1. IFIDMA. Inteligencia emocional y enseñanza de la música. Manuel Arnedo Pardo
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ENSAYO CRÍTICO SOBRE LAS IMPLICACIONES
EDUCATIVAS QUE TIENE LA TEORÍA DE LA
INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL ÁMBITO
MUSICAL
ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN.
2. INTELIGENCIA EMOCIONAL.
3. ARTE Y EMOCIÓN.
4. INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EDUCACIÓN MUSICAL
5. CONCLUSIÓN
1. INTRODUCCIÓN
El término de Inteligencia Emocional hace referencia a la competencia que tenemos los seres
humanos de sentir, identificar, entender, controlar y modificar las emociones, tanto en uno
mismo como en los demás. Aunque cada persona tenga un desarrollo diferente de esta
competencia, no es una cualidad fija, se puede desarrollar mediante el aprendizaje y la
práctica. La Inteligencia Emocional es la capacidad de control que poseemos sobre las
emociones en los diferentes ámbitos de nuestra vida y para poder llevar a cabo este control,
previamente, hemos de ser capaces de saber identificarlas y reconocerlas.
Puesto que somos seres sociales y estamos expuestos a una enorme cantidad de estímulos
diariamente, el conocer y gestionar las emociones debería ser un aspecto clave en nuestra
vida para no ser enajenados por estas, de modo que seamos capaces de transmitir una
respuesta emocional adecuadamente proporcionada a cada situación concreta, propiciando,
en definitiva, una mejor gestión de nuestra vida.
La música, por otro lado, es un arte, y como tal produce emociones. Una obra de arte no
contiene emoción en sí misma, pero la emoción es inherente a ella. Inevitablemente el hecho
de contemplar una obra de arte produce una emoción al espectador, bien sea serenidad,
admiración, deseo, placer, miedo, vergüenza, desprecio o indiferencia ¿por qué no?. El
espectro de emociones es tan amplio como particular en la conexión generada entre el artista
y la interpretación consciente, subconsciente o incluso inconsciente de la obra. La finalidad
estética y comunicativa por parte del creador y/o interprete genera una visión del mundo única
como personal será la recepción emocional de la obra cuando alguien la contemple.
Quedando clara la conexión entre música como obra de arte y emoción de forma directa, pues
no se pueden separar, hay que decir también que se puede trabajar la emoción a través de
la expresión artística, y desarrollar una obra artística a través de la emoción. Es pues la
emoción el vínculo entre creador/interprete y obra de arte y el observador.
No podemos dejar de lado al analizar en el ámbito musical la injerencia de la Inteligencia
Emocional la educación. Como hemos mencionado anteriormente, la Inteligencia Emocional
no es una cualidad inalterable si no que se puede entrenar y mejorar mediante la educación
y práctica. En cualquier ámbito educativo en el que se ejerza una educación en un contexto
social, en relación al vínculo que se establece entre alumno, alumnos y profesores y el resto
de comunidad educativa, se puede implementar la Inteligencia Emocional. Pero, es sin duda
en las disciplinas que trabajan con emociones en sí mismas, como son las disciplinas
artísticas, las idóneas para fomentar el desarrollo de este tipo de inteligencia.
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2. INTELIGENCIA EMOCIONAL
El concepto de Inteligencia Emocional tiene como precursor al psicólogo Edward L. Thorndike,
quien en 1920 hacía referencia al concepto de Inteligencia Social para describir la habilidad
de comprender a otras personas y actuar sabiamente en las relaciones humanas. La
Inteligencia Social sería la capacidad que tiene una persona de entender, tratar y mantener
una buena relación con la gente de su entorno.
Para E. Thorndike, esta inteligencia es determinante en personas que necesitan dirigir o
convencer a otros hombres, como por ejemplo: políticos, vendedores, seductores, profesores
que nos hacen amar lo que enseñan, hombres de negocios, etc. Refiere a la facultad de
empatía, comunicación y liderazgo respecto a las relaciones sociales.
En un sentido similar, David Wechsler, describió en 1940 la influencia de los factores no
intelectivos sobre el comportamiento considerado como inteligente, sosteniendo que los test
de inteligencia no serían completos hasta que no pudieran integrar estos factores.
Sin embargo, el trabajo de estos autores no tuvo repercusión ya que los test de Cociente
Intelectual, a partir de 1916 con la Escala de Inteligencia Stanford-Binet, se convirtieron en la
prueba más popular en los Estados Unidos durante décadas y por extensión al resto del
mundo.
El Cociente Intelectual es una puntuación resultado de alguno de los test estandarizados para
valorar la inteligencia y era considerado como un gran valor predictivo en términos de
rendimiento académico y laboral.
El termino Cociente Intelectual fue empleado por primera vez por el psicólogo William Stern,
de la Universidad de Breslavia Willem, en1912. Su finalidad era dar nombre a un nuevo
método para puntuar los resultados de los primeros test de inteligencia para niños. Estos test
habían sido desarrollados por Alfred Binet y Théodore Simon a principios del siglo XX.
Los psicólogos franceses Alfred Binet y Théodore Simon publicaron, en 1905, la prueba
llamada Edad Mental; la puntuación obtenida en esta prueba mediante la escala de Binet-
Simon revelaría la edad mental del niño. La medida de la inteligencia consistía en la división
de la edad mental entre la edad cronológica y se multiplicaba el resultado por 100, dando
como resultado el mencionado cociente. El psicólogo estadounidense Lewis Terman, de la
Universidad de Stanford, revisó el test de Binet-Simon, se modificó el nombre por Escala de
Inteligencia Stanford-Binet la cual se popularizó como medidor de inteligencia incluso hasta
nuestros días. Así mismo en la actualidad existen otros test también populares como la Escala
Wechsler de Inteligencia para adultos.
Estas puntuaciones obtenidas mediante test de medición del Cociente Intelectual se utilizan
en diversos contextos como: predictivos de rendimiento escolar, indicadores de necesidades
específicas educativas, predictivos de rendimiento laboral, o por parte de sociólogos que
estudian la distribución de la inteligencia en poblaciones y las relaciones entre inteligencia y
otras variables como puede ser el éxito en la vida.
Normalmente estas pruebas estandarizadas, como la Escala Wchsler de Inteligencia para
adultos, evalúan los siguientes parámetros:
- La competencia lingüística: Definiciones de palabras, sinónimo, comprensión lectora,
preguntas de cultura general o adivinar palabras a partir de pistas.
- La percepción: Seguir patrones de formas, emparejar dibujos, completar figuras.
- La memoria: Repetir secuencias de números y letras, cálculo mental.
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- La capacidad de procesamiento mental: marcar las figuras que responden a una
característica determinada en un tiempo limitado, localizar dibujos entre otras figuras.
Sin embargo, actualmente se puede llegar a la conclusión de que las pruebas de Cociente
Intelectual pueden resultar altamente engañosas ya que la obtención de una única cifra con
estos test proporciona una información altamente sesgada. ¿Puede una sola cifra realmente
medir las distintas capacidades cognitivas y establecer las diferencias entre las distintas
habilidades cognitivas?. Varios estudios sugieren que, las pruebas que tienen como
referencia el Cociente Intelectual, tienen fallos fundamentales ya que no toman en cuenta la
compleja naturaleza del intelecto humanos con todos sus distintos componentes.
En 1983, Howard Gardner de la Universidad de Harvard, ya estableció la hipótesis de las
inteligencias múltiples, planteando un modelo de concepción de la inteligencia no como un
conjunto unitario, sino una red de conjuntos autónomos, relativamente interrelacionados. De
este modo plantea en su libro Frames of Mind que las personas tenemos ocho tipos de
inteligencia.
Estos tipos de inteligencia son:
- Inteligencia lingüística - verbal: Determina la capacidad de dominar el lenguaje y
comunicación. No solo hace referencia a la comunicación oral, si no también a otras
formas de comunicarse como la escritura, gestualidad, etc.
- Inteligencia musical: La música es un arte universal, ya que todas las culturas tienen
algún tipo de música, más o menos elaborada, lo cual lleva a Gardner y sus
colaboradores a entender que existe una inteligencia musical latente en todas las
personas. Este tipo de inteligencia incluye la capacidad de percibir las formas
musicales. Una persona con esta capacidad desarrollada se expresaría con facilidad
realizando una composición, una interpretación, en la transformación y la valoración
de todo tipo de músicas y sonidos. Se presenta con una sensibilidad al ritmo,
cadencias, tono y timbre, pero también a los sonidos de la naturaleza y el medio
ambiente.
- Inteligencia lógica – matemática: Durante décadas ha sido considerada la inteligencia
en bruto. Incluye la habilidad de solucionar problemas lógicos, producir, leer y
comprender símbolos matemáticos, así como comprender conceptos numéricos de
una forma más general. Implica la capacidad de usar los números eficazmente,
analizar problemas lógicamente e investigar científicamente utilizando razonamientos
inductivos y deductivos. La rapidez para solucionar este tipo de problemas es el
indicador que determina cuánta inteligencia lógico-matemática se tiene.
- Inteligencia espacial: También conocida como inteligencia visual-espacial, es la
habilidad que nos permite observar el mundo y los objetos desde diferentes
perspectivas. Abarca la capacidad de formar e imaginar dibujos de dos o tres
dimensiones y el potencial de comprender, manipular y modificar las configuraciones
del espacio amplio y limitado. A aquellas personas que tienen esta inteligencia más
desarrollada les es fácil recordar fotos y objetos en lugar de palabras, además
destacan por tener capacidades que les permiten idear imágenes mentales, dibujar y
detectar detalles.
- Inteligencia corporal – cinestésica: Referida a las habilidades corporales y motrices.
El control del movimiento corporal, la habilidad para utilizar herramientas. En
definitiva, constituye la capacidad de usar el cuerpo para expresar ideas y
sentimientos, aprender, resolver problemas, realizar actividades o construir
productos. Esta capacidad se requiere para realizar actividades que requieren fuerza,
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rapidez, flexibilidad, coordinación y equilibrio. Correspondería a aquellas personas
que aprenden las destrezas físicas fácil y rápidamente.
- Inteligencia interpersonal: Es la inteligencia que nos faculta para poder advertir cosas
de las otras personas más allá de lo que nuestros sentidos logran captar. Abarca la
capacidad de fijarse en cosas importantes para otras personas, empatizar, recordar
sus intereses, motivaciones, su historia personal, sus intenciones, y en muchas
ocasiones prediciendo las decisiones, los sentimientos y las acciones de otros. Es
una inteligencia muy valiosa para aquellas personas que trabajan en grupo. También
incluye la habilidad para detectar y entender las circunstancias y problemas de los
demás.
- Inteligencia intrapersonal: Define la capacidad de conocerse a uno mismo; entender,
explicar y discriminar los propios sentimientos como medio de dirigir las acciones y
lograr varias metas en la vida logrando controlar el ámbito interno. Esta inteligencia
permite ahondar en la introspección y entender las razones por las cuales uno es de
la manera que es. Además, es muy útil tanto para mantener un buen nivel de
bienestar como para rendir mejor en diferentes aspectos de la vida.
- Inteligencia naturalista: Este tipo de inteligencia permite detectar, diferenciar y
categorizar los aspectos vinculados a la naturaleza, como por ejemplo las especies
animales y vegetales o fenómenos relacionados con el clima, la geografía o los
diferentes fenómenos de la naturaleza. Esta clase de inteligencia fue añadida
posteriormente al estudio original, concretamente en 1995, considerando que era
necesario incluir esta categoría por tratarse una de las inteligencias esenciales para
la supervivencia del ser humano.
Por tanto, Howard Gardner postula que existe una variedad de habilidades cognitivas, pero
que existe una baja correlación entre ellas. Por ejemplo, un niño que aprende a multiplicar
fácilmente no es necesariamente más inteligente que un niño que tiene dificultades en la
misma tarea. El niño al que le cuesta más tiempo perfeccionar esta tarea podría ser capaz de
aprender a multiplicar con una aproximación diferente, podría ser excelente en otras tareas
fuera de las matemáticas, o podría estar viendo y entendiendo la multiplicación a un nivel más
profundo. Sin embargo, estudios llevados a cabo hoy en día sí que indican una alta correlación
entre los diferentes aspectos de la inteligencia, por lo que la teoría de las inteligencias
múltiples ha sido ampliamente criticada por la psicología científica dada la falta de evidencias
que la sustenten.
No obstante, lo que nos interesa de la teoría de las inteligencias múltiples es que ya apunta
una tendencia hacia la inteligencia en el dominio de las emociones, en el caso descrito por
Howard Gardner, la inteligencia intrapersonal y la interpersonal. Estas inteligencias, estarían
englobadas en lo que posteriormente se conocería como Inteligencia Emocional, ya que
abarcan tanto el conocimiento de los aspectos internos de una persona en cuanto a su vida
emocional, conocimiento de los sentimientos, su capacidad de discriminación e identificación
y cómo poder orientarlos de la forma deseada, como los sentimientos de los demás, lo que
permite empatizar y leer las intenciones y deseos de otras personas, aunque hayan sido
ocultados.
Fue en 1990 cuando apareció el termino Inteligencia Emocional con una acepción similar a la
actual, atribuido a Peter Salovey y John Mayer, que lo definen como la habilidad para manejar
los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir
los propios pensamientos y acciones.
Peter Salovey y John Mayer estructuraron la inteligencia emocional como un modelo de cuatro
ramas interrelacionadas:
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- Percepción emocional: La habilidad para identificar y reconocer tanto los propios
sentimientos como los de aquellos que nos rodean. Implica prestar atención y
descodificar con precisión las señales emocionales de la expresión facial,
movimientos corporales y tono de voz. Esta habilidad se refiere al grado en el que los
individuos pueden identificar convenientemente sus propias emociones, así como los
estados y sensaciones fisiológicas y cognitivas que éstas conllevan. Así mismo,
implica la facultad para discriminar acertadamente la honestidad y sinceridad de las
emociones expresadas por los demás.
- Facilitación emocional del pensamiento: Implica la habilidad para tener en cuenta los
sentimientos cuando razonamos o solucionamos problemas. Esta habilidad se centra
en cómo las emociones afectan al sistema cognitivo y cómo nuestros estados
afectivos ayudan a la toma de decisiones. También ayudan a priorizar nuestros
procesos cognitivos básicos, focalizando nuestra atención en lo que es realmente
importante. En función de los estados emocionales, los puntos de vista de los
problemas cambian. Es decir, esta habilidad plantea que nuestras emociones pueden
actuar de forma positiva sobre nuestro razonamiento y nuestra forma de procesar la
información.
- Comprensión emocional: Habilidad para desglosar el amplio y complejo repertorio de
señales emocionales, etiquetar las emociones y reconocer en qué categorías se
agrupan los sentimientos. Además, implica una actividad tanto anticipatoria como
retrospectiva para conocer las causas generadoras del estado anímico y las futuras
consecuencias de nuestras acciones. Igualmente, la comprensión emocional supone
conocer cómo se combinan los diferentes estados emocionales dando lugar a las
conocidas emociones secundarias. También contiene la destreza para reconocer las
transiciones de unos estados emocionales a otros, así como la aparición de
sentimientos simultáneos y contradictorios.
- Regulación emocional: Es la habilidad más compleja de la Inteligencia Emocional.
Incluye la capacidad para estar abierto a los sentimientos, tanto positivos como
negativos, y reflexionar sobre los mismos para descartar o aprovechar la información
que los acompaña en función de su utilidad. Abarca también la habilidad para regular
las emociones propias y ajenas, moderando las emociones negativas e intensificando
las positivas. Por tanto, esta regulación, engloba el manejo de nuestro mundo
intrapersonal y también el interpersonal, poniendo en práctica diversas estrategias de
regulación emocional consciente capaces de modificar tanto nuestros sentimientos
como los de los demás.
Ya se intuía la importancia de la Inteligencia Emocional en el desarrollo y evolución personal,
pero no fue hasta que Daniel Goleman popularizara el termino en 1995, cuando se empezaron
a llevar a cabo una gran cantidad de estudios demostrando que el Cociente Intelectual no era
tan buen predictor del potencial de los estudiantes, si no que la Inteligencia Emocional podía
llegar a ser más determinante en cuanto al desarrollo vital de las personas. Incluso en el
mundo empresarial resulta cada vez más evidente que, por encima de los currículos y el
Cociente Intelectual, la capacidad de desarrollarse consigo mismos y con los demás es
realmente importante a la hora de obtener un rendimiento superior especialmente en los
puestos de dirección.
Se podría entender la Inteligencia Emocional como la capacidad de entender las emociones
ajenas, comprender las nuestras propias y gestionar nuestros estados emocionales.
Cualidades como la empatía, el control emocional, la motivación o las habilidades sociales
forman parte de un espectro de capacidades comprendidas dentro de este tipo de inteligencia.
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Daniel Goleman postula que necesitamos una nueva visión del estudio de la inteligencia
humana más allá de los aspectos cognitivos e intelectuales que resalte la importancia del uso
y gestión del mundo emocional y social para comprender el curso de la vida de las personas.
También defiende que existen habilidades más importantes que la inteligencia académica a
la hora de alcanzar un mayor bienestar laboral, personal, académico y social.
La Inteligencia Emocional comprende una amplia gama de competencias y habilidades,
componiéndose principalmente de cinco áreas:
- Autoconciencia emocional: La capacidad de identificar y comprender nuestras propias
emociones, fortalezas, debilidades, y reconocer su impacto en los demás.
- Autorregulación emocional: La habilidad para controlar las conductas basadas en
impulsos emocionales y, de este modo, adaptarnos mejor a las dinámicas sociales
fomentando la adaptación a circunstancias cambiantes.
- Motivación: La capacidad de orientar nuestras energías hacia una meta u objeto.
- Empatía: La cualidad de reconocer, comprender, tener en cuenta los sentimientos y
vivir como propios los estados emocionales de otras personas.
- Habilidades sociales. La tendencia a dar siempre la respuesta más adecuada a las
demandas sociales del entorno. Así como, gestionar las emociones de otras personas
para movilizarlos en la dirección deseada.
En definitiva, la teoría de la Inteligencia Emocional de Daniel Goleman afirma que se requiere
algo más allá del intelecto para que nos vaya bien en la vida y que la Inteligencia Emocional
es la clave del éxito personal.
Puesto que estas habilidades no nos vienen dadas por la naturaleza, como parece que así
sea en los aspectos valorados en las pruebas de Cociente Intelectual, la Inteligencia
Emocional se puede aprender y enseñar, practicar y mejorar.
3. ARTE Y EMOCIÓN
El arte permite expresar cuestiones complejas y sutiles de una forma diferente a la del
lenguaje escrito y hablado. Puede convertirse en el medio idóneo para canalizar emociones
y sentimientos. En este sentido, utilizar cualquiera de las disciplinas artísticas como medio de
expresión puede ayudar a descubrirse a sí mismo, a sobreponerse a problemas o tomar
decisiones para continuar hacia delante.
De hecho, en los últimos años, existen terapias utilizadas en psicología que utilizan las
diferentes disciplinas artísticas como medio de expresión para mostrar sentimientos mediante
comunicación no verbal, para canalizar emociones y fomentar el autoconocimiento.
El artista expresa a través de sus obras aquello que siente pero también busca generar
reacciones en las personas que observan estas obras. El arte, sin duda, es capaz de inspirar
y emocionar, al mismo tiempo que puede favorecer la capacidad de reflexión y comunicación
por lo que se presenta como un medio muy útil para trabajar diferentes aspectos de la
Inteligencia Emocional.
También hay que decir que la emoción que provoca una determinada obra de arte puede ser
diferente según el momento, pudiendo experimentar sentimientos y sensaciones que
dependerán de nuestro estado emocional. En este sentido podemos decir que el arte es libre,
en el sentido en que el artista, aunque quiera provocar una emoción concreta en el
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espectador, siempre será éste quien por sus vivencias y estado anímico originará una
emoción particular.
Particularizando en el caso de la música, decir que ha estado presente en todas las culturas
de la historia de la humanidad. Ha sido empleada como herramienta de comunicación y
supervivencia, así como elemento socializador. Pero nuestra relación con la música llega
hasta el punto que ésta es capaz de alterar nuestro estado emocional.
Platón citaba que la música era para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo, reconociendo
esa relación entre música y emociones; que la música poseía determinadas cualidades o
propiedades que incidían en nuestra dimensión emocional y/o espiritual.
En este sentido, estudios neurocientíficos demuestran que la música tiene la capacidad de
cambiar estados de ánimo activando cada una de las estructuras emocionales del cerebro.
Se han llevado a cabo experimentos en los que se ha modulado la actividad en prácticamente
cualquier estructura emocional del cerebro gracias a las emociones estimuladas por la
música. La música es capaz de despertar el núcleo de las estructuras cerebrales creadoras
de nuestro universo emocional.
Al escuchar música se activan las áreas del cerebro que se encargan de la imitación y de la
empatía. Son las zonas donde están las neuronas espejo que actúan reflejando las acciones
e intenciones de los otros como si fueran propias. Quizá por esto la música es capaz de alterar
nuestras emociones y crear lazos sociales; porque nos permite compartir sentimientos.
Vista la estrecha relación existente entre música y emociones, la musicoterapia, como
disciplina, es una clara ejemplificación de ese vínculo. Hay que recordar que a pesar de que
la musicoterapia parezca una disciplina relativamente reciente, pues se está poniendo en
auge en los últimos años, los primeros escritos que aluden a la influencia de la música sobre
el cuerpo humano datan alrededor del año 1500 a.C. en la civilización egipcia. En estos
documentos ya se racionaliza la utilización de la música como un agente capaz de curar el
cuerpo, calmar la mente y purificar el alma.
La asociación internacional de musicoterapia define esta actividad como la utilización de la
música y/o sus elementos (sonido, ritmo, armonía y melodía) para promover y facilitar la
comunicación, las relaciones, el aprendizaje, el movimiento y la expresión satisfaciendo las
necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas.
Hay que diferenciar la relación directa de la música con las emociones, dada en la
musicoterapia, respecto de la educación musical. La diferencia fundamental es que en la
educación musical enseñamos la música como un fin en sí mismo, enseñamos a interpretar
una partitura, a tocar un instrumento, etc. Mientras que en la musicoterapia, la música se
utiliza como un medio para producir cambios en las personas.
Por tanto, la música en sí misma, como expresión artística, es capaz de ayudarnos a mejorar
y reforzar varios aspectos relacionados con la Inteligencia Emocional como por ejemplo
mejorar el bienestar, controlar el estrés, expresar sentimientos, mejorar la comunicación y
habilidades sociales, previene el aislamiento, aumenta la autoestima, etc.
4. INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EDUCACIÓN MUSICAL
Como hemos mencionado anteriormente la Inteligencia Emocional no es algo preestablecido
y estático, sino que se puede aprender y desarrollar. Por tanto, cualquier contexto educativo
será propicio para favorecer este tipo de inteligencia si se desarrolla un plan de actividades
adecuado para tal fin. A través de la educación musical se puede contribuir al enriquecimiento
de la Inteligencia Emocional de una forma extraordinaria por las particularidades que esta
engloba.
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En la educación musical se establecen clases individuales, clases colectivas de formato
reducido y clases grupales de gran formato, por lo que existen diferentes tipos de interrelación
entre alumno y profesor y entre los mismos alumnos. Además, puesto que se trabaja con la
música en sí como elemento, y hemos visto su relación directa con las emociones, la
educación musical se presenta como una excelente disciplina mediante la que poder trabajar
todos los diferentes aspectos de la Inteligencia Emocional.
Esta relación entre Inteligencia Emocional y educación musical es bilateral, puesto que al
igual que mediante la educación musical podemos mejorar la Inteligencia Emocional, esta
última tiene una gran incidencia en la educación musical es de gran ayuda tanto en el proceso
de formación como en el ejercicio de la profesión.
El autoconocimiento, tan importante para conocer nuestros puntos fuertes y débiles y, por
tanto, lo que nos hace confiar en nuestras propias habilidades y destrezas, va relacionado a
la autoestima y el autoconcepto que tengamos, lo cual nos aportará confianza o no a la hora
de realizar, por ejemplo, una interpretación en público. De modo reciproco, la educación
musical nos enfrentará a situaciones como la de actuar en público que nos harán reflexionar
sobre nuestra propia competencia ya que prácticamente todos los músicos han sentido en
algún momento miedo escénico, al fracaso, al qué dirán, etc. estos sentimientos se producen
por falta de confianza en uno mismo y a través del autoconocimiento se pueden ir superando.
Una de las formas de afrontar estos miedos, una vez observados, desmenuzados y
comprendidos, es el autocontrol, pues éste juega un papel fundamental en el control de la
ansiedad escénica. El autocontrol es la herramienta que evita que nos dejemos llevar por los
sentimientos en un momento determinado, afrontando los contratiempos emocionales. Puede
ser enseñado y aprendido por lo que deberíamos elaborar estrategias para que nuestros
alumnos generar métodos de control de las propias emociones reduciendo su vulnerabilidad
y aumentando así su bienestar emocional.
Otro de los aspectos presentes de la Inteligencia Emocional en la educación musical es la
motivación. De hecho, el control de las emociones visto en el párrafo anterior, influye en la
capacidad de automotivación. Aprender a tocar un instrumento requiere muchas horas de
práctica, constancia, dedicación y persistencia. Hay que tener en cuenta que no todos los días
estamos igual de dispuestos, hay días en los que nos encontramos más cansados, nos
apetecería hacer otra cosa, estamos distraídos o simplemente no nos apetece, pero tenemos
que ser emocionalmente inteligentes si lo que queremos es tener un progreso fructífero en el
estudio de un instrumento, por lo que la motivación es un elemento esencial.
La empatía, por su parte, entendemos que juega un papel clave en la interpretación grupal;
bien sea en grupos de cámara, bandas u orquestas sinfónicas. Si se busca una interpretación
coherente, todos los miembros de la agrupación deberán estar sintiendo lo mismo para poder
expresar este sentimiento de forma que salga claro y definido como un único todo expresado
desde la individualidad de cada miembro de la agrupación.
Por descontado, no podíamos olvidar las habilidades sociales. La educación musical nos
ayuda en cuanto a que nos educa en cuando y de que forma tenemos que interpretar en
relación con los demás, pues rara vez uno realiza interpretaciones uno mismo en soledad,
especialmente fuera del contexto académico. Pero al mismo tiempo, las habilidades sociales
son esenciales justo por este motivo, porque la mayor parte de la música se realiza en
conjunto, debiendo compartir silla y atril con gente muy diversa.
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5. CONCLUSIÓN
La educación musical se presenta como una herramienta muy favorable mediante la que
poder trabajar los diferentes aspectos de la Inteligencia Emocional. Puesto que la Inteligencia
Emocional puede ser aprendida, cualquier contexto educativo es potencialmente beneficioso
para trabajarla, pero lo es especialmente el de las enseñanzas artísticas, ya que el arte
contiene en sí mismo un componente emocional que enriquece el conjunto del aprendizaje.
La Inteligencia Emocional y el ámbito musical están estrechamente relacionados hasta el
punto de que se pueden nutrir uno del otro. Por las características especificas del ámbito
musical, especialmente: dedicación en el estudio, socialización con compañeros y la
implicación directa de las emociones en la interpretación; la Inteligencia Emocional es un
componente clave y determinante en el buen desempeño de esta magnífica profesión.