En una pedagogía humanista, la educación para la responsabilidad parte del descubrimiento del sentido de la vida y va unida a la formación para el uso de la libertad así como a la formación de la voluntad y de la capacidad de comprometerse y esforzarse hacia una meta que valga la pena. Hacia una meta que vaya convirtiéndose en el proyecto de vida que le dé su sentido más pleno y humano. Se propone encontrar el punto de equilibrio entre esfuerzo voluntario y motivación, entre libertad y responsabilidad. También los derechos y deberes se correlacionan y se exigen mutuamente, incluso en la edad infantil o juvenil. Ante una creciente desresponsabilización en la sociedad llamada líquida por su variabilidad, incertidumbre, indiferencia y predominio del principio del placer, se presenta una revalorización del compromiso personal. Un compromiso que permita contribuir a superar los conflictos éticos, sociales, raciales, medioambientales, políticos y económicos de nuestro tiempo. La solución que se propone a aquellas antinomias y a estos conflictos se encuentra en una pedagogía humanista apta para nuestro siglo XXI.