El documento describe el arte paleocristiano y bizantino. El arte paleocristiano floreció después del Edicto de Milán en 313 d.C. y se caracterizó por una nueva iconografía bíblica y programas didácticos. La arquitectura incluyó basílicas, baptisterios y edificios centralizados. El arte bizantino emergió en Constantinopla y se caracterizó por combinar tradiciones romanas y griegas, con obras maestras como Santa Sofía y construcciones en Rávena.