El Imperio colonial español se extendía por los continentes de América, África y Asia. Aunque el rey de España dirigía este vasto imperio desde Europa, era improbable que pudiera resolver los problemas de todos sus territorios debido a la distancia. Para gobernar América, los reyes españoles establecieron un sistema político-administrativo que incluía virreinatos y capitanías generales en América, supervisados por funcionarios reales.