El modelo agroexportador argentino a fines del siglo XIX consistió en el aprovechamiento masivo de tierras para cultivos y ganadería con el fin de exportar las materias primas. Esto impulsó el crecimiento económico de Argentina y la convirtió en el Granero del Mundo, aunque generó una dependencia del mercado externo y un desarrollo desigual entre regiones. El modelo trajo inversiones extranjeras pero también deuda externa difícil de pagar al declinar.