hechos objetivos, centrándose
la comunicación en el contenido o información del mensaje: “La raíz es un órgano
vegetal, generalmente subterráneo, carente de hojas, que crece en dirección inversa al
tallo, y cuyas funciones principales son la fijación de la planta al suelo y la absorción
de agua y sales minerales”.
Se observa la función representativa en los textos científicos y técnicos, en los textos
humanísticos, en los textos periodísticos (en la noticia, cuyo propósito se cimenta en el
relato objetivo de un asunto, acontecimiento o suceso).
Para conseguir esta objetividad, el emisor se sirve de diferentes recursos lingüísticos:
1º. El predominio de la tercera persona en verbos, pronombres y determinantes.
2º. Las oraciones enunciativas.
3º. El modo indicativo.
4º. Los adjetivos sin ninguna carga valorativa.
5º. Un léxico denotativo.
La denotación se basa en el significado exacto de una palabra, según aparece definido
de manera objetiva en el diccionario (así, “raíz” o “árbol” en Botánica); en oposición a
la connotación, que se fundamenta en otros significados añadidos subjetivamente a la
denotación (por ejemplo, las “raíces familiares” o el “árbol genealógico”).
- Función expresiva o emotiva.
Mediante la función expresiva el emisor transmite sus propios sentimientos u opiniones:
“No me encuentro bien en mi nuevo trabajo, en esta ciudad. Pienso en todo lo que dejé
atrás, ojalá no me arrepienta. ¡Te echo de menos! ¿Y tú? Yo sé lo que te quiero”.
Sobresale la función expresiva en los textos personales (cartas, mensajes, diarios), en
los diálogos o conversaciones, en los textos literarios (en la poesía lírica, con la que el
poeta expresa sus variados estados anímicos).
El emisor dispone de distintos recursos lingüísticos que manifiestan la subjetividad:
1º. El predominio de la primera persona en verbos, pronombres y determinantes.
2º. Las oraciones exclamativas, interrogativas y optativas o desiderativas.
3º. El modo indicativo y el modo subjuntivo.
4º. Los adjetivos con carga valorativa (“¡Estupendo, magnífico!”, “¡Es fantástico!”).
5º. Ciertos elementos que subrayan la expresividad del hablante, como pueden ser las
interjecciones, los prefijos intensificadores (“Este libro parece superentretenido”), los
aumentativos (“¡Menudo marronazo!”), los diminutivos (“¿Ya estamos cerquita?”).
6º. Las frases hechas (“¡Me encanta!”, “Mogollón de gente”, “A tontas y a locas”).
7º. Un léxico connotativo (“¡Se me ha ido la olla!”, “Ojalá no sea una lata”, “¡Estoy
hecho pedazos!”).
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- Función conativa o apelativa.
En la función conativa el emisor intenta influir en el receptor para que éste reaccione de
una manera determinada: “¿Te decidirás a venir pronto con algunas amigas tuyas? Por
favor, ven. No lo dudes, no lo dejes. ¡Te echo de menos! Tú sabes que yo te quiero”.
Destaca la función conativa en los textos jurídicos, en los textos administrativos, en los
textos periodísticos (en los editoriales y los artículos), en los textos publicitarios (donde
el anuncio invita a los receptores a adquirir ciertos productos comerciales o a realizar
determinadas acciones), en las conferencias, en los diálogos o conversaciones.
Son variados los recursos lingüísticos del emisor para atraer la atención del receptor:
1º. El predominio de la segunda persona en verbos, pronombres y determinantes.
2º. Las oraciones exclamativas, interrogativas, imperativas y exhortativas.
3º. El modo imperativo.
4º. Algunas expresiones con valor de orden o de mandato, que sustituyen el imperativo:
las perífrasis verbales modales de obligación (“¡Debes reconocerlo, tienes que hacer un
esfuerzo!”), el futuro de obligación o mandato (“Notará la diferencia al instante”), el
modo subjuntivo (“¡Que vengas ahora mismo, niño!”), el infinitivo (“¡A callar!”).
5º. Los vocativos: “Mis queridos amigos, poned atención al mensaje”, “¡Todo el día,
abuela, ha estado lloviendo!”, “Por favor, camarero”.
- Función fática o de contacto.
La función fática o de contacto, que afecta al canal, se usa para comenzar, continuar o
concluir cualquier acto comunicativo: “¡Hola!, ¿qué tal?”, “¡Buenos días!”, “¿Sí?”,
“¿Cómo?”, “¡Cuenta, cuenta!”, “¡Hasta luego!”, “¡Adiós!”...
La función fática o de contacto se aprecia, sobre todo, en los diálogos o conversaciones.
Sus recursos lingüísticos más importantes son los siguientes:
1º. Los enunciados cortos y con escaso contenido informativo.
2º. Las muletillas (las palabras o frases innecesarias que repite excesivamente el emisor
en una conversación por costumbre o como apoyo a su intervención: “¿No?”, “¡Eh!”,
“O sea”, “Bien”, “¡Vale!”) y las frases hechas (“¡Qué me dices!”, “¡Nos vemos!”).
3º. Las fórmulas de tratamiento: “¡Encantado de conocerte!”, “¿Cómo está usted?”,
“Espere un momentito”, “Como le iba diciendo...”, “¡Perdón!”, “¡Muchas gracias!”,
“Que te lo pases muy requetebién”.
- Función metalingüística.
Con la función metalingüística se emplea la lengua para tratar acerca de la propia lengua
(el código lingüístico): “La lengua se estructura en diferentes niveles: el nivel fónico, el
nivel morfosintáctico o gramatical y el nivel léxico o semántico. Este último nivel se
encarga del estudio del vocabulario, del significado de las palabras”.
Esta función se evidencia en los textos humanísticos referidos a la Lingüística.
Sus recursos lingüísticos más representativos son los siguientes:
1º. Los mensajes objetivos.
2º. Las oraciones enunciativas.
3º. Los términos específicos de la lengua.
- Función poética o estética.
La función poética o estética pretende embellecer el código lingüístico, manipulándolo
con el propósito de causar extrañeza en el receptor o lector.
La función poética o estética es característica de los textos literarios.
Sus principales recursos lingüísticos son los siguientes:
1º. Las figuras estilísticas o retóricas.
2º. Los elementos métricos (por ejemplo, la rima).
3º. Un léxico connotativo.
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Ejercicios
1ª) Explica las funciones del lenguaje presentes en el siguiente texto:
Parece que el otoño se instaló definitivamente en Málaga. Durante todo el día estuvo
lloviendo y ahora mismo, mientras trato de ordenar mis confusas ideas para escribir esta
carta, tan deseada, hace ya bastante frío.
Supongo que, a veces, tendrás que echar de menos los meses del último verano que
pasamos juntos. Cuando te dio por buscar en el diccionario el significado de cada una
de las palabras que desconocías o al descubrir una nueva pasión con la lectura de ciertos
escritores que, según decías y repetías, habían creado versos que estaban compuestos
especialmente para ti:
“Así voy yo,
borracho melancólico, guitarrista lunático, poeta
y pobre hombre en sueños,
siempre buscando a Dios entre la niebla”.
2ª) Razona los recursos lingüísticos con los que se consigue la objetividad en el texto:
La Romanización consistió en un proceso secular, por medio del cual la Península
Ibérica tendrá que aceptar de aquellos romanos invasores la soberbia influencia de su
civilización, que tras unos abundantes e intensos intentos bélicos logra la reunificación
ejemplar de todos los pueblos prerromanos, a pesar de que no fuera resuelta de forma
proporcional en cada una de sus regiones.
No sé si los españoles actuales percibimos esas magníficas huellas romanas. No sé
si, acaso, tantos historiadores hispanos pudieran reconocer este influjo evidente. No sé
si tú mismo, lector, serás quizá capaz de admitir que la Historia de España continúa
evolucionando sobre múltiples islotes culturales procedentes de Roma: sus lenguas (del
latín proceden el castellano, el gallego y el catalán), sus manifestaciones artísticas (la
arquitectura, especialmente), sus leyes (el Derecho Romano) y sus usuales costumbres.
3ª) Justifica los elementos lingüísticos que proporcionan subjetividad a este texto:
Y al escribir esto ahora, aquí, en mi vieja casa materna, a mis más de cincuenta años,
cuando ya empezaron a blanquear con mi cabeza mis recuerdos, está nevando, nevando
sobre el lago, nevando sobre la montaña, nevando sobre las memorias de mi padre, el
forastero; de mi madre, de mi hermano Lázaro, de mi pueblo, de mi San Manuel y,
también, sobre la memoria del pobre Blasillo, de mi Blasillo, y que él me ampare desde
el cielo.
Y esta nieve borra esquinas y borra sombras, pues hasta de noche la nieve alumbra.
Y yo no sé lo que es verdad y lo que es mentira, ni lo que vi y lo que sólo soñé (o mejor
lo que soñé y lo que sólo vi), ni lo que supe ni lo que creí. Ni sé si quizás haya
traspasado a este papel, tan blanco como la propia nieve, mi conciencia que en él se
habrá de quedar, quedándome yo sin ella. ¿Para qué temerla ya...?