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                                    CAPÍTULO 32


                      INMUNODEFICIENCIAS SECUNDARIAS


Carlos Julio Montoya Guarín, MD, MSci, DSci
María Teresa Rugeles López, Bact, MSci, DSci
Grupo de Inmunovirología, Universidad de Antioquia




32.1. INTRODUCCIÓN


Existen muchos factores intrínsecos y extrínsecos que pueden afectar negativamente
el desarrollo de la respuesta inmune, produciendo estados de inmunodeficiencia
secundaria (IDS) que incrementan el riesgo de padecer infecciones frecuentes y
severas. Estas inmunodeficiencias, que se encuentran con mucha frecuencia en la
práctica clínica habitual, se pueden originar por una amplia gama de condiciones
heterogéneas que van desde la malnutrición, los tratamientos con glucocorticoides e
inmunomoduladores, el trauma y las cirugías, hasta las enfermedades metabólicas, el
cáncer y las infecciones crónicas (ver Tabla 1).
       La causa más frecuente de IDS es la malnutrición, que en el mundo afecta
muchas comunidades que tienen acceso restringido a una alimentación completa y
suficiente. Sin embargo, la frecuencia de las diferentes IDS varía según la presencia
de múltiples factores, como las condiciones raciales y geográficas. Por ejemplo, en los
países en desarrollo las IDS son más frecuentes que en los del primer mundo; esto se
debe a la alta prevalencia de enfermedades como la malnutrición proteico-calórica, las
carencias de vitaminas y oligoelementos, y las enfermedades infecciosas.         En los
países desarrollados, la causa más frecuente de IDS son las enfermedades
metabólicas, los tumores, las enfermedades infecciosas y diversos tratamientos
farmacológicos (drogas citotóxicas y glucocorticoides, fundamentalmente).
       Los defectos inmunes observados en las IDS son usualmente heterogéneos en
sus manifestaciones clínicas, y el pronóstico depende la severidad de la deficiencia.
Las IDS de menor gravedad son las que suelen ocurrir después de las enfermedades
infecciosas agudas, especialmente de origen viral; estas deficiencias son transitorias y
revierten espontáneamente. Un caso de mayor gravedad es la IDS que acompaña a
las enfermedades proliferativas malignas; aunque en todos los casos de cáncer se
acaba produciendo una inmunodeficiencia secundaria, aquellos que afectan a las
células del propio sistema inmune (leucemias y linfomas) son los que ocasionan un
2

trastorno más severo, y esa gravedad aumenta como consecuencia de los
tratamientos de quimioterapia que reciben estos pacientes.
       En general, el tratamiento de una IDS va dirigido a corregir el trastorno original
que causa la inmunodeficiencia; sin embargo, en ocasiones esto no es posible
(síndromes genéticos, asplenia congénita o adquirida) y el riesgo de infecciones se
puede reducir por medio de la vacunación, la terapia inmunológica (como las citocinas
recombinantes) y por la profilaxis con antibióticos.




32.2. IDS POR MALNUTRICIÓN


La carencia de un aporte adecuado de macronutrientes (carbohidratos, proteínas,
grasas) o de micronutrientes específicos, especialmente zinc, selenio, hierro y las
vitaminas antioxidantes, puede llevar a una deficiencia inmune clínicamente
significativa, con predisposición a las infecciones principalmente en los niños. Las
relaciones entre la malnutrición y la susceptibilidad a las infecciones son complejas y
de reforzamiento mutuo: un niño desnutrido se infecta con mayor facilidad y un niño
infectado puede evolucionar a una desnutrición más rápidamente.


Malnutrición proteico-calórica
Una parte importante de la alta mortalidad asociada con la malnutrición proteico-
calórica se debe a la mala respuesta contra las infecciones; en los desnutridos
severos, la respuesta inmune humoral está aparentemente conservada (en términos
de la concentración de anticuerpos séricos), pero hay un deterioro notable de la
producción de anticuerpos específicos en las mucosas, con pérdida de los linfocitos B
y las células plasmáticas productoras de IgA, lo que explica en parte la prevalencia
elevada de infecciones entéricas y respiratorias.
       Sin embargo, en los casos de desnutrición proteica y/o calórica severa
(clínicamente correspondiente a un Kwashiorkor o un marasmo, respectivamente) la
alteración más relevante se observa en la respuesta inmune celular. Una dieta pobre
en proteínas conlleva a involución del timo, linfopenia y disminución de los linfocitos en
las zonas T-dependientes del tejido linfoide.          Los linfocitos obtenidos de sangre
periférica de los sujetos desnutridos tienen respuestas disminuidas, tanto in vivo como
in vitro. Además, en la desnutrición se presenta anergia (ausencia de respuesta) en
las reacciones de hipersensibilidad retardada. La desnutrición crónica compromete la
producción de citocinas y altera el tráfico de los linfocitos. De otro lado, la desnutrición
proteico-calórica y la deficiencia de zinc activan el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal,
3

aumentando los niveles séricos de glucocorticoides que causan atrofia tímica y afectan
la hematopoyesis.
       En la desnutrición proteico-calórica también se observan alteraciones en las
barreras naturales, particularmente en la piel y las mucosas, y deficiencias en la
respuesta inmune innata. Lo más interesante es que todas estas alteraciones
aparentemente revierten por completo al corregir la desnutrición.


Deficiencias de vitaminas
Las deficiencias la ingesta adecuada de vitaminas, minerales y otros oligoelementos
se han asociado con defectos en el desarrollo de la respuesta inmune contra los
microorganismos. Sin embargo, es muy raro encontrar la carencia aislada de una
vitamina o un oligoelemento en un individuo en particular, y la mayoría de las veces
estas deficiencias se encuentran asociadas con una desnutrición proteico-calórica
crónica.
       La vitamina A, la riboflavina y la piridoxina tienen un efecto positivo en la
defensa contra las infecciones, aunque el mecanismo no está claro todavía, mientras
que las vitaminas antioxidantes A, E y C, y los beta-carotenos son cofactores
importantes en la respuesta inmune. La vitamina A tiene un amplio rango de efectos
inmunológicos y su deficiencia se asocia con una mayor severidad en muchas
infecciones de la niñez, como el sarampión, la diarrea por rotavirus y las infecciones
del tracto respiratorio. Además, una deficiencia de vitamina A altera las barreras
mucosas y disminuye la función de los neutrófilos, macrófagos y células NK.
       La vitamina C es un regulador de la óxido-reducción y de los puntos que
controlan la activación y supervivencia de las células inmunes; además, influye
selectivamente en la producción de citocinas, aumenta la producción de óxido nítrico
sintasa inducible por los macrófagos activados y regula la explosión respiratoria y la
producción de especies reactivas de oxígeno por las células fagocíticas.
       La vitamina D, además del papel en el metabolismo óseo, afecta la expresión
de más de 200 genes en una gran variedad de tejidos; tiene propiedades
antiinflamatorias e inmunomoduladoras tanto en la inmunidad innata como adaptativa.
La vitamina D afecta el fenotipo y la activación de las células presentadoras de
antígeno, particularmente las células dendríticas, y regula positivamente la producción
del péptido antimicrobiano catelicidina. Adicionalmente, modula la función de las
células T reguladoras y la producción de la IL-10, favoreciendo el desarrollo de
tolerancia inmune. La deficiencia de vitamina D se ha asociado con una mayor
susceptibilidad a las enfermedades autoinmunes e infecciones crónicas, como
aquellas por micobacterias.
4

       La vitamina E es un antioxidante potente que favorece las respuestas
mediadas por los monocitos y macrófagos; además, influye en la función de las células
T al regular negativamente la síntesis de prostaglandina E2. En los sujetos atópicos,
la vitamina E mejora el eccema y reduce los niveles séricos de IgE.


Deficiencias de oligoelementos
Muchos minerales hacen parte de la estructura de algunas macromoléculas y de
complejos sistemas enzimáticos (la hemoglobina, las peroxidasas), mientras que otros
contribuyen en la interacción entre diferentes moléculas orgánicas, como la interacción
entre dos proteínas entre sí, o entre una proteína y un ácido nucleico (una RNA
polimerasa y el DNA genómico). La deficiencia de estos elementos, como el zinc, el
selenio, el hierro y el cobre, entre otros, tiene un efecto adverso en la proliferación y
activación de los linfocitos, así como en la actividad funcional de las células de la
inmunidad innata y en la estructuración de las barreras anatómicas epiteliales.
       El zinc es un cofactor esencial para todas las especies y es necesario para la
actividad de más de 1300 enzimas; es esencial para las células con alta proliferación,
especialmente de las superficies epiteliales y del sistema inmune, tanto innato como
adaptativo. El zinc es un cofactor esencial para las hormonas tímicas; promueve la
maduración, activación y función de las células T, incluyendo la producción de IL-2, la
citotoxicidad y las funciones supresoras. También modula la liberación de otras
citocinas, y el consumo adecuado de zinc se ha asociado con mejor desarrollo de
respuestas tipo Th1, mientras ayuda a mantener la integridad de la piel y de las
membranas mucosas. Además, las sales de zinc han demostrado tener actividad
contra más de 40 virus, ya sea directamente o a través de sus efectos
inmunomoduladores.
       La deficiencia de zinc es un componente frecuente de la desnutrición proteico-
calórica, pero también se observa en la deficiencia de IgA, la infección por el HIV, el
síndrome del feto alcohólico, la anemia de células falciformes, las enteritis, la
enfermedad celíaca y muchas formas de diarrea. Bajas concentraciones de zinc en la
sangre también se han encontrado en pacientes con tuberculosis, enfermedad de
Crohn, y durante el embarazo. Defectos en el transporte de zinc hacia la leche
materna también puede causar deficiencia de zinc en los lactantes. El declive de la
inmunidad observado en las personas mayores podría deberse en parte a una
deficiencia marginal de zinc, ya que la ingesta inadecuada de zinc es frecuente en este
grupo de población.
       La deficiencia de zinc contribuye a una mayor susceptibilidad a las infecciones,
sobre todo en la infancia; altera la respuesta inmune innata al afectar la actividad de
5

los macrófagos (fagocitosis, actividad lítica intracelular), de los neutrófilos (quimiotaxis
y la explosión respiratoria), y de las células NK, así como la actividad del
complemento. En la deficiencia de zinc también existe linfopenia por una disminución
en el número de los linfocitos T y B, se suprimen las respuestas de hipersensibilidad
retardada, la actividad citotóxica y la producción de anticuerpos.
       Una deficiencia exclusiva de zinc se observa en la acrodermatitis enteropática,
un defecto genético autosómico recesivo de la absorción del zinc que se causa por
mutaciones en el gen SLC39A4 que codifica para una proteína transportadora del zinc.
La acrodermatitis se presenta en la infancia como lesiones superficiales (dermatitis
aguda o placas hiperqueratósica), diarrea, alopecia, y un aumento en la incidencia de
infecciones causada por la deficiencia inmune severa. Los defectos inmunes van
desde atrofia tímica severa y linfopenia profunda, con desarrollo de anergia y pérdida
de la actividad de las células asesinas naturales.




32.3. IDS POR ENFERMEDADES ORGANOESPECÍFICAS


Enfermedades renales
Tanto el síndrome nefrótico como la insuficiencia renal crónica son causa de
inmunodeficiencia secundaria. El síndrome nefrótico se caracteriza por un aumento en
la permeabilidad de los glomérulos renales, lo que lleva a pérdida de proteínas por la
orina y a su disminución en la sangre, con hipogamaglobulinemia; inicialmente la
membrana glomerular deja escapar inmunoglobulinas pequeñas como la IgG, y
posteriormente las de mayor peso molecular como la IgM. Lo anterior causa
susceptibilidad a las siguientes infecciones: peritonitis, infecciones pulmonares,
cutáneas y urinarias, y en casos más graves a la septicemia.
       La uremia, independientemente de la nefropatía que la produce, afecta
negativamente la respuesta inmune mediada por los linfocitos T, así como los
mecanismos microbicidas de los neutrófilos. Por otro lado, la hemodiálisis también
altera los mecanismos de defensa al activar el complemento y afectar la adherencia de
los neutrófilos.


Enteropatía perdedora de proteínas
La pérdida entérica de proteínas se observa en: i) enfermedades que dañan la mucosa
intestinal como la colitis ulcerativa, el esprue tropical, el edema angioneurótico y las
fístulas gastrocólicas; ii) en las enfermedades que producen obstrucción de los
linfáticos intestinales como la linfangiectasia intestinal, la enteritis regional, el
6

taponamiento cardíaco y las neoplasias; iii) en las infecciones como el HIV, la
disentería por Shigella, la estrongiloidiasis y la tuberculosis.
       La pérdida masiva de proteínas por el intestino produce hipoproteinemia y
edema; el edema altera aún más los mecanismos de defensa intestinal. Suele haber
hipogamaglobulinemia, la cual llega a ser tan significativa que amerita terapia de
sustitución con gamaglobulina intravenosa. Sin embargo, en la enteropatía perdedora
de proteínas también se afecta la inmunidad celular, debido a una profunda linfopenia.




32.4. IDS POR ENFERMEDADES CRÓNICAS


Neoplasias malignas
El cáncer representa un modelo muy particular de inmunodeficiencia secundaria; por
una parte, para que un tumor maligno se desarrolle debe haber escapado de la
vigilancia inmunológica, ejercida fundamentalmente por las células NK y los linfocitos T
citotóxicos. De otro lado, en la medida que el tumor crece evade y deprime la función
del sistema inmune. Los pacientes con cáncer diseminado son más susceptibles a las
infecciones pues en esa etapa tienen alterados los mecanismos inmunes efectores,
tanto celulares como humorales. Adicionalmente, los tumores pueden producir
sustancias inmunosupresoras como el TGF-β e inducir la expresión de Fas-L,
promoviendo la apoptosis de células inmunes que expresen Fas.




32.5. IDS RELACIONADAS CON LA EDAD


IDS del prematuro y lactante
En condiciones normales la inmunidad del feto y del neonato se considera
funcionalmente inmadura, pues no ha tenido el entrenamiento adecuado (la exposición
a los antígenos extraños) para aprender a desplegar oportunamente las respuestas
necesarias para controlar los intentos de invasión por los microorganismos. En la vida
fetal no se produce o se producen muy pocos anticuerpos de los isotipos IgA, IgG e
IgE; sin embargo, se desarrollan los linfocitos B naturales (B-1) que secretan desde
entonces anticuerpos naturales del isotipo IgM, y hay transferencia de IgG materna al
feto en el último trimestre de la gestación. Los factores del complemento y otros
reactantes de fase aguda son escasos en el plasma del feto y el neonato, en
comparación con los lactantes mayores y los adultos.
7

       En los prematuros se presentan alteraciones en la respuesta inmune humoral y
en la función de las células fagocíticas, particularmente los neutrófilos. La infección
bacteriana es la mayor causa de muerte y la morbilidad en los neonatos prematuros, a
pesar de la terapia antibiótica eficaz; estas infecciones se semejan en gravedad y
frecuencia a las que se observan en los pacientes con neutropenias severas. Además,
la producción de TNF-α por los monocitos de los neonatos pretérmino está reducida
en un 75% cuando se compara con la observada en los neonatos a término y en los
adultos. En cuanto a la deficiencia humoral, el parto anticipado impide que el paso de
la IgG materna a través de la placenta se realice adecuadamente.
       Los neonatos nacidos a término exhiben mayores deficiencias en la fase
temprana de la respuesta innata de resistencia antiviral y en la respuesta inmune
celular adaptativa. La actividad citotóxica de las células mononucleares, los monocitos
y las células NK se encuentra alterada en el neonato a término, en especial contra una
serie de blancos como las células infectadas con el virus de herpes simplex. El déficit
en la función de las células NK neonatales se relaciona probablemente con una
actividad citolítica disminuida de esas células, la cual es aproximadamente el 50 por
ciento de la observada en las células NK de los adultos.
       Muchos estudios han demostrado un retraso en el desarrollo de las respuestas
específicas de antígeno de las células T, valoradas por la proliferación de los linfocitos
neonatales en respuesta al herpes simplex, fenómeno que estuvo asociado con un
retraso en la producción de IFN-γ. Estas alteraciones en la adquisición de células T
maduras antígeno-específicas y en la producción de citocinas pueden ser factores
importantes en la mayor susceptibilidad del neonato a la infección con el virus herpes
simplex.


IDS en la edad avanzada
En los adultos mayores se observa una mayor incidencia de infecciones y procesos
malignos, lo que particularmente se ha asociado con una disminución de la respuesta
inmune celular; se ha observado un repertorio limitado de linfocitos T y dificultad para
producir células T vírgenes, afectando principalmente la respuesta a antígenos
nuevos. Los linfocitos B también exhiben una menor diversidad, y se observa dificultad
para generar una respuesta inmune protectora frente a vacunas, a pesar de que
existen más células B de memoria. Como es de esperarse, las barreras naturales y
algunos mecanismo efectores de la inmunidad innata también se van alterando con la
vejez; el proceso de cicatrización y reparación de la piel y mucosas se hace más lento,
probablemente como consecuencia de cambios endocrinos y metabólicos asociados
con la edad. Adicionalmente, se ha postulado que con la edad avanzada se disminuye
8

la producción de factores de crecimiento hematopoyéticos, necesarios para la
producción y diferenciación de las células del sistema inmune.




32.6. IDS POR TERAPIAS INMUNOSUPRESORAS


Algunas IDS aparecen por el tratamiento con agentes inmunosupresores; los
principales afectados son los receptores de trasplantes de órganos y los que padecen
de enfermedades autoinmunes. En la categoría de medicamentos supresores de la
respuesta inmune se encuentran los glucocorticoides, la ciclosporina, el tacrolimus, la
rapamicina, y los fármacos utilizados como anti-neoplásicos y para el tratamiento de
algunas enfermedades autoinmunes, como el metotrexato, la ciclofosfamida, el
micofenolato y la azatioprina. También inducen inmunodeficiencia la globulina anti-
linfocítica, la radiación utilizada para el tratamiento del cáncer y diferentes anticuerpos
monoclonales que bloquean selectivamente algunas moléculas importantes durante la
respuesta inflamatoria (anticuerpos anti TNF, anti IL-6 o IL-1) o que contribuyen a la
eliminación de subpoblaciones específicas de células inmunes (rituximab, un
anticuerpo anti CD20 que contribuye a la eliminación de los linfocitos B).
       La administración de esos tratamientos inmunosupresores en los pacientes
sometidos a trasplantes o en aquellos con enfermedades autoinmunes graves, tiene
como objetivo producir una inmunodeficiencia de grado variable, en particular inhibir la
proliferación y actividad funcional de los linfocitos T. El efecto supresor depende de la
dosis y de la duración del tratamiento. Esta supresión inmune predispone a esos
individuos a padecer de infecciones producidas principalmente por microorganismos
intracelulares, como el citomegalovirus.




32.7. IDS POR INFECCIONES


Existen evidencias de diversas alteraciones inmunológicas presentes en los individuos
afectados por infecciones bacterianas, virales, parasitarias y fúngicas. Son múltiples
los mecanismos por los cuales un microorganismo patógeno puede interferir con la
respuesta inmune del hospedero; puede haber una infección directa de las células
participantes en la respuesta inmune (caso típico de la infección con el HIV-1), con
destrucción de ellas o modificación de su función; puede existir una expansión
exagerada de subpoblaciones de linfocitos T supresores o la producción de factores
solubles que pueden suprimir o alterar la respuesta inmune.
9

       Entre los agentes infecciosos cuya acción inmunosupresora está mejor
documentada se destacan:
i) Virus: HIV-1, sarampión, Epstein-Barr, citomegalovirus, herpes simplex, varicela-
zoster, hepatitis B y C, influenza, rabia, rubéola, adenovirus y rinovirus.
ii) Bacterias: Cualquier infección bacteriana grave puede asociarse con profundos
trastornos del sistema inmune; componentes de la pared de las micobacterias son
capaces de suprimir in vitro la respuesta de los linfocitos T ante los antígenos. Otros
gérmenes producen superantígenos que conducen a una activación descontrolada de
los linfocitos T CD4+.
iii) Hongos: Hay evidencias in vitro del efecto inmunosupresor de extractos de Candida
albicans y de Histoplasma.
iv) Parásitos: Un efecto supresor de la respuesta inmune se ha observado asociado
con la infección producida por el T. cruzi.


Sin embargo, el HIV es el caso mejor caracterizado de inmunodeficiencia debida a una
infección; la patogénesis de la infección por el HIV depende de la interacción de este
virus con diversos componentes del sistema inmune del hospedero, lo que afecta
diferentes células como consecuencia directa de la infección o indirectamente por
múltiples mecanismos. (VER CAPÍTULO 31)




32.8. IDS POR ENFERMEDADES Y NEOPLASIAS DE MÉDULA OSEA


Múltiples factores pueden hacer que se altere la función hematopoyética de la médula
ósea y se genere una inmunodeficiencia secundaria: la aplasia medular, la
mielofibrosis, las infecciones medulares crónicas, la toxicidad por medicamentos o
agentes químicos y las neoplasias hematológicas, entre otras.
       Entre las neoplasias hematológicas que se asocian con inmunodeficiencia
secundaria se destaca la enfermedad de Hodgkin, en la que los pacientes presentan
anergia en las reacciones de hipersensibilidad retardada cutánea, lentitud en el
rechazo de injertos, y poca o nula respuesta in vitro de los linfocitos T frente a los
antígenos. Las deficiencias inmunes también pueden estar relacionadas con la
enfermedad primaria; por ejemplo, la neutropenia asociada con muchas neoplasias
hematológicas, o las disgamaglobulinemias en pacientes con mieloma múltiple o con
leucemia linfoide crónica de células B.
10

32.9. IDS A TRAUMA Y DOLOR


Proporcional a la intensidad del trauma y el dolor, la respuesta neuroendocrina y
hemodinámica aguda produce depresión de la respuesta inmune por varios
mecanismos. El más común es el estrés físico agudo, que lleva a la descarga de
catecolaminas y cortisol, moléculas que tienen un efecto inmunosupresor bien
documentado.     Además, en el trauma se encuentran alteraciones metabólicas e
hidroelectrolíticas secundarias a una lesión tisular importante, fenómenos que impiden
una adecuada respuesta inmune.
       A estos mecanismos se les agrega la alteración de las barreras mecánicas (piel
y mucosas), que permite un mayor paso de los gérmenes hacia el compartimiento
intersticial. Lo anterior conlleva al desarrollo de una respuesta inflamatoria a
consecuencia de la activación de células de la inmunidad innata, con producción de
citocinas proinflamatorias tipo IL-6, TNF-a y de quimiocinas que aumentan el
reclutamiento de células inmunes y el daño tisular.
       Los pacientes que sufren trauma severo pueden presentar una respuesta
inflamatoria sistémica y síndrome respiratorio inflamatorio del adulto, y hasta
desarrollar falla multiorgánica; la activación celular inespecífica observada en estas
condiciones induce muerte celular por activación y un estado de anergia que genera
parálisis inmunológica.




32.10. IDS A OTRAS ENFERMEDADES


Diabetes mellitus
Los pacientes diabéticos son más susceptibles a las infecciones, especialmente a la
tuberculosis, la candidiasis mucocutánea y a la celulitis piógena. Se han documentado
alteraciones sutiles de la respuesta inflamatoria en los pacientes diabéticos, incluso en
aquellos que tienen un control terapéutico adecuado.              En particular, se han
demostrado alteraciones de la quimiotaxis de los polimorfonucleares y de los
macrófagos, acompañadas de una menor capacidad de la ingestión de partículas y
microorganismos, y de deficiencias en la actividad bactericida.
       La función del sistema inmune depende de una división y diferenciación celular
muy efectiva, y de una síntesis proteica constante y activa; esta característica hace
que el sistema inmune sea altamente dependiente de un suministro de energía,
enzimas y moléculas esenciales como los aminoácidos. Por lo tanto, la función
inmunológica se puede deteriorar cuando existe un trastorno del metabolismo
11

energético o una carencia de una enzima o sus cofactores. En este grupo, las causas
más importantes de inmunodeficiencia secundaria son las deficiencias enzimáticas;
aunque son raras, se han descrito inmunodeficiencias secundarias con compromiso
predominante de la inmunidad celular específica en la galactosemia, la deficiencia de
G-6-P translocasa microsomal (glicogenosis tipo I b) y la anemia de células
falciformes.


Asplenia congénita y adquirida
El bazo es un órgano linfoide secundario periférico, esencial para el desarrollo de la
respuesta inmune humoral contra los microorganismos que evaden la fagocitosis y
logran alcanzar el torrente circulatorio, como por ejemplo los gérmenes capsulados.
Así, la ausencia del bazo o de su función se asocia con una inmunodeficiencia
secundaria de tipo humoral, con deficiencia principalmente de anticuerpos contra los
polisacáridos.
       Las principales causas de asplenia son: la ausencia congénita; la extirpación
quirúrgica por causa médica (hiperesplenismo, trombocitopenia severa, etc) o por un
trauma (estallido esplénico); los microinfartos recurrentes que llevan a asplenia
funcional como en la anemia de células falciformes. La siembra peritoneal de tejido
esplénico, práctica quirúrgica habitual, busca solucionar esta inmunodeficiencia.
Además, se recomienda que todo paciente que esté programado para una
esplenectomía electiva, reciba vacunas contra neumococos, Haemofilus influenzae
tipo b y meningococos.




32.11. IDS ASOCIADA A SÍNDROMES GENÉTICOS


El desarrollo que se ha presentado en las últimas décadas en la biología y la genética
moleculares, ha permitido la caracterización de una amplia variedad de síndromes de
origen genético que se asocian con alteraciones, en diverso grado, de la respuesta
inmune. Hasta el presente, en la mayoría de estos síndromes no se han definido
daños en los genes directamente relacionados con el desarrollo y función de los
componentes de la respuesta inmune (celulares y humorales), por lo que se continúan
considerando como IDS. Sin embargo, no se descarta que, como ha sucedido con
otras enfermedades de origen genético, en el futuro mediato se identifiquen
alteraciones en el sistema inmune debidos primariamente a esos defectos genéticos y
se reclasifiquen como inmunodeficiencias primarias.
12

Síndrome de Down
Hasta una tercera parte de los pacientes afectados por este defecto cromosómico
presenta infecciones recurrentes desde moderadas a severas, con presencia
significativa de autoanticuerpos en el suero y aumento en la frecuencia de neoplasias
(especialmente leucemias).
        Se han documentado anormalidades inmunológicas en el síndrome de Down
tales como linfocitos B disminuidos en sangre periférica y concentraciones bajas en
suero de IgM, IgG total y subclases de IgG (que se normalizan después de los 5 años
de vida); adicionalmente, la producción de anticuerpos específicos es deficiente en
respuesta a los antígenos T dependientes e independientes. El mayor compromiso
inmunológico en este síndrome está en la inmunidad celular; si bien existe un
incremento en el número de células NK circulantes, su fenotipo y respuesta funcional
es deficiente. Además, aunque el número de linfocitos T totales es normal, se
observan alteraciones en el recuento de los linfocitos T CD4+ y/o CD8+, con inversión
de la relación CD4:CD8, respuesta proliferativa deficiente y disminución en la
respuesta cutánea de hipersensibilidad retardada. En el timo, hay disminución en el
número de timocitos corticales y corpúsculos de Hassall grandes, con maduración
anormal de los linfocitos T.
        Finalmente, en los pacientes afectados por el síndrome de Down las células
fagocíticas también son disfuncionales, particularmente por disminución de la
respuesta quimiotáctica, la fagocitosis y la explosión respiratoria, tanto de los
neutrófilos como de los monocitos, fenómeno asociado con una incapacidad para
destruir bacterias in vitro.




LECTURAS RECOMENDADAS


Chinen J, Shearer WT. Secondary immunodeficiencies including HIV infection. J
Allergy Clin Immunol 2010, 125 (2 Suppl 2): S195-203


Cunningham-Rundles S. Mechanisms of nutrient modulation of the immune response.
J Allergy Clin Immunol 2005, 115:1119-1128.


Peter Katona, Judit Katona-Apte. The Interaction between Nutrition and Infection
Clinical Infectious Diseases 2008, 46:1582–8
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Silvia Maggini, Eva S. Wintergerst, Stephen Beveridge, Dietrich H. Hornig. Selected
vitamins and trace elements support immune function by
strengthening epithelial barriers and cellular and humoral immune responses.
British Journal of Nutrition (2007), 98, Suppl. 1, S29–S35


M. A. A. Kusters, R. H. J. Verstegen, E. F. A. Gemen, E. de Vries. Intrinsic defect of the
immune system in children with Down syndrome: a review. Clinical and Experimental
Immunology, 2009, 156: 189–193




ABREVIATURAS UTILIZADAS


DNA: Deoxyribonucleic acid (Ácido desoxirribonucleico)
HIV: Human immunodeficiency virus (Virus de inmunodeficiencia humana)
IDS: Inmunodeficiencia secundaria
IFN: Interferón
Ig: Inmunoglobulina
IL: Interleukin (Interleucina)
NK: Natural killer (Célula asesina natural)
RNA: Ribonucleic acid (Ácido ribonucleico)
TGF: Transforming grouth factor (Factor transformante del crecimiento)
TNF: Tumor necrosis factor (Factor de necrosis tumoral)
14

Tabla 1. Clasificación de las inmunodeficiencias secundarias

           1. Deficiencias nutricionales                    2. Disfunción de órganos específicos

Malnutrición proteico-calórica                         Enfermedad renal crónica - uremia
Deficiencias de vitaminas: A,D, E, C, B12, B6          Síndrome nefrótico
Deficiencia de hierro                                  Hepatopatía crónica
Deficiencia de otros minerales: zinc, selenio, cobre   Enteropatía perdedora de proteínas

     3. Enfermedades crónicas debilitantes              4. Inmunodeficiencia relacionada con la edad

Cáncer                                                 Prematuridad
Enfermedades autoinmunes                               Lactancia menor y mayor
Lesiones de columna vertebral                          Senectud

          5. Agentes inmunosupresores                            6. Enfermedades infecciosas

Físicos: radiación ionizante                           Bacterianas: lepra, tuberculosis
Biológicos:                                            Micóticas
  - Anticuerpos terapéuticos (Gamaglobulinas)          Parasitarias: malaria
  - Globulina anti linfocitos T                        Virales:
  - Anticuerpos monoclonales                              - Virus de inmunodeficiencia humana (HIV)
Químicos:                                                 - Sarampión
  - Glucocorticoides                                      - Influenza
  - Ciclosporina y otras ciclofilinas                     - Adenovirus
  - Drogas citotóxicas y anti proliferativas              - Herpes virus 1, 2 y 6
  - Drogas anti convulsivantes                            - Virus Epstein Barr
  - Otras                                                 - Citomegalovirus

 7. Enfermedades infiltrativas de médula ósea y                        8. Dolor y trauma
            neoplasias hematológicas

Leucemias y linfomas                                   Trauma craneoencefálico
Histiocitosis de células de Langerhans                 Trauma de tórax y abdomen
Anemia aplástica                                       Quemaduras
Agranulocitosis secundaria                             Cirugías mayores o de urgencia, esplenectomía
Sarcoidosis                                            Trasplante de médula ósea
Enfermedad linfoproliferativa en trasplantados         Trasplante de órganos sólidos

     9. Otras enfermedades asociadas con                     10. Otros síndromes asociados con
                inmunodeficiencia                                     inmunodeficiencia

Diabetes Mellitus                                      Síndrome de Down
Asplenia congénita                                     Errores del metabolismo con inmunodeficiencia
Anemia de células falciformes                          Hipoplasia cartílago-pelo
Esferocitosis hereditaria                              Displasia esquelética de extremidades cortas con
Anemia de Fanconi                                           ID
                                                       Displasia inmuno-ósea de Schimke
                                                       Incontinentia pigmenti
                                                       Displasia ectodérmica anhidrótica hipohidrótica
                                                       Xeroderma pigmentoso
                                                       Síndrome de Bloom
                                                       Otros síndromes genéticos con inmunodeficiencia

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  • 1. 1 CAPÍTULO 32 INMUNODEFICIENCIAS SECUNDARIAS Carlos Julio Montoya Guarín, MD, MSci, DSci María Teresa Rugeles López, Bact, MSci, DSci Grupo de Inmunovirología, Universidad de Antioquia 32.1. INTRODUCCIÓN Existen muchos factores intrínsecos y extrínsecos que pueden afectar negativamente el desarrollo de la respuesta inmune, produciendo estados de inmunodeficiencia secundaria (IDS) que incrementan el riesgo de padecer infecciones frecuentes y severas. Estas inmunodeficiencias, que se encuentran con mucha frecuencia en la práctica clínica habitual, se pueden originar por una amplia gama de condiciones heterogéneas que van desde la malnutrición, los tratamientos con glucocorticoides e inmunomoduladores, el trauma y las cirugías, hasta las enfermedades metabólicas, el cáncer y las infecciones crónicas (ver Tabla 1). La causa más frecuente de IDS es la malnutrición, que en el mundo afecta muchas comunidades que tienen acceso restringido a una alimentación completa y suficiente. Sin embargo, la frecuencia de las diferentes IDS varía según la presencia de múltiples factores, como las condiciones raciales y geográficas. Por ejemplo, en los países en desarrollo las IDS son más frecuentes que en los del primer mundo; esto se debe a la alta prevalencia de enfermedades como la malnutrición proteico-calórica, las carencias de vitaminas y oligoelementos, y las enfermedades infecciosas. En los países desarrollados, la causa más frecuente de IDS son las enfermedades metabólicas, los tumores, las enfermedades infecciosas y diversos tratamientos farmacológicos (drogas citotóxicas y glucocorticoides, fundamentalmente). Los defectos inmunes observados en las IDS son usualmente heterogéneos en sus manifestaciones clínicas, y el pronóstico depende la severidad de la deficiencia. Las IDS de menor gravedad son las que suelen ocurrir después de las enfermedades infecciosas agudas, especialmente de origen viral; estas deficiencias son transitorias y revierten espontáneamente. Un caso de mayor gravedad es la IDS que acompaña a las enfermedades proliferativas malignas; aunque en todos los casos de cáncer se acaba produciendo una inmunodeficiencia secundaria, aquellos que afectan a las células del propio sistema inmune (leucemias y linfomas) son los que ocasionan un
  • 2. 2 trastorno más severo, y esa gravedad aumenta como consecuencia de los tratamientos de quimioterapia que reciben estos pacientes. En general, el tratamiento de una IDS va dirigido a corregir el trastorno original que causa la inmunodeficiencia; sin embargo, en ocasiones esto no es posible (síndromes genéticos, asplenia congénita o adquirida) y el riesgo de infecciones se puede reducir por medio de la vacunación, la terapia inmunológica (como las citocinas recombinantes) y por la profilaxis con antibióticos. 32.2. IDS POR MALNUTRICIÓN La carencia de un aporte adecuado de macronutrientes (carbohidratos, proteínas, grasas) o de micronutrientes específicos, especialmente zinc, selenio, hierro y las vitaminas antioxidantes, puede llevar a una deficiencia inmune clínicamente significativa, con predisposición a las infecciones principalmente en los niños. Las relaciones entre la malnutrición y la susceptibilidad a las infecciones son complejas y de reforzamiento mutuo: un niño desnutrido se infecta con mayor facilidad y un niño infectado puede evolucionar a una desnutrición más rápidamente. Malnutrición proteico-calórica Una parte importante de la alta mortalidad asociada con la malnutrición proteico- calórica se debe a la mala respuesta contra las infecciones; en los desnutridos severos, la respuesta inmune humoral está aparentemente conservada (en términos de la concentración de anticuerpos séricos), pero hay un deterioro notable de la producción de anticuerpos específicos en las mucosas, con pérdida de los linfocitos B y las células plasmáticas productoras de IgA, lo que explica en parte la prevalencia elevada de infecciones entéricas y respiratorias. Sin embargo, en los casos de desnutrición proteica y/o calórica severa (clínicamente correspondiente a un Kwashiorkor o un marasmo, respectivamente) la alteración más relevante se observa en la respuesta inmune celular. Una dieta pobre en proteínas conlleva a involución del timo, linfopenia y disminución de los linfocitos en las zonas T-dependientes del tejido linfoide. Los linfocitos obtenidos de sangre periférica de los sujetos desnutridos tienen respuestas disminuidas, tanto in vivo como in vitro. Además, en la desnutrición se presenta anergia (ausencia de respuesta) en las reacciones de hipersensibilidad retardada. La desnutrición crónica compromete la producción de citocinas y altera el tráfico de los linfocitos. De otro lado, la desnutrición proteico-calórica y la deficiencia de zinc activan el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal,
  • 3. 3 aumentando los niveles séricos de glucocorticoides que causan atrofia tímica y afectan la hematopoyesis. En la desnutrición proteico-calórica también se observan alteraciones en las barreras naturales, particularmente en la piel y las mucosas, y deficiencias en la respuesta inmune innata. Lo más interesante es que todas estas alteraciones aparentemente revierten por completo al corregir la desnutrición. Deficiencias de vitaminas Las deficiencias la ingesta adecuada de vitaminas, minerales y otros oligoelementos se han asociado con defectos en el desarrollo de la respuesta inmune contra los microorganismos. Sin embargo, es muy raro encontrar la carencia aislada de una vitamina o un oligoelemento en un individuo en particular, y la mayoría de las veces estas deficiencias se encuentran asociadas con una desnutrición proteico-calórica crónica. La vitamina A, la riboflavina y la piridoxina tienen un efecto positivo en la defensa contra las infecciones, aunque el mecanismo no está claro todavía, mientras que las vitaminas antioxidantes A, E y C, y los beta-carotenos son cofactores importantes en la respuesta inmune. La vitamina A tiene un amplio rango de efectos inmunológicos y su deficiencia se asocia con una mayor severidad en muchas infecciones de la niñez, como el sarampión, la diarrea por rotavirus y las infecciones del tracto respiratorio. Además, una deficiencia de vitamina A altera las barreras mucosas y disminuye la función de los neutrófilos, macrófagos y células NK. La vitamina C es un regulador de la óxido-reducción y de los puntos que controlan la activación y supervivencia de las células inmunes; además, influye selectivamente en la producción de citocinas, aumenta la producción de óxido nítrico sintasa inducible por los macrófagos activados y regula la explosión respiratoria y la producción de especies reactivas de oxígeno por las células fagocíticas. La vitamina D, además del papel en el metabolismo óseo, afecta la expresión de más de 200 genes en una gran variedad de tejidos; tiene propiedades antiinflamatorias e inmunomoduladoras tanto en la inmunidad innata como adaptativa. La vitamina D afecta el fenotipo y la activación de las células presentadoras de antígeno, particularmente las células dendríticas, y regula positivamente la producción del péptido antimicrobiano catelicidina. Adicionalmente, modula la función de las células T reguladoras y la producción de la IL-10, favoreciendo el desarrollo de tolerancia inmune. La deficiencia de vitamina D se ha asociado con una mayor susceptibilidad a las enfermedades autoinmunes e infecciones crónicas, como aquellas por micobacterias.
  • 4. 4 La vitamina E es un antioxidante potente que favorece las respuestas mediadas por los monocitos y macrófagos; además, influye en la función de las células T al regular negativamente la síntesis de prostaglandina E2. En los sujetos atópicos, la vitamina E mejora el eccema y reduce los niveles séricos de IgE. Deficiencias de oligoelementos Muchos minerales hacen parte de la estructura de algunas macromoléculas y de complejos sistemas enzimáticos (la hemoglobina, las peroxidasas), mientras que otros contribuyen en la interacción entre diferentes moléculas orgánicas, como la interacción entre dos proteínas entre sí, o entre una proteína y un ácido nucleico (una RNA polimerasa y el DNA genómico). La deficiencia de estos elementos, como el zinc, el selenio, el hierro y el cobre, entre otros, tiene un efecto adverso en la proliferación y activación de los linfocitos, así como en la actividad funcional de las células de la inmunidad innata y en la estructuración de las barreras anatómicas epiteliales. El zinc es un cofactor esencial para todas las especies y es necesario para la actividad de más de 1300 enzimas; es esencial para las células con alta proliferación, especialmente de las superficies epiteliales y del sistema inmune, tanto innato como adaptativo. El zinc es un cofactor esencial para las hormonas tímicas; promueve la maduración, activación y función de las células T, incluyendo la producción de IL-2, la citotoxicidad y las funciones supresoras. También modula la liberación de otras citocinas, y el consumo adecuado de zinc se ha asociado con mejor desarrollo de respuestas tipo Th1, mientras ayuda a mantener la integridad de la piel y de las membranas mucosas. Además, las sales de zinc han demostrado tener actividad contra más de 40 virus, ya sea directamente o a través de sus efectos inmunomoduladores. La deficiencia de zinc es un componente frecuente de la desnutrición proteico- calórica, pero también se observa en la deficiencia de IgA, la infección por el HIV, el síndrome del feto alcohólico, la anemia de células falciformes, las enteritis, la enfermedad celíaca y muchas formas de diarrea. Bajas concentraciones de zinc en la sangre también se han encontrado en pacientes con tuberculosis, enfermedad de Crohn, y durante el embarazo. Defectos en el transporte de zinc hacia la leche materna también puede causar deficiencia de zinc en los lactantes. El declive de la inmunidad observado en las personas mayores podría deberse en parte a una deficiencia marginal de zinc, ya que la ingesta inadecuada de zinc es frecuente en este grupo de población. La deficiencia de zinc contribuye a una mayor susceptibilidad a las infecciones, sobre todo en la infancia; altera la respuesta inmune innata al afectar la actividad de
  • 5. 5 los macrófagos (fagocitosis, actividad lítica intracelular), de los neutrófilos (quimiotaxis y la explosión respiratoria), y de las células NK, así como la actividad del complemento. En la deficiencia de zinc también existe linfopenia por una disminución en el número de los linfocitos T y B, se suprimen las respuestas de hipersensibilidad retardada, la actividad citotóxica y la producción de anticuerpos. Una deficiencia exclusiva de zinc se observa en la acrodermatitis enteropática, un defecto genético autosómico recesivo de la absorción del zinc que se causa por mutaciones en el gen SLC39A4 que codifica para una proteína transportadora del zinc. La acrodermatitis se presenta en la infancia como lesiones superficiales (dermatitis aguda o placas hiperqueratósica), diarrea, alopecia, y un aumento en la incidencia de infecciones causada por la deficiencia inmune severa. Los defectos inmunes van desde atrofia tímica severa y linfopenia profunda, con desarrollo de anergia y pérdida de la actividad de las células asesinas naturales. 32.3. IDS POR ENFERMEDADES ORGANOESPECÍFICAS Enfermedades renales Tanto el síndrome nefrótico como la insuficiencia renal crónica son causa de inmunodeficiencia secundaria. El síndrome nefrótico se caracteriza por un aumento en la permeabilidad de los glomérulos renales, lo que lleva a pérdida de proteínas por la orina y a su disminución en la sangre, con hipogamaglobulinemia; inicialmente la membrana glomerular deja escapar inmunoglobulinas pequeñas como la IgG, y posteriormente las de mayor peso molecular como la IgM. Lo anterior causa susceptibilidad a las siguientes infecciones: peritonitis, infecciones pulmonares, cutáneas y urinarias, y en casos más graves a la septicemia. La uremia, independientemente de la nefropatía que la produce, afecta negativamente la respuesta inmune mediada por los linfocitos T, así como los mecanismos microbicidas de los neutrófilos. Por otro lado, la hemodiálisis también altera los mecanismos de defensa al activar el complemento y afectar la adherencia de los neutrófilos. Enteropatía perdedora de proteínas La pérdida entérica de proteínas se observa en: i) enfermedades que dañan la mucosa intestinal como la colitis ulcerativa, el esprue tropical, el edema angioneurótico y las fístulas gastrocólicas; ii) en las enfermedades que producen obstrucción de los linfáticos intestinales como la linfangiectasia intestinal, la enteritis regional, el
  • 6. 6 taponamiento cardíaco y las neoplasias; iii) en las infecciones como el HIV, la disentería por Shigella, la estrongiloidiasis y la tuberculosis. La pérdida masiva de proteínas por el intestino produce hipoproteinemia y edema; el edema altera aún más los mecanismos de defensa intestinal. Suele haber hipogamaglobulinemia, la cual llega a ser tan significativa que amerita terapia de sustitución con gamaglobulina intravenosa. Sin embargo, en la enteropatía perdedora de proteínas también se afecta la inmunidad celular, debido a una profunda linfopenia. 32.4. IDS POR ENFERMEDADES CRÓNICAS Neoplasias malignas El cáncer representa un modelo muy particular de inmunodeficiencia secundaria; por una parte, para que un tumor maligno se desarrolle debe haber escapado de la vigilancia inmunológica, ejercida fundamentalmente por las células NK y los linfocitos T citotóxicos. De otro lado, en la medida que el tumor crece evade y deprime la función del sistema inmune. Los pacientes con cáncer diseminado son más susceptibles a las infecciones pues en esa etapa tienen alterados los mecanismos inmunes efectores, tanto celulares como humorales. Adicionalmente, los tumores pueden producir sustancias inmunosupresoras como el TGF-β e inducir la expresión de Fas-L, promoviendo la apoptosis de células inmunes que expresen Fas. 32.5. IDS RELACIONADAS CON LA EDAD IDS del prematuro y lactante En condiciones normales la inmunidad del feto y del neonato se considera funcionalmente inmadura, pues no ha tenido el entrenamiento adecuado (la exposición a los antígenos extraños) para aprender a desplegar oportunamente las respuestas necesarias para controlar los intentos de invasión por los microorganismos. En la vida fetal no se produce o se producen muy pocos anticuerpos de los isotipos IgA, IgG e IgE; sin embargo, se desarrollan los linfocitos B naturales (B-1) que secretan desde entonces anticuerpos naturales del isotipo IgM, y hay transferencia de IgG materna al feto en el último trimestre de la gestación. Los factores del complemento y otros reactantes de fase aguda son escasos en el plasma del feto y el neonato, en comparación con los lactantes mayores y los adultos.
  • 7. 7 En los prematuros se presentan alteraciones en la respuesta inmune humoral y en la función de las células fagocíticas, particularmente los neutrófilos. La infección bacteriana es la mayor causa de muerte y la morbilidad en los neonatos prematuros, a pesar de la terapia antibiótica eficaz; estas infecciones se semejan en gravedad y frecuencia a las que se observan en los pacientes con neutropenias severas. Además, la producción de TNF-α por los monocitos de los neonatos pretérmino está reducida en un 75% cuando se compara con la observada en los neonatos a término y en los adultos. En cuanto a la deficiencia humoral, el parto anticipado impide que el paso de la IgG materna a través de la placenta se realice adecuadamente. Los neonatos nacidos a término exhiben mayores deficiencias en la fase temprana de la respuesta innata de resistencia antiviral y en la respuesta inmune celular adaptativa. La actividad citotóxica de las células mononucleares, los monocitos y las células NK se encuentra alterada en el neonato a término, en especial contra una serie de blancos como las células infectadas con el virus de herpes simplex. El déficit en la función de las células NK neonatales se relaciona probablemente con una actividad citolítica disminuida de esas células, la cual es aproximadamente el 50 por ciento de la observada en las células NK de los adultos. Muchos estudios han demostrado un retraso en el desarrollo de las respuestas específicas de antígeno de las células T, valoradas por la proliferación de los linfocitos neonatales en respuesta al herpes simplex, fenómeno que estuvo asociado con un retraso en la producción de IFN-γ. Estas alteraciones en la adquisición de células T maduras antígeno-específicas y en la producción de citocinas pueden ser factores importantes en la mayor susceptibilidad del neonato a la infección con el virus herpes simplex. IDS en la edad avanzada En los adultos mayores se observa una mayor incidencia de infecciones y procesos malignos, lo que particularmente se ha asociado con una disminución de la respuesta inmune celular; se ha observado un repertorio limitado de linfocitos T y dificultad para producir células T vírgenes, afectando principalmente la respuesta a antígenos nuevos. Los linfocitos B también exhiben una menor diversidad, y se observa dificultad para generar una respuesta inmune protectora frente a vacunas, a pesar de que existen más células B de memoria. Como es de esperarse, las barreras naturales y algunos mecanismo efectores de la inmunidad innata también se van alterando con la vejez; el proceso de cicatrización y reparación de la piel y mucosas se hace más lento, probablemente como consecuencia de cambios endocrinos y metabólicos asociados con la edad. Adicionalmente, se ha postulado que con la edad avanzada se disminuye
  • 8. 8 la producción de factores de crecimiento hematopoyéticos, necesarios para la producción y diferenciación de las células del sistema inmune. 32.6. IDS POR TERAPIAS INMUNOSUPRESORAS Algunas IDS aparecen por el tratamiento con agentes inmunosupresores; los principales afectados son los receptores de trasplantes de órganos y los que padecen de enfermedades autoinmunes. En la categoría de medicamentos supresores de la respuesta inmune se encuentran los glucocorticoides, la ciclosporina, el tacrolimus, la rapamicina, y los fármacos utilizados como anti-neoplásicos y para el tratamiento de algunas enfermedades autoinmunes, como el metotrexato, la ciclofosfamida, el micofenolato y la azatioprina. También inducen inmunodeficiencia la globulina anti- linfocítica, la radiación utilizada para el tratamiento del cáncer y diferentes anticuerpos monoclonales que bloquean selectivamente algunas moléculas importantes durante la respuesta inflamatoria (anticuerpos anti TNF, anti IL-6 o IL-1) o que contribuyen a la eliminación de subpoblaciones específicas de células inmunes (rituximab, un anticuerpo anti CD20 que contribuye a la eliminación de los linfocitos B). La administración de esos tratamientos inmunosupresores en los pacientes sometidos a trasplantes o en aquellos con enfermedades autoinmunes graves, tiene como objetivo producir una inmunodeficiencia de grado variable, en particular inhibir la proliferación y actividad funcional de los linfocitos T. El efecto supresor depende de la dosis y de la duración del tratamiento. Esta supresión inmune predispone a esos individuos a padecer de infecciones producidas principalmente por microorganismos intracelulares, como el citomegalovirus. 32.7. IDS POR INFECCIONES Existen evidencias de diversas alteraciones inmunológicas presentes en los individuos afectados por infecciones bacterianas, virales, parasitarias y fúngicas. Son múltiples los mecanismos por los cuales un microorganismo patógeno puede interferir con la respuesta inmune del hospedero; puede haber una infección directa de las células participantes en la respuesta inmune (caso típico de la infección con el HIV-1), con destrucción de ellas o modificación de su función; puede existir una expansión exagerada de subpoblaciones de linfocitos T supresores o la producción de factores solubles que pueden suprimir o alterar la respuesta inmune.
  • 9. 9 Entre los agentes infecciosos cuya acción inmunosupresora está mejor documentada se destacan: i) Virus: HIV-1, sarampión, Epstein-Barr, citomegalovirus, herpes simplex, varicela- zoster, hepatitis B y C, influenza, rabia, rubéola, adenovirus y rinovirus. ii) Bacterias: Cualquier infección bacteriana grave puede asociarse con profundos trastornos del sistema inmune; componentes de la pared de las micobacterias son capaces de suprimir in vitro la respuesta de los linfocitos T ante los antígenos. Otros gérmenes producen superantígenos que conducen a una activación descontrolada de los linfocitos T CD4+. iii) Hongos: Hay evidencias in vitro del efecto inmunosupresor de extractos de Candida albicans y de Histoplasma. iv) Parásitos: Un efecto supresor de la respuesta inmune se ha observado asociado con la infección producida por el T. cruzi. Sin embargo, el HIV es el caso mejor caracterizado de inmunodeficiencia debida a una infección; la patogénesis de la infección por el HIV depende de la interacción de este virus con diversos componentes del sistema inmune del hospedero, lo que afecta diferentes células como consecuencia directa de la infección o indirectamente por múltiples mecanismos. (VER CAPÍTULO 31) 32.8. IDS POR ENFERMEDADES Y NEOPLASIAS DE MÉDULA OSEA Múltiples factores pueden hacer que se altere la función hematopoyética de la médula ósea y se genere una inmunodeficiencia secundaria: la aplasia medular, la mielofibrosis, las infecciones medulares crónicas, la toxicidad por medicamentos o agentes químicos y las neoplasias hematológicas, entre otras. Entre las neoplasias hematológicas que se asocian con inmunodeficiencia secundaria se destaca la enfermedad de Hodgkin, en la que los pacientes presentan anergia en las reacciones de hipersensibilidad retardada cutánea, lentitud en el rechazo de injertos, y poca o nula respuesta in vitro de los linfocitos T frente a los antígenos. Las deficiencias inmunes también pueden estar relacionadas con la enfermedad primaria; por ejemplo, la neutropenia asociada con muchas neoplasias hematológicas, o las disgamaglobulinemias en pacientes con mieloma múltiple o con leucemia linfoide crónica de células B.
  • 10. 10 32.9. IDS A TRAUMA Y DOLOR Proporcional a la intensidad del trauma y el dolor, la respuesta neuroendocrina y hemodinámica aguda produce depresión de la respuesta inmune por varios mecanismos. El más común es el estrés físico agudo, que lleva a la descarga de catecolaminas y cortisol, moléculas que tienen un efecto inmunosupresor bien documentado. Además, en el trauma se encuentran alteraciones metabólicas e hidroelectrolíticas secundarias a una lesión tisular importante, fenómenos que impiden una adecuada respuesta inmune. A estos mecanismos se les agrega la alteración de las barreras mecánicas (piel y mucosas), que permite un mayor paso de los gérmenes hacia el compartimiento intersticial. Lo anterior conlleva al desarrollo de una respuesta inflamatoria a consecuencia de la activación de células de la inmunidad innata, con producción de citocinas proinflamatorias tipo IL-6, TNF-a y de quimiocinas que aumentan el reclutamiento de células inmunes y el daño tisular. Los pacientes que sufren trauma severo pueden presentar una respuesta inflamatoria sistémica y síndrome respiratorio inflamatorio del adulto, y hasta desarrollar falla multiorgánica; la activación celular inespecífica observada en estas condiciones induce muerte celular por activación y un estado de anergia que genera parálisis inmunológica. 32.10. IDS A OTRAS ENFERMEDADES Diabetes mellitus Los pacientes diabéticos son más susceptibles a las infecciones, especialmente a la tuberculosis, la candidiasis mucocutánea y a la celulitis piógena. Se han documentado alteraciones sutiles de la respuesta inflamatoria en los pacientes diabéticos, incluso en aquellos que tienen un control terapéutico adecuado. En particular, se han demostrado alteraciones de la quimiotaxis de los polimorfonucleares y de los macrófagos, acompañadas de una menor capacidad de la ingestión de partículas y microorganismos, y de deficiencias en la actividad bactericida. La función del sistema inmune depende de una división y diferenciación celular muy efectiva, y de una síntesis proteica constante y activa; esta característica hace que el sistema inmune sea altamente dependiente de un suministro de energía, enzimas y moléculas esenciales como los aminoácidos. Por lo tanto, la función inmunológica se puede deteriorar cuando existe un trastorno del metabolismo
  • 11. 11 energético o una carencia de una enzima o sus cofactores. En este grupo, las causas más importantes de inmunodeficiencia secundaria son las deficiencias enzimáticas; aunque son raras, se han descrito inmunodeficiencias secundarias con compromiso predominante de la inmunidad celular específica en la galactosemia, la deficiencia de G-6-P translocasa microsomal (glicogenosis tipo I b) y la anemia de células falciformes. Asplenia congénita y adquirida El bazo es un órgano linfoide secundario periférico, esencial para el desarrollo de la respuesta inmune humoral contra los microorganismos que evaden la fagocitosis y logran alcanzar el torrente circulatorio, como por ejemplo los gérmenes capsulados. Así, la ausencia del bazo o de su función se asocia con una inmunodeficiencia secundaria de tipo humoral, con deficiencia principalmente de anticuerpos contra los polisacáridos. Las principales causas de asplenia son: la ausencia congénita; la extirpación quirúrgica por causa médica (hiperesplenismo, trombocitopenia severa, etc) o por un trauma (estallido esplénico); los microinfartos recurrentes que llevan a asplenia funcional como en la anemia de células falciformes. La siembra peritoneal de tejido esplénico, práctica quirúrgica habitual, busca solucionar esta inmunodeficiencia. Además, se recomienda que todo paciente que esté programado para una esplenectomía electiva, reciba vacunas contra neumococos, Haemofilus influenzae tipo b y meningococos. 32.11. IDS ASOCIADA A SÍNDROMES GENÉTICOS El desarrollo que se ha presentado en las últimas décadas en la biología y la genética moleculares, ha permitido la caracterización de una amplia variedad de síndromes de origen genético que se asocian con alteraciones, en diverso grado, de la respuesta inmune. Hasta el presente, en la mayoría de estos síndromes no se han definido daños en los genes directamente relacionados con el desarrollo y función de los componentes de la respuesta inmune (celulares y humorales), por lo que se continúan considerando como IDS. Sin embargo, no se descarta que, como ha sucedido con otras enfermedades de origen genético, en el futuro mediato se identifiquen alteraciones en el sistema inmune debidos primariamente a esos defectos genéticos y se reclasifiquen como inmunodeficiencias primarias.
  • 12. 12 Síndrome de Down Hasta una tercera parte de los pacientes afectados por este defecto cromosómico presenta infecciones recurrentes desde moderadas a severas, con presencia significativa de autoanticuerpos en el suero y aumento en la frecuencia de neoplasias (especialmente leucemias). Se han documentado anormalidades inmunológicas en el síndrome de Down tales como linfocitos B disminuidos en sangre periférica y concentraciones bajas en suero de IgM, IgG total y subclases de IgG (que se normalizan después de los 5 años de vida); adicionalmente, la producción de anticuerpos específicos es deficiente en respuesta a los antígenos T dependientes e independientes. El mayor compromiso inmunológico en este síndrome está en la inmunidad celular; si bien existe un incremento en el número de células NK circulantes, su fenotipo y respuesta funcional es deficiente. Además, aunque el número de linfocitos T totales es normal, se observan alteraciones en el recuento de los linfocitos T CD4+ y/o CD8+, con inversión de la relación CD4:CD8, respuesta proliferativa deficiente y disminución en la respuesta cutánea de hipersensibilidad retardada. En el timo, hay disminución en el número de timocitos corticales y corpúsculos de Hassall grandes, con maduración anormal de los linfocitos T. Finalmente, en los pacientes afectados por el síndrome de Down las células fagocíticas también son disfuncionales, particularmente por disminución de la respuesta quimiotáctica, la fagocitosis y la explosión respiratoria, tanto de los neutrófilos como de los monocitos, fenómeno asociado con una incapacidad para destruir bacterias in vitro. LECTURAS RECOMENDADAS Chinen J, Shearer WT. Secondary immunodeficiencies including HIV infection. J Allergy Clin Immunol 2010, 125 (2 Suppl 2): S195-203 Cunningham-Rundles S. Mechanisms of nutrient modulation of the immune response. J Allergy Clin Immunol 2005, 115:1119-1128. Peter Katona, Judit Katona-Apte. The Interaction between Nutrition and Infection Clinical Infectious Diseases 2008, 46:1582–8
  • 13. 13 Silvia Maggini, Eva S. Wintergerst, Stephen Beveridge, Dietrich H. Hornig. Selected vitamins and trace elements support immune function by strengthening epithelial barriers and cellular and humoral immune responses. British Journal of Nutrition (2007), 98, Suppl. 1, S29–S35 M. A. A. Kusters, R. H. J. Verstegen, E. F. A. Gemen, E. de Vries. Intrinsic defect of the immune system in children with Down syndrome: a review. Clinical and Experimental Immunology, 2009, 156: 189–193 ABREVIATURAS UTILIZADAS DNA: Deoxyribonucleic acid (Ácido desoxirribonucleico) HIV: Human immunodeficiency virus (Virus de inmunodeficiencia humana) IDS: Inmunodeficiencia secundaria IFN: Interferón Ig: Inmunoglobulina IL: Interleukin (Interleucina) NK: Natural killer (Célula asesina natural) RNA: Ribonucleic acid (Ácido ribonucleico) TGF: Transforming grouth factor (Factor transformante del crecimiento) TNF: Tumor necrosis factor (Factor de necrosis tumoral)
  • 14. 14 Tabla 1. Clasificación de las inmunodeficiencias secundarias 1. Deficiencias nutricionales 2. Disfunción de órganos específicos Malnutrición proteico-calórica Enfermedad renal crónica - uremia Deficiencias de vitaminas: A,D, E, C, B12, B6 Síndrome nefrótico Deficiencia de hierro Hepatopatía crónica Deficiencia de otros minerales: zinc, selenio, cobre Enteropatía perdedora de proteínas 3. Enfermedades crónicas debilitantes 4. Inmunodeficiencia relacionada con la edad Cáncer Prematuridad Enfermedades autoinmunes Lactancia menor y mayor Lesiones de columna vertebral Senectud 5. Agentes inmunosupresores 6. Enfermedades infecciosas Físicos: radiación ionizante Bacterianas: lepra, tuberculosis Biológicos: Micóticas - Anticuerpos terapéuticos (Gamaglobulinas) Parasitarias: malaria - Globulina anti linfocitos T Virales: - Anticuerpos monoclonales - Virus de inmunodeficiencia humana (HIV) Químicos: - Sarampión - Glucocorticoides - Influenza - Ciclosporina y otras ciclofilinas - Adenovirus - Drogas citotóxicas y anti proliferativas - Herpes virus 1, 2 y 6 - Drogas anti convulsivantes - Virus Epstein Barr - Otras - Citomegalovirus 7. Enfermedades infiltrativas de médula ósea y 8. Dolor y trauma neoplasias hematológicas Leucemias y linfomas Trauma craneoencefálico Histiocitosis de células de Langerhans Trauma de tórax y abdomen Anemia aplástica Quemaduras Agranulocitosis secundaria Cirugías mayores o de urgencia, esplenectomía Sarcoidosis Trasplante de médula ósea Enfermedad linfoproliferativa en trasplantados Trasplante de órganos sólidos 9. Otras enfermedades asociadas con 10. Otros síndromes asociados con inmunodeficiencia inmunodeficiencia Diabetes Mellitus Síndrome de Down Asplenia congénita Errores del metabolismo con inmunodeficiencia Anemia de células falciformes Hipoplasia cartílago-pelo Esferocitosis hereditaria Displasia esquelética de extremidades cortas con Anemia de Fanconi ID Displasia inmuno-ósea de Schimke Incontinentia pigmenti Displasia ectodérmica anhidrótica hipohidrótica Xeroderma pigmentoso Síndrome de Bloom Otros síndromes genéticos con inmunodeficiencia