1. Recreación de un grupo de Homo Heidelbergensis, en base a los restos hallados en la Sima de los Huesos
Pedro Simón Laplace, Essai philosophique sur les probabilités, Introducción, 1814,
plantea la gran aspiración del racionalismo, y herencia de la Ilustración: “Un intelecto
que en un cierto momento podría conocer todas las fuerzas que establece la naturaleza
en movimiento, y todas las posiciones de todos los temas que esa naturaleza compone,
si ese intelecto fuera también tan suficiente para presentar esos datos en un análisis,
que pueda unir en una simple fórmula los movimientos de los grandes cuerpos del
universo y lo muy pequeño del átomo; para ese tipo de intelecto nada será incierto y el
futuro como el pasado sería el presente para esos ojos”.
Pero,… ¿será posible que algún día encontremos esa “simple formula” que nos
describa y determine tanto “el futuro como el pasado” de la Humanidad?
Pero,… ¿es posible que exista tal fórmula?
Índice:
1. Introducción.
2. ¿Cómo concebimos lo que es el tiempo?
3. La flecha del tiempo.
4. Kuhn contra Popper. ¿Por qué?
5. Tres visiones determinista del progreso de la Ciencia.
a. El tiempo cíclico.
b. La “Ley de las tres generaciones”.
c. La ecuación del crecimiento de la Ciencia.
6. Tres revoluciones científicas de la época moderna.
a. La formación del pensamiento moderno en Europa.
b. El paso del modernismo al posmodernismo.
c. 2014, fallo estructural: cambio de ciclo.
7. Post scriptum.
2. Ciencia y Sociedad
Ciencia: entre el relativismo y la ideología
¿Cómo progresa la ciencia?,… reconstruir la Historia.
Jesús Pérez Espinosa
Castellón, 24 de febrero de 2014
1. Introducción.
¿Qué nos queda de la definición de Cicerón sobre la Historia: “La Historia es testigo de
los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de la
Antigüedad” (De oratore, II, 9, 36)? La utilización de las fuentes históricas, los datos y
testimonios,… no es una tarea inocente, y a menudo ofrecen una visión deformada de la
realidad. Una visión tendenciosa. No forzosamente achacable a una mente maliciosa,
sino las más de las veces, a una óptica personalista, que reduce cualquier expresión a
una visión particular, cerrada, que por ser coincidente entre un grupo más o menos
numeroso, llamamos ideología. Y a partir de ahí, el historiador pretende reconstruir lo
que fue, o más exactamente, lo que creemos (quizá, ¡queremos!) que pudo ser un
acontecimiento pasado. Las debilidades del historiador, en este caso mis debilidades en
este asunto, son:
Una concepción de la Historia eurocéntrica. Es La advertencia de Mircea Eliade
“Creemos desde hace tiempo que la filosofía occidental corre el peligro de tornarse
“provinciana”: primero, por aislarse celosamente en su propia tradición e ignorar,
por ejemplo, los problemas y las soluciones del pensamiento oriental”.
La elección y determinación de los períodos de la historia impuestos “a posteriori”,
donde manejamos los conceptos de simultaneidad, duración y sucesión a nuestra
conveniencia. “Yo veo en la historia universal la imagen de una eterna formación y
deformación, de un maravilloso advenimiento y perecimiento de formas orgánicas.
El historiador de oficio, en cambio, concibe la historia a la manera de una tenía
que, incansablemente, va añadiendo época tras época”. Oswald Spengler, La
decadencia de occidente, pág. 31. (Abreviaremos este texto como LDO)
“Organizar el pasado en función del presente: eso es lo que podría denominarse la
función social de la historia”, Lucien Febvre. Y eso supone deformar la historia,
hasta ajustarla a nuestra idea.
No siempre somos capaces de “pensar científicamente en una época en la que los
cánones del pensamiento científico eran muy diferentes de los actuales”, tal como
recomienda Thomas S. Kuhn, La estructura de las revoluciones Científicas, 1962,
pág. 9. (Abreviaremos este texto como ERC)
Elegimos unos textos globales determinados. Aquellos que se ajustan a lo que
fuimos hace años y nos han moldeado. Los demás, simplemente, los ignoramos. Sin
contar que muy pocas veces acudimos a los textos originales, y nos fiamos de
interpretaciones de terceros.
En definitiva, escribimos y estudiamos la historia fundada en una elección arbitraria de
hechos de acuerdo con la ideología dominante en cada momento. O dicho de otro modo,
incluso nos dejamos llevar por modas y tendencias culturales de cada momento.
3. 2. ¿Cómo concebimos qué es el tiempo?
El tiempo y la vida son atributos indisociables en el ser humano. ¿Existe el tiempo? Es
algo que parece no necesitar ser demostrado. El mundo cambia incesantemente y la
percepción del cambio, de la sucesión o de la duración de las cosas nos sugiere la idea
del tiempo. El ser humano empieza a percibir el “tiempo” desde que deja la infancia,
cuando constata cómo fluye eso que llamamos “finitud”, que lo identificamos con el
cambio, el deterioro de las cosas,… somos conscientes de que “nuestro mundo
desaparece”. Pero,… ¿qué es el tiempo?, ¿qué misterio encierra su inexorabilidad? Los
seres humanos tenemos diferentes ideas sobre qué es el tiempo.
Los tres personajes del cuadro Las tres
edades de la vida de Hans Baldung,
1539, vigilados por la tétrica figura del
fondo que mide ¡no su tiempo!, pues
representa la intemporalidad, sino que
mide ¡nuestro tiempo!, agarra a la
anciana como para llevársela, pues él
no pacta ni perdona. Porta una pértiga
quebrada, como la vida misma, que el
niño parece ya agarrar con su mano.
Ese paisaje que se vislumbra al fondo,
cuál erial,… descampado, yermo,
baldío, desierto,… ¿es el resultado
final de la ecuación vida y muerte?
¿Por qué la lechuza está a nuestros
pies y no arriba sobre una rama,
presidiendo, como un notario, la
escena? Quizá su visión sea
incompleta, huidiza, breve,… pues se
sabe perdedora ante el fugaz tiempo.
¡No se atreve plantar batalla!
¿Esos tres personajes tienen la misma
idea acerca de qué es el tiempo? ¿El
tiempo es lineal o cíclico; subjetivo u
objetivo; absoluto o relativo; externo o
interno; biológico o psicológico; real o
imaginario; físico o mítico;
prehistórico, histórico o ahistórico;
formal o intuitivo?
El tiempo es una dimensión, como lo es el espacio, y sobre ese espacio-tiempo se
desarrolla la realidad: nosotros y lo que somos. O creemos ser. O queremos ser. “El
sentido del existir humano es la temporalidad” (M. Heidegger - Sein und Zeit).
¿Tiempo y temporalidad es lo mismo? ¿Presente y ahora son intercambiables? ¿Encaja
la idea de tiempo con la idea de eternidad? Pero,… ese no es nuestro tema.
4. Nosotros nos planteamos otra cuestión. ¿Es la Historia una forma de medir el Tiempo?
¿Es posible predecir la Historia? ¿Existe una ley de periodicidad del universo? ¿Hay
una lógica de la Historia? Desde un principio el ser humano busca fórmulas, ecuaciones
y teorías que expliquen una personal visión de la Historia.
3. La flecha del tiempo
En física, el tiempo es una magnitud fundamental estrechamente relacionada con el
calor y la entropía, siguiendo la Segunda Ley de la Termodinámica (Clausius, 1865).
El universo primigenio tenía una energía enormemente concentrada, tenía una bajísima
entropía. La flecha del tiempo está relaciona el orden en un sistema. Un sistema muy
ordenado requiera mucha energía. Ese Universo primigenio poseía una total simetría,
sus elementos eran totalmente simples y sometidos a una única fuerza, a una única ley o
ecuación física. Esa simetría implica procesos reversibles: la no existencia del tiempo.
La evolución del Universo, a medida que evoluciona, ¡se iba enfriando!, la entropía
aumenta. La flecha del tiempo, nos adentra en un mundo que dispersa energía, un
mundo asimétrico, que nos habla del caos, de un mundo que abandona el orden,
abandona el determinismo estricto, y sugiere un mundo de elementos aleatorios,
complejo y emergente donde la disgregación y la diversidad ofrecen a los individuos un
abanico de oportunidades y posibilidades que antes no se daban. Se trata de sistemas
donde existe un azar predecible, que permite autoorganizarse. Así pues, todo sistema
evoluciona espontáneamente del orden, acumulación de energía en ciertos puntos, hacia
el desorden, como forma de dispersión de energía. Ese Universo pierde energía que se
transforma en calor, que es una forma de energía no reutilizable. Eso es lo que lo hace
irreversible, y decimos que el Universo gana entropía. Este aumento de la entropía es lo
que permite distinguir entre un pasado y un futuro.
La expresión flecha del tiempo, fue utilizada por el astrofísico Arthur Eddington, The
Nature of the Physical World, 1928: “Dibujemos una flecha del tiempo arbitrariamente.
Si al seguir su curso encontramos más y más elementos aleatorios en el estado del
universo, en tal caso la flecha está apuntando al futuro; si, por el contrario, el elemento
aleatorio disminuye, la flecha apuntará al pasado… Emplearé la expresión ’flecha del
tiempo’ para describir esta propiedad unidireccional del tiempo que no tiene su par en
el espacio”.
Dos características limitan este concepto:
Irreversibilidad. Hay fenómenos en el que el desenlace lo tenemos totalmente
resuelto de antemano. Cuando el vaso de cristal que cae de la mesa se rompe contra
el suelo, nadie espera que pueda volver a recomponerse espontáneamente entero
sobre la mesa. O dicho más exactamente, las probabilidades de que ello sucediese lo
hace improbable.
Asimetría. La física cuántica nos presenta que las partículas subatómicas, lo que
llamamos microcosmos, obedecen a procesos físicos que son en su mayor parte
temporalmente simétricos, lo que exige que el tiempo para ellos sea reversible. En el
plano macrocósmico, nuestro mundo cotidiano, sucede todo lo contrario, ya que
existe una clara distinción entre el pasado y el futuro, lo que produce una realidad
asimétrica. El tiempo marcha siempre hacia delante, mientras que en el
microcosmos el tiempo no existe.
Es la flecha del tiempo. Esta visión física del tiempo se adapta perfectamente en eso
que damos en llamar “pensamiento humano”. En mi trabajo “Perspectiva holística de
5. la Termodinámica”, 23 de febrero de 2011, ya hablé de las implicaciones de la entropía
física y la existencia de una entropía social. Las ideas de democratización, lucha de
clases, estado de bienestar social,… parecen estar relacionadas con los sistemas físicos
de abandonan el orden o concentración de energía y se reorganizan en estados de
dispersión y equilibrio energético. Lo que en física (y en sociología) llamamos
desorden.
Pero ahora viene la sorpresa. Este análisis determinista y formal hecho sobre la entropía
no es completo. En ese largo camino de la evolución del Universo aparecen dos
propiedades nuevas y curiosas que se dan en los sistemas que se enfrían y se
desorganizan, en un mundo que gana entropía y pierde orden y simetría, en un mundo
que exige que energía se disgregue:
El emergentismo, que surge como nueva característica debida a la interacción de
varias propiedades anteriores y cuyo desenlace es una característica novedosa, que
no era previsible a partir del estudio aislado de las propiedades iniciales. ¿Quizá el
sabor salado sea una propiedad emergente de los fuerzas de enlace químico entre
los iones de sodio y cloro? ¿Quizá la vida sea una propiedad emergente entre ácidos
nucleicos y ciertos aminoácidos?
La resiliencia, que aparece como la capacidad de ciertas sustancias o individuos de
sobreponerse a situaciones adversas, y así afrontar y superar la adversidad. Hay
sustancias que almacenan cierta energía debido a una fuerza externa que los
deformarse elásticamente, y que al cesar permiten recobrar sus características
iniciales. O, en los seres vivos, acosados por perturbaciones ambientales son
capaces de adquirir nuevas herramientas, construyendo nuevos vínculos internos
entre ellos, y que les permiten autoorganizarse. Quizá la humanización sea un tipo
de resiliencia que se da entre los humanos para favorecer sus relaciones. Los griegos
al establecer el ideal de paideia, "educación" o "formación", o la idea de polis como
organizadoras de la sociedad, pueden ser ejemplos de resiliencia.
Ambas propiedades, emergentismo y resiliencia, contradicen a lo dicho sobre el
aumento de entropía en el Universo, ya que suponen una mejora en su autoorganización.
¿Por qué un análisis científico, determinista, basado en relaciones entre causa-efecto,
aseverado por las experiencias físicas, nos lleva a esta contradicción?
4. Kuhn contra Popper. ¿Por qué?
En filosofía las fronteras entre lo que es conocimiento científico y no científico
equivaldrían a analizar los límites entre ciencia y metafísica. La palabra “metafísica”
deriva del griego μεταφυσική, que significa «más allá de la naturaleza o más allá de lo
material o físico», proviene del título puesto por Andrónico de Rodas, siglo I a. C., que
al organizar la primera edición de las obras de Aristóteles ordenó estos libros detrás de
los libros sobre física (tà metà tà physiká). De allí surgió el concepto de “metafísica”,
que en realidad significa: aquello que en el estante está después de la física. ¿Es pues
esta división puramente accidental? ¡No! Esta división coincide con la idea del propio
Aristóteles en diferenciar y designar como “filosofía primera” a un cierto tipo de
conocimiento, estudio del ser, como oposición a las ciencias particulares. Así se
formula el principio universal de symploké, que Demócrito de Abdera emplea para
designar el entretejimiento, la urdimbre que, según él, se daba entre todos los
6. componentes indivisibles de la realidad, los átomos. Este entretejimiento de ideas y
conceptos exigen recurrir a:
la hermenéutica, como capacidad de interpretar textos, y la
heurística, como creatividad y capacidad de sugerir hipótesis.
Ambas actitudes presentan aspectos personales, subjetivos, particulares,…
concepciones a veces revolucionarias, rompedores de moldes,... que implican un cierto
relativismo, ya que cada sociedad crea y adopta los valores y las normas que necesita.
Ello conduce a que la idea de historia como investigación científica obedezca a
variables como la crítica, la censura, la intolerancia,...
El planteamiento de este problema, es conocido como el problema generalizado de la
demarcación. El problema de la demarcación es definir los límites que deben configurar
el concepto “ciencia”. Debemos distinguir lo que es ciencia de lo que no es. Es decir,
diferenciar entre ciencia y metafísica, o simplemente, diferenciar entre ciencia y
pseudociencia. Popper, en último término, lo que intenta es encontrar criterios para
poder decidir, entre dos teorías dadas, cuál de ellas funciona mejor, y por tanto, es más
"científica".
Esa lucha en el mundo de las ideas, es lo que llamamos ideología. Es la eterna lucha
entre idealismo y materialismo, entre Platón y Epicuro, entre Dédalo e Ícaro.
Controversia que está sin resolver. Es esa la lucha entre la Física Clásica y la Física
Cuántica, donde debemos elegir entre corpúsculos y ondas, entre una física determinista
o indeterminista. Y la solución no corre a cargo del búho de Minerva ni está en la
antorcha que Prometeo coge en sus manos. Exige un claro posicionamiento de cada
individuo, de cada uno de nosotros. Kuhn contra Popper. Es una cuestión puramente
ideológica.
Dos concepciones cabe esperar para contestar a ¿cómo funciona la ciencia? ¿Hay que
enfrentar a Karl Raimund Popper, Conjeturas y refutaciones, 1963, con Thomas
Samuel Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, 1962? Sea cual sea el
resultado, debemos señalar que, posiblemente, ambos textos son los libros académicos
más influyentes en la Historia de la Ciencia del siglo veinte. Si no resulta superficial el
concepto de “moda”, “corrientes de pensamiento”, “nuevas perspectivas”, habrá que
reconocer que en la década de 1970, Kuhn, fue elevado a la categoría de “gurú” por la
“gente de izquierda”.
7. Formalismo. La ciencia está dotada de un estructura interna independiente del
científico. Este intentará desentrañar el conocimiento científico a partir de una
actividad completamente racional y controlada, como nos la presentó el positivismo
del S.XIX y en el S.XX el neopositivismo del Círculo de Viena, con el que Popper
tenía algún vínculo, aunque no era miembro de él, incluso era crítico de algunos
aspectos. Los formalistas afirmaban que lo importante de la ciencia son las
teorías y la comparación objetiva entre las distintas teorías existentes. La
ciencia se construye a través de hipótesis que se refutan o se verifican mediante la
observación o la contrastación empírica. No hay verdad final en ciencia, y el
progreso científico se logra a través de “conjeturas y refutaciones”, el espíritu
autocrítico es la esencia de la ciencia. Aunque la ciencia es inductiva, en primera
instancia, pues hace experimentos, el aspecto más importante y profundo es la parte
deductiva.
Historicismo. Los historicistas conceden más importancia al sujeto que lleva a cabo
la investigación dentro del contexto de la sociedad en la que está inmerso. La
ciencia es entendida como una actividad concreta que se ha venido dando a lo
largo de los siglos y que en cada época histórica presenta peculiaridades y
características propias. La actividad científica se ve influenciada por el "mundo
exterior". Kuhn muestra que la ciencia no es neutral al exponer una teoría, sino que
hay diálogo, debate, y también tensiones y luchas entre los defensores de los
distintos paradigmas, o postulados que rigen en un momento determinado. Los
científicos no son seres absolutamente racionales.
La Ciencia es algo más complejo que una colección de leyes y teorías:
Galileo, Newton, Maxwell-Hertz, Boltzmann, Planck, Einstein, dos veces, ¿a eso se
reduce la Física? La lucha es, pues, entre la concepción de la ciencia como un proceso
perfectamente racional, objetivo, contra la idea donde la subjetividad marca el rumbo de
la investigación científica. Para Kuhn, en la Historia de la Ciencia, Copérnico, Darwin,
Einstein, Planck son revolucionarios contra el viejo paradigma de la ciencia existente
hasta la fecha; mientras que Newton, Lavoisier, Coulomb, Maxwell, incluso Bohr,
viven en el camino iniciado por los revolucionarios y serán los que trabajan la ciencia
normal, y acabarán construyendo un nuevo paradigma que destronará al viejo
paradigma.
La idea de que la teoría de la gravitación, por ejemplo, dependa de factores históricos,
psicológicos, existenciales, es contraria a nuestro sentido común y la concepción
tradicional que tenemos de la ciencia, que asociamos a objetividad y le exigimos rigor, y
unas reglas generales, epistemológica. Reaccionamos con escepticismo contra la
existencia independiente y subjetiva de nuestro mundo físico. Pero, la Ciencia no es
neutra. No seamos ingenuos. El subjetivismo, llamémosle ideología, está presente
siempre en la toma de decisiones. No vale decir que ciencia es una cosa, y otra distinta
los científicos. Las sociedades no funcionan así. No hay ciencia sin científicos, que a su
8. vez son ciudadanos con sus humores correspondientes. Los científicos como todo
ciudadano tienen su ambición, vanidad y su responsabilidad; son personas, con sus
defectos y virtudes. La actividad científica, como cualquier otra, es inseparable del
sistema social en la que se practica.
El debate que se establece, por lo tanto, entre las dos formas de entender la historia de la
ciencia puede resultar estéril, un callejón sin salida. Hasta el punto de llegar a decir
sarcásticamente Kuhn, que un paradigma triunfa no porque consiga convencer a sus
oponentes, sino porque los representantes del paradigma más antiguo van falleciendo.
5. Tres visiones determinista del progreso de la Ciencia.
Desde siempre el hombre ha buscado conocer la relación entre tiempo y temporalidad.
¿Es posible el determinismo en historia? ¿El futuro es potencialmente predecible a partir
del presente? ¿Existen ecuaciones y fórmulas que explican la historia? Veamos tres
intentos deterministas de explicar la Historia de la Ciencia.
a. El tiempo cíclico.
En los pitagóricos aparece ya la idea: todo lo que sucede ahora ha sucedido antes y
sucederá después. Esta doctrina afirma que todo el cosmos está sometido a un ciclo de
repetición eterna. La concepción del gran año está basada en la observación de los
fenómenos cíclicos, como el suceder de las estaciones, el ciclo diario que se repite
(mañana, mediodía, tarde, noche, mañana, etc.), los ciclos lunares, etc., y sostiene que
los astros vuelven periódicamente a ocupar las posiciones que han ocupado en un
tiempo anterior y que, en la exacta repetición de sus posiciones, reaparece un ciclo que
repite el anterior. De la misma manera que un ciclo solar (anual) está formado por ciclos
lunares (más o menos mensual), que a su vez está formado por ciclos diarios, los
defensores de esta doctrina afirmaban que existía un ciclo de ciclos, más general, al que
denominaban gran año cósmico.
El Uróboros, es la emblemática serpiente
del Antiguo Egipto y la Antigua Grecia,
representada con su cola en la boca,
devorándose continuamente a sí misma.
Llevan la inscripción griega εν το παν, todo
es uno.
Expresa la unidad de todas las cosas, las
materiales y las espirituales, que nunca
desaparecen sino que cambian de forma
perpetua en un ciclo eterno de destrucción
y nueva creación. Representa la naturaleza
cíclica de las cosas, y en un sentido más
general simboliza el tiempo y la
continuidad de la vida.
Esta concepción cíclica de la historia es defendida modernamente por Oswald
Spengler, LDO, pág. 16: “Los conceptos fundamentales de todo lo orgánico:
nacimiento, muerte, juventud, vejez, duración de la vida, ¿no tendrán también en esta
9. esfera (la Historia) un sentido riguroso que nadie aún ha desentrañado?”… “¿No
habrá, en suma, a la base de todo lo histórico, ciertas protoformas biográficas
universales?”.
La tradición judeo-cristiana, marcada por las tesis de una creación inicial y un fin de los
tiempos, introduce la idea de un tiempo lineal, herencia de la revolución filosófica del
Zoroastrismo. La pasión, muerte y resurrección de Jesucristo son hechos únicos,
irrepetibles, y dan un sentido a la existencia humana. De esta manera el tiempo aparece
como fundamentalmente lineal y orientado hacia el futuro, que tiene su origen en la
creación a partir de la nada y que culminará en el juicio final, que es el final de los
tiempos.
b. La «Ley de las tres generaciones», Ottokar Lorenz.
La “Ley de las tres generaciones”, propuesta por el historiador Ottokar Lorenz a fines
del siglo XIX, pretende demostrar que la generación es la unidad histórica para medir el
tiempo. Una generación equivale a unos 30 años, tres generaciones sería un siglo, y
observa que existe una evolución histórica que se puede organizar en grandes series de
300 hasta 600 años (diez o veinte generaciones). Así se explican los periodos históricos:
cultura nacional antigua (600-300 a. C.), Helenismo (300-1 a. C.), época imperial
romana (1-300), época de las migraciones de los pueblos (300-700), época imperial
occidental (700-1000), época estatal religiosa (1000-1300), Renacimiento (1300-1600),
Liberalismo (1600-1900).
c. La ecuación del crecimiento de la Ciencia
Debo señalar que la primera vez que expliqué este punto a mis alumnos de
Bachillerato, noté en ellos expectación y una tremenda curiosidad. Ellos estaban
familiarizados en Matemáticas con las curvas exponenciales y comprendieron que lo
que se les decía tenía un profundo sentido matemático. Y el desenlace era inesperado,
estremecedor: la ciencia, el progreso, tienen un límite, un techo, una frontera. Pero
su perspicacia, quizá su sentido de autoconservación como especie, les hacía intuir que
había trampa. Pues,… ¿el ser humano controla todas las variables estadísticas?
10. ¿El progreso, la ciencia tiene un poder ilimitado para la humanidad? O, ¿el
progreso, la ciencia tiene un tope, un límite? ¿Llegaremos a un cierto nivel a partir
del cual solo nos corresponderá mantener los logros alcanzados? En 1956 Derek J. De
Solla Price, aplica métodos matemáticos y propone en su texto “Hacia una ciencia de
la ciencia”, Ed. Ariel, 1973, la conocida “Ley del crecimiento exponencial de la
Ciencia”. Analiza la evolución en el consumo y publicación de revistas científicas que
han ido apareciendo a lo largo de la historia. Su análisis se corresponde con la siguiente
expresión matemática:
N = No ebt
Donde No sería el volumen de la ciencia en un momento determinado; N el volumen de
la ciencia dentro de un tiempo, t; y la constante “b”, dependería de diversas
características específicas: número de revistas científicas existentes, de autores, de
artículos, fundación de Universidades, descubrimientos, etc...
La gráfica siguiente describe la evolución del número de revistas científicas que se han
ido creando a lo largo de la historia. En ordenadas se representa el número de revistan
que van apareciendo y en abscisas los años.
El crecimiento de las revista científicas
es de tipo exponencial. La primera revista
científica se empezó a publicar en 1665.
Desde 1750 las revistas científicas que se
publican presentan un crecimiento
exponencial. Obsérvese que si en 1900 se
cuantifican 10.000 revistas, en 1950, se
cuantifican 100.000. Y, aunque el texto
de Price es de 1961, se extrapola que en
el año 2000 se alcanzarían el número de
un millón. También se recoge abajo el
crecimiento revistas de resúmenes de
artículos científicos.
Se puede calcular que cada 10-15 años se dobla el número de revistas científicas que
aparecen. Cuanto más grande es la Ciencia, más deprisa crece.
11. A la izquierda, se recoge el crecimiento
de resúmenes científicos que publica la
revista “Physics Abstracts”. También es
exponencial. Se trata de una revista de
resúmenes publicada desde 1892 por el
Instituto de Ingeniería Eléctrica de
Inglaterra. Cubre todo el dominio de la
física, y resume e indiza documentos
anuales, fundamentalmente artículos de
revistas, comunicaciones de congresos,
tesis y patentes. Se puede apreciar el
descenso de aparición de resúmenes
durante las dos grandes guerras.
Price constató que la información científica crece mucho más que otros bienes sociales.
La naturaleza presenta habitualmente crecimientos de tipo exponencial, por ejemplo el
crecimiento de una colonia de bacterias en un medio limitado, aumento de la población
en un país aislado, uso mundial de carbón como combustible,… Observó que en su
crecimiento exponencial hay una serie de fases (Ver la gráfica siguiente). Hay
crecimiento lento al principio, la gráfica al principio es casi horizontal, no despega.
Deviene un crecimiento rápido. Hasta que se llega a un punto de inflexión. Y a partir de
ahí, el crecimiento, también rápido, pero decae hasta llegar a un límite superior, a un
techo que no se sobrepasa. Por lo que la naturaleza presenta habitualmente en sus curvas
de crecimiento exponencial un límite de saturación.
En consecuencia, el crecimiento de la ciencia y del progreso científico, debe tener un
límite. Si la curva exponencial anterior representa la producción científica y nuestra
posición actual está cerca del punto de inflexión, como está señalado en esa gráfica, se
podría llegar al techo de la actividad científica en unos sesenta años. Pero, ¿estamos
seguros que el punto elegido, ese punto de inflexión, representa correctamente nuestra
época actual? Si así fuere, y tomando nuestra década como fecha de referencia, la fecha
en cuestión podría ser 2070. ¿Creíble? ¿Quizá haya que refinar este tipo de estudios?
La bibliometría aplica métodos matemáticos y estadísticos a toda la literatura de
carácter científico y a los autores que la producen, con el objetivo de estudiar y analizar
la actividad científica. Estos indicadores bibliométricos son datos numéricos calculados
12. a partir de las características bibliográficas observadas en los documentos publicados en
el mundo científico y académico, o a partir de los datos de los usuarios de tales
documentos, y que permiten el análisis de la actividad científica, vinculado tanto a la
producción como al consumo de información. Se trata de una disciplina académica.
6. Tres revoluciones científicas en la época moderna de la historia.
Así pues, es posible un estudio determinista de la Historia. Solo hay que buscar esos
conectores que establecen las reglas, leyes y teorías. Voy a analizar tres momentos
críticos de nuestra historia moderna del mundo occidental.
a. La formación del pensamiento moderno en Europa
Repasemos como Occidente entra en la Edad Moderna. Según Kuhn, Estructura de las
revoluciones científicas (ERC), 1961. Desde el S.II hasta el S.XVI, 1400 años, la
ciencia vivió un periodo que se cataloga como “ciencia normal”, “actividad en que,
inevitablemente, la mayoría de los científicos consumen casi todo su tiempo, se predica
suponiendo que la comunidad científica sabe cómo es el mundo” (ERC, pág. 25). Esa
ciencia normal, a la sombra de Tolomeo, construye una doctrina, un paradigma:
“Considero a éstos como realizaciones científicas universalmente reconocidas que,
durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una
comunidad científica”, (ERC, Prefacio). Ese paradigma consistía en aceptar que la
Tierra estaba inmóvil y ocupaba el centro del Universo, y que el Sol, la Luna, los
planetas y las estrellas giraban a su alrededor. Pero, poco a poco, se van acumulando
problemas que la ciencia normal del momento no puede explicar, enigmas, tales como
la necesidad de incluir en las órbitas del Sol y los planetas, supuestas circulares, ciertos
giros ocasionales, epiciclos, con los que se pretendía comprender las extrañas
excentricidades orbitales y las distintas duraciones de las revoluciones siderales.
Además, no era fácil explicar por qué los planetas brillaban más cuando en cada
epiciclo se alejaban de la Tierra. La astronomía de Tolomeo se iba haciendo más y más
complicada para justificar esas inconveniencias. Eso provoca, según Kuhn, un periodo
de crisis, “El estado de la astronomía de Tolomeo era un escándalo, antes del anuncio
de Copérnico”, (ERC, pág. 112). “Y el mismo Copérnico escribió en el Prefacio al De
Revolutionibus, que la tradición astronómica que había heredado sólo había sido capaz
de crear un monstruo. A principios del siglo XVI, un número cada vez mayor de los
mejores astrónomos europeos reconocía que el paradigma astronómico fallaba en sus
aplicaciones a sus propios problemas tradicionales” (ERC, pág. 115).
Así, cuando el paradigma en uso falla, es preciso una revolución científica que
“modifica la perspectiva histórica de la comunidad que la experimenta” (ERC,
prefacio), se llega a esa revolución “cuando la profesión no puede pasar por alto ya las
anomalías que subvierten la tradición existente de prácticas científicas— se inician las
investigaciones extraordinarias que conducen por fin a la profesión a un nuevo
conjunto de compromisos, una base nueva para la práctica de la ciencia”, (ERC, pág.
27). Y, por tanto, “Las revoluciones científicas se consideran aquí como aquellos
episodios de desarrollo no acumulativo en que un antiguo paradigma es reemplazado,
completamente o en parte, por otro nuevo e incompatible”, (ERC, pág. 148). Es en ese
13. momento cuando aparece Copérnico y su De Revolutionibus Orbium Coelestium , que
se publica póstumamente en 1543.
Una revolución abre un camino. Y la ciencia, y la sociedad, darán un giro total. “Las
revoluciones políticas se inician por medio de un sentimiento, cada vez mayor,
restringido frecuentemente a una fracción de la comunidad política, de que las
instituciones existentes han cesado de satisfacer adecuadamente los problemas
planteados por el medio ambiente que han contribuido en parte a crear. De manera
muy similar, las revoluciones científicas se inician con un sentimiento creciente,
también a menudo restringido a una estrecha subdivisión de la comunidad científica, de
que un paradigma existente ha dejado de funcionar adecuadamente en la exploración
de un aspecto de la naturaleza”, (ERC, pág. 148).
El texto es censurado en 1616, y permanece en el índice de libros prohibidos hasta
1835. En la España renacentista, primera potencia militar, política y cultural, la
Universidad de Salamanca introduce una ejemplar en 1561, ¡tan solo 18 años después
de ser publicado! En 1620, Juan Cedillo Díaz traduce el texto al castellano, pero no se
llegó a imprimir. ¡Estamos, ya, en el S.XVII, la España del barroco, la indiferencia en
nuestro país por la ciencia en esa época es totalmente notoria!
En 1611 el Cardenal Roberto Belarmino (había mandado a la hoguera a Giordano
Bruno), ordenó una investigación sobre los trabajos de Galileo. Pablo V intentó
asimismo silenciar a Galileo con quien se reunió en 1616. Galileo proclamaba las
teorías heliocéntricas de Copérnico y pretendía demostrar, en aparente oposición a las
Sagradas Escrituras, que era la Tierra la que giraba en torno al Sol. Galileo publica en
1632 Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo. En 1633 Galileo será condenado
por la Inquisición, bajo amenaza de torturas, deberá abjurar la teoría de Copérnico,
calificada de herética. En 1825, el Papa Pío VII reconoce el heliocentrismo. Y en 1971,
Juan Pablo II, mandó revisar su caso, reconociendo que los teólogos de Urbano VIII,
1633, estaban equivocados, pero sin rehabilitar a Galileo. ¡Habían pasado 338 años!
En la España del S.XVII, la censura de la Inquisición en España no incluyó nunca las
obras de Copérnico ni Galileo, unas veces por errores de imprenta al publicar sus
resoluciones y las más por rivalidad de autoridad entre España y Roma. (Víctor
14. Navarro Brotons, Galileo y España). Además, España como potencia marítima
necesitaba de los estudios de Galileo y su telescopio como herramienta de navegación.
Después de una crisis y una revolución deviene una nueva época de ciencia normal.
Isaac Newton publica en latín en 1687 Philosophiæ naturalis principia mathematica.
La primera edición en inglés es de 1729. En España Benito Feijoo, en su obra el Teatro
Crítico Universal, introduce un resumen en 1733. En 1772, la Universidad de
Salamanca, en las oposiciones a la cátedra de Matemáticas decide que se incluyan las
obras de Matemáticas de Newton. La España del S.XVII necesito 85 años para estudiar
a Newton. El libro de Newton era complejo y solo apto para lectores avezados. Francia
y la Ilustración descubrieron el significado de las ideas newtonianas a través de
Voltaire, que en su destierro en Londres recibió una influencia determinante en la
orientación de su pensamiento. Al regresar a Francia, 1728, Voltaire se refugió en el
castillo de su amante Émilie du Châtelet, a la que animó a escribir La filosofía de
Newton, donde resumía y divulgaba en francés la nueva física del genio inglés. Voltaire
en defensa del sistema newtoniano escribió Éléments de la philosophie de Newton
(1738).
El siglo XVIII comprendió y admiró la obra de Newton, que partía de la observación y
el experimento y conducía por medio de generalizaciones inductivas a la formulación de
principios y leyes. Desde esta perspectiva Newton mostraba la posibilidad de una
profunda compenetración entre las leyes universales de la naturaleza y el entendimiento
humano. Y esa fue la consigna que se barajaba en el Siglo de las Luces. La Ilustración
interpretó así la revolución de la ciencia. Si Newton encontró la fórmula que resolvía la
conexión entre los planetas, entre los objetos y la Tierra, e incluso explicaba las mareas,
si Coulomb encontró la fórmula que resolvía las fuerzas entre los cuerpos cargados
eléctricamente, si Maxwell desarrolló las ecuaciones que explican el
electromagnetismo, si Darwin encontró la fórmula que entendía la conexión entre el
hombre y el resto de la creación, si Marx nos hizo comprender la conexión entre
historia y economía,… ¿será posible que algún día encontremos esa “formula” que nos
describa y determine tanto “el futuro como el pasado” de la Humanidad?
La ciencia fue la religión de la Ilustración. Con la consiguiente secularización del
pensamiento moderno. Queda así confirmado que las reacciones del hombre ante la
Naturaleza están condicionadas por la Cultura, es decir, por la Historia. Queda lejos la
idea de que “el hombre religioso, incluso el más ‘primitivo’, no rechaza, por principio,
el ‘progreso’: lo acepta, pero confiriéndole un origen y una dimensión divina”, Micea
Eliade, Lo sagrado y lo profano, 1964, pág. 57.
En el esquema de abajo he elegido los puntos fundamentales entre 1450 y 1650 en los
que se basa la formación del pensamiento moderno en Europa. Lo que simplificamos
como revolución coperniquiana
15. En ese cuadro de datos podemos con el rotulador trazar un sinfín de caminos que nos
interpreten la historia. Con trazo azul he marcado el camino de la revolución de
Copérnico hasta llegar al periodo de ciencia normal:
Copérnico Galileo Newton.
El trazo verde intenta reflejar la época de crisis, los nuevos descubrimientos, imprenta,
crisis de Lutero, descubrimiento de América, y las nuevas formas de ver la naturaleza,
Leonardo, Rafael, Miguel Ángel, o los nuevos temas para pensar y escribir, Erasmo,
Tomas Moro, Nicolás Maquiavelo. Todos estos acontecimientos, que nos alejaban del
medioevo, condicionan la necesidad de un cambio, de una revolución. En 1543, Nicolás
Copérnico "De revolutionibus orbium coelestium", da el aldabonazo de salida, que es
referencia obligatoria al giro dado en el S.XVI.
El trazo rojo refleja la llegada al nuevo paradigma. Dentro de un nuevo periodo de
ciencia normal, que llamaremos racionalismo, empirismo y ya con mayúsculas
Ilustración. La Guerra de los Treinta Años, dará lugar a la formación de una nueva
Europa, una nueva relación entre el Poder y sus súbditos; Cervantes y Shakespeare
darán una imagen del hombre desde una perspectiva que nada tiene que ver con épocas
anteriores; en 1637, Rene Descartes, “Discurso Sobre el Método”, abrirá para la
filosofía el racionalismo. Y la cima de este proceso la marcará, Newton, Philosophiæ
Naturalis Principia Mathematica, 1687. En ese trazo rojo habría que incluir la creación
de la Royal Society en Inglaterra (1660) y en 1666 de la Académie des Sciences en
Francia marcarán una nueva forma de hacer ciencia. En ese giro se debe tener en cuenta
que ya cien años antes Galileo publicaba en italiano, Dialogo sopra i due massimi
sistemi del mondo, 1632, Boyle en inglés, The Sceptical Chymist, 1661 y Descartes en
francés, Discours de la méthode pour bien conduire sa raison, et chercher la vérité
dans les sciences, 1837.
b. El paso del modernismo al posmodernismo.
16. Este proceso, paso del modernismo al posmodernismo, tiene todas las características
de una revolución científica, pero su significado en profundamente opuesto a la
revolución del S.XVI. La revolución de Copérnico es un cambio que lo vemos en
positivo, la idea de progreso es enormemente atractiva. Pero en el S.XIX, desde sus
inicios, aparece una corriente de pensamiento en que la sospecha sobre la “cultura” y el
papel del ser humano ante ella, creará un ambiente de pesimismo profundo. Arthur
Schopenhauer (1788-1860) se opone a la visión de Leibniz de que vivimos en el mejor
de los mundos posibles, ya que nuestro destino es tratar de obtener lo que nunca
tendremos, ello influirá enormemente en Nietzsche y Dostoievski, y acabará por negar
la idea de progreso y civilización. Y se llegará, en S.XX, con Heidegger y Unamuno a la
crisis existencialista y a concebir la existencia humana como un absurdo con Kafka,
Sartre, Camus. En ciencia Einstein o Freud no pudieron evitar ese pesimismo.
En el esquema que sigue he elegido los acontecimientos fundamentales entre 1800 y
1950 en los que se basa el cambio de paradigma del modernismo al posmodernismo. Es
una revolución, pues hay una crisis inicial, se renuncia al paradigma existente, y se
llega a un nuevo punto de ciencia normal, con el consiguiente cambio de paradigma.
El trazo verde refleja un mundo en crisis. El manifiesto comunista y después el Capital
no llevan a una interpretación de la historia nueva, el motor de la historia ha sido una
lucha de clases donde los desfavorecidos, aquellos que solo eran amos de su prole,
debían luchar contra los acaparadores de privilegios, riquezas y poder. Además, la
visión positivista de la ciencia a mediados del S.XIX, iba dejando numerosas cuestiones
sin resolver: ¿los átomos existen?, ¿el átomo es indivisible?, ¿qué relación hay entre
masa y energía?, ¿qué es el éter?,… Dostoyevski explora la psicología humana en sus
novelas y se muestra como “el mejor conocedor del alma humana de todos los
tiempos”. En Memorias del subsuelo, cap. II., marca la desesperación del hombre
posmoderno, escribe: “Pero lo esencial -y esto pone fin a la cuestión- es que todo se
realiza de acuerdo con las leyes fundamentales y normales de la conciencia refinada, y
mana de ella directamente, tanto, que es por completo imposible no sólo cambiar, sino,
generalmente, reaccionar de algún modo”. Mientras tanto, Eiffel, en arquitectura,
sustituye la piedra por el hierro. Y, Schopenhauer abrirá las puertas para el
existencialismo del S.XX. Crisis total.
17. El trazo azul marca el paso de la física determinista, cuyo paradigma es la medida, a la
mecánica cuántica cuyo paradigma se basa en una física donde no existe la medida, o
más exactamente hay que recurrir a medidas estadísticas. James Maxwell, en 1871, en
su discurso introductorio sobre física experimental en la Universidad de Cambridge,
Inglaterra, dirá: "La característica de los experimentos modernos —de que consisten
principalmente de mediciones— es tan prominente, que la opinión parece haberse
extendido, que en unos cuantos años todas las constantes físicas habrán sido estimadas
aproximadamente, y que la única ocupación que quedará a los hombres de ciencia será
llevar a cabo estas mediciones hasta otra cifra decimal". En 1926, Heisenberg,
enunciara su Principio de Indeterminación: al medir el espacio y la energía se genera un
error, que provoca una indeterminación en la medida.
El trazo verde nos muestra una época de madurez, lo que Kuhn llama ciencia normal.
Pero el resultado es una ciencia y una tecnología puesta en duda. La relatividad y la
cuántica suponen una ruptura de la ciencia con la cotidianidad. Y en ese ambiente debe
desarrollarse la sociedad del S.XX. Además hay una connivencia entre ciencia y poder.
Las dos guerras mundiales, Hiroshima y Nagasaki, la Guerra Fría, industrialización y
consumismo,… todo ello hace a la ciencia sospechosa. Y ese es el paradigma en pleno
S.XX, época de madurez del posmodernismo.
La modernidad, S.XVIII y XIX se caracterizó por la racionalización de la existencia,
donde "la diosa razón" marcó el surgimiento de grandes utopías sociales, políticas,
económicas, culturales, tecnológicas, industriales, etc. El hombre modernista era un
hombre comprometido con la humanidad, creía en ésta y en su avance. Creía en la
razón universal y en que a través de ella se podía llegar a la pura verdad. Pero también
en el S.XIX surge la posmodernidad a partir del momento en que la humanidad
empezó a tener conciencia de que ya no era válido el proyecto de la modernidad, y cayó
en un profundo desencanto. El individuo, sujeto, o simplemente “ser”, deja sentirse
civilización para sentir que cae, en plena soledad, a un abismo que no tiene fondo. Tras
el Siglo de las Luces y el triunfo de la Razón, tras el siglo del triunfo del positivismo,
tanto económico, científico, tras una época de autocomplacencia donde Europa,
Occidente, domina los cinco continentes,… ¿cómo interpretar los dos guerras
mundiales del S.XX?, ¿cómo interpretar los holocaustos del S.XX?, ¿cómo interpretar
18. el desastre ecológico?, ¿cómo interpretar el encaje de nosotros los ciudadanos, que
dejamos de ser súbditos en la toma de la Bastilla?, ¿cómo interpretar la maquinaria de
poder del Estado?,…
Todo eso nos aboca a la crisis existencialista. Quiero buscar una imagen que nos
simplifique lo dicho, quiero buscar un icono,… como aquellas estampitas que nuestras
abuelitas, primero se santiguaban, y acto seguido ponían debajo de la almohada. Y esta
es nuestra imagen del ser humano que describe el existencialismo.
Pero,… ¿por qué este fotograma de El
hombre mosca (1923), con Harold Lloyd,
colgando del reloj?, ¿por qué no El Grito de
Eduard Munch, 1893?, ¿por qué no el
fotograma de El acorazado Potemkin de
Serguéi Eisenstein viendo caer por la
interminable escalinata el cochecito con su
bebé?, ¿por qué no a Chaplín atrapado entre
los engranajes de una gigantesca máquina en
Tiempos Modernos, 1936?, ¿por qué no una
fotografía de Sartre con su sempiterna pipa?,
¿por qué no Sísifo y su nauseabunda roca?,
¿por qué no el fotograma de Max von Sydow
jugando al ajedrez con La Muerte en El
séptimo sello de Ingmar Bergman, 1957?...
Total,… yo solo buscaba una imagen existencialista,…
c. 2014, fallo estructural: cambio de ciclo.
Año 2014. ¿Qué está sucediendo? ¿Estamos ante una nueva revolución científica? Voy
a disponer todo para que las apariencias confirmen lo que presiento. En el esquema de
abajo he elegido los puntos fundamentales ocurridos entre 1950 y 2014. Sobre ellos soy
capaz de lanzar mi rotulador azul, verde y rojo y encontrar las conexiones que busco.
Mi trazo azul es sorpredente: la ciencia en 1953, Crick y Watson llegan a conocer la
estructura del ADN, el libro de la vida, y en 1974, J. Scherk y J.H. Schwarz, dan a
conocer la “Teoría” de Cuerdas, ya podemos responder a de qué están hechas las
cosas. ¿Hemos tocado fondo? ¿Ya podemos descifrar el Universo? ¿No era este el
sueño de Sísifo, desmenuzar y analizar la roca y así conocer sus propiedades, su
esencia? O en palabras de Borges, “saber lo Dios sabe”. Pero, ¡ojo!, no nos
deslumbremos por estos destellos. Meditemos como es nuestra Ciencia, una suma de
ciencias particulares, donde pupulan un sinfín de espertos, especialistas y técnicos.
Spengler nos advierte. “Las ciencias particulares, teoría del conocimiento, física,
química, matemática, astronomía, se acercan unas a otras con rapidez cada día mayor.
Vamos a una perpetua identidad de los resultados y, por lo tanto, a una mezcla de los
mundos de formas”… “Nadie ha notado esta convergencia, porque desde Kant, y
19. propiamente ya desde Leibnitz, ningún sabio ha dominado el conjunto de los problemas
de todas las ciencias exactas”. (LDO, pág. 410)
Esta cuestión ya la planteó Ortega y Gasset,“La rebelión de las masas”,cap.XII, 1929,
cuando hablaba de que la especialización nos lleva hacia una sociedad del
desconocimiento: “…generación tras generación, el hombre de ciencia ha ido
constriñéndose, recluyéndose en un campo de ocupación intelectual más estrecho. Pero
no es esto lo importante que esa historia nos enseña, sino más bien lo inverso: como en
cada generación el científico, por tener que reducir su órbita de trabajo, iba
progresivamente perdiendo contacto con las demás partes de la ciencia,…”.
Spengler nos da el desenlace: “Se renuncia entonces a toda demostración; los hombres
quieren creer, no analizar. La investigación crítica deja de ser un ideal del espíritu”.
(LDO, pág. 409). Ese empacho de ciencia revierte en crisis, ya que “los hombres
quieren creer, no analizar”. La ciencia genera, finalmente, insatisfacción.
Una anécdota personal. Esta sentencia del Eclesiastés, 1:18: “Porque en la mucha
sabiduría hay mucha molestia: y quien añade ciencia, añade dolor”, la utilicé en mi
vida profesional al proponer a los alumnos ¿Qué es ciencia?, mi intención era provocar
el choque entre ciencia ideología religión. Los profesores de Física y Química
fuimos educados en un ambiente determinista, somos positivistas recalcitrantes. En
2009, mi primer año en que impartí Ciencias para el Mundo Contemporáneo, empecé a
comprender que no estaba utilizando adecuadamente mis fuentes bibliográficas clásicas.
Tuve que maniobrar ante mis alumnos, distinguir entre ciencia y tecnología, le hablé de
los peligros del consumismo, introduje a Fausto y discutimos si la ciencia y la sabiduría
podían colmar nuestras ansias de satisfacción total y de felicidad. Creo que tenía que
haber evitado tanto meandro y reconocer humildemente que estaba equivocado en mi
interpretación del Eclesiastés, 1:18.
El trazo verde en el esquema trata de una coyuntura claramente de crisis. En mayo’68
la juventud en París nos alerta que debajo de los adoquines está la playa, y la juventud
de los ’60 piensa que la respuesta está en el viento. EL gurú de la época, Herbert
Marcuse, El hombre unidimensional, 1954, escribe un ensayo sobre la ideología de la
20. sociedad industrial avanzada, las relaciones entre cultura y mercado. Michel Foucault,
en su texto Vigilar y castigar, 1975, nos habla de la relación entre el Poder y la
violencia. Ya Kafka escribió sobre el asunto, ¡hay muchas formas de violencia, solo
muy pocas están prohibidas en nuestro Estado!, escribió en 1925 El proceso, en él que
un hombre llegado de lejos pretende cruzar la puerta de la Ley, pero un Guardián se lo
impide, es la eterna lucha de inaccesibilidad a la justicia y a la ley, que controla el
Poder. Ahora, llegados a este punto, para el fin que me propongo, debo de citar a
Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén, 1961, que ha popularizado, ¡eso es hacer
pedagogía!, la expresión la banalización del mal. Y esa podía ser la etiqueta que defina
nuestra época, banalización y frivolidad al abordar la “Cultura”, ¿estamos dejando de
ser una sociedad humanista? Arendt hace decir esto a los guardianes de las SS ante el
holocausto: “Por esto, los asesinos, en vez de decir: ‘¡Qué horrible es lo que hago a los
demás’, decían: ‘¡Qué horribles espectáculos tengo que contemplar en el cumplimiento
de mi deber, cuán dura es mi misión’!”. (Pág. 156)
¡Sí!, es terrible. Pero esa frase la estamos repitiendo todos los días en nuestra época.
Somos banales ante el sufrimiento de nuestros compañeros de viaje en el planeta. Y
contra nosotros mismo, por despreciar frívolamente lo que hemos sido, y lo que somos,
o deberíamos ser. Ese trazo verde del esquema sí que refleja una situación de crisis.
Otra cuestión inquietante. Al elaborar el esquema de acontecimientos que resume
nuestra época, 2014, no he encontrado “arte tradicional”. No hay música sinfónica, no
hay pintura, no hay literatura. ¿Por qué? “La destrucción de los lenguajes artísticos la
llevó a cabo el cubismo, el dadaísmo y el surrealismo, el dodecafonismo y la «música
concreta», James Joyce, Becket y Ionesco”. Mircea Eliade, Mito y realidad, 1963, pág.
88. Pero mi alarma crece al leer a Spengler, “Lo que hoy se hace bajo el nombre de arte
es pura impotencia y mentira; y esto es aplicable a la música después de Wagner, como
a la pintura después de Manet, Cézanne, Leibl y Menzel”. (LDO, pág. 285).
No me atrevo a hablar de todo esto, supera mis conocimientos. Para aquel crio que
creció con The Beatles, Kubrick, Scorsese, que ha utilizado en clase para sus
explicaciones obras de Picasso, Miró, Dalí y ha visto varias veces, con devoción, El
Gatopardo de Visconti, le es difícil valorar la cuestión. ¿Qué arte se hace en esta
época?
Sobre esta anterior pregunta Spengler nos avisa: “Cuanto más crezca la vacuidad y
trivialidad urbana de las artes y de las ciencias, transformadas en manifestaciones
‘prácticas’ y públicas, tanto más irá recluyéndose el espíritu póstumo de la cultura en
estrechos círculos, actuando sin relación con la publicidad, en pensamientos y formas
que sólo tendrán sentido para un escasísimo número de hombres selectos”. (LDO, pág.
320). Entonces,… una vez asegurado un estado del bienestar, en una sociedad que logre
desterrar las listas del paro, ganar un salario mínimo digno, garantizar una recompensa
para sus jubilados,… ¿el gusto por las humanidades, es posible que quede reservado
para una cierta élite? ¿Será esa una forma de clasismo en el futuro?
Llegamos al trato rojo del esquema. Debemos expresar, siguiendo a Kuhn, que ese trazo
encierra el nuevo paradigma, una época de “ciencia normal”. ¿Nos tenemos que
conformar con que esta época, la nuestra, esté sustentada por el reparto de la riqueza
que hay, que entre nuestros logros científicos esté pisar la Luna, simplemente para
“presumir de foto”, construir con los petrodólares una ciudad en el desierto con
rascacielos, piscinas donde la vista se pierde en el horizonte, pistas de tenis cubiertas,
21. campo de golf,… Y luego, terminamos tímidamente, sonriendo cuándo alguien nos
advierte no vamos por el buen camino, lo que debemos hacer es “ir para otro lado”.
He elegido esta instantáneo como reflejo de nuestro tiempo. El 26 de marzo de 1993 en
The New York Times, y posteriormente por periódicos de todo el mundo, el periodista
Kevin Carter publicó esta foto, “El niño y el buitre”. Fue Premio Pulitzer, 1994. En la
foto se ve a un niño defecando en las afueras de un poblado sudanés, tiene un buitre
tras él acechándole. ¿Se atreverá el buitre a picotear al niño o simplemente se
conformará con picotear sus desechos? La foto se convirtió en todo un icono de la
hambruna en el África: el niño era el problema de la pobreza y el hambre; el buitre, la
terrible estampa del capitalismo; y el fotógrafo, la indiferencia de la sociedad. Carter
entró en depresión y arrepentido de no haber ayudado al niño acabó suicidándose
Este año, 2014, constituye la llegada a un nuevo paradigma, o, todavía, estamos
viviendo una revolución científica, diferente a la revolución del S.XVI, Copérnico,
donde nació la idea de progreso, y el positivismo, diferente a la revolución del S.XX,
Einstein, tiempo y espacio relativos, la indeterminación en la medida, y el
existencialismo. ¿A dónde nos lleva esta revolución científica?,… “para otro lado”,…
¿a dónde?
7.1. Post scriptum-1.
Hablando y buscando conexiones, ciclos, análisis, ecuaciones, fórmulas,… es posible
que la Historia se comporte como el desarrollo cognitivo de los niños que van formando
su inteligencia desde la infancia, por etapas. “Una nota encontrada, por casualidad, al
pie de una página, me condujo a los experimentos por medio de los cuales, Jean Piaget,
ha iluminado tanto los mundos diversos del niño en crecimiento como los procesos de
transición de un mundo al siguiente”. Kuhn, ERC, prefacio.
7.2. Post scriptum-2.
22. Encontraríamos esas conexiones, ciclos, análisis, ecuaciones, fórmulas,… revisando los
héroes que cada época ha admirado. Aquiles, Hércules, Alejandro, Cesar,… entre los
clásicos. Mio Cid, el conde Roldan, rey Arturo,… para el Occidente en formación.
Alonso Quijano, Hamlet,… para el Occidente ya formado. Gregor Samsa, Antoine
Roquentin, Señor Meursault, Augusto Pérez,… para los posmodernos. Pero,… nos
atreveremos a colocar en la lista a Belén Esteban o a Justin Bieber,... para, nosotros, los
consumidores de la cultura actual, 2014. Bueno, pensándolo bien, yo ya los he puesto en
lista.
7.3. Post scriptum-3.
El País, 11-02-2014, Forges. ¿Cómo es posible resumir en una viñeta estas
veintitantas hojas que llevo escritas? Momentos como este ralentizan mi
trabajo. ¿Qué más se puede añadir? Es hora de dejar de escribir. Pero,… no
puedo, ni quiero. Sigo escribiendo.
7.4. Post scriptum-4.
He empezado este trabajo con una postal, con los vecinos de Atapuerca que soñaban
con entrar en la Historia, soñaban con embriagarse de Ciencia, y quiero terminar con
esta otra postal que recoja a dónde hemos ido a parar. En la postal que sigue, de arriba a
abajo y de izquierda a derecha.
Dolce & Gabbana publica una foto del Che con ropa del último desfile de moda
masculina.
En 1985, el mundo seguía en directo la muerte de una niña colombiana atrapada
entre los restos de su casa tras la tragedia del volcán Nevado del Ruiz, Colombia,
casi tres días estuvo agonizando Omaira, con su cuerpo atrapado e inmovilizado
entre los materiales expulsados por el volcán: “Váyanse a descansar un rato y
después vengan y me sacan de aquí”.
Febrero de 2014, el niño de 4 años, Marwan, se desorientó entre un millar de
refugiados en la frontera entre Siria y Jordania y se perdió en el desierto.
Mayo del ’68, París, Sous les pavés, la plage.
23. Fotografía de Marylin Monroe en traje de baño, leyendo el Ulises de James Joyce,
¿es que Marylin no podía leerlo?, ¡claro que sí!, lo banal es montar sobre ello un
publirreportaje.
Estado de una ave tras el vertido de petróleo en el mar.
“El niño y el buitre”, Premio Pulitzer, 1994.
Moda de verano, encantador biquini, para jóvenes comprometidas.
En “2001, una odisea en el espacio”, Kubrick realiza una de las más asombrosas
elipsis que se puede hacer en cualquier narración, en este caso uno de los momentos
más impactantes que hemos visto en el cine. En el pleistoceno aquel homínido que
acaba de descubrir la palanca, en su euforia, lanza el hueso al aire y en pleno vuelo, ante
la sorprendente mirada del espectador, se transforma en una nave espacial. Un salto de
un millón de años que nos devuelve a nuestra época actual. La escena quedará en
nuestra retina como prueba de la capacidad del ser humano para la superación y como
referencia del pensamiento positivista que nos ha guiado en este millón de años. Pero,
después de lo expuesto en el punto 6.c., “2014, fallo estructural: cambio de ciclo”, no
me parece ajustado a la realidad. Aquel hueso se tenía que haber convertido en la postal
que acabamos de mostrar. Esa elipsis debería ser así:
24. Pregunto,… ¿ves la conexión, tras un millón de años, entre las dos imágenes, la inicial
y la final que te propongo en este trabajo?
7.5. Post scriptum-5.
18.02.2014. Rajoy al PSOE: "Digan la verdad y no hagan demagogia".
7.6. Post scriptum-6.
23.02.2014. Ayer por la noche, Jordi Évole y su equipo en “la Sexta”, nos dieron una
versión del 23F totalmente falsa, pero totalmente creíble. Iñaki Gabilondo, Fernando
Ónega y Luis María Anson y el propio Évole actuaron como demiurgos. ¿Es eso lo que
he hecho yo en estas páginas? ¿Es eso lo que he hecho yo en mis 37 años de docencia?
¿Es eso lo que me han hecho los Spengler, Kuhn, Eliade, Sartre,…?
Textos utilizados:
Todos los autores que nombro tienen en la www sus textos en versión digital, de acceso
gratuito y rápido. He utilizado alguna abreviatura: Spengler, La decadencia de
Occidente, LCO; Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, ERC.
Ciencia: entre el relativismo y la ideología
Jesús Pérez Espinosa
24 de febrero de 2014