El documento describe la historia del descubrimiento y desarrollo de los alimentos fortificados y funcionales desde 1812 hasta el año 2000. En 1812 se descubrió que el yodo era efectivo para tratar el bocio, pero las dosis eran tóxicas. En 1924, Michigan adoptó la fortificación de la sal con yodo para prevención. En los años 1930, el Dr. Shirota comenzó a investigar la leche fermentada para prevenir enfermedades gastrointestinales. En los años 1950, la OMS estableció programas de enriquecimiento